Servidor es hombre de orden y por tanto le gustaría elogiar –y
que se elogie- a cualquier cuerpo de funcionarios destinados a mantener el
orden público, luchar contra la delincuencia y, defender a la sociedad. Pero, a
veces, resulta que el gobierno de turno convierte a determinado cuerpo de
seguridad es una especie de “guardia blanca” destinada a defender, no a la
sociedad, sino al propio gobierno. Y entonces ya no puede hablarse de “cuerpos de seguridad del Estado”, sino
de “funcionarios armados al servicio de
tal o cual gobierno”. No crean, suele ocurrir. No es lo mismo servir a un gobierno concreto que servir a la sociedad.
Y claro, para aquel que lleva a Cataluña
en el corazón, se plantea un problema cuando se habla de los Mozos de Escuadra.
¿De qué me quejo? De que los Mozos de Escuadra deberían de haber sido una cosa
y están derivando hacia otra muy distinta. Pero me quejo todavía más de que
Cataluña esté literalmente asolada por la delincuencia. Porque lo está. Y
los mozos que tendrían que estar deteniendo choros, andan por ahí preocupados
por multar a los que, diablos, ejercen una actividad tan peligrosa para la
sociedad, como quitar colgajos amarillos. ¿Es que era preciso mezclar a un
cuerpo de seguridad en todo este fenomenal absurdo independentista? Que Cataluña esté partida en dos es una
cosa, que los mozos, en la práctica, demuestren ser la policía de media Cataluña es otra
muy diferente, incalificable e inadmisible.
Los “mozos de escuadra” nunca fueron la “policía tradicional
de Cataluña”, sino que se estrenaron hacia 1721 creados por los partidarios de Felipe V para ayudar en la represión contra los
partidarios del Archiduque Carlos y, en concreto contra los “miqueletes”,
núcleos que seguían resistiendo. Mal
asunto porque los primeros mozos ya combatían a una Cataluña en nombre de otra
Cataluña. La sorpresa es que no fueron un invento autonómico, ni nacionalista,
sino ¡de la recién creada administración borbónica!
Pasemos por alto el que los
mozos siguieron siendo la fuerza de defensa de la Generalitat durante la
República… y no la fuerza que defendía a la población catalana. A un mozo
de escuadra le cupo el honor de afeitar al cadáver de Macià cuando falleció (y
cuentan las crónicas que lo hizo llorando como una Magdalena). Su actuación el
6 de octubre de 1934 fue peripatética. Trescientos
mozos fueron comisionados para defender el palau de la Generalitat, pero la
mitad de ellos se habían ido a comer cuando el ejército pasó por Plaza de Sant
Jaume a preguntar a Companys que diablos había hecho. En esa época, tampoco
es que detuvieran a muchos delincuentes (la cocaína corría por Barcelona a
raudales)… pero la emprendieron contra la CNT-FAI. Su papel el 18 de julio no
fue particularmente relevante, pero estaban allí en donde algún notable de la
Generalitat necesitaba protección contra la FAI. Digámoslo ya: el 18 de julio la Generalitat dejó de
existir en la práctica. Existió, eso sí, un Companys que se inclinó 90º con el
pantalón bajado ante la FAI desde julio de 1936 hasta mayo de 1937 y que luego,
en esa misma posición, lo haría ante el PSUC y los agentes enviados por Stalin.
Hay que decir, que en 1932 los medios radicales
independentistas ya habían creado una “Escuela de Policía de Cataluña”, porque
en su concepto, si en Cataluña debía de haber una policía, debía ser,
naturalmente, independentista. Pero, el hecho de que los mozos en el siglo
XVIII hubieran sido españolistas y borbónicos fue el argumento que se utilizó
para autorizar en 1950, en pleno franquismo, la creación de una “sección de los
Mozos de Escuadra”, en la práctica, una policía de vigilancia de los edificios
de la Diputación. Con su uniforme tradicional y todo: sombrero de copa, espardenyes
y chaquetilla torera. Un poema, vamos.
Y llegamos a nuestros días: lo primero que cabe preguntarse es si los mozos son un cuerpo amado,
respetado y querido en Cataluña. Me temo que no. Por tradición, los
independentistas están más próximos de la anarquía que del orden. Así que,
frecuentemente, las CUP desconfían y critican a los mozos. En cuanto a los unionistas,
el hecho cierto, incontrovertible y bien documentado, de que los mozos no investigaran nunca las tramas
de corrupción nacionalistas durante el pujolato y su papel ambiguo en las
flamaradas independentistas de los últimos años, les han quitado el poco
respeto que podían tener para este sector.
La impresión general es que, a la vista de la situación del
orden público en Cataluña, los mozos han fracasado por completo. Tampoco son apreciados
en su actividad en carreteras. Se les achaca rigidez reglamentaria (con los
picos era posible discutir y que te perdonaran multas a cambio de recibir
amonestaciones, con los mozos, si te paran, antes o después logran encontrar
alguna excusa para multarte. Y esa es la impresión que hay entre los
catalanes). Otros cuerpos de seguridad les achacan directamente impericia,
ineficacia y estar volcados a tareas que nada tienen que ver con la defensa de
la sociedad. Los hay que conocen el mundillo de la seguridad que agradecen la
bondad divina que hace que todavía en Cataluña, la Policía Nacional tenga a su
cargo el tema de “inmigración”, porque eso es la excusa para la lucha contra el
narcotráfico… En síntesis: antes del
proceso independentista, la actividad de los mozos era cuestionable para
muchos. Hoy, además, se unen sus tics políticos.
No sé, sinceramente. Creo que hay que revisar toda esta historia de las “policías autonómicas” y lo
primero de todo, replantear el concepto mismo de ¿para qué una policía autonómica? ¡Como
si las policías municipales no fueran de proximidad! Además, España no es
tan grande como los EEUU en donde cada Estado tiene su propia policía. Esta España no es algo tan enorme como para que
coexistan Policía Nacional, Guardia Civil, policías autonómicas y policías
municipales. Alguien sobra: ¿quién? Obviamente el que muestra una eficiencia y
una popularidad menor. Por supuesto, el que suscita más discusiones. Desde luego el que tiene
una historia más atribulada y próxima a la historieta. Lo lamento, pero
tres décadas después de la creación de los mozos de escuadra, me temo que una
parte importante de la actividad de esta policía ha sido política al servicio
del nacionalismo y del independentismo. ¿La prueba? Que los choros llegados de
los cuatro rincones de la galaxia asolan Cataluña y que, en este contexto, a
algún “genio” se le ha ocurrido poner a los mozos a multar a los que retiran lazos
amarillos. ¿Se ha vuelto loco alguien o no?