Apreciados amigos:
Desde hace casi cinco años descabalgué de la actividad
política al percibir que la creación de Respeto
(que yo mismo había impulsado), por varios motivos, era un callejón sin salida.
Si en los años 90 y en la primera década del nuevo siglo,
parecía casi una obligación presentarse a las elecciones, por aquello de “me gusta jugar y perder”, o por aquello
otro de “darse el gustazo”, a partir
de entonces y dado el endurecimiento de las condiciones para presentar
candidaturas, hizo que los partidos de extrema-derecha estuvieran cada vez más
ausentes de las competiciones electorales. ¿Qué
es un partido que no se presenta a las elecciones generales o autonómicas? Nada.
Antes de lanzar Respeto
calculábamos que, sumando los concejales que había obtenido PxC, los que tenía
y podía tener E2000 y los que decía el tercero en discordia que tendría, podríamos
llegar a 100 concejales (que era lo que obtuvo en aquellas elecciones Vox) y, a
partir de esa cifra resultaba viable lanzar una “asamblea de concejales” que
fuera la columna vertebral del nuevo movimiento). La decepción vino cuando no
se llegó ni a una veintena de concejales, cincuenta menos que en las anteriores
elecciones.
Además, en las primeras reuniones de la futura formación se
habló solamente del nombre y de un manifiesto de intenciones, de un comunicado
inicial, y de nada más. Ni se habló de la situación económica, ni se estableció
un programa de actuaciones, ni qué se iba a hacer en los meses siguientes. He
tenido suficiente experiencia política como para ser consciente de que, si esos
problemas no se abordan por anticipado, todo está perdido y no habrá forma de
arrancar. Así que me fui. Además, parte del año no estaba en España y ya no me
sentía con ganas de trabajar para corregir estos problemas. Con fuerzas sí, con
ganas no.
Luego apareció el fenómeno Vox. Primero tímidamente. Desde
la lejanía supe que hubo un problema por los intentos de implantación de Vox en
Alcalá de Henares. Este partido no había tenido un buen resultado en las
elecciones generales y, por entonces, se configuraba como un PADE bis. Desde
esa misma lejanía recomendé que se contactase con Vox. Para mí estaba claro que
si Respeto era insuficiente, había
que sumar fuerzas.
En la última conversación que tuve en Valencia con dirigentes
de Respeto hará algo más de un año,
les recomendé que obviaran la fórmula “partido” y se configurasen como círculo
cultural para evitar el ser un partido político incapaz de presentarse a elecciones
generales o autonómicas. No hará mucho, cuando me pidieron que participara en
unas jornadas junto a otros representantes europeos y con Jean Marie Le Pen por
Skype, me tuve que negar: primero
porque estoy desentrenado y, en segundo lugar, porque no sabía que proponer. De hecho, si abandoné la actividad
política en 2014 fue precisamente por eso: por carecer de propuestas para rectificar
la situación.
Y, entonces, llegan las elecciones europeas, las municipales,
las generales y las autonómicas. Opté por no decir ni escribir nada al respecto,
pero el resultado final de este proceso me obliga a realizar algunos apuntes,
especialmente por los antiguos amigos y camaradas que han sufrido un varapalo.
Seguramente, lo que voy a decir, no gustará a muchos, incluso procuraré ser lo
más claro y directo posible en estos diez puntos que me parecen fundamentales:
1) UN FRACASO ES UN
FRACASO Y ASÍ HAY QUE ASUMIRLO: cuando se juntan tres grupos, se presentan
a unas elecciones y el resultado es muy inferior al esperado (como le ocurrió a
los que formaron Respeto en las
anteriores elecciones municipales) es que se ha fracasado, cuando ahora se
juntan cuatro siglas y en lugar de los 40.000 votos que debían haber sumado, se
consigue solamente 11.000, es que se ha fracasado. Cuando no se está presente ni en ayuntamientos, ni en parlamentos
autonómicos, ni siquiera se tiene fuerza para presentar candidaturas en las
elecciones generales es que se ha fracasado. No basta con presentarse a las
elecciones: hay que hacerlo con alguna posibilidad de obtener resultados dignos.
De hecho, la extrema-derecha en el pasado se había presentado una y otra vez a
las elecciones… sin obtener buenos resultados, pero siempre se encontraba
alguna explicación para justificar los malos resultados. Todo lo que no sea
presentarse a unas elecciones y obtener cargos electos es un FRACASO.
2) CUANDO SE PRODUCE
UN FRACASO, LO QUE EXIGE LA SITUACIÓN ES PREGUNTARSE POR LOS MOTIVOS DE LA
DERROTA: y esta reflexión es la que
siempre ha estado ausente en la extrema-derecha generando el que una y otra vez
se haya tropezado con las mismas piedras. Ahora, obviamente, ya no vale la pena insistir en esa parte: porque
la crisis de este sector es tal que, en la actualidad, apenas tiene existencia
real más allá de las redes. Hoy, resultaría un error atribuir ese fracaso
solamente a la irrupción de Vox: cuando Vox no existía, el fracaso estaba
igualmente patente. Pasar de 40.000 votos a 11.000 no es fracasar, es
evidenciar de manera escandalosa una tendencia que ya estaba presente desde
1983 e incluso desde 1977 o, incluso en 1979. Esa pregunta debería haberse
formulado años atrás, ahora es ociosa y la crisis es tan profunda y terminal
que no vale la pena realizar ese ejercicio de masoquismo.
3) ANTE UNA SITUACION
TERMINAL, ANTES LA “MUERTE SÚBITA” QUE PROLONGAR LA AGONÍA: no tiene
sentido eternizar siglas que detrás solamente tienen a unas pocas decenas de
afiliados y que no tienen ni fuerza, ni consistencia, ni medios para realizar
un trabajo político digno de tal nombre. La
disolución de las siglas políticas actuales parece una exigencia impuesta por
la situación. La última esperanza de todas estas siglas es que Vox pierda
fuelle en los próximos años y libere un espacio electoral actualmente existente
para que la extrema-derecha pueda reincrustarse en procesos electorales ¿y recupere
de nuevo su techo histórico en los últimos 20 años de 40.000 votos o salir de
su ominoso 0,5%? Esa esperanza de algunos constituye su última trinchera para
evitar reconocer la necesidad de disolver lo antes posible las organizaciones
existentes.
4) LA FÓRMULA “PARTIDO”
NO ES LA MÁS ADECUADA EN LAS ACTUALES CIRCUNSTANCIAS. Los partidos
participan en elecciones o no son nada. Si participan es para ganar. Si ni
ganan ni participan, se llamarán “partidos”, pero su existencia es virtual. Así que la extrema-derecha actual debería
reconocer estos axiomas y obrar en consecuencia buscando otra fórmula
alternativa al “modelo partido”. Existen a poco que se tenga el valor de
reconocerlo, la energía suficiente para poner en práctica nuevos proyectos, y la
lucidez e imaginación para que lleguen a buen puerto.
5) SI NO HAY ESPACIO
PARA EL “PARTIDO PARLAMENTARIO”, SI LO HAY PARA EL “MOVIMIENTO DE VANGUARDIA”.
La irrupción de Vox, guste o no guste, ha restado toda posibilidad a la
extrema-derecha de tener su propio espacio institucional. De hecho, ni siquiera
esa irrupción ha garantizado que los antiguos miembros de estos grupos puedan
reciclarse institucionalmente, como ha demostrado la pérdida de casi todos los
concejales que tenía PxC en las anteriores elecciones y que migraron a Vox.
Ahora bien: si el espacio del “partido” está ocupado, la fórmula más adecuada es la de “vanguardia” o movimiento activista
organizado para realizar una respuesta (no en las instituciones sino en la
calle) ante determinados sucesos políticos. En Francia, por ejemplo,
existe, junto al Rassemblement National, los Identitaires. Las “vanguardias”
son grupos jóvenes, activistas, con una presencia constante en las calles, con
iniciativas espectaculares que tienen repercusión en los medios y que, ante
situaciones electorales pueden 1) no apoyar a ninguna opción, 2) apoyar a
determinados candidatos presentados por otras formaciones, 3) o bien integrarse
como independientes en otras candidaturas.
6) ¿Y LOS QUE POR
EDAD YA NO ESTÁN EN CONDICIONES DE MILITAR EN UNA VANGUARDIA? Para ellos
existe otra fórmula: el “círculo cultural”. Son fáciles de constituir y
solamente precisas una actividad constante: conferencias, charlas, jornadas de
convivencia, cenas, salidas al campo, actividades sociales, seminarios,
videoforums, campañas de ayudas sociales junto a la vanguardia… Se trata de una actividad reposada a la que siempre
es susceptible de integrar a antiguos camaradas que se han ido perdiendo por el
camino y por la retahíla de fracasos políticos. Toda la actividad relativa
a la “memoria histórica” y todo lo que se refiere al falangismo debería tener
aquí su lugar. Así mismo, grupos de orientación católica centrados sobre el
aborto, deberían de constituir grupos especializados. Son eficientes a
condición de que su actividad sea constante, exista disciplina en el pago de
las cuotas y se cumpla el punto siguiente…
7) DESHACERSE DE
LASTRES, ELEVAR EL LISTÓN, CONTAR SOLO CON GENTE QUE APORTE ALGO MÁS QUE SU PRESENCIA.
Calidad, antes que cantidad. Selección y
preparación antes que cabezonería e inercia. Conciencia de futuro antes que
miradas al pasado. Deshacerse oportunistas, colgados, chalados, pelmazos,
lumpen, sectarios o viejas glorias incapaces de asumir nuevos estilos de trabajo.
Olvidarse de digitales de medio pelo, basados en difusión de fakes o que
quieren ganar audiencia creando polémicas y escándalos inexistentes como forma
de promoción y de mantenimiento de chiringuitos problemáticos.
8) EVITAR ROCES Y
POLÉMICAS ENTRE “PARTIDO” Y “VANGUARDIA”. En los años 30, la revista
Renovación Española, adoptó la que definió como “ley de los afines”: ningún ataque a grupos “afines”. “Afín” no quiere
decir “igual”, ni siquiera con los mismos objetivos. “Afín” quiere decir que se
coincide con él en algunos puntos importantes. Obviamente, la estrategia y
las tácticas de un partido y de una vanguardia, son siempre distintos, pero
existe un poso común y una proximidad ambiental que se respira y que hay que
procurar no enrarecer. La característica de la extrema-derecha hasta ahora ha
sido la aspereza y el sectarismo, ahora tiene que aprender a tender puentes
aquí y allí, ampliar su base, abrirse a nuevas incorporaciones.
9) ESTAMOS IMPLICADOS
EN LA “CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL”, ANTE ESTA SITUACIÓN, NO SE PUEDEN
UTILIZAR MÉTODOS POLÍTICOS CLÁSICOS: casi sin que nos demos cuenta, estamos
comenzando una era nueva de aceleración tecnológica y cambio de valores. En apenas veinte años nada de lo que
conocemos hoy sobrevivirá: nanotecnología, criogenia, inteligencia artificial,
robótica, drones, comercio electrónico, ingeniería genética y biotecnología, habrán
cambiado nuestra vida cotidiana e, incluso, la noción misma de privacidad. Las
crisis van a sucederse en cadena: crisis sociales, crisis políticas, crisis
económicas, crisis de identidad. Tenemos todavía unos años para adaptarnos a
este futuro que se nos viene encima como una avalancha. Nada de lo que hoy
estamos hablando tendrá sentido en apenas 20 años, seguramente en menos. Por lo
tanto, no hay que descartar desplomes de sistemas políticos que seguirán al
desplome de los valores impuestos desde finales del siglo XVIII. Como
individuos debemos de estar preparados para estos cambios, como “grupo de opinión”
también. Debemos de hacernos a la idea de preparar las bases para el “movimiento
político de la cuarta revolución industrial” y lo primero de todo es entender cómo
va a ser el tiempo nuevo que se viene encima.
10) EL FUTURO QUE TENEMOS ANTE LA VISTA EXIGE NUEVAS POSICIONES DOCTRINALES: ¿Nacionalismo cerrado en el momento en el que la fórmula Estado-Nación ha quedado atrás en la historia y se tiende a bloques continentales? ¿Defensa cerrada del catolicismo en un momento en el que el Vaticano se ha sumado a la ideología humanitarista-universalista propagada por la UNESCO? ¿Defensa de los “valores occidentales” en un momento en el que a Europa le falta fuerza incluso para reconocer su identidad? ¿Plantearse la monarquía o la república cuando los motores en ambos casos son las corporaciones y las grandes acumulaciones de capital? Es evidente que cualquier iniciativa nueva precisa de una profunda revisión doctrinal. En estas circunstancias hay que prevenirse de los “iluminados” que opinan que tal o cual vía es la que hay que seguir: la única vía a seguir es la que evidencia eficacia en la práctica, el resto son abstracciones de más o menos interés (que si orientar el programa hacia la izquierda o hacia el populismo, que si moderarlo, que si hay que ser menos o más europeístas, que si contra Vox, etc.), completamente divorciadas de los principios de la sociología política. Soy de los que opinan que el planteamiento correcto es “arqueofuturista”, tal como fue expuesto por Guillaume Faye en la obra del mismo título: recuperar valores originarios y conjugarlos con las ciencias de vanguardia. Pero, claro, un planteamiento así precisa de un programa y de una estrategia que excede la intención de estas páginas y que, por lo demás, no me corresponde a mí enunciar, sino que debería ser obra de un equipo intelectual, sin el cual no hay posibilidad alguna de salir del hoyo
CONCLUSIÓN
Como toda carta, esta debe ser breve, así que llegamos al
momento de las conclusiones. Las podemos sintetizar así:
- Disolver
organizaciones actualmente existentes.
- Deshacerse de
lastres y de mercancía averiada a todos los niveles.
- Deshacerse de viejas
ideas y esquemas políticos o doctrinales preconcebidos.
- Iniciar un nuevo
rumbo dentro del “partido”, de la “vanguardia” o de “círculos culturales”.
- Y si no se tienen
ganas, fuerza, valor o decisión, para todo eso, irse a casa y prepararse para
los choques y traumas que se avecinan, en soledad, en situación de exilio
interior y realizando un prudente repliegue hacia lo individual.
En mi opinión, no hay ningún otro planteamiento realista que
pueda mantenerse en el momento actual. Y si alguno cree que hay otro, me
gustaría conocerlo.
Recibid mi más cordial saludo.