Uno se levanta y se da cuenta de
que el tiempo ha cambiado. La temperatura ha caído, la lluvia cae y ráfagas de
viento la convierten en hiriente. Donde debería haber un azul radiante, todo
está gris, apagado y triste. Así veo a mi tierra hoy 30 de septiembre de 2015.
Es una realidad, pero también forma parte de una metáfora. Todos querríamos que
en nuestra tierra luciera el sol, pero España vive el otoño de su existencia.
Un otoño avanzado. Es cierto que la póliza de seguridad de la unidad de España
viene dada por su pertenencia a la Unión Europea… pero también es triste que
esta unidad dependa de una entidad internacional que, precisamente, es
responsable de la falta de soberanía que padecemos. Garantizar nuestra unidad a
cambio de renunciar a nuestra soberanía. Y de paso renunciar también a nuestro
bienestar, porque sería difícil no advertir que parte de los males de nuestra
economía derivan de no haber previsto a mediados de los años 80 de qué íbamos a
vivir. ¿La responsabilidad? Esencialmente de Felipe González, que negoció mal
la entrada de España en la UE. ¿Y ahora qué? Ahora, simplemente, no hay salida…
¿o alguien cree que la hay?
No tengo muy claro que todo forme
parte de una “gigantesca conspiración”, más me parece que todo lo que está
ocurriendo forma parte de una formidable cadena de errores que, para corregir
cada uno de ellos, se tienen que adoptar medidas cada vez más erráticas. No soy
partidario de la “renta básica”: dar algo a cambio de nada no puede ser un
ideal… Pero, claro, es cierto que ni hoy ni en el futuro habrá “trabajo para
todos” (con la mecanización creciente de los procesos productivos 100 millones
de trabajadores podrán cubrir todas las necesidades del planeta, así que…). Así
que habrá “renta básica” antes o después. Se igualará “por lo bajo”, no por lo
alto. Estamos muy lejos de la percepción de Herbert Marcusse en los 60 cuando
decía que las condiciones económicas hacían que por primera vez en la historia
la “utopía” era posible porque la humanidad producía bienes y riquezas para
asegurarla, incluso jornadas de trabajo cortas pero bien remuneradas. Para Marcuse,
la Utopía consistía en igualar salarios “por lo alto”, repartiendo la riqueza.
No es eso lo que tendremos. Para colmo, el problema es que para garantizar con
una “renta básica” la paz social se precisan otras medidas complementarias:
legalización de las drogas a bajo precio, empobrecimiento de las calidades
culturales de la sociedad, atomización de la sociedad y pérdida de identidad…
No es una conspiración: es una cadena de errores.
Que el ejército ya no es lo que
era, lo sabemos todos, empezando por los militares y que cada vez más los
ejércitos lo fían todo a la tecnología antes que a la calidad de los reclutas,
se sabe también. Es el precio que hay que pagar por asimilar el ejército a
cualquier otra profesión. Era evidente
que, desde el momento en el que la democracia quisiera implantar sus valores en
el ejército, la disciplina, la capacidad de sacrificio, la jerarquía y el
mando, quedarían seriamente dañados y sustituidos por el igualitarismo, la representatividad
y las ocho horas de jornada laboral. Por otra parte, lejos estoy de cualquier
machismo, pero la incorporación de pleno derecho de la mujer a las fuerzas
armadas no ha contribuido a mejorar las cosas. Y quizás sea porque las FFAA no
es el lugar más adecuado para la mujer. Hay problemas fisiológicos evidentes.
Menos mal que los drones, la cyberwar y las nuevas tecnologías
compensan algo el problema. Pero, al final, en caso de conflicto, la “fiel
infantería” es a la que le toca estar presente. Casos como los de la “comandante
Zaida Cantera o este otro nuevo caso en Canarias, no hacen nada para mejorar la imagen del
ejército. Pero, a estas alturas, ¿debemos seguir llamando “ejército” al
ejército? ¿no sería mejor llamarlo “fuerzas auxiliares de la partidocracia” o “empresa
de contratas internacionales del gobierno de turno”?
¡Atención! De este tema están
empezando a aparecer cada vez con más frecuencia noticias. Eso quiere decir que
va a haber en breve novedades. El sistema de pensiones peligra. Teníamos la
certeza. Desde que hace veinte años empezó a circular la falsedad (que todavía
repiten algunos) de que gracias a la inmigración se pagarán las pensiones, era
evidente que las cosas irían mal (porque en ningún país la inmigración ha
contribuido a pagar las pensiones sino a rebajar el valor de los salarios y a
convertirse en una aspiradora de recursos sociales, es decir, a lo contrario
que se proponía). La otra falsedad que circula es que “vivimos más”: no,
vivimos lo mismo, lo que pasa es que la menor mortandad infantil hace que las estadísticas sobre la media de
edad vayan subiendo. Las pensiones se hunden porque la economía está cambiando:
cada vez es menos productiva y más especulativa. Los puestos de trabajo se
reducen y la población aumenta (siguen llegando inmigrantes para que los
salarios sigan bajando). En esas condiciones claro que el sistema de pensiones no
es viable. De hecho, la única sociedad viable en estos momentos es tipo Mad Max… Y ya que estamos en eso: ¿cómo
es que los “agentes sociales” se han callado todos estos años? ¿Cómo es que han
firmado todos los acuerdos que el gobierno de turno les ha presentado para
firmar? ¿Cómo es que todos estos gobiernos no han tomado medidas? Y sobre todo:
¿por qué no se ha tomado ninguna medida más allá de los parches de cada cinco
años? Respuesta: los sindicatos han callado a cambio de subsidios cada vez mayores
y en cuanto a los gobiernos… ¿ignoráis que no planifican nada y que su
horizonte son los 4-8 años que están en el poder y que luego puede caer el
diluvio que ellos ya han comprado paraguas, chubasquero y lancha?
La CUP es Herri Batasuna a la
catalana. Sin embargo, no ha surgido ni del terrorismo, ni de aquella forma
catalana que fue “Terra Lliure” (caso único en el terrorismo mundial: sobre
cinco víctimas que causó, cuatro eran propia y tres murieron por manipulación
de explosivos). El éxito nace de otra
cosa: del fracaso de la sociedad, de la clase política y de las instituciones
catalanas; nace también del fracaso de la izquierda catalana. El problema es
que diagnostican mal las situaciones y sus propuestas están en lo que Lenin
llamó “el izquierdismo: enfermedad infantil del comunismo”. Luego su nacionalismo
independentista es una extraña mezcla de sentimentalismo insostenible desde la
izquierda. Solamente podrían convertirse en la Syriza catalana a condición de
no mezclarse mucho con el “partido de la corrupción”. Los desengañados de ERC
van a parar allí… a falta de ir a parar a Podemos
(espacio declarado desierto cuando la “nueva izquierda” pacto con la “arque-oizquierda”
de ICV). Por eso crece CUP y por eso Artur Mas depende de este grupo. ¿Cuál es
su estrategia en este momento? Destruir
Junts pel Si (CDC+ERC+las tietas+misterproper) y dar al proceso
independentista un aire más anticapitalista y de izquierdas. Extraña mezcla de
realismo, voluntad política, lucidez estratégica, con sentimentarismo
soberanista, irrealidad e indecisión. ¿Qué son las CUP, a fin de cuentas? Una
muestra más de la crisis de la izquierda.