Las dos grandes guerras económicas del siglo XX, la Primera Guerra
Mundial y la Segunda Guerra Mundial tuvieron como desencadenante la política inglesa
de evitar que ninguna potencia fuera hegemónica en Europa. Ni el kaiser era un imperialista irredento, ni Hitler quería conquistar
una Europa que sabía que orbitaría en torno a 100 millones de alemanes
reunificados en 1938 y que, por el mismo peso de su economía, ejercerían de
polo en torno al cual se construiría el “nuevo orden europeo”. El resultado
de las dos guerras mundiales fue la derrota de Europa. De la Paz de
Versalles no queda nada. De la conclusión de la Segunda Guerra Mundial queda la
OTAN, ese residuo infame que nunca debería de haber nacido y que no ha sido
otra cosa que el reconocimiento del vasallaje europeo a los EEUU. El problema
es que los EEUU son un “imperio” en decadencia, inviable a corto plazo, desestabilizado
interiormente y que, en cualquier momento, puede descomponerse, no por amenazas
exteriores, sino por desplome interior. A los gobiernos europeos, nada de todo
esto parece importarles mucho. Presos todavía en la dinámica de la Guerra Fría
y castrados por izquierda “altermundialista”, por “ecopacifistas” y por una
derecha que se reconoce en el “modelo americano”, Europa agoniza a la misma
velocidad que la “capital imperial”.
DE LA CECA A LA CED, DEL CARBÓN Y EL ACERO A LA DEFENSA
En 1945, lo importante era reconstruir Europa y ser conscientes de
por qué y cómo se habían provocado los dos conflictos mundiales.
No todos los políticos europeos estaban cegados por las “operaciones
psicológicas” que habían presentado al Kaiser, primero, como agresor, y luego a
Hitler como bestia sedienta de sangre. Personajes como Jean Monnet o Robert
Schuman eran conscientes, de que existía una conflictividad entre Alemania y
Francia por la cuestión del carbón y del acero, pero eso podía arreglarse simplemente
estableciendo pactos mutuos duraderos y reordenando la economía europea.
Fue así como nació la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA)
en 1951 reuniendo a Francia, la República Federal Alemana, Italia, Bélgica,
Luxemburgo y Holanda. Con este acuerdo histórico se aparcaban tres guerras
que habían mermado a tres generaciones de franceses y alemanes y que siempre
habían sido estimuladas por la política tradicional inglesa desde el siglo
XVIII: evitar que ninguna potencia europea fuera hegemónica en el continente y
torpedear cualquier intento de formalizar un acuerdo París-Berlín-Moscú.
La CECA fue “aceptada” por el presidente Truman. A fin de cuentas,
en esos momentos, los EEUU estaban embarcados en la Guerra de Corea y
precisaban mantener la alianza con los Estados europeos. No era la mejor
ocasión para tirarles de las orejas. Sin olvidar que, en 1951, la URSS ya había
realizado pruebas nucleares en Semipalatinks. EEUU, en ese momento, no podía
tener fricciones con los “aliados” europeos.
Sin embargo, cuando al año siguiente, René Pleven, jefe del
gobierno francés, Jean Monnet y Robert Schuman, plantearon la creación de
unas “fuerzas armadas europeas”, sin inclusión, ni de los EEUU, ni del Reino
Unido. En efecto, la OTAN se había creado en 1949, pero era excesivamente dependiente
de los EEUU y eso convertía al continente europeo en seguro teatro de
operaciones en caso de enfrentamiento con la URSS. Inicialmente, los EEUU
apoyaron la iniciativa en un primer momento, pensando que la iniciativa les
evitaría realizar un mayor despliegue en Europa, y sin merma de su influencia. La
Comunidad Europea de Defensa (CED), que debía ser la traslación militar de la
CECA, encontró una inesperada oposición en el general De Gaulle anclado en su “pequeño
nacionalismo”. Si Francia podía ser, por sí misma, una potencia nuclear, si
todavía mantenía un “imperio” en Indochina (que se perdería en 1954), en
Argelia (que se perdería en 1962), en África (colonias que se irían perdiendo por
goteo desde los años 60, hasta la independencia de Djibuti en 1977), no
necesitaba cooperar militarmente con “enemigos históricos”.
En 1954 el proyecto de la CED quedó oficialmente enterrado. Así pues, todos con la OTAN…
LA GRAN ESTAFA DEL REFERENDUM SOCIALISTA SOBRE LA OTAN. ASUNTO
OLVIDADO…
Desde entonces la OTAN no ha dejado de crecer: hoy está formada
por 30 estados miembros (la última incorporación es Macedonia del Norte en
2020). No es, ni puede ser, una asociación “paritaria” de Estados: quien
paga manda, y pagan los EEUU (el 70% del presupuesto es aportado por los EEUU)
hasta el punto de ser solamente un instrumento en manos de la política exterior
norteamericana en el que los demás socios cuentan solo como comparsas, sin el
más mínimo poder de decisión.
Algunas incorporaciones se han realizado utilizando mentiras y engaños
de baja catadura. El resultado del referéndum del 12 de marzo de 1986, celebrado
en España, por ejemplo, dio como resultado una victoria del SI por 56,8% de
votos, sobre una participación que no llegaba al 60% del electorado: 9.054.509
votos favorables (56,85%), contra 6,872.421 votos en contra (43,15%), con 1.127.673
votos en blanco (6,54%) y 191.849 votos nulos (1,11%). Así pues, sobre un
total de 29.024.494 votantes, menos de la tercera parte decidieron la entrada
en la OTAN que, por lo demás, ya era miembro de la organización desde mayo de
1982 por decisión de Leopoldo Calvo Sotelo. La estafa vino porque en la papeleta
de voto se decía que la permanencia de nuestro país en la OTAN decía establecerse
en los “siguientes términos: “1º La participación de España en la OTAN
no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada, 2º Se mantendrá
la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio
español, 3º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de
los EEUU en España”. Pues bien, con este insólito boletín de voto, que más
parecía un panfleto favorable al SI, se justificó la permanencia de España en
la OTAN ¡a pesar de que las tres condiciones fueran vulneradas desde el
primer momento!
España era importante para la OTAN: proporcionaba “profundidad
estratégica” y los Pirineos eran -al menos en teoría- una barrera para los
tanques soviéticos y nuestro territorio una posibilidad de que, en caso de
invasión, se reagruparan fuerzas, se recibieran materiales y tropas para iniciar
una contraofensiva.
LA OTAN CRECE, LOS EEUU PROGRESAN EN SU CRISIS INTERIOR
Pero todo esto pertenece a un mundo que en 1983 estaba a punto de
caducar. Ocho años después, se disolvería la URSS. Bruscamente, la OTAN se
quedó sin enemigo: desde entonces, toda la problemática de la organización ha
consistido en construirse un “enemigo” tangible que justificara su existencia: “Milosevic
y Serbia”, el “eje del mal”, “el terrorismo islámico”, “Saddam”, “Ghadaffi”, “los
talibanes” y, ahora, Vladimir Putin. Ninguno, absolutamente ninguno de
estos enemigos tenía suficiente entidad en sí mismos como para justificar la
existencia de una alianza que, por definición, solamente debería haber actuado
en el “Atlántico Norte”. Sin embargo, salvo en el caso de la guerra contra
Sadam, ningún país europeo ha chistado jamás cuando el imperio le ha requerido
a toque de pito para contribuir a abatir a tal o cual enemigo.
Pero hay un problema; en realidad, es una contradicción: cuanto
más avanza la OTAN sus líneas más síntomas de debilidad muestra el “amigo
americano”, menos seguras son las incorporaciones que va sumando y menos pueden
aportar a la “defensa común”. Los EEUU de hoy no
son los de 1989 cuando cayó el Muro de Berlín. Ni siquiera los que invadieron
Iraq y Afganistán. Son los que se retiraron ominosamente de Kabul con la
experiencia de la retirada de Vietnam en 1976. Ni siquiera son los del año
2000, cuando el 75% de las patentes internacionales eran norteamericanas. Los
EEUU hoy muestran poco “liderazgo mundial”: son líderes, eso sí, en tiroteos
masivos, asesinos en serie y parque de armas por centímetro cuadrado. Pero en
nada más.
Incluso en los campos científicos más avanzados han sido rebasados
por China. Es significativo que la carrera por la
telefonía móvil y la conectividad, el 5G esté liderada por China (que ya está
ensayando el 6G). Previamente, el 4G había sido promovido por los EEUU (con
participación de Samsung), mientras que el 3G era “cosa europea” (de Siemens y
de Nokia, especialmente). Los chinos, así mismo, avanzan en dura competición
con los laboratorios norteamericanos en el terreno de las biotecnologías o la
computación cuántica y están al mismo nivel en la carrera espacial.
En estas circunstancias, la pertenencia a la OTAN tiene todos los inconvenientes para Europa y absolutamente ninguna ventaja. Ni Rusia, ni Putin han demostrado el más mínimo interés en colonizar a Europa. Putin conoce perfectamente la apatía de la población europea por todo lo que se refiere a la OTAN. Ha sido preciso esperar el impacto de las “operaciones psicológicas” desarrolladas en torno al conflicto ucraniano y el choque emotivo de los bombardeos, para lograr que la adhesión de Suecia, Finlandia y Dinamarca, se pudiera conseguir sin grandes protestas sociales (de momento). El conflicto ucraniano, por los demás, ha demostrado que una cosa es acudir a toque de pito para aplicar “sanciones” y otra muy diferente comprometerse militarmente en un conflicto. El político que lanzara a su país a una guerra contra Rusia en defensa de valores abstractos y de situaciones artificialmente creadas, se arriesgaba a hundirse en intención de voto desde el primer momento.
LA CLASE POLÍTICA EUROPEA: TALÓN DE AQUILES DEL CONTINENTE
El talón de Aquiles de Europa es la mediocridad, la falta de
sentido de Estado, las carencia intelectuales y culturales, de su clase
política que ha conseguido que la UE esté sin defensa y siga teniendo que pagar
la hipoteca y la subrogación de su defensa a los EEUU. Sin olvidar que las genialidades sobre rechazo a la energía
nuclear y el apoyo a las “energías limpias” es suicida porque Europa carece de
materiales estratégicos con los que se puedan construir baterías de litio o
paneles solares. En materia de energía, Europa es hiperdependiente de Rusia y
de sus suministros de gas y petróleo. Los gobiernos europeos, al querer huir de
esta dependencia se han situado en el terreno aun más quebradizo e inestable de
las “energías limpias” y de la “transición energética” que complica aun más la
cuestión: Europa no tiene cerio, holmio, europio, samario, todos ellos
lantánidos ¡procedentes de China en un 80%! Y en menor medida de Rusia, India,
Australia, Canadá y Brasil… Los gobiernos europeos apuestan hoy por un
modelo energético que ellos mismos no puede desarrollar. Pero, es que,
previamente, esos mismos gobiernos, han aceptado que buena parte de la industria
manufacturera se deslocalizara hacia China.
Los aspectos energéticos, comerciales, tecnológicos y de defensa,
indican el por qué de la decadencia europea y porqué razón el continente es hoy
un enano político que no cuenta absolutamente para nada, ninguneado, incluso
por su “aliado”, en realidad, su “señor imperial”.
Pero la “madre de todos los errores” de la clase política
europea ha sido haber renunciado a la idea de una Comunidad Europea de Defensa
(que hubiera supuesto el desarrollo de una industria militar-armamentística y
de investigación y desarrollo en nuevas tecnologías, que podía ser tan eficiente
como el proyecto Airbus) y haber renunciado a su defensa, enfrentándose, ayer a
la URSS y, actualmente, a Rusia. Los EEUU, lo único que han hecho ha sido
limitarse a seguir más de dos siglos de política británica sobre el continente.
¿Y ahora qué?
Ahora, la única esperanza es que el desplome interior de los EEUU
corte este vínculo de dependencia. En el momento en que eso ocurra -y todo
aquel europeo que haya viajado a los EEUU habrá percibido que si no se ha
producido un estallido social estos dos últimos años ha sido gracias a las
ayudas sociales que han supuesto que 1 de cada 2 dólares actualmente existentes
hayan sido impresos en los años de la pandemia, lo que ha disparado la
inflación- será “Europa” la que se tendrá que reinventar: pero esto pasa, en
primer lugar, con el entierro de la clase política compuesta por “jóvenes
líderes globales”, forjada al calor del Foro Económico Mundial, con una
partidocracia corrupta que asfixia a la sociedad civil y se nutre de ella
mediante exacciones, presión fiscal y demagogia social, buenismo ecológico y
memeces emanadas de la Agenda 2030.
Toda una vieja clase política debe morir, para que Europa pueda
vivir. Todo un sistema construido para uso y disfrute de la democracia debe
ceder, voluntariamente o por la fuerza, la primacía a la sociedad. Esa Europa
formada por los Von der Leyer y los Borrell, debe ser reformulada y repensada y
quienes han llevado a Europa a la irrelevancia, deberán tener su Nuremberg,
sumarísimo, expeditivo y sin perdón. Echad un vistazo al continente, a dónde
nos ha llevado su negligencia y convendréis que, para algunos de estos vendepatrias,
cuatro paredes para un castigo son tres de más.
Cinco ideas a modo de resumen:
- París – Berlín – Moscú, el eje que garantizaría la paz en el continente.
- Defensa Europea Común, hay que recuperar el proyecto de la CED abandonado en 1954.
- Liquidar la OTAN por “ausencia de enemigo” y por constituir un peligro para la paz (el conflicto de Ucrania lo demuestra).
- Esperar el desplome interior de los EEUU para romper definitivamente el nexo trasatlántico.
- Instauración de una “nueva legalidad” en el continente surgida de la ruptura con la vieja clase política y con su concepto de “partidocracia”.