Las elecciones de ayer y las declaraciones de la clase
política en las horas siguientes demuestran especialmente que nada va a
cambiar: los soberanistas seguirán con su erre que erre, los no soberanistas son
su “cúmplase la constitución” y las izquierdas socialistas y podemitas con su “ni
soberanismo ni españolismo sino todo lo contrario”. Como podía preverse, estas
elecciones no han solucionado nada. Todo
va a depender ahora de la capacidad de digerir los resultados que tenga cada
parte. Y me temo que tal capacidad es mínima. Se abre un período de alta
inestabilidad que, para colmo, se trasladará a todo el Estado cuando en las
elecciones de diciembre el PP no pueda revalidad sus resultados, y necesite de
algún socio para seguir gobernando. ¿Y Podemos? ¿ya no es una amenaza para la “estabilidad”?
Las elecciones catalanas también han contribuido a redimensionar a esta fuerza,
tanto como la gestión de sus alcaldes… no se puede decir que el balance de todo
esto haya sido muy brillante. Razón tenía Pablo Iglesias cuando desaconsejaba
participar en las municipales y autonómicas… veremos lo que queda de él en las
generales.
Cataluña: una tierra, dos identidades. Eso es lo que han
confirmado los resultados de las últimas elecciones catalanas. Algo que ya se
sabía, pero que la Generalitat soberanista se obstinaba por negar. La buena noticia es que la identidad catalana
y la identidad española están unidas por una relación de contigüidad. No hay
más brecha que la que ellos mismos se quieran poner. Y a decir verdad, el
nacionalismo lleva cavando brechas más y más. Su proyecto no es más que ser
independientes, con todas las ventajas y sin ningún inconveniente. Lo primero,
la hacienda única (dadle a Mas la hacienda catalana y rebajará su entusiasmo
soberanista). El problema es que en Cataluña ya no hay dos identidades
contiguas, sino tres. Sobre 7.500.000 de habitantes de Cataluña, 1.500.000 han
nacido en países extranjeros de los que 1.000.000, quizás algo más, son países
islámicos (del Magreb, de África negra y de Paquistán). Y aquí sí que no
hablamos de “identidades contiguas” ni de “brechas artificiales”: las brechas
que existen, culturales, religiosas y antropológicas son muy profundas. Además
su tasa de reproducción es cuatro veces superior a la española (y no digamos a
la catalana). Y no nos engañemos: hacen rancho aparte salvo para exigir
subsidios y ayudas sociales. Inintegrables en un mercado laboral deshecho,
inintegrables en las costumbres y tradiciones catalanas y españolas, en 20 años
supondrán un 30% de la población catalana… con o sin independencia. No
albergamos la menor duda de que la identidad española y la catalana son complementarias
y no están en contradicción , ni tiene porqué chocar… salvo que alguien
pretenda que una domine a la otra. Lo que pasa es que el tercero en discordia, “ya están aquiiií”… y se equivocan los
ingenuos soberanistas si pretenden hacer de un islamista un “bon català” como
hicieron con un andaluz, un murciano, un extremeño o un castellano viejo…
“El área metropolitana evita la victoria independentista en
votos…”. Título de La Vanguardia,
demostrando una vez más la miserabilidad de este medio y lo tendencioso de sus titulares.
La noticia viene a decir que en el área metropolitana (donde se concentra la
mayoría de población catalana), el soberanismo ha sido derrotado. Correcto. Así
pues, el título de la noticia debería ser, en aras de la claridad: “Derrota
independentista en el área metropolitana”, pero eso no sería bien visto desde
la Generalitat soberanista. Así pues, hay que aludir a “victoria
independentista”… aun cuando en el área a la que alude la noticia se trate de
una “derrota independentista”. Sin olvidar que en todo el rotativo, hasta ahora
boletín interno de CiU , la palabra “elecciones plebiscitarias” no aparece ni
por asomo. “Una información tendenciosa para un pueblo desinformado…”, lema de
la Dirección de Medios de Comunicación de la Generalitat de Cataluña.
El IBEX abre con mínimas pérdidas tras las elecciones
catalanas… titula La Vanguardia una
noticia innegable. Aunque, realidad, debería haberse titulado así: “Los
resultados electorales frenan el proceso soberanista y generan pérdidas mínimas
en la bolsa”. Los políticos siempre dicen en la noche electoral lo que están
obligados a decir. Todos han ganado y el que no ha ganado encuentra motivos
para su júbilo. Los tertulianos, comentaristas y plumíferos decimos lo que nos
viene en gana, unos en función del sentido común, otros en base a sus
preferencias políticas o a quienes le pagan… pero sólo los inversores emplean
la noche de las elecciones en meditar sobre los resultados y actuar en consecuencia.
Si vencían los soberanistas se producía la debacle en las bolsas españolas. ¿No
se ha producido? Luego el “peligro independentista” en un “tigre de papel”. Seguirán
aparentando vida: pero el tiempo juega contra ellos en todos los terrenos. Su
techo está por debajo de los dos millones de votos. Carecen de fuerza social
para casi todo, incluso para exigir una Hacienda Catalana. Los inversores lo
saben. Por eso el IBEX no se ha inmutado apenas.