INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

viernes, 31 de agosto de 2018

365 QUEJÍOS (124) – DEPRESIÓN POSTVACACIONAL


Llega septiembre. Se han terminado las vacaciones y la temática recurrente (desde los años 90) es iniciar el mes con algún artículo denunciando y advirtiendo sobre el “síndrome de la depresión post vacacional”. ¿Es algo nuevo? Lo conocían los romanos que habían elaborado aquella magistral sentencia: “Post coitum omne animal triste est”, en lengua de Cervantes, “todo animal está triste después del coito”. Porque si las vacaciones son un placer, su final, claro está genera, en la estricta interpretación freudiana, dolor. La psicología moderna tiende a inventar la sopa de ajo: ante cada problema del alma descubre un nuevo síndrome psicológico. El ser humano modelado por la psicología actual es tan frágil y quebradizo como una porcelana de Sevres mal cocida. Y el hecho de que, efectivamente, a muchos les falte un hervor, no es como para lanzar el grito de alarma por el hecho de que se han acabado las vacaciones y vienen las oscuridades otoñales. No me voy a quejar, claro está, de que hayan terminado las vacaciones, de lo que me quejo es de la fragilidad del hombre moderno que se derrumba ante cualquier cosa que se suponga una cuesta arriba.

Los romanos solían consultar a los arúspices. Lo que ocurría es que el espíritu romano era particularmente racionalista. Así que si la previsión del vidente no le satisfacía, simplemente, se cambiaba de nombre y ahí queda eso. Análogamente, yo recomendaría a los que fueran sensibles al síndrome postvacacional y a los rigores del mes de septiembre, que reubicaran sus vacaciones: en lugar de irse en agosto, váyanse en julio o en septiembre. Asunto resuelto.

Yo no recuerdo haber sufrido ningún síndrome postvacacional. ¿Motivo? Mis padres me enseñaron que todo tiene su momento: hay un momento para comer y otro para estudiar, uno para divertirse y otro para dormir. Si te han educado en esta verdad tan simple, no te sorprende el que haya un momento para trabajar y otro para irse de vacaciones. Y si en las escuelas se enseñaran rudimentos de psicología budista (el budismo, más que una religión, es una psicología introspectiva que enseña mucho sobre el ser humano y sobre sus reacciones) los jóvenes aprenderían que no hay que alegrarse excesivamente con las vacaciones porque terminarán, como no hay que alegrarse demasiado por la juventud, porque le seguirá la vejez, ni con un coche nuevo, porque, antes o después dejará de funcionar. La estabilidad mental solamente puede salir de una correcta asunción de la realidad y de un esfuerzo continuado por alcanzar un nivel de objetividad que permita ver el mundo tal cual es, sin prismas deformantes, sin falsas esperanzas, sin alegrías extremas que llevarán a dolores igualmente extremos.

Pero la educación moderna transmite solamente valores “finalistas”, en absoluto valores “instrumentales”: nos dice cuales son los valores de los mundos de fantasía, pero no nos dice nada sobre los valores que deberían acompañarnos en el día a día. Y en esto del “síndrome postvacacional” es donde se nota esta carencia. Ignoramos como sobrellevar el día a día.

Tenemos trabajos con los que no nos identificamos, que nos cuesta reemprender porque nunca hemos tenido vocación para ejercerlos, han sido para nosotros simples modus vivendi. Tenemos vidas y nos vemos obligados a convivir con gentes con las que estamos completamente disconformes. Vivimos en entornos urbanos agresivos y si queremos sobrevivir debemos comportarnos casi como psicópatas. No somos seres integrados, sino rotos: hemos roto con nosotros mismos, ignoramos nuestro verdadero rostro, confundimos el look con nuestra personalidad real, desde los medios se facilita la ruptura generacional, la guerra de sexos, se desvaloriza cualquier sentido comunitario, creemos que tenemos alma, pero es como si tuviéramos un teléfono móvil sin batería que además hemos olvidado cómo recargarlo. Andamos “libres” pero perdidos por el mundo y extraviados por una vida que no comprendemos. Como todo ser vivo, tendemos al placer y huimos del dolor. Somos débiles. No es extraño que el “síndrome postvacacional” afecte a muchos de nosotros.

Así que si usted siente a partir de mañana cansancio generalizado, fatiga, insomnio, dolores musculares, falta de apetito, incapacidad para concentrarse, irritabilidad, tristeza, desinterés y nerviosismo, es que usted ha sucumbido al síndrome postvacacional. Pero sería engañarse dejar la cosa ahí: hay algo más. Eso le dice que usted es débil, que usted no está preparado para la vida, que su vida no termina de funcionar. ¿Pastillas? No, cambie su vida. Asuma otra concepción del mundo, endurézcase. Golpe a golpe. Septiembre a septiembre. Como se endurece el acero. Eso, o cambie sus vacaciones a julio o a septiembre. O a fin de año que también está bien. Haga como yo: sea feliz en cualquier cosa que haga. Incluso quejándose.


jueves, 30 de agosto de 2018

365 QUEJÍOS (123) – MOZOS DE ESCUADRA


Servidor es hombre de orden y por tanto le gustaría elogiar –y que se elogie- a cualquier cuerpo de funcionarios destinados a mantener el orden público, luchar contra la delincuencia y, defender a la sociedad. Pero, a veces, resulta que el gobierno de turno convierte a determinado cuerpo de seguridad es una especie de “guardia blanca” destinada a defender, no a la sociedad, sino al propio gobierno. Y entonces ya no puede hablarse de “cuerpos de seguridad del Estado”, sino de “funcionarios armados al servicio de tal o cual gobierno”. No crean, suele ocurrir. No es lo mismo servir a un gobierno concreto que servir a la sociedad. Y claro, para aquel que lleva a Cataluña en el corazón, se plantea un problema cuando se habla de los Mozos de Escuadra. ¿De qué me quejo? De que los Mozos de Escuadra deberían de haber sido una cosa y están derivando hacia otra muy distinta. Pero me quejo todavía más de que Cataluña esté literalmente asolada por la delincuencia. Porque lo está. Y los mozos que tendrían que estar deteniendo choros, andan por ahí preocupados por multar a los que, diablos, ejercen una actividad tan peligrosa para la sociedad, como quitar colgajos amarillos. ¿Es que era preciso mezclar a un cuerpo de seguridad en todo este fenomenal absurdo independentista? Que Cataluña esté partida en dos es una cosa, que los mozos, en la práctica, demuestren ser la policía de media Cataluña es otra muy diferente, incalificable e inadmisible.

Los “mozos de escuadra” nunca fueron la “policía tradicional de Cataluña”, sino que se estrenaron hacia 1721 creados por los partidarios de Felipe V para ayudar en la represión contra los partidarios del Archiduque Carlos y, en concreto contra los “miqueletes”, núcleos que seguían resistiendo. Mal asunto porque los primeros mozos ya combatían a una Cataluña en nombre de otra Cataluña. La sorpresa es que no fueron un invento autonómico, ni nacionalista, sino ¡de la recién creada administración borbónica!

Pasemos por alto el que los mozos siguieron siendo la fuerza de defensa de la Generalitat durante la República… y no la fuerza que defendía a la población catalana. A un mozo de escuadra le cupo el honor de afeitar al cadáver de Macià cuando falleció (y cuentan las crónicas que lo hizo llorando como una Magdalena). Su actuación el 6 de octubre de 1934 fue peripatética. Trescientos mozos fueron comisionados para defender el palau de la Generalitat, pero la mitad de ellos se habían ido a comer cuando el ejército pasó por Plaza de Sant Jaume a preguntar a Companys que diablos había hecho. En esa época, tampoco es que detuvieran a muchos delincuentes (la cocaína corría por Barcelona a raudales)… pero la emprendieron contra la CNT-FAI. Su papel el 18 de julio no fue particularmente relevante, pero estaban allí en donde algún notable de la Generalitat necesitaba protección contra la FAI. Digámoslo ya: el 18 de julio la Generalitat dejó de existir en la práctica. Existió, eso sí, un Companys que se inclinó 90º con el pantalón bajado ante la FAI desde julio de 1936 hasta mayo de 1937 y que luego, en esa misma posición, lo haría ante el PSUC y los agentes enviados por Stalin.

Hay que decir, que en 1932 los medios radicales independentistas ya habían creado una “Escuela de Policía de Cataluña”, porque en su concepto, si en Cataluña debía de haber una policía, debía ser, naturalmente, independentista. Pero, el hecho de que los mozos en el siglo XVIII hubieran sido españolistas y borbónicos fue el argumento que se utilizó para autorizar en 1950, en pleno franquismo, la creación de una “sección de los Mozos de Escuadra”, en la práctica, una policía de vigilancia de los edificios de la Diputación. Con su uniforme tradicional y todo: sombrero de copa, espardenyes y chaquetilla torera. Un poema, vamos.

Y llegamos a nuestros días: lo primero que cabe preguntarse es si los mozos son un cuerpo amado, respetado y querido en Cataluña. Me temo que no. Por tradición, los independentistas están más próximos de la anarquía que del orden. Así que, frecuentemente, las CUP desconfían y critican a los mozos. En cuanto a los unionistas, el hecho cierto, incontrovertible y bien documentado, de que los mozos no investigaran nunca las tramas de corrupción nacionalistas durante el pujolato y su papel ambiguo en las flamaradas independentistas de los últimos años, les han quitado el poco respeto que podían tener para este sector.

La impresión general es que, a la vista de la situación del orden público en Cataluña, los mozos han fracasado por completo. Tampoco son apreciados en su actividad en carreteras. Se les achaca rigidez reglamentaria (con los picos era posible discutir y que te perdonaran multas a cambio de recibir amonestaciones, con los mozos, si te paran, antes o después logran encontrar alguna excusa para multarte. Y esa es la impresión que hay entre los catalanes). Otros cuerpos de seguridad les achacan directamente impericia, ineficacia y estar volcados a tareas que nada tienen que ver con la defensa de la sociedad. Los hay que conocen el mundillo de la seguridad que agradecen la bondad divina que hace que todavía en Cataluña, la Policía Nacional tenga a su cargo el tema de “inmigración”, porque eso es la excusa para la lucha contra el narcotráfico… En síntesis: antes del proceso independentista, la actividad de los mozos era cuestionable para muchos. Hoy, además, se unen sus tics políticos.

http://eminves.blogspot.com/2018/07/iberia-alternativa-mision-y-destino-de.html

No sé, sinceramente. Creo que hay que revisar toda esta historia de las “policías autonómicas” y lo primero de todo, replantear  el concepto mismo de ¿para qué una policía autonómica? ¡Como si las policías municipales no fueran de proximidad! Además, España no es tan grande como los EEUU en donde cada Estado tiene su propia policía. Esta España no es algo tan enorme como para que coexistan Policía Nacional, Guardia Civil, policías autonómicas y policías municipales. Alguien sobra: ¿quién? Obviamente el que muestra una eficiencia y una popularidad menor. Por supuesto, el que suscita más discusiones. Desde luego el que tiene una historia más atribulada y próxima a la historieta. Lo lamento, pero tres décadas después de la creación de los mozos de escuadra, me temo que una parte importante de la actividad de esta policía ha sido política al servicio del nacionalismo y del independentismo. ¿La prueba? Que los choros llegados de los cuatro rincones de la galaxia asolan Cataluña y que, en este contexto, a algún “genio” se le ha ocurrido poner a los mozos a multar a los que retiran lazos amarillos. ¿Se ha vuelto loco alguien o no?

martes, 28 de agosto de 2018

365 QUEJÍOS (122) – EL NIÑO EMPERADOR


Está ahí: es el Rey de la casa y manda más que cualquier otro de sus miembros. Todo se lo merece y todo lo dan. Todo se lo consienten: quiere un perro, le compran un perro, aun a sabiendas que serán otros quienes lo tendrán que cuidar, quiere un videojuego nuevo, se lo compran porque, de lo contrario, insistirá una y otra vez hasta agotar nuestros nervios. Lo merece todo para que sea feliz. ¿Quién es? Es el llamado “niño emperador”, un verdadero síndrome psicológico, que tiene unas características cada vez más frecuentes en la sociedad española. Casi es el producto de un desvarío freudiano. Me quejo de dos cosas: de que haya cada vez más “niños emperador” y me quejo también de que haya cada vez menos padres que merezcan este nombre.

Para educar a los hijos -esto es, para ser padres- no basta con querer tener hijos y amarlos con locura. Se supone que cuando se decide tener hijos estos factores ya están presentes, pero si bien son necesarios, no son en absoluto suficientes: porque, además, hace falta tener la dureza, la claridad de miras, y la decisión para EDUCAR. Dureza para no transigir, ni aceptar nada que se desvíes del objetivo (preparar al niño para la vida), claridad de miras para saber hacia dónde se quiere educar y de qué forma hacerlo y decisión porque habrá que superar muchos obstáculos, entre ellos, ver cómo se [mal]educan a otros hijos o, incluso, como el Estado genera un sistema educativo al fracaso educativo.

Cuando las sociedades eran más estables, los padres educaban a sus hijos, tomando el ejemplo de cómo les habían educado a ellos. Ahora, cuando la inestabilidad se ha insertado en el alma de las sociedades de todo el mundo, los padres ya han perdido el norte: no saben, ni nadie les enseña a educar a sus hijos. En realidad, debería existir una “escuela de padres” e impartirse con carácter obligatorio cursos para “gestionar la paternidad”, como hay cursos prematrimoniales. Pero, mejor no, ¿quién daría esos cursos? El Estado anda perdido, la Iglesia carece de influencia efectiva y no existen instituciones privadas. Así que los padres optan por todo aquello que mantiene al niño tranquilo y, aparentemente, feliz. Y un buen día se dan cuenta de que están aquejados del síndrome del “niño-emperador”.

La cosa consiste en que el niño desarrolla unos rasgos muy concretos: no tolera ningún tipo de preisón ni de incomodidad, se aburre, tiene ataques de ira, rebietas que pueden llegar a la violencia y que frecuentemente alcanzan el insulto. Para ellos solamente existe su ego y su propiedad. Todo lo que está fuera de ellos, les resulta molesto, peligroso, incomprensible y la empatía es algo que no está presente en su constitución personal. Allí donde van exigen que todos estén pendientes de ellos, en todo momento. Carecen de sentimiento de culpa y son incapaces de adaptarse a situaciones nuevas. Para colmo, a pesar de que se les dé todo lo que piden y se consienta en hacer su santa voluntad, son tristes, permanentemente enfadados, ansiosos, practican el chantaje emocional… y todo para salirse simplemente con la suya.

El síndrome está clínicamente tipificado. No es una ficción de conservadores reaccionarios como el que suscribe, sino una enfermedad contemporánea que afecta a los más pequeños de la casa y que está cada vez más presente. Las interpretaciones a porqué ahora ha aparecido este enésimo problema psicológico, no terminan de ser convincentes porque todas, más o menos, están elaboradas desde el comedimiento de la corrección política. Y ya se sabe que todo lo que se mueve hoy en el mundo está sometido al “libertad, igualdad, fraternidad”, del que solamente cuenta el primer término que se reduce a “hacer lo que a uno le dé la puta gana”. Se conviene que el síndrome aparece en padres sobreprotectores: pero, claro, cuando se tiene 1,2 hijos por pareja ¿cómo no se va a ser sobreprotector?

Seguro que todos nosotros conocemos a algún “niño emperador”. Lo que no suelen decir los psicólogos es que los rasgos que lo caracterizan están muy próximos a los que muestran los psicópatas: de hecho el “niño emperador” es un estadio inferior que puede –o no- degenerar en psicopatía. Pero de lo que se trata, a fin de cuentas, es cómo detener este crecimiento hipertrófico de esta enfermedad psicológica infantil.

¿Remedios? No… remedios no hay mientras se mantenga el mismo paradigma político-cultural de “libertad-igualdad-fraternidad”. En realidad, el “niño emperador” es la cristalización de lo que da de sí dicho lema en materia educativa. Mientras no exista un cambio de paradigma social –“orden-autoridad-jerarquía”, no estaría mal- el número de “niños emperador” irá creciendo y los padres, lo único que pueden hacer es tratar de no sobreprotegerles y mostrarse firmes. Es decir, apenas nada. Me quejo, a fin de cuentas, de que ser padres hoy es una tarea heroica.

365 QUEJAS (121) – EL LAZO AMARILLO Y LA SECTA RELIGIOSA


Puestos a elegir, me quedo con los que quitan lazos amarillos. Sí, ya sé que los mozos de escuadra, les resulta más fácil identificarlos y multarlos que detener carteristas en el metro de Barcelona o identificar narcos, pero, hombre, es que Cataluña está hecha unos zorros con los lacitos de marras... Como para que, de tanto en tanto, los “defensores de la república” siembren cruces en las playas y de sus balcones cuelguen cada vez más trapos, trapitos y traputos. Menudos atractivos turísticos. Y es que los indepes siguen sin enterarse de tres cosas: 1) de que el “procés” hace ya tiempo que fracasó, 2) que el amarillo da mal fario y afea pueblos y ciudades y 3) que por mucho que hablen en nombre de “toda Cataluña”, ellos no son ni la “mitad de Cataluña”. Me quejo de que, con el tiempo, todo esto del independentismo generará –ha generado- una secta, con sus creyentes, sus ritos, sus signos externos y sus festividades. Me quejo de que, en Cataluña, llevamos desde 2003 que ni p’adelante ni p’atrás. Y esto cansa, no a mí que voy de espectador, sino a los que se lo toman en serio.

Si hubiera habido un referéndum por la independencia, la cosa no habría cambiado. Salvo en la rara hipótesis de que hubiera resultado positivo a la secesión, los indepes, al día siguiente hubieran propuesto otro y otro más de haber fracaso también. La única forma de olvidarse de la “vía del referéndum” era que hubiera salido el “si a la indepe” desde el principio. Entonces sí que nunca más se hubieran celebrado referendums en esta bendita Cataluña. Hace falta conocer un poco la mentalidad indepe para saber qué pasa por sus meninges: lo que pasa es que confunden la PARTE (ellos son una parte de Cataluña) con el TODO (y ni siquiera son la parte mayoritaria sino la que goza de las mieles del poder autonómico desde hace… 40 años).

Si reconocieran que en Cataluña no hay UNA IDENTIDAD, sino DOS IDENTIDADES, darían con el diagnóstico correcto. Por las razones que sean, desde hace muchos siglos, Cataluña ha precisado aportes de población y eso es lo que ha generado que, también desde hace mucho, haya un sector de la población nacido aquí e identificada con lo de aquí y otro que se identifica más bien con “lo español”, porque sus raíces son españolas. Como, por otra parte, a Cataluña no le ha ido mal con el Estado Español (paradójicamente, le fue mucho mejor a partir de 1717...), y como la historia de la Península Ibérica demuestra, lo normal era ir hacia una reunificación, que nadie en Cataluña cuestionaba salvo cuando apareció el federalismo y luego el nacionalismo a imagen y semejanza del romanticismo alemán. Había DOS IDENTIDADES… pero, hasta la aparición del nacionalismo, no eran contrapuestas. El problema del nacionalismo fue que unos empezaron a creer que cuando se aludía a “Cataluña” solamente se aludía a identidad indepe.

Y en eso siguen cuando hace cuatro años que ha pasado la fecha fetiche enunciada en 2004 por Carod-Rovira: “Independencia en 2014”… Pero la mentalidad mítico-fantástica, propía de cuento de hadas, del nacionalismo hace que cualquier cosa que imaginen adquiera inmediatamente carta de naturaleza en su lógica: ¿para qué pensar en los catalanes no independentistas? Forzosamente, en su lógica absurda, había que reducirlos a “no-catalanes”, esto es, a invasores. Así que, usted y yo, que hemos nacido aquí, que podemos alardear de árboles genealógicos de indudable catalanidad de cuatro y seis siglos de antigüedad (miren mi apellido), pero no somos nacionalistas, ni mucho menos independentistas, es más que ni siquiera creemos que Cataluña haya sido nunca una “nación”, no somos catalanes, somos, simplemente, invasores. Henos aquí en el terreno de la indigencia intelectual… pero ¿qué queréis? ¡es el nacionalismo!


El tema indepe tiene mala salida: la independencia es imposible por muchos motivos ya enunciados en este blog, pero cuando una fracción de una comunidad ha asimilado esa idea con tintes religiosos, propios de secta, no se puede desarraigar. Lo normal sería que en Cataluña imperara el buen sentido y que, electoralmente, esta peña fuera desalojada democráticamente… Pero, claro, cuarenta años de “escola catalana” son cuarenta años de difusión del dogma sectario y eso no se desarraiga de un plumazo… Habitualmente, los indepes se conforman con “signos externos”: primero fueron banderas raras con esa mala combinación de azul, amarillo, rojo y el blanco de la estrellita, banderas que ni son constitucionales, ni son autonómicas, ni siquiera tienen buena combinación de colores, pero que están en rotondas y lugares públicos ya me explicarán por qué (¡ah sí, porque los independentistas confunden la parte con el todo!). Luego fueron pancartas colgando anunciando alguno de los varios referéndums, luego carteles que animaban a votar Si (y que aún siguen colgados, descoloridos y roñosos), luego más carteles pidiendo la libertad de los detenidos y luego miles de lazos colocados por sectarios devotos. Todo un circo.

¿El resultado? Que las ciudades catalanas están llenas de colgajos, afeadas, con acumulaciones de símbolos de la nueva religión. Ya lo decía Spengler: cuando cae una religión tradicional no la sustituye un período de racionalidad, sino de supersticiones y creencias exóticas. A Cataluña le ha sentado mal el perder a Monserrat como "corazón espiritual". 

Por lo mismo, constato que la caída de la idea de España, no ha generado un impulso hacia la superación del Estado-Nación con fórmulas más propias del siglo XXI, sino la aparición de nuevas religiones independentistas, dentro de las cuales, como en toda secta que se precie, hay santones, devotos y herejes. Suerte que, de momento, no hay mártires. Y de esto último no me quejo; lo celebro. Hoy, lo más parecido a un mártir es Artur Mas que le tocó pagar multas y fianzas por el anterior referéndum y que se tuvo que buscar la vida porque el independentismo nunca ha sido muy solidario a la hora de apoquinar efectivo.


lunes, 27 de agosto de 2018

365 QUEJAS (120) - ¿MI CASA ES MI CASTILLO?


Estoy fascinado por ese programa que emiten en no sé qué canal, sobre “minicasas”. Parece increíble que hoy, en los EEUU, el país en el que casi todo es “grande”, la gente acceda a vivir en ridículas casas de muñecas. Y luego nos quejábamos en estos pagos de aquella ministra zapateriana que animaba a construir viviendas de 30 metros cuadrados. Los adictos a las minicasas hubieran confundido estos habitaculos (eludo expresamente el acento en la segunda “a” para enfatizar), con verdadero palacetes. Pero esto indica a qué punto se está llegando en los EEUU: la especulación inmobiliaria, el precio del suelo, los márgenes de beneficio de contratistas, propietarios de parcelas, ayuntamientos, notarios, registradores, prestamistas, es tal alto que una casa de muñecas puede costar en torno a 75.000 euros… una ganga. Lo único que pueden permitirse parejas jóvenes que, obviamente, prefieren tener perros a hijos. El otro día casi me hace llorar un pobre diablo, militar recién licenciado de Afganistán, que marcada algo menos de medio metro cuadrado y decía que allí instalaría “el centro multimedia”Y es que la gente se conforma con poco. De eso, a fin de cuentas, es de lo que me quejo.

Llevó veinte años preguntándome si la civilización estadounidense sobrevivirá a la vuelta de diez años y ya he fallado en dos previsiones, pero creo que esta es la definitiva: por mucho que se autorice el uso de la marihuana para fines de atontamiento del personal y para que su vida discurra en menos de 20 metros cuadrados, antes o después, aquello se mostrará como inviable, no solamente para las clases más bajas, sino incluso para las clases medias. De hecho, ya lo es. Que la crisis terminal derive de un desastre natural (ahí está la falla de San Andrés dispuesta para anegar la primera zona industrial y tecnológica de los EEUU), o por una crisis política (antes de Trumb un mulato, después de Trumb un self-made-man, una mujer o un hispano ¿y después…?), o simplemente por una serie de revueltas raciales y sociales (WASP contra negros, negros contra hispanos, musulmanes contra todos, hispanos contra WASP, coreanos contra vietnamitas, cubanos contra colombianos…), el caso es que yo no me gastaría en los EEUU ni el valor de una minicasa.

Pero ¿y en España? Los precios de la vivienda vuelven a dispararse en zonas como Barcelona, demostrando que la ley de la oferta y la demanda nunca atiende a los principios de la lógica aristotélica: los inversores se han arrojado al negocio de los pisos turísticos y el que lo paga es el pobre diablo que quiere vivir en Barcelona y que, nuevamente, como hace diez años, se ve inducido a pagar por algo que no vale ni la mitad de lo que le exigen. Luego será el llanto y el crujir de dientes, como hace diez años, justamente. Pero el problema es que con pisos de 30-50 metros cuadrados resulta prácticamente imposible tener familia y, desde luego, más de un hijo. Sin olvidar que comprar un piso implica jugar a la ruleta rusa: el barrio aceptable hoy puede degradarse hasta lo indecible mañana; los vecinos, aparentemente tranquilos, pueden cambiar por camorristas, ocupas o, simplemente, hijoputas escandalosos… y no está claro que la revalorización actual de la vivienda (con sus oscilaciones), facilite el desprenderse de un piso y poder comprar otro más atractivo.

Y luego están los revientapisos. España –y concretamente las grandes ciudades- se han convertido en el paraíso de los revientapisos. No se le ocurra hacer daño a ninguno. Si ve que están robando su piso, perderá mas si les hace frente y alguno, al huir, sufre un traspies y se tuerce un tobillo. Por increíble que pueda parecer, algunos juzgados han admitido a trámite denuncian de ladrones de pisos que se han visto sorprendidos y atacados por sus propietarios. No olvide que estamos en la España del siglo XXI, y el eslogan que mejor cuadra es “Spain is a crazy country”.

Yo sé que mi casa no es mi “castillo”. Tampoco es que sea una minicasa. Pero, en cualquier caso, es donde vivo, donde trabajo, donde estudio y donde viven seres muy queridos por mí. Pensar que algún cabronazo llegado de cualquier parte de la galaxia (o incluso de la España mangui) pueda entrar en mi casa, revolver mis cosas y recibir del perista de turno lo mínimo para visitar el narcopiso del Raval y atizarse un pico o dos, me revuelve las tripas. No estaría de más que el gobierno, en lugar de dedicar tanto tiempo a asuntos estúpidos, aprobara por “decreto ley” (ya que le ha encontrado e gustillo) en la que estableciera el derecho a la legítima defensa en el interior del hogar (y del vehículo) eximiendo expresamente de cualquier responsabilidad a quien repeliera un atentado contra su hogar y contra su intimidad, utilizando los métodos adecuados (eso que hoy se conocen como “medidas desproporcionadas”).

Pero “Spain is a crazy country”, así que no sueñen: ustedes serán yunque y los revienta pisos su martillo… eso mientras sigan votando. Aprovecho para quejarme de que, se vote lo que se vote, mira tú por dónde, esto siempre va a peor. Moraleja: no pierdas el tiempo y no dejes que vuelvan a decepcionarte otra vez, porque ya has hecho demasiadas el panoli.


domingo, 26 de agosto de 2018

365 QUEJÍOS (119) – DESBORDADOS POR LOS CHOROS


¿Qué merece un delincuente? La trena. Así sobre la marcha. La honestidad no merece recompensa porque es la norma (o debería ser, por mucho que cada vez más se considere como algo excepcional). Pero con la delincuencia, ya se sabe, palo al mono. Sin más. ¿Derechos? Para derechos los de las víctimas. Luego, claro está, después de considerar el respeto a los derechos de las víctimas, está todo aquello del derecho a un juicio justo, reinserción y todo lo demás. Bien está… pero en segundo lugar. Una sociedad empieza a desmoronarse cuando los derechos de las víctimas y los derechos de los delincuentes son colocados al mismo nivel. Esto es lo que ha ocurrido en España: me cuentan que si usted ve que se está cometiendo un delito y lo impide, pero el delincuente sufre algún tipo de daño, puede presentarle una denuncia por agresión. Me lo creo porque sería lo normal en España, país en el que hace décadas se han perdido los papeles. No me lo creería en cualquier otro lugar del mundo. De eso me quejo: de la excepcionalidad española en materia de delincuencia.

No sabemos cómo, ni por qué canales, pero el caso es que a partir de finales del siglo XX, entre la delincuencia de todo el mundo corrió la voz: “En España, la relación riesgo-beneficio es mayor que en cualquier otro país del mundo”. Entendiendo por “riesgo” lo que un delincuente se juega y por “beneficio” lo que puede obtener por su actividad en nuestro país. Aquí es el país en donde los delincuentes se juegan menos y pueden ganar más. Dentro de pobo habrá ayuntamientos que obligarán a los arquitectos a poner una escalera para los vecinos, otra para el servicio y otra, aún más discreta, para los delincuentes. Y si esperamos un poco más, a la vista de la dirección por la que discurren los hechos,  esos mismos progres que tanto aman la reinserción y el respeto más escrupuloso a los derechos de los delincuentes, ordenarán desde sus cargos públicos que se habilite un lugar privilegiado del hogar con todos los objetos de valor que los delincuentes deben desvalijar en cuanto lleguen, no sea que tengan que esforzarse buscándolos. Ironizo, claro, pero es que los argumentos progres no merecen ser tratados sino con ironía: aceptarlos es aceptar la ambigüedad, los tonos grisáceos y, a la postre, la tontería hecha norma de gobierno.

A mí me roban 6.000 euros y no me basta con que me toque pagar otros 6.000 euros vía impuestos (es un decir) en concepto de investigación policial, de gastos del juicio, y de estancia en prisión del fulano. En primer lugar quiero la restitución de mis 6.000 euros, billete sobre billete, más los daños que me hayan podido causar y luego, lo justo sería que el delincuente, además de pagarlo mediante su trabajo penitenciario, debería pagar también su estancia en prisión y los gastos que ha ocasionado. Porque, para que la cuenta quede a 0 no hace falta solamente CASTIGAR, sino RESARCIR: a la víctima del delito y a la sociedad. Y la responsabilidad de resarcir corresponde al que ha cometido el delito. ¿O no?

Luego está quien compadece al delincuente porque es “víctima de la pobreza”. Mito progre. Yo no discrimino a los delincuentes porque sean “pobres” sino porque ejercen un oficio con cierta inestabilidad laboral pero que genera molestias a la sociedad. Me importa un higo si son progres o si visten en Emporio Armani y les espera un Ferrari en el parking. Me importa un higo si son robagallinas, violadores o asaltapresupuestospúblicos (esto es, políticos). Creo, firmemente que, cuanto mayor es la responsabilidad, mayor debe ser la pena y para algunos políticos, cuatro paredes para un castigo, son tres de más. Pero creo también que la sociedad debe ser excepcionalmente dura con la “pequeña delincuencia” que nos molesta y aguijonea a usted y a mí. A fin de cuentas, todos, con guante blanco o con la jeringuilla colgando, con la pata de cabra en ristre o con el botón de voto en las Cortes, todos son lo mismo y todos merecen el mismo trato. Igualdad democrática que le dicen…

Rondamos los 100.000 presos en las cárceles españolas. Y alguno que entiende de esto nos cuenta que hay entre 150.000 y 200.000 delincuentes habituales que operan diariamente en nuestras calles y que ejercen “delitos menores” (y digo yo: ¿la suma de delitos “menores” no podrían computar como un delito “mayor”?). Lo que no es de recibo es que en BCN pululen delincuentes con 600 y 800 detenciones y ni una sola entrada en prisión. Molestan y la sociedad debe librarse de ellos. Y deben resarcir a sus víctimas. Además, la sociedad debe disuadirles de seguir ese camino, ¿cómo? En la trena, obviamente., en la cárcel de verdad, no en hoteles de dos estrellas. Esto me lleva a un recuerdo: una vez un magrebí me dijo “Estoy mejor en la cárcel en España que en la calle en mi país”¿Inmigrante y delincuente? Es simple: expulsión tras cumplir condena y resarcir a las víctimas mediante trabajo penitenciario. Pregunta: ¿es muy facha pedir “trabajos forzados” para resarcir a las víctimas? Pues eso.

Último párrafo: hay una guerra en las calles que se irá haciendo cada vez más patente, la guerra que llevan delincuentes de todo tipo contra gente honesta. Los Estados pueden claudicar, adoptar medidas blandyblub y giliflús ante la ofensiva, pero la sociedad, que es, a fin de cuentas, la víctima, no se puede permitir esos lujos. La experiencia demuestra que allí donde el Estado cede, la sociedad, o toma la iniciativa (la justicia por su mano) o sucumbe. No hay una tercera opción. Me da la sensación de que en España estamos aproximándonos a ese punto crítico.

No es que desee que regresen aquellos tiempos en los que en las cuatro entradas de la muralla de Barcelona estaban instalados patíbulos, las “quatre forcas” con cuerpos colgando y pudriéndose como diciendo: “Vosotros que llegáis a mi ciudad: Poca broma con los barceloneses”… Pero una cosa es eso y otra desear que la justicia esté en la “quinta forca” y que ya no cumpla su función. Pregunta: “¿Hasta cuándo soportará la sociedad estás amenazas?”. Respuesta: blowing in the wind, que diría Dylan.


Nota: adjunto tres recuadros procedentes de la prensa convencional uno, (El Periódico), el otro del Sindicato de Funcionarios y Policías y el otro procedente de Securitas. Sobre el segundo tengo que decir que habría que distinguir entre “ciudadanos españoles que cometen delitos” y “ciudadanos nacionalizados españoles que cometen delitos”. Porque hace falta recordar que en nuestro país la nacionalidad es algo que se reparte como en una tómbola. Lo que cuenta es el título del cuadro “DOS DE CADA TRES ARRESTOS EN BARCELONA SON DE CIUDADANOS EXTRANJEROS”. Algo que queda confirmado por el cuadro de El Periódico en el que se especifican los barrios y los grupos étnicos de los delincuentes (con la salvedad de que el cuadro es de 2011 y que ahora la situación es muchísimo peor que entonces)…

Sobre los puntos negros en los que actúan carteristas, la fuente es Securitas y también aquí hay que hacer una previsión: el cuadro es de 2011. Hoy la delincuencia se ha ampliado hacia Diagonal Mar y ampliado por la parte superior de la Diagonal. Dicho de otra manera: toda Barcelona es un “punto negro”


sábado, 25 de agosto de 2018

365 QUEJÍOS (118) – ANTIPORRO YEAHHH!


Solamente hay dos alternativas: o el tabaco es inocuo y con habilitar zonas de fumadores y zonas de no fumadores en locales públicos, se resuelve el problema; o bien el tabaco mata y nada justifica el que el Estado lo recluya en unos guetos porque seguirá asesinando (no tiene nada que ver con la “libre opción”: el aquejado de tabaquismo, como de cualquier otra adicción no tiene “libertad” para elegir). Sería absurdo ver en algunas zonas cartelitos de “Permitida la actuación de asesinos en serie”y en otros “Se prohíbe terminantemente acogotar a la peña”. Así que ¿qué me cuentan? ¿el tabaco mata o es inocuo? El Estado nos dice “sois libres”… para pagar impuestos y morir o para participar en la cruzada antitabaco y sucumbir por sobresosis de azúcares, víctimas de la comida basura, o de pura tristeza por ver en lo que se ha convertido tu país. Pero no, tranquilos, que no la voy a emprender con los cruzados antitabaco, ni siquiera contra el Estado por su frivolidad en la materia. Más bien, en lo personal, he emprendido la cruzada contra el cuelguing, contra la factoría de colgaos en que se ha convertido la sociedad. De eso si que me quejo: de que es una raza en franca expansión.

Me cuentan que el número de “clubs de cannabis” que hay en el casco antiguo de Barcelona, ha superado el medio millar. Se ve que la Colau busca un “turismo de calidad CLP”: Chancletas – Litronas - Porro. Dicho turismo, es incompatible con cualquier otro: así que, prepárense los barceloneses, dentro de un par de años, la ciudad estará SOLAMENTE visitada por este ganado que habrá desalojado a cualquier otro que pudiera venir a visitar la Barcelona modernista, el barrio gótico, los disparates arquitectónicos de Gaudí o esos Campos Elíseos partidos por 4 que es el Paseo de Gracia… Quizás el nuevo turismo dé vidilla a los manteros. Poco más.

De todas formas, no es hacia la pésima gestión municipal del Ayuntamiento dirigido por el dúo sacapuntas Colgau-Pichareli, hacia donde quería derivar el tema, sino a la responsabilidad del Estado en el aumento asindótico del número de colgaos. Porque de lo que me quejo es de que se hayan adornado las cajetillas de tabaco obligatoriamente con “El tabaco mata” e imágenes de pulmones destrozados, pero se sigan vendiendo librillos para liar porros como si nada. Y digo yo: ¿no se podría añadir algo parecido como “El porro agilipolla”? 

Porque el porro, aunque sus usuarios compulsivos no lo reconozcan: 1) cambiar el carácter y lo vuelve muy particular (lánguido, risueño hasta lo tontorrón, pero… violento cuando se le pide al sujeto que haga algo que no tiene ganas de hacer), 2) sume en una nube que de tan relajante planeas sobre la realidad, no estás en la realidad, 3) abre la espita (a medio plazo y según los niveles de consumo y la “ecuación personal” de cada consumidos, claro está) de determinadas enfermedades mentales, especialmente la esquizofrenia, 4) paradójicamente puede ser analgésico en unos momentos, pero genera otros problemas sanitarios y psicológicos, 5) inhabilita para la mayoría de trabajos y 6) las variedades que se consumen hoy son productos de selección artificial en la que se procura que el porcentaje de THC, el principio activo, esté disparado en relación a lo que se fumaba hace 40 años).

Lo más curioso es que, la lógica implicaría que la campaña antitabaco tuviera como continuación una campaña anti-porros, cuando en realidad ocurre al contrario: el régimen intenta, por todos los medios, quitar hierro al consumo de marihuana. El tabaco molesta porque crea enfermos de cáncer que suponen un costo adicional a la seguridad social, pero el porro no molesta porque genera una población flotante, inhibida de cualquier cosa que no sea el puro cuelgue, sin capacidad crítica, sin fuerzas para levantarse y entender lo que está ocurriendo y sin voluntad ni lucidez para proponer cambio alguno. Es evidente que, antes o después, cuando el número de esquizofrénidos y enfermos mentales por consumo de marihuana haya aumentado hasta lo insoportable, el Estado legalizará los porros y cobrará impuestos a los principales fabricantes (que, no dudamos, serán las propias tabacaleras). Pero ¿y la sociedad? ¿Qué futuro tiene una sociedad en la que las enfermedades mentales se hayan disparado y las legiones de colgaos apáticos e indolentes sean mayoría? Colgao: ¿Odias a Trumb? Deberías besar por donde él pisa… ¿Sabes que Trumb está subvencionando los cambios de cultivo, de cereales a cannabis? ¿Os habéis preguntado por qué lo hace? Si sois capaces de responder, habéis entendido la problemática. Si no, mejor fumaros otro canuto y relajaros.

http://eminves.blogspot.com/2014/03/baltikum-de-dominique-venner.html

Termino: resulta increíble que el gobierno esté estudiando prohibir fumar en las playas, pero no diga nada de consumir porros en esas mismas playas. Es tan absurdo que se diga que el tabaco provoca cáncer pero se ignore deliberadamente que el número de accidentes de tráfico y laborales están aumentando por consumo de cannabis (entre otras drogas), que las urgencias hospitalarias están cada vez más llenas de colgaetes afectados de “psicosis cannabica” (ver seria Merlí en donde se reproduce este episodio cada vez más habitual entre jóvenes), están vinculados al consumo de cannabis. Es absurdo abrir la ventana y oler el porro que se está fumando el vecino, pasear por las calles y ver las macetas con la planta de cannabis bien oronda, coger un transporte pública y tener que soportar a colgaos que huelen a una mezcla de sudor y porros y de lo que ni ellos mismos son conscientes, ver a primera hora de la mañana, antes de ir al cole a adolescentes liándose porros en las inmediaciones como si estuvieran haciendo una machada… (Ey, Colgau, te propongo un eslogan para “tu” Barcelona: “La ciudad con olor a porro, a meada de perro y a alcantarilla” y no, no te cobro royalties).

Así que me comprometo en iniciar una campaña para que los librillos de tabaco lleven la leyenda “El porro agilipolla” y que en las puertas de los clubs de cannabis y en los grow-shops haya carteles bien visibles en varios idiomas en los que se diga: “Se recuerda que el consumo reiterado de cannabis repercute negativamente en la salud. Osea, que agilipolla”. Me quejo de que será un trabajo inútil porque entre los que quieren agilipollar a la sociedad y los que han asumido que su lugar en la sociedad es el que corresponde a los gilipollas (esto es, a los que se hacen daño a sí mismos), no hay gran cosa que hacer. Así que lo dejo, con su pan se lo coman y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga… y me limito a quejarme. Aunque sé que dentro de unos años me tocará pagar con mis impuestos los tratamientos farmacológicos y psiquiátricos de las legiones de colgaos de hoy, convencidos de que el porro es completamente inocuo que solamente servirán para recibir un “salario social” con el que culmine su vida de ni-nis.


viernes, 24 de agosto de 2018

365 QUEJÍOS (117) – SOY VARON ESPAÑOL Y NO PEGO A MI ESPOSA


Lo normal sería decir eso: “Soy varón, español y no pego a mi esposa”. Pero es una de esas frases que han sido sustituidas por esta otra: “Soy varón, español y, por tanto, soy sospechoso de que, en cualquier momento, la puedo emprender a palos con mi esposa”. Lo han logrado las feministas y las ideologías de género: convertirnos a todos los varones españoles en sospechosos. ¿Violencia doméstica? Claro que la hay. La ha habido siempre porque siempre, toda sociedad, ha tenido un poso de psicópatas, alcohólicos, politoxicómanos, tarados ultraviolentos que la emprendían con sus mujeres o con quien tenían a su alcance. Y hoy esos porcentajes siguen existiendo. Así pues, vale la pena reconocerlo, siempre habrá un número de crímenes domésticos, como siempre habrá asesinos en serie, o enfermos de apendicitis. No hará falta que haga el exorcismo necesario en estos casos de que “condeno cualquier forma de violencia de género”. En realidad, con decir, que condeno cualquier vulneración del código penal, debería bastar. Pero las feministas han querido un tratamiento específico de la cuestión y eso es lo que le han dado. Me quejo de que no hayamos mejorado y me quejo de que no se reconozca públicamente que no podía mejorarse. Verán.

En 1995, veo en un informe del Defensor del Pueblo (que habrá que dar por bueno), que se produjeron 65 asesinatos en el ámbito doméstico. Esa cifra es importante porque es el último año en el que la sociedad española podía considerarse como tal: en 1996 empezó la inmigración masiva (Aznar abrió las puertas…). En 1997, la cifra se había incrementado un 140%, pasando a 91 asesinatos. No hay llegado ni extraterrestres, ni habían aparecido epidemias de virus domésticos. El único dato sociológico nuevo que se produjo entre 1995 y 1997 fue el inicio de la llegada masiva de inmigrantes.

Estos procedían de dos grupos en los que los malos tratos dentro del hogar eran habituales y por distintos motivos, en grandísima medida “culturales” (en el caso magrebí y andinos). Y, por lo mismo, el mayor número de denuncias por violencia doméstica, coincidía con las zonas a las que habían ido a parar los mayores contingentes de inmigración:  Cataluña (2.483), Madrid (3064) y Andalucía (3.642). Así pues, desde el principio, no había duda. Podía establecerse la siguiente ley: “el aumento de la violencia de género en España, no está ligada a los varones españoles, sino a la llegada masiva de inmigrantes procedentes de zonas en donde ‘culturalmente’ es habitual agredir a la mujer”.

Pero eso no se reconoció hasta que en 2004, Amnistia Internacional empezó a reconocer, tímidamente, que violencia doméstica e inmigración estaban próximos.  Y en 2005 la misma organización proclamó: “En España, las mujeres inmigrantes tienen casi seis veces más riesgo de ser asesinadas que las españolas”. Diagnóstico correcto, que la ONG utilizaba para pedir que cualquier mujer de cualquier parte del mundo que llegara a España y dijera: “Mi marido me ha agredido en El Cairo o en Canton, en Tombuctú o en Ciudad Juárez” tenía derecho inmediato a obtener papeles en España…

Al menos Amnistía Internacional había diagnosticado bien el problema, pero había dado con una fórmula proinmigracionista absurda. Peor fue lo de ZP. Porque, cuando llegó al poder, todos los varones españoles nos sentimos criminalizados por una normativa que pretendía paliar una situación sin hacer el diagnóstico exacto. Si en lugar de criminalizar a TODOS los varones, se hubiera reconocido que la violencia doméstica partía solamente de varones españoles con algún problema (tara psíquica, alcoholismo, toxicomanía) y de manera creciente de INMIGRANTES, hubiera podido habilitarse un remedio eficaz: por ejemplo, campañas contra la violencia doméstica en lengua árabe, cursos obligatorios sobre el asunto en árabe o para andinos, mayor observación a estos grupos de inmigrantes y revisión, a la hora de conceder papeles y luego ciudadanía sobre sus antecedentes en este terreno… Pero no: ¡ERA MUCHO MÁS FÁCIL CRIMINALIZAR A TODOS LOS VARONES ESPAÑOLES Y OCULTAR EL HECHO DE QUE HABÍA AUMENTADO LA VIOLENCIA DOMÉSTICA PORQUE HABÍA AUMENTADO LA INMIGRACIÓN!

http://eminves.blogspot.com/2018/07/iberia-alternativa-mision-y-destino-de.html

Miro las estadísticas de violencia doméstica en España desde el 1 de enero hasta el 24 de julio de 2018. Lo que me encuentro es: 23 mujeres asesinadas en España. Dos lo fueron por sus maridos ancianos, los cuales se suicidaron luego, en ambos casos, las mujeres estaban aquejadas de Alzheimer, casi entrarían más en suicidios por amor que en violencia doméstica. En 11 casos (un 47%) el asesino es español y en 8 casos se trata de extranjeros (por este orden: lituanos, bolivianos, colombianos, guatemaltecos, rumanos, cubanos, en total un 35%). Pero se da el caso de que, oficialmente, solamente existe un 10% de población inmigrantes en España. En otras palabras: las tasas de violencia doméstica entre la inmigración siguen siendo tres veces y media más altas de lo que deberían… Mientras que las de la población española, ¡son más bajas que en 1995! (32 asesinatos hasta julio de ese año, por 11 en las mismas fechas de 2018). Dicho de otra manera: si la tasa de crímenes domésticos de los españoles fuera la misma que la de la inmigración, se habrían producido 80 asesinatos… pero sólo se han producido 11. Luego, la “igualdad” no existe en materia de violencia doméstica. No lo interpreto, lo constato.

Estas son las cifras y esta es la realidad. Llevo 43 años casado. No tengo porque soportar que se me criminalice a mí, a los de mi sexo y de mi nacionalidad, por algo que cometen otros y que otros consideran como “rasgo cultural”. Me quejo de que, ante la oleada de histerismo que acompaña la divulgación de las “ideologías de género”, nadie recuerde cifras y datos tan fáciles de obtener como éstos.




jueves, 23 de agosto de 2018

EL AYUNTAMIENTO, EN LUGAR DE PROHIBIR A LOS MANTEROS, PERSIGUE AL PEQUEÑO COMERCIO LEGAL

BARCELONA ES, PARA QUIEN NO LO SEPA, UNA CIUDAD CON OLOR A PORRO, A MEADA DE PERRO Y A GASOLINA QUEMADA. EL PARAÍSO DE LOS MANTEROS... Obviamente, la Colgau no es la responsable única del DESTROZO BARCELONÉS, pero si su última heredera y, sobre todo, la persona que PROMETIÓ MÁS Y HA CUMPLIDO MENOS.
Es normal, al fin y al cabo, es "política" (ignorante y zafia, pero política, al fin y al cabo). Los ciudadanos, hartos de anteriores administraciones, le dieron una oportunidad en las pasadas elecciones: lo que ha hecho en casi cuatro años, salta a la vista. Barcelona, ciudad-pocilga, cada vez más hundida, tiene zonas en las que apenas pueden pasar los turistas (el único negocio que sigue en pie en BCN), pero que son el PARAÍSO DE LOS MANTEROS SUBSIDIADOS.
Pero, lo que clama al cielo es que en esa ciudad, paraíso de clubs de cannabis y de manteros, el gobierno municipal la haya emprendido contra el pequeño comercio: EN ZONAS MAFIOSAS A ESTO SE LE LLAMARÍA EXTORSIÓN. ¡En BCN lo llaman "cumplir los reglamentos municipales"!. Es decir: esos reglamento imponen multas a colectivos pacíficos y en absoluto conflictivos, que han existido siempre y forman parte del paisaje urbano, las floristas, por ejemplo, que ven castigados sus modos de vida con multas desde 300 a 1.800 euros ¿por qué? ¡POR MOSTRAR SUS FLORES! Se ve que "molestan" a los viandantes...
Bien: una cosa es haber caído una vez en la engañifa de Podemos y su franquicia barcelonesa. Se les pudo votar por ingenuidad, pero repetir otra vez el error, sería estupidez. ¿POR QUÉ VOTAR DE NUEVO A LOS QUE ESTÁN ARRUINANDO LA VIDA CIUDADANA? ¡Jura que no serás tan giliflús para volver a hacerlo...! (Ah, y solidaridad con el gremio de floristas y con los pequeños comerciantes amenazados por esta plaga de manteros y concejales)



miércoles, 22 de agosto de 2018

365 QUEJÍOS (116) – LIBERALISMO PERDIDO


Los liberales no tienen remedio. Son de derechas, con cierta tendencia hacia el centrismo, alardean de que tienen una “ideología”, cuando lo que tienen es una serie de fracasos históricos que llevan ya como 300 años tavistiendo de exitazos. Cuando se les recuerda que la historia del liberalismo es la historia de sus crisis, alegan que, en realidad, nunca se ha puesto en marcha un sistema totalmente liberal y que siempre, el sacrosanto “mercado”, ha tenido algún tipo de intervención estatal… ¡Gracias a Odín que alguien ha impedido a las fuerzas del “mercado” llegar hasta el final! De habérseles dado libre curso, haría ya 250 años que el liberalismo habría desaparecido. ¿Me quejo del liberalismo? No, en realidad, me quejo de que todavía sigan existiendo “liberales” y alardeando de ello.

Para aquellos que no lo sepan, los partidos liberales alemán, austríaco e italiano, fueron creados tras la Segunda Guerra Mundial para integrar en ellos a los “nazi-fascistas” de segunda fila, especialmente al nivel de concejales, cargos municipales, funcionarios poco visibles, que fueran considerados como reciclables para la “pax americana”. Se sabe que el FPÖ austríaco se les fue, con Haider, de las manos en los ochenta. Antes, el Partido Liberal Italiano había formado parte del “arco constitucional” y negado el pan y la sal al MSI, que, poco a poco fue royendo sus bases. Y en cuando al FPO alemán, actuó como cualquier partido centrista para apuntalar coaliciones con el SPD y con la CSU según conviniera. Hoy, salvo en Austria, el liberalismo prácticamente ha desaparecido de Europa yel austríaco es liberalismo con "peros" de los restos de todos los partidos liberales. Aunque, claro está, como se sabe, en España, solar en el que siempre andamos algo retrasadillos, siguen existiendo “liberales” o presuntos tales.

Jiménez Losantos y su equipo van de eso. Y algunos tertulianos económicos de otras cadenas postulan los mismos principios. En el PP hay un sector que se las da de liberal, más porque creen que el nombrecito les da un “look” de “libertad” y respetabilidad, que por comunión por las doctrinas liberales. De hecho, preguntar lo que es el liberalismo, corre el riesgo de obtener una respuesta desoladora: porque, además de recordar las crisis cíclicas, uno no puede olvidar que es una ideología del siglo XVIII que lo tiene grave para gestionar el mundo del  siglo XXI.

En cuanto a lo de “profundizar en la doctrina liberal” que nunca se ha aplicado del todo, afortunadamente, es, seguramente la inconsistencia más extrema a la que nos pueden inducir los liberales de nuestros días: la desregularización absoluta y total de la economía (de la que no estamos muy distintas, por cierto) acarrearía un dominio absoluto de los grandes trust, consorcios, fondos buitre, capital especulativo y dinero negro mafioso, por encima de los intereses de los pueblos y de los Estados. De hecho es lo que está ocurriendo y que ocurriría aun a mayor velocidad de no quedar los últimos restos de regulaciones que ya fueran denunciados por Hayek y von Misses a finales de los 40.

http://eminves.blogspot.com/2014/03/baltikum-de-dominique-venner.html

¿Lo peor? Lo peor es la confusión que genera el término. Hay políticos que, para evitar ser catalogados de “extrema-derecha”, afirman: “No, verá, yo es que soy liberal”. ¡Como si no hubiera liberales de extrema-derecha, de la misma forma que existen independentistas de extrema-derecha y la extrema-derecha solamente fueran nanos descerebrados! Cuando algún partido hoy se califica como “liberal” es que tiene algo que ocultar. El problema, el gran problema, el único problema del que me quejo, es que el liberalismo no es una solución y si alguien empieza por engañar sobre su ubicación política, o a demostrar su ignorancia de lo que es el liberalismo, eso inhibe cualquier “adhesión incondicional”. 

Y es lo que me pasa con Vox. Que esa ambigüedad en relación al liberalismo me inquieta y, además, le genera limitaciones: nadie creerá en una causa que predica el que los inmigrantes entren ordenadamente cuando sean necesarios y al mismo tiempo se muestre partidaria de una economía liberal, porque, eso implica fetichismo en torno al “mercado” y, por tanto, incomprensión de lo que es el fenómeno de la inmigración e imposibilidad de interpretar el fenómeno correctamente: la inmigración masiva no es más que un factor introducido por la globalización dentro del mercado laboral para rebajar los costes de producción en Occidente. El haber entendido que inmigracionismo rima con liberalismo y que tal sintonía no es casual, es lo que ha permitido a grupos políticos de toda Europa articular un discurso sólido, coherente y creíble en relación a este problema. Igual Vox cambia (de hecho si quiere prosperar deberá cambiar), pero mientras no lo haga será como un apéndice del PP, una emanación de sus chakras...

Porque estar contra la inmigración es algo más que un eslogan para atraer electorado: es una actitud que, en sí misma, supone una afirmación contra la economía ultraliberal. Un partido que se dice liberal en economía y antiinmigracionista en política, es como el chiste de aquel que caminaba poniendo un pie en el bordillo y el otro en la calzada y decir: “Ozú, no habré bebido pero qué borrachera he pillado”. Un imposible metafísico, vamos. De eso me quejo.

http://amordibo.agoradeideas.com/2017/12/entrevista-los-autores-del-libro.html


ESTOY HARTO DE LO QUE VIENE. DE LO QUE HA VENIDO Y DE LO QUE VENDRÁ (Y DE LO QUE SE CONVERTIRÁ ESTO A LA VUELTA DE UNOS AÑOS)


ESTOY HARTO DE LO QUE HA LLEGADO, DE LO QUE VIENE Y DE LO QUE VENDRÁ. NO POR SU RAZA, NI POR SU ECONOMÍA, SINO POR SU FORMA DE LLEGAR Y POR SUS INTENCIONES, POR LO QUE APORTAN Y POR LO QUE NOS VAN A COSTAR MANTENERLOS INDEFINIDAMENTE...
Yo de tí trataría de sensibilizar a tus "redes sociales" (que para eso las tienes):
- NI UN VOTO PARA PARTIDOS QUE NO TENGAN POSICIONES CLARAS SOBRE LA INMIGRACIÓN.

- NI UN MINUTO EN UN CANAL QUE NO EVIDENCIE LA ALARMA CADA VEZ MÁS EXTENDIDA EN LA SOCIEDAD POR ESTAS LLEGADAS MASIVAS
- NI UN EURO GASTADO EN EMPRESAS O ONGS QUE FAVOREZCAN LA INVASIÓN
(que corra, por lo que te va en ello; yo no te voy a pedir royalties)


https://www.amazon.es/Libros-Ernesto-Mila/s?ie=UTF8&page=1&rh=n%3A599364031%2Cp_27%3AErnesto%20Mila

365 QUEJÍOS (115) – EL “TÍO EMO” DEL INDEPENDENTISMO


En política, lo importante no es dramatizar, sino ponderar las cosas en su justa medida. Hay digitales de medio pelo y partidillos del mismo nicho que se obstinan por no entender lo que está pasando en Cataluña y tienden a establecer una visión apocalíptica según la cual nos encontraríamos ante una próxima ruptura del Estado. Quim Torra, sustituiría como rostro agresivo, al flequillo de Puigdemont, a la mandíbula de Artur Mas, o a la tripa de Oriol Junqueras. Él, a fin de cuentas, reuniría las características más indeseables de todos estos personajillos. Vamos a intentar poner los puntos sobre las íes, porque me quejo de que muchos ni siquiera se han enterado de lo que ha ocurrido en Cataluña y de lo que está ocurriendo.

Empecemos por el principio. ¿Quién diablos es el tal Quim Torra? Respuesta: un ilustre desconocido. Nadie, absolutamente nadie en Cataluña, salvo quizás los más iniciados en las familias del independentismo, lo conocían. Ha escrito entre 2007 y 2013 cinco libros ninguno de los cuales ha tenido el más mínimo éxito de público ni siquiera en el sector independentista radical. El hombre es de Blanes, población gerundense y, dato importante, procede de Unión Democrática de Catalunya (UDC). Trabajó sin éxito en Winterthur, fue sargento de complemento en su servicio militar y tiene un título de derecho. De UDC pasó al Reagrupament, una escisión por la derecha de ERC. Luego pasó, en la órbita de CDC al Omnium y a la ANC. Y, claro, entendió que como mejor se vive en Cataluña es a la sombra de la administración autonómica. En cualquier caso, es un tipo que no ha tenido ni grandes cargos, ni era conocido cuando lo eligieron como “molt honorable presidente”.

¿Y de qué va el fulano? Eso es lo más bueno y eso es lo que define el actual momento del independentismo. Él mismo se define como “independentista emocional”. Ese es el primer dato. Pujol, Colom, Carod, el propio Mas, tenían mucho de “emocional”, pero, siempre les quedó, en mayor o menor medida, cierto tacticismo. El problema es que ese “tacticismo” ya ha demostrado sus límites (y ni siquiera ha servido para poder negociar un referéndum independentista, sino simplemente para negociar traslados e impunidades a la autonomía catalana). Hoy ya no hay espacio para el “tacticismo”, porque, simplemente, aquellos nacionalistas que creían que se podía alcanzar la independencia sin conflicto civil, ya se han desengañado. Quedan sólo los fanáticos. Así pues, cuando Torra se define como “independentista emocional” hay que leer “independentista fanático”.
Ahora que lo tenemos situado emocionalmente, habrá que ver cuál es su inspiración para redondear su ubicación política. Es un tipo cuya mentalidad no es del siglo XXI, sino más bien del primer tercio del siglo XX. Sus inspiradores son Eugenio Xammar, Daniel Cardona, Miguel Badía… Sobre ellos ha escrito y a ellos ha glorificado a pesar de que los tres tenían poco por glorificar y la propia generalitat ha hecho bien en estos últimos 40 años en recluirlos en el baúl de los irrecordables. Los tres eran independentistas emocionales de pocas ideas y menos habilidad política (en esta artículo hay datos sobre toda esta temática lamentable).

Así pues, Quim Torra es, en primer lugar un independentista, de extrema-derecha propiamente dicha (cuando se dice que se apoya en la idea de “raza catalana” es, rigurosamente cierto y esto vale para toda su tendencia histórica). Como los de su variante taxonómica es un “militarista” (la variante independentista del nacionalismo catalán es siempre militarista en la onda con la carrera del “coronal Macià”) y Torra lo intentó ingresando en las Milicias Universitarias como hemos visto y especializándose en el estudio de este sector que fue, sin duda alguna, el más irrelevante de todo el período repúblicano (y, dicho sea de paso, el más conflictivo).

El problema es que el independentismo catalán lo ignora todo sobre sí mismo. Entre otras cosas que no está hecho para las gestas armadas. Cuando lo han intentado han dado la medida de su valor: asalto al cuartel del Ordal durante la dictadura de Primo, “hechos de Prats de Molló”, 6 de octubre de 1934… Terra Lliure, crónica de fracasos y más fracasos en donde los alegres “independentistas emocionales” se cubrieron de ridículo. Si en el siglo XX Cataluña no estaba para “heroicidades”, ahora es que ni siquiera las contempla como posibilidad remota. El propio Torra obtuvo el puesto 450 de su promoción de sargentos compuesta por 560 hombres

Entonces ¿qué diablos hace Quim Torra de “molt honorable”? El que un tipo de extrema-derecha independentista, con unos ideales históricos de hace 100 años que ya en su tiempo fueron ridiculeces de baja cota, indica a lo que se ha llegado en ese ambiente: comprobado el fracaso de la dinámica independentista, ya no había nadie de me diana tallana policía hacia abajo capaz de asumir la responsabilidad de desmovilizar al sector y decirle con claridad “la hemos cagao… una vez más, y esta es la última”. Así que hacía falta el rostro y el temple de un fanático de pocas luces para que siguiera manteniendo viva la llama y, de paso, se llevara las eventuales últimas “palos” que, antes o después, recibirá, sino de la justicia del Estado, de sus propios colegas. Los “tacticistas”, se han retirado. Mejor que se queme el que se tiene por reencarnación del independentismo radical de los años 30 y que, a fuerza de repetir que aquellas iniciativas fueron “heroicas” se lo ha terminado de creer.

http://eminves.blogspot.com/2018/07/iberia-alternativa-mision-y-destino-de.html

Así pues, ¿qué puede importar el que un tipo así diga que quiere “atacar al Estado”? Ni siquiera es una frase de cara a la galería, ad usum delphini que se dice. Es un exabrupto, como puede ser una ventosidad producto de sobredosis de fabas. Hace un año quizás no, pero ahora se sabe que una pareja de picoletos puede conducirlo al juzgado de guardia, sin esforzarse mucho. Multar la retirada de colgajos yellow, llenar las playas de cruces, mantener ad inphinitum trapos descoloridos de los balcones y la gigantesca ola para el próximo 11-S… son los últimos fuegos de paja del independentismo.

Lo que saldrá de las próximas elecciones generales será un gobierno en el que los independentistas no tendrán la opción ni de negociar un nuevo referéndum (sea cual sea la combinación estarán Cs, el PSOE y el PP y cualquiera de ellos sabe que sobrevivir en el resto del Estado implica mantenerse firme en la periferia de Tabarnia). En dos o tres años, los hoy enjaulados, se habrán llevado condenas disuasivas ante nuevas intentonas y en ocho o diez años, los partidos catalanes se habrán reconfigurado completamente. No se habrá resuelto la situación porque en las escuelas catalanas se seguirá enseñando una historia de colorín… pero, la noticia complementaria, es que el sistema educativo catalán está destruido, así que lo que puedan aprender los críos en la escuela tendrá poca importancia en su futura condición de ni-nis. Es triste, pero es así.

El independentismo ha perdido la partida. ¿Saben por qué?  Porque no es cosa del siglo XXI. De hecho, si en el XX perdió también la partida, es porque era algo propio del siglo XIX, de cuando el romanticismo alemán marcó la pauta. Lo que pasa es que algunos retrasadillos no se han enterado. 

Es de lo único que me quejo sobre el tal Torra y sobre la hora política catalana.

https://www.amazon.es/El-Viaje-Ninguna-Parte-Independentista/dp/1973210290