Querido diario:
Sé por la filosofía hindú que el
mundo es “maya”, ilusión. Nada es lo que parece, ni la realidad objetiva es
cómo la percibimos. Comparto algunos aspectos de esta filosofía y he llegado a
una conclusión: el mundo es demasiado absurdo para que sea real. La mayoría de
nosotros somos excesivamente absurdos, casi una mala broma de un diosecillo
loco. Lo mismo puede decirse de lo que nos rodea. No veo racionalidad, lógica,
ni sentido a un mundo. No hay nada más que fijarnos en las noticias diarias.
Todo reviste las formas de una gigantesca bacanal de la sinrazón. Para colmo,
si tenemos en cuenta que una de las bases del moderno paradigma de civilización
es el “Pienso, luego existo”, se verá lo limitado de esta concepción. Uno de
sus corolarios sería: “Pienso, por absurdo que sea mi pensamiento, luego llevo una existencia absurda negación del pensamiento, por tanto, o
no pienso o el producto de mi pensamiento es irreal” y “La mayoría de
individuos no piensan, se mueven a golpes de campanilla , como el perro de
Paulov; luego no existen”. Y, por otra parte, ¿qué importa el pensar o el
existir, si lo esencial es el Ser? Los dos primeros términos indican movilidad,
agitación, inestabilidad. El Ser indica centralidad, estabilidad, serenidad.
Algo que está ausente de nuestro devenir cotidiano. Esa es la buena noticia:
que todo lo que nos rodea es inexistente. Un programa de Matrix diseñado
por un incompetente o por un guasón. Conclusión: si nada existe, todo puede
ocurrir.
* * *
El venerable residuo de la
transición que es IU ha demostrado que lo único que puede aportar a Podemos con unos cuantos individuos
tripudos y barrigones, de sienes plateadas e ideales trasnochados,
supervivientes del viejo PCE. Eso, y un grupo de oportunistas que han chupado
poltrona durante treinta años. Nada más. Ah sí, y aquello de la obsesión por la
“memoria histórica”. El PCE es el anteayer. IU el ayer. Si Podemos quiere ser el mañana, las elecciones catalanas le han
demostrado que IU (allí ICV) esa compañía no le ha servido absolutamente para
nada, salvo para desaparecer sin dejar señas. No es que la “unidad”
multiplicara sus votos, ni siquiera los ha sumado… ¡es que los dividió! Las
viejas siglas, incluida IU-ICV, tienen el estigma de la partidocracia. El
Cataluña Podemos se ha hundido: 1)
por la sospecha de que en BCN, la Colau y su gobierno municipal son un completo
desastre y 2) porque, aunque Podemos
suscitaba ciertos entusiasmos, su dilución en una sigla desconocida por el
electorado “Catalunya Si que es pot”,
implicaba la pérdida de apoyos. Para colmo esa candidatura englobaba a Equo (¿quién conoce a Equo más allá de
izquierdistas con pedigree de otra
época?), ICV, EUA, Podemos… y todo ello presidido por un anciano prematuro Josep
Lluis Franco Rabell, reconvertido en “Lluís
Rabell”, antiguo candidato del PORE en 1988 (¡del PORE! aquella formación trotskista
de otro planeta), pasado luego al Revolta
Global (ex Movimiento Comunista de España), presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de
Barcelona (un mero apéndice del ayuntamiento) y luego impulsor del
manifiesto de izquierdas por el Si-Si
en el seudo-referéndum de noviembre: es decir por la independencia de Cataluña...
¿Qué otra cosa podía ocurrir? Fracaso cantado. La cuestión es que si Podemos no se presenta como tal en las
generales, corre el riesgo de quedar como grupo extraparlamentario. Desde
luego, Pablo Iglesias y los suyos empiezan a estar aureolados de dos características
que son una maldición para una opción política: decepción y fracaso.
Son conservadores… quieren
conservar lo que tienen. Y cada vez tienen menos. En Cataluña han hecho la campaña
del miedo al abismo en caso de secesión (trayendo, finalmente, a Sarkozy que ha
logrado incluso atemorizar a sus propios niños con esa mirada de psicópata
redomado que tiene y esos orígenes e intenciones oscuras que le acompañan allí
donde va). Ahora, cuando toca afrontar las elecciones generales el único
recurso al que se pueden aferrar es el “voto del miedo”: o ellos o el caos. Si
en Ciudadanos hubiera mayor talla
política (fuera de Cataluña, el partido todavía no ha conseguido arraigar
suficiente como para revalidar los resultados del 27-S), el PP correría el
riesgo de ser un partido residual. Perderá votos en las generales, pero Rivera
lo apuntalará… a cambio de que desactive la mano tendida al soberanismo (con el
que Rivera tiene una cuenta personal pendiente que no va a olvidar) y le haga
cumplir estrictamente la constitución. Intenciones que solamente se revelarán el
día después. Hasta ese momento, Ciudadanos
habrá conseguido que se trasvasen hacia su formación miles de votos que hace sólo
seis meses estaban orientados a Podemos,
hacia su bolsa electoral. ¿Problema? ¿Qué
propone Ciudadanos fuera de Cataluña?
Poco y con poca convicción. Su único atractivo se reduce a ser una candidatura
triunfadora en Cataluña (menos mal para ellos el que su rama andaluza, de momento,
no da mucho que hablar e incluso se ha olvidado su apoyo al e“partido de la
corrupción”, PSOE), además de la sonrisa de su líder. Poco para gobernar un
país. Pero es lo máximo que da la clase política de reemplazo.
Burger King lanza una “hamburguesa negra” en España. Si esa es la
propuesta innovadora para revitalizar la mermada clientela de las
hamburgueserías, le auguramos el más triste de los fracasos. Quizás en Japón,
las “hamburguesas de colores” pueden ser una alternativa al sushi, más que nada por la degradación
de la tradición japonesa y la crisis de su juventud, pero en España hay comidas
energéticas que resultan mucho más atractivas incluso para los jóvenes y a 8-10
euros menú. Lo peor es que en Japón, el color negro se ha logrado mediante
tinta de calamar. En España, en cambio, con… carbón vegetal. El sabor ahumado
del pan seguramente se ha conseguido con algún producto químico de cuyos
efectos secundarios nos enteraremos en una veintena de años. Se come mal en los
fast-food… Haced un experimento: llevaros
a casa una hamburguesa, abrirla por la mitad y mirarla con detenimiento. No os
gustará lo que veréis. Es probable incluso que nunca más volváis a pisar uno de
estos establecimientos. ¿La alternativa? Comida identitaria: ni hamburger, ni kebab. Comida tradicional: paella, cocido, montaditos, bocatas
calamares, fritanga y ensaladas variadas.
http://www.libremercado.com/2015-09-28/burger-king-lanza-una-hamburguesa-negra-en-espana-1276557985/
¿Cuántos años lleva emitiéndose Sálvame? Más aún: ¿desde hace cuántas
décadas l telebasura ha llegado a las pantallas? Pero solamente es ahora cuando
la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha incoado expediendes a Mediaset y Atresmedia, a la primera por
los contenidos de Sálvame en horario
infantil y a la segunda por superar el límite de 12 minutos de publicidad por
hora de programación… Llueve sobre mojado, pero no hay que olvidar lo que es la
televisión: publicidad en medio de la cual se colocan contenidos de
programación para que el público la soporte… Eso y no otra cosa. Las televisiones
por cable no son alternativa: además de pagar la conexión… debemos también de
soportar la publicidad. ¿Entonces? Tres alternativas: 1) o vendemos el
televisor, 2) o lo mantenernos cerrado, 3) o nos hacemos una televisión a la
carta. Cualquier cosa antes de que soportar el bombardeo publicitario y la mala
calidad de programas y series. ¿Cómo hacer realidad esto último? Dos
soluciones: o bien mediante programas peer-to-peer
(Emule, Torrent) y trasladando los
contenidos al monitor de TV (entrada USB o CDMI) o bien conectando un ordenador
a la TV y viendo desde ahí directamente los contenidos. Ah, y atención a Netflix (ver películas de estreno
pagando cantidades aceptables) que en estos momentos está en fase de
lanzamiento en España. Cualquier cosa antes que encender la TV y realizar zapping permanente e interminable con la
pretensión, siempre frustrada, de encontrar algo interesante.