INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

lunes, 11 de noviembre de 2024

NO SEÑOR FEIJÓO, EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS NO HA FUNCIONADO (NI FUNCIONARÁ)

Hay declaraciones que no son permisibles ni para un deficiente mental profundo que, para colmo se ha embriagado a base de latigazos de Agua del Carmen. Sin ir más lejos, la Guardia Civil habría tenido que obligar a Feijóo a soplar por el alcoholímetro, cuando dijo, con una seriedad pasmosa y a doce días de la “gota fría” que “el Estado de las Autonomías ha funcionado”… Pues bien, no. Precisamente, una de las evidencias que han sacado a la superficie la catástrofe es que, si algo no ha funcionado, es precisamente ese “Estado de las Autonomías”, construido en parte por el PP. Y hasta aquí hemos llegado. Frases como esta son inadmisibles para un político que se presenta como “alternativa” al pedrosanchismo y como “líder de la oposición”.

UN POCO DE HISTORIA

Inicialmente, el régimen constitucional de 1978 se asentó sobre dos columnas, la alternancia en el poder de UCD y PSOE, apoyados por dos piezas menores (CDC y PNV) a efectos de completar mayorías cuando ninguno de los dos grandes partidos tuviera dominio absoluto sobre el tablero político. UCD murió víctima de su propia ambigüedad interior (luchas entre democristianos, socialdemócratas, liberales y ex franquistas). La derecha tardó todo el felipismo en reconstruirse sobre la base de la extinta UCD y de la pequeña AP. El nuevo régimen, además, se apoyó en el andamiaje mediático de la época: PRISA, Cadena Z y Cadena 16 y, sobre todo, en un sistema jurídico “garantista” en el que se aseguraba, sobre todo, que la clase política sería inmune a investigaciones y procesamientos. A ello contribuía el que la “división de poderes” era una entelequia. A este sistema, de partida, imperfecto, se sumó el “café para todos” autonómico y el que el partido de gobierno no tuviera por encima ninguna autoridad. Eso sí, para contentar a los “poderes fácticos” de la época y no dar una sensación de “ruptura”, España siguió siendo una monarquía, pero se despojó al Rey de cualquier poder real y se le relegó a una mera función honorífica. 

Todo esto ha generado un régimen lastrado especialmente por tres factores:

1) PRIMERA LOSA: La corrupción sale gratis a la clase política. 

Cientos de miles de millones de euros se han dilapidado en estos últimos 46 años y muy pocos han respondido ante los tribunales, las dimisiones por corrupción pueden contarse con los dedos de la oreja, y cuando se ha producido algún procesamiento no se ha traducido ni en condenas ejemplares, ni en devolución de lo robado. Se ha hecho todo lo posible para que ningún político entrara en prisión, se han retrasado lo más posible los procesamientos, hasta la prescripción de los delitos. Y si la sentencia era contraria, el indulto resultaba obligado. En un sistema así concebido y que utiliza desde hace 46 años esas mismas prácticas (y ese “garantismo” judicial que, desde luego, no ha sido ideado para proteger los derechos de robagallinas o choros de a pie), cada administración estaba casi inducida a robar más que la anterior. Y es así como hemos llegado al pedrosanchismo, esa orgía de la corrupción.

2) SEGUNDA LOSA: Los partidos políticos mayoritarios. 

España es un país cuya historia ha camina al paso con la monarquía. No solo España aportó emperadores a Roma, sino que desde la “Hispania Gothorum”, este país ha tenido como forma de gobierno, siempre -salvo durante los dos luctuosos instantes republicanos (el primero del 11 de febrero de 1873, hasta el 29 de diciembre de 1874 y el segundo desde el 14 de abril de 1931, hasta el 1 de abril de 1939, en total, apenas 10 años “inolvidables”)- la monarquía. Pero una monarquía CON PODER, es decir, una monarquía que estuviera simbólicamente, no solo por encima de las partes, que no solamente moderara a las partes, sino que tuviera poder POR ENCIMA DE LAS PARTES cuando estas lo hicieran rematadamente mal, cuando el país se encontrase en una situación de crisis o de caos. Hoy, cuando decimos “partes”, queremos decir “partidos”. Lo más abyecto de esta democracia es que una ínfima minoría de la población, afiliada a partidos políticos, formaciones dirigidas a su vez por una ínfima minoría de afiliados, sin doctrina ni principios, gobiernan después de campañas de publicidad engañosa, y obtienen la totalidad de los resortes de poder. Más que “democracia”, cabría llamar al sistema político español “oligarquía partitocrática absoluta”.

3) TERCERA LOSA: el inviable “Estado de las Autonomías”. 

En los años 70 se hablaba de “descentralización del Estado” (favorecido por la velocidad de las comunicaciones y la todavía fortaleza del Estado) y, aprovechando la ambigüedad del concepto, ya en democracia, se reconoció las autonomías regionales de Cataluña, Euskalherria y Galicia. Se olvidaba que, en el caso de las dos primeras, las precedentes autonómicos ensayados durante la Segunda República, sus promotores -Macià y Aguirre- no consideraban la “autonomía” como un final, sino como un paso intermedio entre el Estado centralizado y la independencia de sus regiones. Ignorantes de la historia de aquel gran fracaso nacional que fue la Segunda República, los “padres de la constitución” de 1978, volvieron a impulsar las tres autonomías “históricas” (la gallega, ciertamente, se aprobó en 1981 en referéndum por un escuálido ¡28% de votantes!, de los que una quinta parte votó en contra…). Falto tiempo para que Andalucía se sumara al carro. El problema era que UCD no tenía mayoría en esas comunidades, así que optó por extender también a la autonomía en aquellas regiones en donde era mayoritaria: eso fue el “café para todos”. Y aquellas aguas trajeron estos lodos: un país invertebrado, 17 taifas, agravios comparativos continuados, presupuestos absorbidos por burocracias regionales cada vez más voluminosas, ausencia de proyectos nacionales e inviabilidad de plantearlos y, todo ello, multiplicando las posibilidades de corruptelas y, sobre todo, el gasto público descontrolado, que podía mantenerse -a fuerza de restar presupuesto a proyectos nacionales inaplazables- en momentos de bonanza económica, pero que suponía un lastre inviable, con los consiguientes fenómenos de endeudamiento y aumento de la presión fiscal, para las generaciones futuras.

1978 NO ES 2024

El “Estado de las Autonomías” cada día que pasa, se muestra como el mayor lastre, mientras las corruptelas se han disparado y no existe un poder REAL por encima de los partidos políticos. Esta realidad solamente es negada por fanáticos independentistas (para ellos, el “Estado de las Autonomías” ha sido un avance en su tránsito hacia los procesos independentistas), cuadros del PP o del PSOE (cuyos escasos afiliados han asaltado todos esos centros de poder y han resultado ser los máximos beneficiarios de la alternancia constitucional (y también los peores gestores del poder) y “periodistas de sobre” al servicio de cualquiera de los partidos.

El problema es que todas las situaciones tienen un límite “entrópico”: una situación en la que, desde el comienzo estén presentes todos los elementos susceptibles de provocar el caos (y eso estaba ya en germen en los debates de los “padres de la constitución” en 1978), tiende, necesariamente, desde el primer momento, a generar un caos creciente que, finalmente se estabiliza en un “orden” que no es más que el “caos permanente e irreversible”. Con el pedrosanchismo y con la “gota fría” valenciana hemos llegado a este punto.

El gran problema para el PP y para el PSOE es que 1978 no es 2024. Los tiempos van en contra de eternizar la hegemonía de ambos partidos. 

Existen seis factores diferenciales son:

1) LA “BANDA DE LOS CUATRO” (PP, PSOE, CiU y PNV) YA NO ES EL ÚNICO ACTOR POLÍTICO

2) LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN QUE TENÍAN LA INICIATIVA EN 1978, YA NO LA TIENEN

3) EN 1978 EXISTÍA UN SINCERO ANHELO ENTRE LA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN PARA ENCONTRAR UNA “VÍA”

4) ESPAÑA ERA UNA “POTENCIA ECONÓMICA”, HOY ES UNA “POTENCIA TURISTICA”

5) LAS AUTONOMÍAS “HISTORICAS” ERAN EXCUSAS PARA EL INDEPENDENTISMO

6) UNA CUARTA PARTE DE RESIDENTES EN ESPAÑA HAN NACIDO EN EL EXTRANJERO

Podemos ampliar estas diferencias para redimensionar el papel del PP y del PSOE en todo este proceso:

1) LA “BANDA DE LOS CUATRO” NO ES EL ÚNICO ACTOR POLÍTICO

En 1978 la “ultraderecha” se polarizaba en torno a Blas Piñar y a su discurso nostálgico de las realizaciones del franquismo, que se agotaba en este punto. Era, incluso, incapaz de presentar un programa político que no fue el cumplimiento de las Leyes Fundamentales en las que pocos creían ya. Su comprensión del franquismo, por lo demás, aludía a una etapa del mismo, el período nacional-católico de 1943 a 1956, no al conjunto de 40 años. Los distintos grupos de extrema-derecha estaban infiltrados hasta las trancas y se habían convertido en reductos de fidelidad y lealismo, mucho más que de eficacia política. Fraga, pudo modelar la derecha a su capricho y la desnaturalizó convirtiéndola en “centro-derecha” antes de refugiarse en Galicia. Desde entonces, los pequeños grupos de extrema-derecha no han estado en condiciones de levantar cabeza. Pero hoy el “sin enemigos a la derecha” se ha terminado. La aparición de Vox que, en principio parecía una reedición del PADE formada por gente que se había quedado al margen del reparto del poder y que querían volver al PP, tuvo unos primeros pasos vacilantes (un programa basado en la lucha contra el aborto y contra el terrorismo de ETA), pero luego se fue reafirmando y entendiendo que su espacio político era el mismo que el de las distintas opciones que en Europa se estaban afirmando a base de anti-inmigracionismo, defensa de la identidad nacional, euroescepticismo y reforma del sistema político. 

En la derecha, pues, no está claro el tiempo en el que el PP seguirá siendo hegemónico: la gestión de Mazón, las vacilaciones y timideces de Feijóo, su permanente mano tendida al PSOE, su apoyo continuado al PSOE en Europa son algo más que errores políticos: son vistos como estupideces inaceptables para buena parte de su electorado. Cuando Elon Musk ha cristalizado su apoyo a las víctimas de Valencia, lo ha hecho donando antenas Starlink, no al Estado, ni a la Cruz Roja, ni a la Generalitat Valenciana, sino a los jóvenes de Vox cuya movilización ha sido masiva y han llegado a las zonas de catástrofe antes que cualquier otra organización civil o militar.

En la izquierda no se vive una situación radicalmente diferente: lo que a la derecha del PP es crecimiento y aumento de apoyos sociales, a la izquierda del PSOE puede definirse con dos términos: “fractura” y “atomización”. Podemos, que suscitó en el momento de su aparición esperanzas de renovación en la izquierda, rápidamente pasó a ser controlada por una corte de descerebradas que, para colmo habían obtenido el puesto por delegación de sus amantes y “novios”. En lugar de centrarse en los problemas de los sectores más desfavorecidos de la sociedad, cayeron en la trampa de elaborar un discurso para “minorías” creyendo en la falacia de que, sumadas todas esas minorías a la corriente “progresista”, constituían una “mayoría social”. Para colmo, sus rarezas personales, sus fobias, sus contradicciones entre lo predicado y el ejemplo dado (Errejón no es una excepción en este ambiente, antes el caso Mónica Oltra iba en la misma dirección, unido a una incapacidad congénita para resolver problemas y una irreprimible tendencia a aumentarlos, especialmente en materia de sexualidad), y la mala gestión de quienes han alcanzado algún tipo de responsabilidad nacional (desde el “vicepresidente de la coleta”, hasta Yolanda “la de los modelitos horteras”), la división interior en sectas y en cientos de pequeños grupúsculos, capillas, han llevado a la izquierda del PSOE a convertirse en una irrisión. 

Ciudadanos, cuyo éxito inicial derivó de haber proclamado su antiindependentismo catalán, cuando, con el apoyo de La Caixa, quiso dar el salto a nivel nacional, generó ilusiones entre nostálgicos del centrismo hasta que su dirección empezó a devanear sobre si presentarse como “centro-izquierda” y fue entonces cuando el ciudadano medio se enteró que no había ni proyecto, ni liderazgo, ni siquiera personalidad en esa formación que ha desaparecido, no solo a nivel nacional, sino en aquella Cataluña en donde fue el partido mayoritario hace apenas 10 años.

Se han producido cambios en el independentismo: el pujolismo espera para 2025 su “proceso de Nuremberg” (si la salud de Pujol lo permite...), la antigua CDC con los bienes embargados, dejó de existir, mientras que Artur Mas se embarcó en una fuga hacia delante e impulsó el independentismo cuando el Estado, víctima de la mala gestión de Zapatero y del fracaso del modelo económico de Aznar, ya no pudo enviar más dinero a Cataluña sin riesgo de endeudarse y en unos momentos en los que la prima de riesgo de la deuda española estaba al máximo. Pero la fuga hacia el independentismo fue, en el fondo, la constatación del fracaso del “nacionalismo moderado”. El “procés” fue pura irrisión: incluso una burla a la democracia y al pueblo catalán. Se presentaba al referéndum como imprescindible, pero la gencat, mientras lo preparaba, ya daba por sentado que el voto sería favorable a la independencia y llevaba tres años preparando “leyes de desconexión”, incluso una “constitución catalana”. El ridículo fue mayúsculo y, desde entonces, nadie con mínimos conocimientos de política puede tomarse en serio al independentismo (que hoy recoge como máximo un 25% del favor de los catalanes y sigue bajando en las encuestas). De las tres formaciones indepes, la CUP está casi evaporada, ERC dividida en múltiples tendencias y rota interiormente y, en cuanto a Junts lo fía todo a un “president”, cobardón, cada vez más alejado de la Cataluña real. Junts alarmada por la erosión de Aliança Catalana, el partido de extrema-derecha indepe, antiinmigracionista y con un discurso de “regeneración catalana” que, además, tiene el valor de la sinceridad y de la honestidad. Si el independentismo no es todavía un cadáver político, se debe a los “siete votos” de Junts en el Parlamento de la nación, necesarios para mantener al psicópata en la presidencia. ¿Cómo reaccionarán los electores catalanes al darse cuenta de que Sánchez y su entorno han podido sentarse en el poder y ejercer la corrupción a espuertas, solo porque los votos independentistas lo han permitido?

En cuanto a la situación en Euskalherria no es mucho mejor: Sánchez ha legitimado a los hijos de ETA. Y los hijos de los matarifes han aprovechado la ocasión, ante un PNV que ha perdido el norte y que ya no se atreve a ser lo que sus siglas afirman que es: un partido “nacionalista”. La realidad es que, la región se ha convertido en uno de los polos de atracción de una emigración inintegrable. El cálculo realizado por los independentistas en Cataluña y en Euskalherria es muy simple: “podemos movernos mejor aliándonos con el PSOE que cuando gobierne la derecha, así pues, trataremos de sacar el máximo beneficio de la situación”. Pero esa actitud es precisamente la que les hace cómplices de los desmanes del pedrosanchismo y lo que, unido al arcaísmo de sus propuestas en materia de independencia, les costará, antes o después, perder franjas de electores.

Lo único, pues, que se mantiene, exactamente cómo en 1978, es que el sistema sigue sostenido por dos columnas: la de la derecha pepera y la de la izquierda pedrosanchista. Y la novedad de lo que están sosteniendo es que ya no tiene la misma solidez que en 1978 cuando se planeó, ni las mismas esperanzas, ni idénticos fervores: la construcción amenaza ruina.

2) LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN QUE TENÍAN LA INICIATIVA EN 1978, YA NO LA TIENEN

En 1978 era fácil “crear” opinión pública. Bastaba con que los principales medios de comunicación se pusieran de acuerdo en los objetivos a alcanzar y, durante la transición no era difícil: existían tres grupos de prensa que dominaban el sector, PRISA, Cadena 16 y Cadena Z. Hoy, Cadena 16 ya no existe y las otras dos están en fase creciente de liquidación. La prensa convencional se ha derrumbado. La irrupción de la era digital ha sido uno de los factores, pero no el único. En general, los medios convencionales han apostado por su transformación digital, pero no han podido evitar que, especialmente en la derecha, aparecieran medios mucho más agresivos, con menos presupuestos, pero incomparablemente con menos gastos y más lectores; son los “tabloides digitales” de los que hablara Sánchez cuando todavía tenía el valor de decir que lo de Begoña era una fabulación. 

La comunicación ha cambiado extraordinariamente en estos últimos 46 años. En realidad, no se parece en nada. Diarios que hace 15 años se jactaban de vender 750.000 ejemplares a la semana y 1.000.000 el domingo, hoy difícilmente logran vender menos de la décima parte. Internet ha irrumpido como una apisonadora. Y, a pesar de, inicialmente, el dominio de Facebook sobre las redes sociales, contribuyera a alimentar una opinión pública unívoca, la transformación de Twiter en “X”, ha ofrecido a los opositores al “nuevo orden mundial” y a la globalización, una tribuna no sometida a censura. Todo esto ha permitido reconstruir en los dos últimos años una opinión pública, más libre y, si bien es cierto que cada vez está más polarizada (y encabronada), también es cierto que el pensamiento “alternativo” y de oposición, va avanzando, mientras que el pedrosanchismo y el “viejo orden” reculan entre fakes e información sesgada. La “opinión pública” está dividida en tres sectores: “los que creen en criterios progresistas”, “los que creen en criterios conservadores” y “los que analizan, estudian y buscan” y estos últimos van alimentando el conservadurismo que se está imponiendo un poco por todo el antiguo Primer Mundo. Al querer quemar etapas, forzando sus medidas de ingeniería social, el progresismo se ha quemado así mismo. La victoria de Trump es la enésima demostración.

En España, la desaparición de los grupos mediáticos que apoyaron la transición, ha dado lugar a una doble contradicción: la que se da entre medios digitales y medios convencionales (TV, prensa impresa con desdoblamientos digitales) y la que se da en el interior del bloque digital. Los medios que buscan apuntalar el régimen son mayoritarios entre los medios convencionales (incluida la televisión): es lógico, se encuentran entre la espada y la pared, no han sabido adaptarse a la digitalización y su subsistencia depende en última instancia de las subvenciones que el régimen les ofrezca. Así pues, siempre -sean de derechas o de izquierdas- siempre apoyarán a una de las dos columnas del sistema: PP o PSOE. Si bien es cierto que, entre personas de cierta edad, todavía se ven canales genéricos de TV, lo cierto es que las audiencias de estos van disminuyendo alarmantemente. Hoy no tiene mucho sentido “controlar RTVE”, porque las audiencias de sus distintas cadenas y canales han llegado a mínimos históricos (8-9%). Las audiencias se han dispersado (un 12% de share se considera un “puntazo”, mientras que en 1975 el 100% de los espectadores veían la misma TV, presente en un 74% de los hogares) y los medios convencionales han perdido influencia. 

La movilización a favor de los damnificados en la riada valenciana demuestra precisamente:

1) que se ha tratado de una movilización realizada al margen de los medios de comunicación convencionales (que solo han reaccionado en un segundo tiempo), 

2) que determinados sectores de la sociedad civil han reaccionado antes incluso que las autoridades centrales y autonómicas (en especial, los jóvenes de Vox y los distintos grupos activistas de “ultraderecha”, todos ellos capaces de movilizar a través de “redes sociales” a la sociedad), 

3) que se han difundido muchas más noticias e informaciones reales a través de “redes sociales” que de los medios de comunicación convencionales. 

Sánchez es consciente desde los tiempos de la pandemia de que está perdiendo la batalla en este sector. Sus medidas para paliar este problema han ido en tres direcciones: 

- subvencionar a “verificadores” (que obviamente solo estaban interesados en desmentir bulos -o no tan bulos- que iban contra el pedrosanchismo),

- alimentar a “tabloides digitales” propios (elplural, esDiario, etc), 

- y a tratar de establecer orwellianas “medidas de regeneración democrática” (que, en realidad, son obstáculos a la libertad de expresión encaminadas a cortar la “disidencia digital” cada vez más abundante y con más seguidores).

Pero, la realidad es tozuda: el sistema se mantiene con un apoyo mediático muy mermado y eso genera que cada vez crezca más la insolidaridad de sectores cada vez más amplios de la población con el régimen. No existen medios de comunicación “creíbles”, sino solo aceptados por un sector u otro de la sociedad. 

 

3) EN 1978 EXISTÍA UN SINCERO ANHELO ENTRE LA POBLACIÓN CON ENCONTRAR UNA “VÍA”

Salvo minorías a la derecha que creían que era posible perpetuar el franquismo tal como lo habían vivido desde 1939 y minorías de la izquierda que creían en  una revolución a lo bolchevique o incluso a lo maoísta, lo cierto es que en 1975 existía cierto consenso social: era necesario garantizar “paz, trabajo y libertad”. El franquismo había traído paz y trabajo, quedaba pendiente lo de las libertades y ese fue el gran eslogan en el que creyeron buena parte de los españoles para aceptar abrir la vía a la transición. Era inevitable reconocer que ni el franquismo tenía capacidad ni convicción como para seguir con las mismas políticas que había seguido desde 1959, ni la “oposición democrática” tenía fuerza social suficiente para alcanzar el punto de “ruptura” al que querían llegar. La situación se prestó a “consensos”. Los consensos -incluso realizados con la mejor voluntad- llevaron a ambigüedades. Las ambigüedades a agujeros negros. Y los agujeros negros generaron los tres grandes problemas que hemos visto en la primera parte de este estudio. La reforma es, pues, hoy más necesaria que nunca: incluso más necesaria que en 1975. 

En 2024 la sociedad española está completamente fracturada y, lo que es aún peor, esa fractura no se produce en un momento de crecimiento económica y bonanza, sino de crisis en todos los terrenos. Y no hay nadie en el timón: la clase política sigue preocupada por las próximas elecciones y por que su permanencia en el cargo durante unos años, baste para garantizarle su jubilación. No hay proyectos, no hay ideales, no hay valores, ni a la derecha, ni a la izquierda. Si los queremos buscar deberemos viajar a los “extremos” del arco político. 

Tampoco hay posibilidad de reconstruir consensos, ni de encontrar puntos de encuentro. El único posible es entre PP y PSOE para evitar que el edificio constitucional se derrumbe. Y mientras permanezca Sánchez en Moncloa, ni siquiera es un consenso real: es, más bien, la zanahoria que se pone delante del hocico del asno para que siga adelante. Y es un zombie (un político muerto y enterrado en vida como el Pedro Sánchez) el que pone la zanahoria a un Feijóo y a un González Pons

A esto se une que los “padres de la constitución” generaron un engendro inamovible: para modificarla haría falta el consenso de un 75% del parlamento, lo que, en las actuales circunstancias de polarización es imposible de obtener y al que solo podría alcanzarse mediante un eje PP-PSOE, la “gran coalición” recomendada por la UE y por el sentido común cuando todavía había tiempo (hasta las elecciones generales de 2019). Así pues, en última instancia, la gran contradicción que corre el riesgo de deshilachar completamente a España es entre una constitución que hace mucho tiempo ha dejado de funcionar y la imposibilidad constitucional de reformarla… Las esperanzas que teníamos en 1975 como nación y que compartían la mayor parte de españoles -por eso fue posible la transición- se han dilapidado y es absolutamente imposible, en las actuales circunstancias, generar nuevos consensos para reformar el sistema político.

4) ESPAÑA ERA UNA “POTENCIA ECONÓMICA”, HOY ES UNA “POTENCIA TURISTICA”

Poco a poco, el turismo se ha ido imponiendo como el primer recurso económico del país, anteponiéndose, primero a los ingresos procedentes del sector primario, luego al volumen total de negocios del sector industrial y ahora siendo el líder de las actividades del sector servicios. Ese es el papel, la “periferia”, al que nos ha relegado la UE. Algo mucho más lacerante, cuanto España podría ser el “granero de Europa” y cuando no era necesario renunciar a nuestra industria estratégica para “entrar en Europa”. Pero el gobierno de Felipe González no supo negociar bien el Tratado con la UE y, con posterioridad, el turismo -ese invento del franquismo- se convirtió en el eje de nuestra economía. La diferencia era que, mientras para el franquismo, era un sector más que, sobre todo, proporcionaba divisas, ahora se ha convertido en el sector esencial para nuestra supervivencia económica, a pesar de ser un sector de bajísimo valor añadido. Hoy, el gran drama de España es que no puede prescindir del turismo, pero está más que claro que con la curva ascendente de la delincuencia, el turismo no podrá mantenerse eternamente: o bien se corta en seco la entrada de delincuencia extranjera, o esta se encargará de demostrar a los turistas que Marruecos no solo es más barato, más exótico, sino que ¡los delincuentes marroquíes operan en España! 

Y, en las actuales circunstancias, España no puede sobrevivir económicamente, precisa una reindustrialización y una revitalización de nuestra agricultura, elementos que pasan a través de una renegociación con la UE que el PSOE no está interesado en dar y que el PP ni siquiera es consciente de que hay que forzar. No se pagarán los dos billones de euros que deberá España al finalizar el año 2025 con turistas atraídos por latas de cerveza a 0’33 €. 

En 1975, España era un país industrializado. Habían bastado 20 años para pasar del subdesarrollo a la séptima potencia industrial. Hoy somos la catorceava. Y lo peor es que formamos parte de un barco a la deriva, la UE (que en 1975 era el paraíso de los tecnócratas y que hoy es el destino de los aventureros políticos y la pata europea de una globalización que ya se ha desintegrado pero en la que la UE sigue creyendo…).

5) SE HA DEMOSTRADO QUE LAS AUTONOMÍAS “HISTORICAS” ERAN EXCUSAS

Estas líneas han sido desencadenadas por la absurda afirmación de Feijóo sobre las “excelencias” del malhadado “Estado de las Autonomías”. Una mentira mil veces repetida no deja de ser una mentira, y más en este caso, en el que resulta suicida. Inicialmente, los únicos interesados en el “Estado de las Autonomías” fueron los nacionalistas. Pero el nacionalismo tiene un límite: el independentismo. Todo pequeño nacionalismo que no desembocara en el independentismo no es consecuente con su razonamiento inicial: si Cataluña es una “nación”, el destino de las naciones no es más que la independencia… 

Cuando PP y PSOE comprobaron que su abundante clase política interesada y oportunista podría ser colocada en 17 pequeñas comunidades autónomas y, además, así se “descentralizaban” responsabilidades (como está ocurriendo dramáticamente en Valencia en donde no está claro cuál es el centro de imputación: si el responsable de la masacre es el gobierno autonómico o el central) optaron por ensalzar hasta los cielos a la peor lacra que ha caído sobre este país: la descentralización autonómica. Ahora, cuando ya sabemos que las primeras autonomías fueron meras excusas de los nacionalistas para avanzar unos pasos hacia la independencia de sus ficciones nacionales, cabe preguntarse si es políticamente aconsejable, económicamente viable y moralmente tolerable el seguir con esta ficción y si, por el contrario, la salida más simple a la necesidad de “achicar el Estado”, no será liquidar esos entes inservibles para todo salvo para alimentar a la burocracia de los partidos. En 1978, todos nos engañamos, pero hoy sabemos que una cosa es la “descentralización del Estado” y otro la “descentralización del Estado de las Autonomías burocráticas y faraónicas”. Una cosa es descentralizar y otra desvertebrar. Descentralizar no es crear 17 fotocopias reducidas del Estado en 17 taifas que funcionan igual de mal y sometidas a los mismos problemas que la matriz. Hoy, España es el ejemplo para el mundo de que la descentralización no es siempre la mejor opción. En 1998 un proyecto de descentralización en Portugal fue rechazado en referéndum porque se puso como ejemplo a España… Sólo los que viven de cada autonomía regional apoyan su existencia.

6) UNA CUARTA PARTE DE RESIDENTES EN ESPAÑA HAN NACIDO EN EL EXTRANJERO

Los españoles nos reconocíamos y reconocíamos a los extranjeros. Sabíamos quiénes éramos y cuál era nuestra identidad. Éramos conscientes de cómo era el paisaje de nuestras calles y pueblos. Incluso estábamos orgullosos de que nuestra identidad tuviera prolongaciones en Iberoamérica y que compartiéramos un idioma hablado por 600 millones de personas y que nuestros hijos fueran educados en ese idioma y lo dominaran. Mayoritariamente, éramos un país católico, con un grado de libertad suficiente como para que otras religiones disidentes del catolicismo pudieran celebrar sus cultos. Sabíamos que en nuestras calles íbamos a contemplar a gentes parecidas a nosotros. No impedíamos a otros que vivieran aquí, pero implícitamente les aceptábamos porque ellos seguían el “donde fueres haz lo que vieres”. Esto ha variado y pertenece a una España que ha dejado de existir.  

Las reformas de la Ley de Extranjería realizadas desde los últimos años del felipismo, luego el modelo económico de Aznar y finalmente, las locuras “mundialistas” de Zapatero y su “diálogo de civilizaciones”, unido al desinterés, a la ambigüedad del PP en la materia, y a la necesidad del PSOE de generar “votantes de sustitución” nacionalizando a gentes que ni siquiera tenían un conocimiento del idioma y no digamos de nuestra cultura, todo ello, ha tenido como resultado que hoy entre un 22 y un 28% de los residentes en el territorio nacional o hayan nacido en el extranjero o sean hijos de extranjeros. La lógica, en las actuales circunstancias, dice que debería haberse permitido el acceso a aquellos que no creaban problemas y cerrado el país a cal y canto a quienes lo creaban. Lamentable e irreversiblemente, se ha hecho todo lo contrario

El sistema perverso alimentado especialmente por el pedrosanchismo basado en “subvenciones – okupaciones – ocultaciones” se ha impuesto: las subvenciones generan un “efecto llamada” creciente, las okupaciones permiten que sea el sector privado el que esté forzado a sustituir a la obligación del Estado de crear viviendas, finalmente, la “ocultación” consiste en tapar los delitos cometidos por extranjeros a costa de hacer visibles cada vez más, los delitos cometidos por españoles y, en segundo lugar, falsear las estadísticas de delincuencia (algo que cada vez tiene un impacto más negativo a la vista de los datos ofrecidos en redes sociales). 

Salimos a la calle y no reconocemos el paisaje de nuestras ciudades. La delincuencia, el peligro y la fealdad se han instalado entre nosotros. Nuestros hijos ya no pueden tener una formación en historia que podría hacerles desconfiar de chilabas y velos islámicos. Y, ni siquiera somos conscientes de las intenciones de los recién llegados, aparte de vivir de subsidios: cuando se conocen determinados aspectos del islam, asusta pensar que entre nosotros viven entre dos y tres millones de originarios de países musulmanes que no solamente visten, sino que piensan de manera muy diferente y para los que es normal lo que para nosotros son simples aberraciones

Si España pudo vivir la existencia de un Estado homogéneo fue precisamente por que en el siglo XVI se produjo la expulsión de los moriscos y evitamos tensiones religiosas que han concluido en masacres recientemente en los Balcanes. En 1975, España era una nación cultural, religiosa y étnicamente europea. Hoy algunos están orgullosos de pertenecen a un Estado multiétnico, multicultural, multilingüístico y multirreligioso, sin preguntarse si ello es viable o inviable, y cuando todos los indicadores sugieran a las claras, precisamente, su inviabilidad.

PP Y PSOE Y LAS “CUATRO ESPAÑAS”

Es inútil -y hasta cierto punto injusto- responsabilizar al PSOE solamente del “estado de catástrofe económico-política” en el que se encuentra España. Si dos son las columnas del régimen, dos son también los responsables de lo que está ocurriendo. Y lo han sido siempre. Durante el “aznarato” (1996 a 2004) se pudo reformar aquellos aspectos del Estado que se había demostrado durante el felipismo que no funcionaban (educación, autonomías, pacto con la UE), pero se hizo justo lo contrario: “Yo, en familia, hablo catalán” dijo el presidente para justificar lo intocable del “Estado de las Autonomías” y apoyarse en la corrupción pujolista; se renunció a la expulsión de ilegales o a la reforma de la educación, se creó una economía basada en construcción, salarios bajos, acceso fácil al crédito e inmigración masiva, un modelo suicida como se demostró en la crisis de 2008-2011. Rajoy centró sus esfuerzos en reconstruir la economía y evitar la intervención directa de la UE, pero olvidó todos los demás terrenos, como si no tuvieran que ver en el futuro del Estado, de la Nación y de la sociedad. Con Sánchez llegó a Moncloa, la clase política ya había sufrido un lento proceso de degradación que generó el que individuos mediocres, con problemas psicológicos de manual, ocuparan lugares vacíos, hasta La Moncloa. En el fondo, el único asesor que hubiera debido contratar Sánchez, y se hubiera ahorrado los salarios de los otros 800, era un buen psiquiatra.

Y ahora, tenemos tantos frentes abiertos de corrupción que resulta imposible pensar que Sánchez va a salir impune de todos ellos. A eso se suma, la “gota fría” valenciana que ha puesto de evidencia la inviabilidad del Estado de las Autonomías y genera náuseas sobre la existencia de las “cuatro Españas”: 

1) de la “España socialista” que cree que el Estado no tiene que hacer nada, salvo esperar a que le pidan ayuda; 

2) la “España pepera” que cree que las autonomías deben dejar paso al Estado en caso de catástrofe natural; 

3) la “España carroñera”, protagonizada por extrema-izquierda e indepes o pancatalanistas que aprovecha la más mínima ocasión para sacar sus pancartas; y, finalmente, 

4) la “España solidaria” que es la que desde hace casi 15 días se está volcando en ayuda a los damnificados y que, mira por dónde, su eje mayoritario está formado por los jóvenes de Vox y por grupos considerados de “ultraderecha”. Y vale la pena citarlos también; de hecho, es una obligación citarlos: España 2000 (el mejor asentado en la comunidad valenciana con militantes en las zonas afectadas), Hacer Nación, Núcleo Nacional, Falange Española, FACTA, y círculos provinciales del mismo ambiente político. Sería injusto no recordar también que, desde el otro extremo, el Frente Obrero se ha movilizado (como “excepción de izquierdas”) en favor de los damnificados.

Y estos grupos están dando una lección que este país no puede olvidar: lección a los gobiernos central y autonómico, lección a la extrema-izquierda y a las ONGs de salón incluida Cruz Roja (¡qué bajo ha caído!), lección dada a una ultraizquierda “que no está para mancharse de barro”. Ninguno de estos grupos esperó reacciones del gobierno autonómico, órdenes del gobierno central: simplemente se movilizaron desde el minuto uno en el que tuvieron conocimiento del desastre. 

Sean cuales sean las responsabilidades que, antes o después, se depurarán sobre esta catástrofe, lo que parece claro es que hemos llegado a este punto porque dos partidos cómplices de todo lo que ha ocurrido en España en los últimos 46 años, siguen siéndolo. Su “lucha” es un combate de boxeo con tongo. Un espectáculo inmoral e insoportable. Romper con él, significa reconocer los grandes problemas de nuestra sociedad. Los dos cómplices solidarios jamás lo harán: sería reconocer que ellos han sido los causantes de la centrifugación autonómica, de la desindustrialización del país, de la corrupción generalizada, de la inmigración masiva y del desastre educación y de la sanidad. 

La solución no está ni en el PP ni en el PSOE: la solución está fuera y contra estas dos siglas de la infamia. La solución no está en la constitución, sino en la reforma de la misma. Porque las costuras económicas, sociales, políticas y étnicas del país no van a resistir eternamente. 

 








sábado, 9 de noviembre de 2024

EL RETORNO DE TRUMP: EXPLICACIONES E IMPLICACIONES

La catástrofe valenciana ha hecho que estuviéramos pendientes de nuestra amigos en la zona y no hayamos podido elaborar una valoración sobre las elecciones norteamericanas. Ahora solo queda constatar la victoria de Donald Trump y no por un pequeño margen de votos, sino que el resultado ha supuesto una verdadera paliza electoral para Kamala Harris. No ha ocurrido como en 2019, cuando la victoria de Biden fue por los pelos y con el inequívoco aroma a fraude electoral que comportó, como reacción, la ocupación del Capitolio. Lo único que puede cuestionarse es sobre si Trump ha ganado por méritos propios o si el electorado se ha arrojado en sus brazos como rechazo a las letanías de “Kemala” Harris. Hay una serie de puntos que vale la pena tener en cuenta: ¿POR QUÉ HA VENCIDO TRUMP? y ¿CUÁL VA A SER SU POLÍTICA?

1. LAS TRES RAZONES QUE EXPLICAN LA VICTORIA

a. Mala estrategia del Partido Demócrata.- 

Biden demostró ante toda la nación que no estaba en condiciones de asumir la presidencia del país más poderoso del mundo. El elector (y el comunicador) consciente de la realidad, sabía que, no en esta campaña electoral, sino ya en la de 2019, Biden acumulaba problemas neurológicos y deterioro cognitivo. Era imposible que pudiera presentarse a un nuevo mandato, cuando ya toda la nación había visto vídeos sobre sus problemas. Inicialmente, los demócratas colocarán a su lado a “Kemala” Harris para promocionarla presentarla como candidata cuando terminara el mandato de Biden. Pero, el problema es que, en EEUU el cargo de vicepresidente es casi honorífico y, para colmo, durante los tres primeros años de gobierno de la nueva administración, la vicepresidente se convirtió en el personaje más impopular del país, incluso entre la comunidad “de color”. Cuando tras el debate electoral Biden se derrumbó, ya no había tiempo -faltaban poco más de 100 días para las elecciones- para “construir” un nuevo candidato y fue entonces cuando, por iniciativa, del matrimonio Obama, “Kemala” fue nombrada candidata… Había dos problemas: en primer lugar, el reconocimiento de que Biden estaba muy tocado por su enfermedad (¡pero seguía siendo presidente de los EEUU!) y su gestión había sido catastrófica, por tanto, cualquier candidato que estuviera comprometido con ella, era cómplice del fracaso. Ocurrió algo parecido a lo que había pasado en Argentina en 2023, cuando Milei venció con facilidad a Sergio Masa ¡Ministro de Economía del anterior gobierno…! Masa era responsable de haber dado unas cuantas paletadas más a la tumba de la economía argentina. Era, en todos los posibles, el candidato más débil para enfrentarse al aluvión Milei. En EEUU ha ocurrido exactamente lo mismo. Este error estratégico (no preparar un candidato de reemplazo desde el minuto uno en el que las encuestas demostraron al Partido Demócrata que “Kemala” era una mala opción y no tener el valor de plantear a Biden que ya no estaba en condiciones de un segundo mandato…

b. Los demócratas no han distinguido entre la “América real” y la “América progresista”. 

La “América real”, en los cuatro años de gobierno de Biden, ha experimentado una merma notable en sus condiciones de vida, sufriendo un 30% de inflación. Su capacidad adquisitiva hoy es un tercio menor de lo que era en 2019. La esperanza de los demócratas era que la población, machacada por la publicidad asfixiante sobre “el cambio climático”, “el wokismo”, “la corrección política”, “la Agenda 2030”, “las ideologías de género”, respondiera como se esperaba de ella: apoyando cualquier causa “progresista”. Si los EEUU han sido la nación en la que el “progreso” ha sido, históricamente, más rápido, pensaban que nada había cambiado y que, ahora, cualquier programa que oliera a “progreso”, sería apoyado por los votantes. En realidad, ha ocurrido todo lo contrario. Los finos estilistas de la intelectualidad demócrata, los “comunicadores”, los pro-hombres woke de Hollywood y sus stars, los Bill Gates y los Zurckerberg, los “ingenieros sociales”, los fanáticos de la eutanasia y los abortistas obsesionados, han articulado un discurso que solamente interesa a ínfimas minorías y consigue hartar a esa población que ve, como sus posibilidades de consumo decaen más y más. Y en las elecciones norteamericanas, lo que se vota no son grandes proyectos de “ingeniería social”, sino modelos de gestión económica del país. Y, en este terreno, los demócratas tienen todas las de perder: su imagen está caracterizada por el despilfarro, los desfases presupuestarios, los grupos étnico-sociales ultrasubvencionados, y todo esto repugna al americano medio. Trump, simplemente, ha propuesto -como ya lo hizo en su anterior fase presidencial- el “América ante todo”: menos ayudas exteriores, menos subvenciones, mas industria y, en definitiva, abordar un proceso de reconstrucción nacional. “Kemala” Harris aparecía como la heredera de Biden y de sus peores fracasos.

c. Los trabajadores, blancos, negros e hispanos, han abandonado a los demócratas. 

La esperanza del Partido Demócrata era que las clases trabajadoras apoyaran su candidatura, en especial las minorías étnicas. Pero, también en esto ha ocurrido justo lo contrario. En tanto que grupos sociales que se ganan la vida con la fuerza de su trabajo a cambio de salarios que, en otro tiempo les permitían vivir y que ahora no han soportado el 30% de inflación, lo que cuenta para negros y para hispanos, es el éxito o el fracaso en la gestión del gobierno, no las consignas de “ingeniería social” que proclamaban “Kemala” y sus acólitos. De hecho, uno de los fracasos de su candidatura se ha debido a la ausencia completa de respuestas cuando se le ha preguntado en el curso de ruedas de prensa por su “programa económico”: simplemente, éste no existía. La candidata se iba por las ramas, respondía recordando que cuando era niña visitaba la antigua plantación en la que habían trabajado como esclavos ascendientes de su padre… ¡hace 164 años! La sensación que transmitía es que ni entendía de economía, ni le interesaba, ni se había preocupado por informarse. Así pues, tras el abandono de los trabajadores blancos (que empezó en los años 70), el Partido Demócrata se vio abandonado por los negros que disponen de un trabajo y no se resignan a vivir subsidiados y, finalmente, por la creciente minoría hispana (que, por cierto, ya no es una “minoría”: uno de cada cinco residentes en los EEUU, es hispano) que, lejos de compartir los ideales “progresistas” y las propuestas de “ingeniería social”, siguen afectos a su lengua (es castellano), a su religión (el catolicismo) y a su concepción de la sociedad (la familia como base). La suma de ecolocos, LGTBIQ+, de estrellas de Hollywood implicados en el “caso Puf Daddy” (rapero que construyó una red de pedofilia y trata de blancas al servicio de la meca del cine), de ideólogos LGTBIQ+ trastornados, de abortistas y demás, ha ido generando vacío a su alrededor. Un vacío que la facción dominante en el Partido Demócrata, creyendo que detenta una “superioridad moral” por la defensa de “causas justas”, no ha advertido que las clases trabajadoras de cualquier grupo étnico, no solo eran refractarias, sino especialmente hostiles a todas estas temáticas (como por lo demás ya se notó en la anterior campaña electoral).

Estas tres causas, por encima de cualquier otra de carácter local, explican la abultadísima victoria de Trump. 

2. Y, A PARTIR DE AHORA ¿QUÉ?

La derrota de Kamala Harris (hasta ahora hemos utilizado el “Kemala” que en castellano tiene un doble significado: como “mala” candidata y como promotoras de “malas” propuestas) estaba cantada desde el principio. Lo sabía el stablishment y, precisamente por eso, estas elecciones han sido “accidentadas” como reconoce la prensa. Pero esos “accidentes” han sido unívocos: solamente Donald Trump ha sido objeto de tres atentados frustrados, mientras que lo único que le ha caído a su oponente han sido insultos (más o menos, merecidos). Hay diferencias sobre los “accidentes”. No creemos que el stablishment se conforme con el resultado, especialmente el complejo petrolero-militar-industrial. Sabemos lo que ocurrió con Kennedy e intuimos lo que puede ocurrir a partir de ahora en cualquier momento. Si lo han intentado, con más razón, volverán a intentarlo ahora, especialmente, cuando Trump llega a la presidencia, no como en 2017 cuando comenzó su primera presidencia. Ahora llega con doble rabia: con la sensación de que hace cuatro años le robaron las elecciones y con el resentimiento de que el stablishment ha intentado matarlo (y, no se olvide, que sobre el primer atentado frustrado han recaído graves sospechas de negligencia sobre el Servicio Secreto).

Los cinco frentes sobre los que va a gravitar su programa presidencial parecen claros:

1) En política interior:
“American First”, un trabajo de reconstrucción industrial

Trump, en su primer mandato, ya fue un obstáculo para la globalización; los hechos le han dado la razón: el conflicto ucraniano ha roto en dos el mundo y, en estas condiciones, la globalización pertenece al pasado, tanto como el unilateralismo norteamericano de (1989-2001), el bilateralismo propio de la Guerra Fría (1948-1989). La globalización (2001-2022) ha muerto. Las promesas de establecer aranceles para defender a la industria automovilística USA frente a la china, permiten pensar que, en este segundo mandato de Trump, asistiremos al entierro definitivo de la globalización. Trump no ha hecho nada más que encarnar el tradicional aislacionismo del granjero norteamericano preocupado solamente por sus animales, sus campos y su producción, consciente de que en el otro extremo del mundo no van a trabajar para él. Es significativo que, junto a él, el elemento más activo de su campaña electoral ha sido Elon Musk… y la mayor parte de Sillicon Valley, con las excepciones de Bill Gates y Mark Zurkerberg. Trump, no solo apuesta -contrariamente a lo que se pensaba- por una “reconstrucción” basada en los elementos propios de la Segunda Revolución Industrial, sino de la Cuarta: las nuevas tecnologías. Y el experimento puede tener trascendencia histórica: “valores patrióticos” y “progreso tecnológico”, en lugar de “progreso sin valores” (o “progreso” con anti-valores, propuesto por “Kemala”).

2) En política social:
Generar empleo reconstruyendo infraestructuras

A EEUU le ha pasado lo que a todos los grandes imperios: al dilatar sus líneas de comunicación, al tener que estar presente en múltiples frentes, han terminado por debilitarse y dejar de ser “rentables”. Ha pasado con todos los imperios, desde Alejandro Magno a las puertas de la India, pasando por el Imperio Español, el inglés, incluso el de los Zares. A fuerza mirar hacia fuera, de cumplir la fantasía del “destino manifiesto”, de considerarse heraldo y campeón de las “democracias”, a medida que sus presidentes iban implicando al país en más y más conflictos (de hecho, sólo Trump ha demostrado en su primer mandato ser un presidente “pacifista” y no abrir más guerras, algo sobre el que los “pacifistas” deberían meditar), el “imperio” se debilitaba y solamente el complejo petrolero-militar-industrial se fortalecía. El debilitamiento de un imperio va parejo a la precarización de las condiciones de vida en su centro. Trump, con cierto primitivismo de ideas, lo advirtió en 2015 y desde entonces ha proclamado su “América primero”: esto implica inversiones en infraestructuras que sean rentables, mejora en las condiciones de vida, creación de puestos de trabajo en el sector industrial (donde son duraderos) y no centrarse en el sector servicios (empleos mayoritariamente temporales). Y esto, por encima de todo. Solo así se dará trabajo a los parados, tranquilidad al ciudadano, posibilidades de invertir en su futuro, y la “ciudad sobre la colina” de la que hablaban en el XIX los “profetas de la grandeza americana”, será una realidad y la “envidia de las naciones”. Tal es la política de Trump.

3) En política de defensa:
Aislacionismo: el que quiera defensa que se la pague

Esta política se traduce en un aislacionismo, más o menos, declarado. Esto implica que aumentará la desconexión de los EEUU con los organismos internacionales, incluida la ONU y sus agencias (especialmente con la UNESCO). Trump rechaza tácitamente la Agenda 2030: nada de su programa coincide con absolutamente ninguna de sus propuestas. Y la “defensa común”, esto es la OTAN, tampoco le interesa excesivamente. Trump, desprecia a Europa y se refiere a la Unión Europea con palabras y frases irónicas… Nosotros sabemos que “Europa”, no es la UE, éste es, más bien, la “Europa oficial”, en absoluto la “real”. Y es a esta “Europa oficial” a la que Trump le dice: “¿queréis defensa? Pagárosla”, “¿queréis OTAN? Aumentar vuestro presupuesto de defensa, porque nosotros no vamos a hacerlo”, “¿queréis jugar con fuego provocando a la URSS? Ánimo y suerte. No es nuestra partida”. En cierto sentido, la llegada de Trump al poder es un estímulo para nuevos partidos políticos, despectivamente llamados “populistas”, que proponen en los distintos países europeos, propuestas relativamente similares a las de Trump. Desarma, por otra parte, a quienes dicen que Trump es una “amenaza para las democracias”: en realidad, cada vez más europeos somos impermeables a este tipo de propaganda “progresista”. Trump estuvo cuatro años en el poder y la democracia norteamericana no se vio amenazada en ningún momento. Gobiernos como el inglés se van a sentir muy solos en los próximos años: con los conservadores perdidos entre sus prejuicios y fracasos, dirigido por un indio hasta ser sustituido por una nigeriana, todo induce a pensar que Nigel Farage, a poco que él mismo se tome en serio, está llamado a ser el “Trump británico”. En cualquier caso, los problemas de Inglaterra (no de Escocia, ni de Gales y que solo comparte con el Ulster) son aun más graves que los de EEUU. Gobiernos como el de Sánchez y Macron ya no saben dónde mirar y la coalición “multicolor” alemana está empezando a darse cuenta de que es inviable en una Alemania empobrecida, en recesión y con zonas completamente islamizadas. Ni un solo país europeo, es capaz, en estos momentos, de aumentar significativamente su gasto de defensa, ni mucho menos de acometer proyectos de “defensa común”. España, sin ir más lejos, está a punto del sorpasso en defensa por parte de Marruecos…

4) En política exterior:
Tirón de orejas a Zelensky y fin del conflicto ucraniano

En estos momentos, el jefe de Estado que está más en la cuerda floja es Volodímir Zelensky. Su guerra puede darse por concluida. Todo lo que no reciba en ayuda militar antes de la toma de posesión de Trump en enero de 2025, no lo recibirá jamás, salvo quizás como préstamos que deberá devolver. La UE ha jugado a favor de Zelensky y, simplemente, ha perdido. Ahora le va a tocar -a una UE en crisis, desacelerada y paralizada en política internacional- pagar las fases finales de la guerra. Trump ha sido muy claro sobre esta cuestión: “las partes tienen que sentarse a negociar la paz y Zelensky debe empezar a darse cuenta de que tendrá que realizar cesiones territoriales y políticas”. Rusia, ha ganado el conflicto (como no podía ser de otra manera). Las últimas ofensivas ucranianas tenían como único objetivo, mejorar la posición de Zelensky de cara a unas negociaciones: pero han fracasado. Con Biden (esto es, con el complejo petrolero-militar-industrial) era posible alimentar la carnicería con nuevas promociones de combatientes quemados por la ambición de Zelensky de integrarse en la OTAN y en la UE, armados por los EEUU y, en menor medida, por chatarra europea (recuérdese Leopard españoles fuera de servicio y oxidados). Y en Ucrania todos saben cuál es la nueva situación: ya no habrá nuevas ofensivas y si Zelensky en su locura suicida las propone, los soldados del frente no estarán motivados: a nadie le gusta morir en las últimas fases de un conflicto perdido. Nos atrevemos a prever que, la población ucraniana reaccionará mal al final de conflicto: Zelensky corre el riesgo de quedarse atrapado en el país cuando se vea obligado a firmar la pérdida de las provincias del Dombass, de buena parte de la costa del mar de Azov y del mar Negro. En este momento debe estar valorando su refugiarse en Canadá o en Francia, cuando reconozca las pérdidas territoriales. Y Trump, no le va a dar la posibilidad de que prolongue unos meses más la resistencia numantina u organice nuevas ofensivas que solamente tienen éxito allí donde los rusos no tienen interés en esos territorios. Por supuesto, nada de fricciones con Rusia, mientras que con China reducción del desencuentro a la cuestión de los aranceles. Tal es el plan de Trump en política exterior.

5) En política de Oriente Medio: 
Mantenimiento de la alianza con Israel. 

Otra zona de conflictos, Oriente Medio, va a experimentar repercusiones importantes. Trump no ha ocultado su apoyo a Israel. La guerra que tiene declarado el Estado judío contra Hamas y Hezbolá, no va a parar hasta que dejen de ser un riesgo para Israel. Netanyahu, es un antiguo soldado de élite y los soldados saben que los problemas se resuelven cuando el enemigo está aplastado y sin posibilidades de reaccionar para siempre. Hoy, la única posibilidad de supervivencia de estos grupos radica en el apoyo que pueda llegarles de Irán. A pesar de la propaganda negativa que llega a Occidente sobre Irán, el “país de los Ayatolahs” es, quizás el más cultivado de Oriente Medio, y sus ministros no son fanáticos islamistas estilo wahabita, sino profesionales doctorados en las mejores universidades del mundo. La respuesta dada por Irán a las operaciones israelíes en su territorio, han sido limitadas (y viceversa), guiadas solamente por la voluntad de Teherán de liderar al mundo árabe (en competencia con Turquía y con Arabia Saudí), y no, desde luego, con la intención de declarar una guerra que inflamaría la zona. El cambio de gobierno en Washington induce a pensar que el apoyo de EEUU a Israel en esta nueva fase del conflicto no será tímida, sino decidida, factor que, por sí mismo, contribuirá todavía más al arrinconamiento de la “causa palestina” (incluso dentro del mundo árabe). Y estos no son tiempos en los que el gobierno alemán permita la entrada en la UE de 1.000.000 de palestinos. Son tiempos en los que, tanto en Europa como en EEUU, se va a pedir a los países árabes que asuman el destino de 2.000.000 de refugiados palestinos.

*      *      *

Por sí misma, la victoria de Trump no confirma un “cambio de tendencia”, es, por el contrario, un factor más de un nuevo curso que se inició hace tres años: los pobres y desinformados tertulianos que salen por esos canales de televisión que cada día pierden más y más audiencia, parecen no advertir que su “progresismo” nunca ha sido mayoritario entre las poblaciones. Y ahora tampoco lo es entre los gobiernos. Sus dogmas de fe (el “cambio climático”, la “Agenda 2030”, el pack LGTBIQ+, el wokismo, la corrección política y todo lo que portan sus valijas) son cada vez más minoritarios y no han traído nada bueno salvo aumentar el rechazo. Precisamente, el error del “progresismo” ha sido querer pisar el acelerador, forzar las medidas de “ingeniería social” y el resultado de la promoción del transexualismo, del wokismo y de la corrección política, tras haber generado una reacción en contra, ahora corren el riesgo de que esta se extiende a cualquier otro mito “progresista”. Un Trump con mayoría absoluta en las dos cámaras y en la Corte Suprema, vuelve al poder con rabia y con ganas de ajustar cuentas con quienes han querido matarle y juzga que le robaron la victoria en 2019. Las consultas electorales que se van a celebrar, tanto en Europa como en los países iberoamericanos, no dejan muchas esperanzas a los “progres”, hasta el punto de que proyectos como la “Agenda 2030” y las coñas sobra la “transición energética” (garantía de empobrecimiento de los países que lo aplican) van a quedar en entredicho. 

Y la pregunta es la misma que hoy se están formulando los dirigentes del Partido Demócrata de los EEUU: ¿Qué nuevo mito se puede presentar para combatir al conservadurismo? Caído el marxismo, empantanada la socialdemocracia entre corruptelas y malas gestiones, ¿qué carnaza puede arrojar el progresismo a los electores para que muerdan y deglutan? Ni siquiera la constelación de actores de Hollywood y raperos, han conseguido con sus declaraciones de apoyo, comprados a precio de oro, hacer olvidar el fracaso de todas, absolutamente de todas las propuestas progresistas.

Y ese vacío, la falta de alternativas, es lo que nos permite pensar que optarán por una radicalización aún más extrema: la típica fuga adelante del desesperado que no comprende cómo el elector, incluso con el cerebro lavado, no asume la “superioridad moral” de quien proclama la idea del "progreso". Anclado en esa idea delirante tirarán a matar (simbólica y físicamente) contra sus adversarios más visibles. Trump, por su parte, tiene en estos momentos buenas armas para demostrar la cloaca moral en la que se mueve el mesianismo progresista: ahí está el “caso Puff Daddy” del que apenas se ha hablado en España, o el “caso Epstein” que durante el gobierno Biden ha estado prácticamente sometido a cerrojazo informativo. Trump tenderá a demostrar que el “progresismo”, además de ineficiente en la gestión del poder, además de alucinado en sus propuestas sobre “educación sexual”, “cambio climático” y demás, tiene entre sus filas a un altísimo número de pedófilos, maníacos sexuales y degenerados viciosos… ¿O es que os creéis que solamente la “primera dama” española cobraba servicios en las saunas gays de papá?








domingo, 3 de noviembre de 2024

PAIPORTA: LA PALETADA DEFINITIVA EN LA TUMBA DEL PEDROSANCHISMO

Cuando cinco después de la “gota fría” que arrasó Valencia, todavía no se tienen cifras oficiales de muertos, ni listas de desaparecidos, cuando la administración del Estado (PSOE+Sumar) y la administración autonómica (PP) siguen echándose las culpas mutuamente y, sobre todo, cuando es el momento en el que la ayuda a los afectados sea lo primero, es difícil todavía captar la trascendencia histórica de lo que está ocurriendo. Vamos a intentar resumirlo en seis puntos casi telegráficos:

1. Cuando se tuvo noticia de la “gota fría”, Sánchez se encontraba paseando en elefante por la India, mientras que su mujer bailaba en Bollywood. Un desastre natural era una “buena noticia” para él: a fin de cuentas, durante unos días, el impacto haría que las iniciativas judiciales que lo tienen cada vez más cercado por corrupción, pasarían a segundo plano en las cabeceras de los digitales. La semana anterior, el “caso Errejón” ya le había dado esa oportunidad. Y en los quince días anteriores, no se hablaba de otra cosa que de los amoríos del emérito con un putón ochentero. Así pues, para Sánchez, la cosa era simple al bajar del Falcon: poner cara de chico "bueno y solidario", dejar que el gobierno autonómico se quemara, viajar luego a la zona afectada y prometer ayuda para la reconstrucción… en otras palabras, lo que ya hizo hace tres años cuando la erupción del volcán de la Palma. 

Pero varias cosas habían cambiado:

- La dimensión de la tragedia valencia es incomparablemente mayor.

- Por su naturaleza, era tragedia que requería respuesta inmediata de las autoridades.

- Entre ambas catástrofes naturales mediaban tres años: las promesas realizadas por Sánchez en La Palma, no se habían concretado en ese tiempo. Y, por tanto, legítimamente, los afectados por la “gota fría” intuían que Sánchez les vendería humo electoral.

- En esos tres años, Sánchez se había mantenido en el poder tras las elecciones de junio de 2023, pero a costa de un pacto entre todos los partidos derrotados. El resultado había sido un gobierno débil e inestable.

- Durante la erupción de La Palma, todavía no habían estallado los casos de corrupción que hoy sitian al gobierno y apuntan todos hacia el Palacio de La Moncloa y a la figura de Pedro Sánchez.

Por todo ello, era evidente que, en 2021, Sánchez no era tan ODIADO como lo es hoy. El hecho de que mantenga una escuálida mayoría parlamentaria que se sostiene solo a costa de concesiones a independentistas catalanes y vascos, no le ha hecho ganar popularidad, sino todo lo contrario. Ni siquiera el que hoy siga asaltando los centros de poder del Estado (el mismo día que se conocía la tragedia valenciana realizaba el asalto final al Consejo de Administración de RTVE), ha saneado su situación. Hoy, es el hombre más odiado de España. Y, con mucho. Y por muchas razones. Una de ellas, su actuación durante la “gota fría”.

2. Si partimos de la base de que la goza fría ha afectado a la Comunidad Valenciana y a la Comunidad de Castilla-La Mancha, parece muy claro que era el Estado -esto es, el gobierno de la nación- el que tenía que haber reaccionado desde el primer momento: declarando el Estado de Emergencia en las zonas afectadas desde el minuto uno. Nadie se hubiera opuesto. Las fuerzas de seguridad del Estado hubiera debido asumir el control de la situación, canalizado las ayudas, coordinado a los voluntarios y prestado ayudas especialmente a los núcleos de población que habían quedado aislados: .se hubieran rescatado el mismo día a los supervivientes que requerían más atenciones (para eso está el Batallón de Helicópteros de Emergencia II, basado en Bétera (¡a dos pasos de la zona de la tragedia!, entre otras unidades de helicópteros pesados; además de la UME, el Mando de Ingenieros del Ejército de Tierra, con un regimiento de pontoneros con base en Zaragoza, hubiera podido resolver el problema creado por los puentes destruidos) Y, por supuesto, unidades de infantería habrían podido realizar tareas de desescombro. Nada de todo esto se hizo. La administración del Estado no reaccionó. La autonómica, simplemente, se vio superada por una situación que no había previsto y ante la que no sabía cómo reaccionar. Y así se perdieron los primeros cuatro días. 

3. Esta pérdida de los primeros días no tiene ninguna justificación. De hecho, no ha sido sino hasta el quinto día con posterioridad a la tragedia cuando se ha movilizado al ejército. Y no hay justificación a esta tardanza, sobre todo, cuando hace 13 meses, un terremoto sacudió Marruecos (3.000 muertos) y al gobierno español, le faltó tiempo para enviar a la UME que pisó Marruecos 24 horas después del terremoto… Es indignante que esto ocurra con Marruecos y que se tarde cinco veces más en ayudar a la propia población valenciana. El agravio comparativo es de tal naturaleza que resulta incomprensible. Es igualmente indignante es mantener a 3.000 militares desplegados en varios continentes en doce misiones internacionales, en lugares en los que no se nos ha perdido nada, pero Defensa no sea capaz de enviar pontoneros y helicópteros de ayuda a objetivos urgentes situados a menos de 100 km de sus bases…

4. Y si de indignación es de lo que se trata, todavía resulta mucho más ofuscador el que cinco días después de la tragedia, no se haya hecho pública una lista de desaparecidos, siquiera parcial y las cifras de víctimas, a partir de los 200, se hayan detenido en los últimos dos días y medio. ¿Es que no han llegado denuncias a las comisarías de policía? ¿Es que Marlaska -tan preocupado por falsear estadísticas de delitos y de criminalidad- no ha tenido tiempo de reunir las denuncias por desaparición (que, al menos, darían una idea mínima de la magnitud de la tragedia) en una lista única? ¿o es que las cifras son tan aterradoras que le falta valor para publicarlas para no alimentar más aún la cólera popular? 

5. De todo lo ocurrido en los últimos cinco días, indudablemente, lo más reconfortante -lo único reconfortante- es que nuestro pueblo sigue siendo el mismo de siempre: el que sabe reconocer los problemas, el que reacciona ante los problemas con mucha más anticipación que sus instituciones. No solamente hemos visto mareas de españoles cruzando a pie zonas embarradas armados con palas, con provisiones a sus espaldas, sino que hemos visto como una parte importante de la sociedad civil se movilizaba para enviar ayuda material. Y es de destacar que, por primera vez en la historia de España, los almacenes de Cruz Roja no han sido los destinatarios de esa ayuda. De hecho, Cruz Roja solamente pedía “dinero, dinero, dinero”, sin especificar siquiera a dónde se destinaría ese dinero, si para socorrer a los valencianos, o para dotar de móviles a los inmigrantes ilegales que van llegando. Ha sido igualmente significativo que ninguna ONG de las que tanto protagonismo tienen en la ayuda a los inmigrantes ilegales hayan realizado el menor movimiento para canalizar ayudas a los valencianos. Y, finalmente, es significativo que entre las impresionantes legiones que han acudido caminando a los lugares más castigados, no viéramos ni chilabas, ni velos islámicos, ni mezquita alguna haya enviado siquiera un kilo de comida halal para ayudar a las víctimas. Por el contrario, hemos visto a jóvenes magrebíes participando en los saqueos ¡y colocando en tik-tok los clips de sus “hazañas”! Hemos visto, por el contario, que miembros de la comunidad china enviaban ayudas y también hemos visto a pakistaníes vendiendo a 7 euros el agua (demostrando que habían entendido perfectamente lo que es la ley de la oferta y la demanda)… Pero lo más odioso, es que hemos visto como nuestra gente, en el mejor de los casos, se le ofrecían un colchón de gomaespuma en un polideportivo, y en absoluto hoteles de cuatro estrellas en primera línea de mar como se hace con el último africano recién llegado y subsidiado desde que pisa tierra española. El agravio comparativo es de tal crudeza que hace falta preguntarse en manos de qué traidorzuelos vendepatrias, psicópatas indiferentes a la tragedia de su pueblo, está el gobierno de la nación.

6. Por el momento -y, mucho nos tememos, que hasta que se conozcan las cifras reales del drama con un número de muertos que se augura superior a lo que incluso los más pesimistas nos temíamos en el primer momento- el momento máximo de tensión se ha dado en la mañana del día 3 en Paiporta con imágenes que están en la retina de todo el mundo. Y sobre esto, vale la pena realizar unas reflexiones:

A) Pedro Sánchez no se ha atrevido a visitar solo la zona afectada. A la vista de cómo estaban las cosas, temía también que ir acompañado por Mazón no fuera suficiente. Y aquí si que no existían posibilidades de que un cordón de protección policial alejara a la población de Pedro Sánchez. Así que Sánchez ha juzgado que acompañando al Rey Felipe VI, tenía garantizada cierta “protección”. Una vez más sus 800 asesores han demostrado que ni siquiera tenían unas nociones mínimas de psicología antropológica: Valencia no es Canarias. Ni 2024 es 2021. Ni siquiera la destrucción del volcán es la misma que la de la “gota fría”

B) El resultado de la visita ha sido una catástrofe para las instituciones del Estado. Sánchez, además de corrupto, además miserable, además de mal gestor, ahora lo sabemos todos, ha evidenciado ser un cobarde. Desde el momento en que ha corrido la noticia de su presencia en Paiporta, el grito unánime ha sido “Sánchez, hijo de puta”. Imposible ocultarlo. No ha tenido ni siquiera el valor de avanzar: el cobarde ha hecho lo que hacen siempre los cobardes, poner pies en polvorosa. Cuenta que se ha llevado un palo en la espalda y, desde luego, el estado en el que ha quedado su vehículo indica que ha estado a un paso del linchamiento. Esto no ha ocurrido en Haití o en cualquier otro estado fallido: eso ha ocurrido en Valencia.

C) En las situaciones de crisis es cuando se percibe la “pasta” de la que están hechos los miembros de la clase política. Decimos esto, por la actitud del Rey Felipe VI. No hay que olvidar que, pocas horas después de las primeras noticias sobre la “gota fría”, ponía a disposición los efectivos de la Guardia Real para acudir a las zonas siniestradas. En realidad, fue la primera institución que se demostró consciente de las dimensiones de la tragedia y de cómo afrontarla. Y hoy, en Paiporta, una vez más han pagado justos por pecadores. El Rey Felipe VI ha tratado de calmar los ánimos, ha hablado con la gente y otro tanto ha hecho Doña Letizia, salpicados de barro, no han dado marcha atrás, no han huido del contacto con la población. Y eso es algo que no podremos olvidar. Los miserables huyen, los líderes avanzan entre incomprensiones.

D) Pero, además, quienes han tomado al Rey Felipe VI como responsable de la situación de abandono, olvidan que constitucionalmente CARECE de toda posibilidad de tomar la iniciativa en ningún terreno. Los dos puntos más conflictivos de la constitución de 1978 son precisamente el “café para todos” autonómico que ha partido el Estado en 17 taifas, ninguna de las cuales es, en realidad, autosuficiente en momentos de crisis, y el papel puramente representativo y protocolario atribuido a la monarquía. Los “padres de la constitución”, vale la pena no olvidarlo, “toleraron” a la monarquía que había puesto Franco, simplemente, para que la transición fuera aceptada por las Fuerzas Armadas. Pero redujeron todas sus funciones, ABSOLUTAMENTE TODAS, a cero, salvo en cuestiones protocolarias. Y hoy hemos visto que quien menos responsabilidades tiene en la tragedia valenciana, ha sido el único que ha dado la cara y que se ha acercado al pueblo. Contrariamente a lo que cuentan los tabloides subvencionados de la izquierda (elplural, eldiario) las protestas eran SOBRE TODO contra Mazón y muy especialmente contra Sánchez (en todo momento el inequívoco “Sanchezhijodeputa” ha resonado) mucho más que contra el Rey Felipe VI. Está claro que estos digitales de poca audiencia se deben a su patrón.

7. A estas alturas, ya vale la pena decir bien alto algunas conclusiones que difícilmente pueden ser negadas. 

- El gobierno no puede seguir como un zombi alegando el “aquí no pasa nada” o el “la crisis está caliente y el temporal pasará”. Aquí está claro que, entre procesos judiciales (¿en qué país civilizado se ha visto que la policía irrumpa en la oficina del fiscal general y el que debería “perseguir el delito” sea, a su vez, perseguido por delincuente?), entre la bajeza moral demostrada por su aliado Sumar con su “activo político Errejon”, con una política exterior errática, acumulando deuda impagable, con el “efecto llamada” que supone subvencionar a cada recién llegado, convertido el país en la capital mundial de la ocupación, con una delincuencia que cada vez se dispara más y más, con zonas que ya están en poder de la delincuencia, con una política de cesiones a indepes catalanes y vascos, con unas infraestructuras de comunicaciones en manos de inútiles, el país está cayendo en una crisis histórica sin precedentes. El gobierno no está gobernando: el gobierno Sánchez están más preocupado por negociar comisiones y diseñar nuevas corruptelas que en gobernar. ¿En qué país del Primer Mundo, un presidente del gobierno no puede salir a la calle sin que se arriesgue a ser linchado? 

En consecuencia: no solamente hacen falta dimisiones y destituciones, sino que hace falta una convocatoria urgente de elecciones antes de que la situación empeore. Y no nos referimos a un empeoramiento económico (los sucesos de hoy en Paiporta van a contribuir a que el dinero huya de España, se reduzcan las inversiones, baje la bolsa, se empobrezca más el país y la prima de deuda se dispare). Nos estamos refiriendo a que lo que hemos visto hoy: el descontento y la desesperación traducido en hostilidad e intentos de linchamiento de Sánchez, pueden ir creciendo. Y es mejor que Sánchez se entere de una vez a pocas semanas del 41º Congreso del PSOE: o se va, corre riesgos físicos muy reales. La situación de ira, encabronamiento y frustración que han generado sus TRAICIONES A LA PATRIA es de tal calibre que nunca más, ni cuando se jubile, podrá andar por las calles de este país, sin recibir una mirada de odio, un insulto o un intento de agresión. 

- Sánchez no es un accidente en la historia de la España democrática, es el extremo límite, más allá del cual no puede concebirse peor gobernante, y el producto de un sistema político que, DESDE EL PRINCIPIO estuvo mal diseñado. Sin efectiva división de poderes, con el engendro autonómico como diseño vertebrador, con distintos centros de imputación que se disputan los éxitos y que se acusan unos a otros de sus más que frecuentes fracasos. Con una justicia “garantista” que hace que para juzgar a un ladronzuelo hagan falta legajos de expedientes y declaraciones, y, por supuesto, diseñada para que la clase política pueda robar sin ser procesada y si lo es, retrasar el juicio hasta el límite de la prescripción del delito y si llega la condena, por favor, que no entren en prisión que si han malversado fondos, ¡no se han enriquecido! Y, por tanto, hay que indultarlos… No, EL SISTEMA HA DEJADO DE FUNCIONAR. Cuanto antes se reconozca este hecho, antes estaremos en condiciones de sanear el Estado y la Sociedad. 

- El actual clima de frustración política que vive España se agrava por la falta de liderazgo del jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. Esta falta de liderazgo se ha demostrado estos días a raíz de la “gota fría”: Feijóo se ha limitado a “apoyar” a Mazón… pero, el problema es que Mazón carecía de medios suficientes para afrontar la crisis. Pero, el problema no es Mazón, sino más bien su jefe: Feijóo y su evidente falta de energía y decisión. ¿Sustituir a Sánchez por un timorato que quiso que la vacuna fuera obligatoria en Galicia durante la pandemia, cuando era presidente de la Xunta? ¿Ese Feijóo que dice que su primera opción de alianzas ¡es el PSOE!? No, una y mil veces no: ¡hace falta romper la baraja! ¡Hace falta denunciar al PSOE en su conjunto como “organización criminal”! (que es, a fin de cuentas, la conclusión a la que se llegará cuando se sustancien los procesos actualmente en curso). 

Ahora bien, esta crisis nos está enseñando que sigue existiendo una ESPAÑA REAL en la que todavía vale la pena tener esperanzas: la España de los voluntarios, la España movilizada en ayuda de los valencianos, la España consciente de quien la está conduciendo a la ruina, la España que llama “hijosdeputa” a los hijos de puta. Y, vale la pena recordar que la sociedad civil se ha movilizado antes que el Estado y que las ONGs milmillonarias subvencionadas. Lo que más le está doliendo a la izquierda es que los jóvenes de Rebelión, los de Hacer Nación y España 2000, los de Núcleo Nacional, los de Falange, FACTA y, en el otro extremo, del Frente Obrero, se están partiendo el pecho enviando materiales y voluntarios SIN AYUDA DE NADIE. No olvidamos que las fuerzas armadas, las fuerzas de seguridad del Estado, querían DESDE EL MINUTO UNO intervenir en las zonas afectadas. Que los agricultores, sin que nadie se lo pidiera, han movilizado sus tractores para el desescombro y la apertura de vías. PUES BIEN, ESTA ES LA ESPAÑA REAL. Y esta es la España que debe ser consciente de que el sistema político ha fracasado, que los dos partidos que constituyen las dos columnas del sistema, PP y PSOE, están más preocupados por negociar sus comisiones que por afrontar las tareas de gobierno, que resulta imposible establecer planes hidrológicos nacionales y planes para evitar desbordamientos de ríos y realizar canalizaciones que hubieran paliado, como mínimo, esta tragedia, porque su agenda no se prolonga más allá de cuatro años y porque su tiempo lo emplean, no en gobernar un país, sino en negociar comisiones y sus afiliados están más preocupados por hacer buenos negocios a la sombra del poder, que por CREAR UN FUTURO PARA NUESTRA PATRIA Y PARA NUESTROS HIJOS.

En consecuencia: la ESPAÑA REAL es la que debe empezar a pensar en el futuro que, desde luego para por una profunda reforma constitucional, que tome como ejemplo, no las democracias europeas (que, en mayor o menor medida, han generado problemas muy similares a los que tenemos hoy en España), sino aquellos países que hayan logrado remontar sus problemas: es increíble que un pequeño país como El Salvador, que hace un lustro era el más inseguro del mundo y que hoy ocupa el puesto número uno en la lista de países seguros, nos haya dado lecciones hasta el punto de ser el primero que se ofreció a prestar ayuda a los damnificados por “gota fría”. No es la totalidad del “libertarismo” de Milei lo que proponemos, pero sí algunas de sus medidas: cero subvenciones a los partidos, cero subvenciones a las ONGs, renegociar la deuda, reducir la burocracia estatal, liquidar organismos creados solamente para enchufar a “los amigos”, agilizar las leyes y los procedimientos anticorrupción, apoyo a la institución familiar, reconducción del sistema educativo, etc. Y, por supuesto, alto de inmigración ilegal, quien entra ilegalmente sale en el mismo momento de retorno. Que no proliferen en nuestras ciudades ni un minuto más el islam, ni los “inadaptables”. Quien comete un delito: juicio rápido, cárcel y expulsión y si la administración le ha regalado la nacionalidad, la pierde y al siguiente delito, expulsado. ¿Que no hay cárceles suficientes? que haya contenedores rodeados de concertinas en los campos yermos de España: los delincuentes no pueden estar en las calles saqueando, violando y asesinando con impunidad. Y que el delincuente trabaje en prisión para pagar su alimentación y las indemnizaciones civiles. Que no haya ni un solo gesto de debilidad en la reconstrucción de España. Que solamente se manifieste energía, fuerza y determinación, tanto como PSOE-PP han demostrado debilidad y rapacidad. La debilidad mata. La fuerza, protege. La energía, crea. La justicia no es contemporizadora, sino que viene acompañada de la espada. 


Posdata

Y en cuanto a la versión del gobierno sobre los incidentes de Paiporta, atribuirlo a la “ultraderecha” no es más que reconocer la falta de imaginación de los 800 “asesores” de Sánchez y que, recurrir a la excusa de la “ultraderecha” indica el estado de inanición intelectual y moral del gobierno y de sus palmeros