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lunes, 30 de septiembre de 2019

Crónicas desde mi retrate (16) LA ABRACADABRANTE HISTORIA DE LOS CDR DETENIDOS AÚN NO HA TERMINADO



Ayer se publicó que los CDR detenidos la semana pasada habían hecho llegar sus planes a Torra Quim, el cual estaría al tanto del proyecto de ocupación del parlament. El interesado ni siquiera lo negó: simplemente explicó ante acólitos y parroquia que no podía disculparse de nada, porque no había nada de lo que disculparse. Que es como decir que, en el fondo, cuando a unos tipos se les ocupa termita, planos de cuarteles y proyectos elaborados, no hay constancia de que fueran “terroristas” porque no habían atentado contra nadie. Es Torra. Nada grave. Puigdemont le tiene reservada una habitación en Waterloo. Porque las informaciones que hoy difunde El Confidencial y El Mundo, apuntan a ambos, al actual presidente y al expresident. Si el primero estaría enterado de lo que se preparaba, el segundo habría tenido la misma información llegada a través de su hermana, Anna.

En 1992, Puigdemont era un tipo sin oficio ni beneficio. Anna Puigdemont, harta sin duda de servir “borratxos d’Amer”, “capricis d’Amer” y “caganers de xocolata” en la pastelería familiar, era compañera de Josep Queraltó, candidato de “Catalunya Lliure” (rama política de Terra Lliure) y ella misma compartía los objetivos independentistas. En las elecciones autonómicas de ese año, Queraltó se presentó como candidato obteniendo 5.241 votos (la Agrupación Ruiz Mateos alcanzó los 13.067…) sobre un total de 2.655.051 votantes. Tres meses después, la policía desarticulaba lo que quedaba de TLl (vinculada al sector rival de Catalunya Lliure, el Moviment de Defensa de la Terra). Entonces, como ahora, los indepes y las fuentes de la gencat aludieron a “montaje policial”, pero el hecho de que tras la desarticulación no volviera a producirse ningún atentado de Terra Lliure, así como las sentencias emitidas, son muestra de que quedó desarticulado el núcleo terrorista.

Torra ayer negaba estar al corriente de los planes de los detenidos y pocas horas después, fuentes de la familia negaban también que Anna Puigdemont pudiera asistir a la reunión con los individuos del CDR. Estaba con su padre recién operado. Pero, los investigadores, sostiene que se dio una vuelta por Barcelona y que en ese momento se produjo el contacto. Lo cierto, de momento, es que Anna Puigdemont ha demostrado a través de redes sociales, su identidad de criterios con los CDR, los ha jaleado y no niega que esa es su línea.

¿De qué se habló en esa reunión? La SER lo explica: “establecer un canal de seguridad entre Quin Torra y Carles Puigdemont para forzar la independencia de Cataluña” y tomar el parlamento durante cinco días para realizar la “declaración unilateral de independencia”. En la reunión con Anna Puigdemont, el llamado “Equip de Resposta Tactica” entregaría documentación con los planes a realizar como protesta por el referéndum frustrado y por el exilio de Puigdemont. Por que este encuentro tuvo lugar el 15 de septiembre de 2018.

Las fechas son importantes porque demuestran que el grupo terrorista estaba en formación desde hace más de un año. Es la misma historia de EPOCA, de Prats de Molló, del Complot del Garraf: mucho entrenamiento para aplazar el momento decisivo de pasar a la acción, muchas excusas, adrenalina en los entrenamientos, pero retrasando al máximo el momento decisivo de colocar un explosivo o empuñar un arma que no sea de air-soft.

El mismo dato de la fecha del encuentro con Anna Puigdemont es importante porque indica que, ya en ese momento, el “grupo terrorista en ciernes” ya estaba seguido por la Guardia Civil. El informe sobre la reunión es exhaustivo: se conoce el día, la hora, el lugar, y el que el grupo se cuidó de evitar llamar la atención. La reunión tuvo lugar en el interior de un vehículo y un grupo se encargó de contra-vigilancia (con el éxito que cabía esperar…).

Así pues, como mínimo, la Guardia Civil, seguía al grupo desde hace más de un año. El hecho de que se hayan filtrado también fragmentos de conversaciones entre los detenidos, indica que no se ahorraron medios en la investigación y que ésta ha resultado concienzuda. La inclusión de los textos de las conversaciones en el sumario, confirman que las escuchas se realizaron con mandamiento judicial. Así pues, lo que los detenidos han confesado, va a misa. Si hubo baile de policía bueno, policía malo o si alguno de los detenidos al ver el marrón en el que se habían metido, tiró de la manta, eso es algo sobre lo que ellos mismos tendrán tiempo de discutir en prisión.

El grupo  estaba compuesto por radicales de la CUP, cincuentones o en puertas de serlo, la mayoría sin oficio ni beneficio, en paro, algunos con familia e hijos. Eran de los que tenían algo que ganar con la independencia de Cataluña y, seguramente para eso quisieron contactar con Puigdemont, al igual que lo hicieron con Torra: debieron venderles la ficción de que tenían una “organización armada seria” (utilizando el eufemismo de Equip de Resposta Táctica) dispuesto a llegar a donde hiciera falta. Lo normal, hubiera sido que, en el curso de esas reuniones, alguien con dos dedos de frente, les hubiera advertido: “os van a dar más palos a una estera. Apuntaros a los cursos del INEM”.

Pero, en el fondo, el aislamiento creciente del vecino de Waterloo y el hecho de que Torra solamente esté apoyado por la CUP, indujeron a ambos a ver en este grupúsculo a unos kamikazes perfectos: irresponsables, con una mano delante y otra detrás, utilizables para cometer algún acto ilegal y/o terrorista y que luego se conformarían con estar al frente de un negociado en cualquier consellería ya convertido en ministerio de ese país independiente que se llamaría “República Catalana”.

Una vez más, los pringaos de turno, han pagado los platos rotos. Poco a poco, se irán dando cuenta de que las muestras independentistas de solidaridad no sirven de gran cosa ante la maquinaria judicial que, simplemente, los va a dar "la del pulpo", simplemente por algo tan elemental como que nadie fabrica termita para almacenarla en el garaje, ni para utilizarla en la festa major...

Los datos que, poco a poco van apareciendo, nos confirman en nuestra primera impresión. 

Se ha juntado el “hambre” (unos activistas independentistas que vieron la posibilidad de “ser alguien” y resolver la inseguridad económica en la que se debatían, poniendo toda la carne en el asador al servicio de Puigdemont y de Torra) y las “ganas de comer (un par de buenas piezas, “molt honorables presidents de la gencat”, cada vez más mermados en apoyos, cada vez más aislados, cada vez más desesperados, cada vez perseguidos por una mayor sensación de fracaso y cada vez con el olor a presidio más cerca que quieren seguir viviendo del cuento “institucional”). Eso es todo. 

Y en cuanto a Anna Puigdemont, lo único que se le puede decir es aquello de “Pastelera a tus pasteles”.

¿Alguna conclusión? Solo una

El “procés” empezó en el nacionalismo “moderado” con Artur Mas. Éste, pronto, fue arrastrado a las posiciones más decididamente independentistas de ERC. Y lo que, en principio se afirmaba como “derecho a decidir” y el “soberanismo”, pasó a ser, simplemente “independentismo”. Pero la independencia era imposible por muchos motivos (legales, sí, pero también porque el proyecto carecía de fuerza social suficiente para afirmarse). Recalentados por la frustración de un referéndum que no fue recocido legalmente, se produjo el marasmo en el sector independentista, incapaz de elaborar una estrategia alternativa. Mientras, PDCat y ERC, entregaron el poder a Torra, conscientes de que haciéndolo, ponían la gencat en manos de un radical al que, de hecho, solamente, apoyaba la CUP, la ANC y el Omnium: así se quemaría de manera irremisible y se quemarían también los partidarios de esa república que solamente existe para los idiotas. 

Lo que empezó en 2012 entre las ambiciones del “nacionalismo moderado”, ha terminado entre las manos de unos “independentistas radicales”, antes de desaparecer por el sumidero de la historia.