El resultado de las elecciones a la gencat confirma, una vez más,
que algo no funciona. Incluso que algo “huele a podrido” en el sistema político
español (del que la gencat forma parte). Podemos extraer diez conclusiones
difícilmente cuestionables y todas ellas absolutamente negativos. Después de su
enumeración, la única conclusión a la que podemos llegar es que, una vez más,
estas elecciones, lejos de resolver la gobernabilidad de Cataluña, la
complican. Y no solo eso, sino que se ha complicado, todavía más si cabía, la
gobernabilidad (y el futuro) de España. El fracaso del sistema puede
medirse casi más por la posición ocupada por España en “eurovisión” (cuarto por
la cola) que por el resultado de las elecciones catalanas: pero ambos son hijos
de una misma crisis política y moral.
1. LOS TRES CANDIDATOS MÁS VOTADOS:
UN INDICATIVO DEL ESTADO MORAL
DE CATALUÑA
¿Quién es Illa? El ministro de la pandemia: ignorante de todo lo que era la sanidad, el ministro de las
mascarillas inútiles, de los tests averiados y de las medidas absurdas. ¿Quién
es Puigdemont? Un don nadie, vividor, seguramente el político que ha hecho
caer el mayor de los ridículos a Cataluña con aquel referéndum ilegal, la
creación de “comisiones de desenganche” dos años antes de conocer si iba a
celebrarse la consulta y cuál iba a ser el resultado; el tipo que dejó colgados
a sus compañeros (que se chuparon cuatro años de cárcel, mientras él se
establecía como un marajá en Waterloo) y que declaró la “República Catalana” para
dejarla en suspenso veinte segundos después. Y, finalmente ¿quién es
Aragonés? Un nene de pueblo, sin carisma, que se ha sentado por carambola en la
poltrona de Sant Jaume, que no ha resuelto ni un solo problema real en la
región y que, además, convocó unas elecciones anticipadas, para perderlas…
Pues bien, estos tres candidatos, suponen casi 2.000.000 de votos. Resultaría
muy difícil que alguien, mínimamente razonable, viera en estos tres candidatos,
valores positivos, méritos políticos e idoneidad para gobernar. A partir de
aquí, la constatación de que el sistema hace tiempo que ha dejado de funcionar
(y los gobiernos autonómicos dejado de gobernar) es inevitable. Si se ha
dado este resultado es, simplemente, porque los partidos mayoritarios, cada uno
por su parte, han logrado imponer su “relato” a unos electores que hace
tiempo han dejado de pensar por sí mismos, e incluso, que han dejado de salir y
mirar a la calle, viendo la situación en la que está Cataluña.
2. DÍA DE LAS VOTACIONES:
CAOS EN LOS TRANSPORTES
Se esperaba un día primaveral tranquilo. Alguna nube en el cielo,
pero nada alarmante. Los votantes acudirían a las urnas “masivamente” (lo había
dicho el CIS). A partir de las 21:00 horas los tertulianos comentarían los
resultados y cada partido diría lo que su lógica le correspondía. Pero, desde
primera hora del domingo, la noticia fue otra: caos en Barcelona. Un robo de cable
de cobre había detenido todos los accesos a Barcelona en trenes de cercanías.
El robo se había producido la noche anterior y las 17:15 horas del domingo la
R3 seguía sin servicio y el resto de líneas funcionaban con circulación
limitada. La sobretensión había provocado
“pequeños fuegos” en túneles de Barcelona obligando a los bomberos a intervenir…
La cuestión no es de quién depende hoy la red de “cercanías”, ERC lo reivindicó
hace unos meses y pactó la transferencia de manera progresiva. Importa poco de
quien depende: la red de “cercanías” en Cataluña, hoy por hoy, es un desastre. Los
robos de cobre se vienen sucediendo masivamente desde ¡2004! A pesar de que se
trata de un tipo de delito fácil de combatir (el cobre se vende a
chatarreros, así que basta con investigarlos, vigilarlos, para localizar las
redes de ladrones -siempre inmigrantes, habitualmente “romanís”-) y realizar
cambios en la legislación considerando “terrorismo” este tipo de actividad delictiva
que pone en peligro la vida de los usuarios. Nadie parece interesado en nada de
todo esto: ni los “Mossos”, ni los ministerios del interior del Estado, ni “el
legislador”, han hecho en estos últimos veinte años nada para resolver este
problema. Es más, sigue en aumento. ¡Veinte años! No es poco. Es
significativo del fracaso del sistema a la hora de combatir algo tan mangantón
y miserable como el robo de cobre. Ni eso, el sistema es capaz de afrontar.
3. PARTICIPACIÓN: LAS “3 D”:
DESAFECCIÓN – DESCONFIANZA – DESÁNIMO
El CIS preveía una asistencia a las urnas desmesurada, acaso superior
al 80%. Algo parecido a lo que había ocurrido en Galicia: movilización del
electorado. En realidad, el 42% del electorado (mas el voto nulo y el voto
en blanco: 40.000 ciudadanos que se han tomado la molestia de ir a votar y de
no entregar a nadie su voto) ha preferido quedarse en casa y dar la espalda
¿a causa de las candidaturas? ¿o más bien, a causa un sistema del que ya no
pueden esperar gran cosa? ¿o porque son “nuevos españoles” a los que lo que
ocurra aquí les importa poco? A eso se le llama “desafección”, término
muy de moda en el ruedo político. En realidad, es el resultado de 20 años de
nacionalismo e independentismo, dando la matraca a través de los medios de
comunicación catalana, del fracaso de la asonada independentista con su referéndum
mangui, del cansancio de ver cada día más problemas en el día a día y unos
gobiernos (y medios de comunicación regionales) que siguen achacándolo todo a “Madrid”,
impávidos ante la falta de inversiones en infraestructuras (las restricciones
de agua han sido antológicas en Cataluña), que miran a otra parte y eluden la
inseguridad creciente, que en lugar de preocuparse por la islamización de Cataluña,
optan por incorporar magrebíes a sus listas, etc, etc, etc. Todo esto explica
suficientemente la decepción del 42% del electorado y de por qué en Cataluña,
las “tres D” (desafección, desconfianza, desánimo) son hoy la primera opción
del electorado.
4. EL INDEPENDENTISMO RABIOSO CON SU DERROTA
Los titulares de los medios son rotundos: “El independentismo
ha sido derrotado en las urnas”. En realidad, el independentismo nunca
ha tenido la opción de “vencer” en la sociedad catalana. Es cierto que
algunas candidaturas “nacionalistas” y/o “independentistas” han obtenido
mayorías parlamentarias en algunas legislaturas, pero, de ahí a aceptar la
independencia hay un trecho. En primer lugar, la lengua catalana es utilizada
hoy como primera lengua por un 35%. Ese es el “techo” del independentismo
(y no todos los que hablamos catalán les votamos). En algunos momentos, los
dineros de la gencat han dado la sensación a través de los medios de
comunicación (todos ellos subvencionados) de que la intención de voto nacionalista
llegaba hasta el 51-52% (como máximo). Era un espejismo puntual que surgía como
respuesta a fracasos del gobierno del Estado o bien, el resultado de una crisis
económica. Pero, en Cataluña, en la calle, los “creyentes” en que la
independencia lo resolvería todo SIEMPRE han sido minoría. Por tanto, nunca
han existido posibilidades reales de secesión (véase el histórico de este
blog, donde siempre hemos mantenido el mismo criterio). Ahora bien, después de gestionar
la gencat (solos o en compañía de otros) desde finales de los 70, nacionalistas
e independentistas consideran a esta institución como patrimonio exclusivo de
sus siglas. ERC y Junts son “algo” porque están presentes en la gencat. Ahí
han insertado a lo largo de las décadas, a decenas de miles de los suyos que
han hecho de la institución su modus vivendi. Perder la gencat o situarse ante
el riesgo de compartir su gestión con otro partido, les enfurece y les sitúa
ante el abismo: sin el apoyo de la gencat, el nacionalismo muere. Para el
nacionalismo, la gencat no es más que un peldaño necesario para alcanzar la
independencia (y la independencia es el objetivo final de todo
nacionalismo). Contrariamente al “relato” del PSOE, el resultado del domingo
en Cataluña no contribuirá a que los independentistas acepten su derrota, sino
todo lo contrario: los radicalizará. Hasta un gatito doméstico herido o
amenazado, muestra los dientes y las uñas…
5. SIN GOBIERNO HASTA EL VERANO
(CUANDO TODOS ESTÉN DE VACIONES)
Durante una semana se hablará mucho de estos resultados. Luego, en
junio volveremos a las urnas en circunscripción única. Ni antes ni de después
de las elecciones europeas se creará un gobierno en Cataluña. Aragonés
seguirá presidiendo la gencat, y hacia finales de julio o principios de agosto,
cuando toda Cataluña esté de vacaciones o rebasados por el turismo, más
preocupados que nunca por la delincuencia y los incendios forestales, el calor y
los sofocos, cuando sabremos quién gobernará en el futuro la gencat o la fecha
de nuevas elecciones. Pero que nadie espere y, mucho menos, que nadie crea
en las declaraciones de los políticos de aquí a las elecciones europeas. Todos
lo harán en función de las preferencias de su electorado y de su lógica para
presentarse como la opción más atractiva. A esto, en “socialité” se le llama
“postureo”. El postureo es pura frivolidad. Pero lo que se dirime en política es
el futuro de los pueblos. ¿Puede asumirse postureo en estas circunstancias?
Vamos a citar algunos elementos que, por sí mismos, harían necesario un “gobierno
de salvación catalana”: durante el “procés” se fueron 8.700 empresas de
Cataluña, empresas importantes (de 6 empresas del IBEX, se fueron 5), en 2022
volvieron a repuntar las “fugas” de empresas a otros destinos fiscales, el PIB
actual de Cataluña, no solamente no es el primero del Estado, sino que está POR
DEBAJO de la media del PIB de las regiones españolas. La inversión internacional
en Cataluña se ha hundido: de cada 5 euros que entran en España, 5 euros se
invierten en Madrid. La banca ha desertado de Cataluña: solamente quedan dos
bancos domiciliados fiscalmente en la región (la Caixa de Guisona y la Caixa de
Ingenieros, que ni los propios catalanes saben que existen)… Si las cifras
económicas demuestran el fracaso inapelable de la gencat y del nacionalismo,
basta salir a la calle y ver el panorama de la sociedad catalana: entre un 20 y
un 25% de “nuevos catalanes” dan un tono multicultural que, cada vez más,
alarma a los ciudadanos. Nada de todo esto cambiará forme quien forme
gobierno en la gencat en verano. Cada vez los catalanes son más conscientes de
esta realidad.
6. ERC Y SUS DOS ALMAS
El gran derrotado en las elecciones catalanas es ERC. Se suele
ver a este partido como el “motor” del independentismo. No, el verdadero “motor
del independentismo” fue el PSC con Maragall, al que se le “acopló” la ERC de
Carod Rovira. A partir de aquí, se trataba de quién atraía más votos con
esta orientación. ERC jugó a restar votos a CiU. A fin de cuentas, el destino
de todo nacionalismo es buscar la independencia. El resultado fue el “procés”.
Aquello fracasó y el fracaso le corresponde ex aequo a Junts (ex CDC) y a ERC.
Pero solamente ERC reflexionó: fue así como aparecieron las “dos almas” de
este partido. Una sostenía que la independencia era difícil de obtener y que
había que mirar el nombre del partido (Esquerra = izquierda) para orientar el
partido hacia política sociales “progresistas” y a alianzas con fuerzas del
mismo cariz (PSOE, Podemos, Bildu, BNG, etc). Era el “alma” representada por
Rufián. La otra “alma” era la de los que dirigentes que “habían chupado talego”
(los Junqueras y su equipo) que sostenían que había que insistir en el
independentismo, pero con “moderación”, negociando siempre con la izquierda del
Estado. Aragonés pertenece a esta última tendencia. Y las políticas
de pactos con el PSOE, de negociación y de “alta política” con el
pedrosanchismo, los ha llevado a un batacazo histórico, con el riesgo de volver
a la irrelevancia que esta sigla tuvo en los años 80. ERC está obligada a
revisar su estrategia y a prescindir de una de sus dos almas: o bien sigue una
loca carrera con Junts para demostrar quién es más independentista, o bien niegan
sus raíces (ERC es, desde Macià un partido independentista por encima de
cualquier otra cosa) y se orientan a recuperar los votos nacionalistas, hoy
pasados a la abstención o al PSC.
7. EL PP Y VOX.
NOTICIAS DEL “PROGRAMA COMÚN DE LA DERECHA”
El PP ha logrado el que parecía ser su único objetivo: superar a
Vox en número de votos y recuperar una mínima relevancia en Cataluña. Pueden
darse con un canto en los dientes: han aumentado en votos (procedentes del
extinto Ciudadanos) y de diputados. Ahora, ya no están tan lejos de ERC. Incluso
se han impuesto en algunos barrios de Barcelona. Pero no han conseguido -como
no consiguieron en el País Vasco- liquidar a Vox y volver a la situación de “sin
enemigos a mi derecha”. Es más, Vox, a pesar de no haber crecido en diputados,
si ha crecido en votos (30.000 más que en las anteriores elecciones). Pero
la cuestión no es esta, sino que lo que puede parecer lógico en Madrid, no lo
es tanto en Cataluña: aquí haría falta una fuerza política inequívocamente “constitucionalista”
(yo diría más bien, “española”) que estuviera entre las grandes alternativas.
Es posible porque un partido improvisado como Ciudadanos, hace dos legislaturas
fue el mayoritario. Para ello es preciso concentrar fuerzas. En otras
palabras: en Cataluña (y en el País Vasco), más que en ningún otro lugar del
Estado, la existencia de un “programa común de la derecha nacional”, es más que
necesario. El sistema electoral catalán hubiera conseguido que, de presentarse
juntos, PP y Vox, hubieran obtenido, no la suma de los diputados que han
alcanzado el domingo, sino que se hubieran situado por encima de ERC. El
PP catalán se dio cuenta el martes antes de las elecciones de que el programa
de Vox era mucho más atractivo: aludía a la inmigración y a la islamización de
la región. Y eso generaba un gran tirón en el electorado. Así que, a última
hora, “descubrió” esta temática (ni siquiera en la propaganda electoral impresa
del PP este tema estaba presente). Feijóo sigue creyendo que existe espacio
para el centro-derecha… Y sigue creyendo -aunque cada vez lo diga menos- que su
primera opción electoral es… el PSOE. Una especie de Casado algo más
afortunado. Vox tiene cartas suficientes en las elecciones europeas para
sobrevivir y crecer: su propaganda se centrará en que el PP y el PSOE están de
acuerdo y votan lo mismo en el parlamento de Estrasburgo en el 90% de las
votaciones… Un “programa común de la derecha” es inviable con Feijóo.
8. LO BUENO PARA ILLA NO LO
ES PARA SU PATRÓN
Illa quiere ser presidente de la gencat. Pero Illa es el virrey nombrado
por Pedro Sánchez, e Illa hará lo que quiera y lo que beneficie a Pedro
Sánchez. Y Sánchez depende de Puigdemont para seguir siendo presidente. Así
que, a partir de ahora, Puigdemont redoblará su presión sobre Sánchez. Conocemos
cuál será el primer argumento que utilizará: Junts ha quedado en segundo lugar
en las elecciones catalanas… de la misma forma que el PSOE quedó el segundo
lugar en las elecciones generales de 2023. Así que Puigdemont aspirará a la
presidencia de la gencat desde su segundo lugar y a expensas de Illa. Si, de
momento, Junts se mostrará moderado es, simplemente porque espera como agua
de mayo la aprobación de la amnistía. Sabe que, si cae Sánchez, jamás volverá a
España como no sea pasando por la prisión y el juicio. Por tanto, presionará,
pero no hasta hacer caer a Sánchez. Pero todo, en el mismo momento que se
apruebe la amnistía en el congreso, horas o minutos después la ley será
recurrida… quedando en suspenso hasta qué este dirima el pleito. ¿Apoyará ERC a
Illa? Antes deberá resolver el problema de sus “dos almas”. ¿Podrá gobernar
Illa apoyado por dos partidos que han perdido una riada de votos (Comuns y
ERC)? ¿Cuál será la actitud de Sánchez? Todo dependerá del resultado de las
elecciones europeas: si el PSOE no retrocede mucho, Sánchez esperará a otoño
para convocar elecciones generales y tratar de ganarlas alardeando del éxito
catalán. Si el PSOE tiene un bajón notable en las europeas, proseguirá la larga
agonía, la inestabilidad y la debilidad del gobierno. Por tanto, la victoria de
Illa es pírrica: ha ganado… harina de otro costal es que pueda hacer algo con
esa victoria.
(PERO DE GEOMETRÍA VARIABLE)
Lo más significativo en la política mundial en los últimos 5 años
es la “polarización”: conservadurismo – progresismo. Se ha producido a partir del intento del “progresismo” de forzar
el ritmo de sus “reformas”, aplicando procedimientos radicales de “ingeniería
social” (“estudios de género”, LGTBIQ+, wokismo, corrección política,
transhumanismo), que han suscitado reacciones en contra, radicalizando a la
derecha y adoptando posiciones igualmente enérgicas al “progresismo”, pero en
sentido contrario. Los centrismos -mal que le pese a Feijóo- están desapareciendo
en todos los países. Lo que ocurre es que en Cataluña existe una “polarización
de geometría variable”. Esta misma polarización se ha dado en Cataluña,
pero en términos relativamente diferentes: Cataluña está partida en dos. Por
un lado, el nacionalismo independentista y por otro lado el españolismo estatalista.
El PSOE aspira, todavía hoy, a situarse en una posición “centrista”: ni
independentismo, ni estatalismo… federalismo, lo que equivale a generar un
problema más en lugar de resolver otro. Esta posición está llamada a disminuir
ante la realidad social catalana: cada vez más inmigración, independentistas radicalizados
por su derrota e incapaces de extraer conclusiones, islamización de la sociedad
catalana, irrelevancia económica creciente de Cataluña en España, malestar por
una delincuencia cada vez más incontrolada y un “afrancesamiento” de Cataluña,
etc. El hecho es que cada vez hay más fuerzas políticas, minoritarias aun, que
advierten algunos de estos problemas: a pesar de que Alliança Catalana haya obtenido
solo dos escaños y sea irrelevante, es un indicativo de la alarma que vive la
sociedad catalana, incluso los 10.000 votos del Frente Obrero, sugieren que hay
ciudadanos que identifican los riesgos de la actual deriva catalana.
10. LAS TRES OPCIONES:
SOCIOVERGENCIA–TRIPARTITO–NUEVAS
ELECCIONES
Algunos analistas han hablado de resucitar la “sociovergencia”
(el pacto entre el PSC y CiU, que hoy estaría protagonizado por Junts) y que
daría una mayoría suficiente para gobernar. Difícil, porque Puigdemont ha
dicho por activa y por pasiva que quiere ser “president”. El PSC no podría
admitir algo así, por mucho que le interesara a Sánchez para garantizar su
gobernabilidad. Y, por lo demás, ¿Qué propondría un gobierno así? ¿un
referéndum pactado? A pesar de que los resultados serían negativos para los
independentistas, la sigla PSOE correría el riesgo de perder votos en el resto
de España. Todas las partes saldrían afectadas negativamente en sus
perspectivas electorales. La segunda opción sería revalidar un tripartido
formado por Comuns, ERC y PSC que daría una mayoría justísima (por un solo
voto). Pero, esto tendría como resultado un gobierno demasiado débil en el que
una de sus partes es un simple cadáver político ambulante (Comuns, con la Colau
desaparecida) y ERC un derrotado que no quiere correr el riesgo de recibir el “abrazo
del oso” y que decepcionaría a parte de su electorado. Este gobierno
entraría en contradicción con el gobierno del Estado. Implicaría aun más la
precariedad del gobierno Sánchez y su necesidad de negociar con Puigdemont o de
caer en cualquier momento. Solución, pues, difícil. Así que a partir de
agosto se valorará la última opción: celebrar nuevas elecciones para
desencallar la situación, a menos que Sánchez, a la vista de cómo le hayan
ido las elecciones europeas, decida dar un golpe de timón, convocar nuevas
elecciones en el Estado, coger a contrapié al PP y en situación de debilidad
extrema a Sumar y a los restos en putrefacción de Podemos y sacudirse la tutela
de Junts. Así pues, en nuestra opinión, la cuestión es si las nuevas
elecciones -que parecen inevitables en Cataluña- serán anteriores, posteriores
o coincidirán con unas elecciones anticipadas en el Estado.
CONCLUSIONES
¿Entienden ahora porque hemos hablado al principio de que el “sistema
no funciona”? Da la sensación de que esto ya no da mas de sí. Es una
situación parecida a la de Italia antes de la “operación manos limpias”:
después de treinta años de un sistema corrupto e inviable, finalmente, aquello
se derrumbó. España va por la misma ronda y habríamos entrado en ella si el
sistema creado en 1978 no se hubiera blindado ante todo tipo de investigaciones
sobre su gestión -con sus famosas “garantías judiciales” que han impedido enjuiciar
a ministros y altos cargos-, pero ahora muchos empiezan a entender que,
efectivamente, el “golpe de timón” no es un simple cambio de gobierno y unas
elecciones -en las que un electorado cada vez más desinformado, apático,
decepcionado, sometido a bombardeos de fakes, sondeos ful del CIS, etc, etc- en
las que el votante acudirá mansamente a las urnas eligiendo a cual peor. El
sistema tiende a una inestabilidad creciente. Al caos. En Cataluña y en España.
Eso es todo. Nadie lo reconoce porque quien debería hacerlo es parte
beneficiada: desde los tertulianos y la prensa convencional, hasta el último de
los diputados -habitualmente, gentes sin oficio ni beneficio, cuyas ambiciones
suelen estar muy por encima de sus capacidades- que un acta les permite vivir
los siguientes cuatro años… para los que el destino propio es mucho más
importante que el de su nación o su región. A pesar de los cambios en el
mapa electoral de Cataluña, la triste realidad es que, ayer vivimos otro
amanecer del Día de la Marmota, con la diferencia de que, en la película
que todos recordamos, la situación del protagonista mejora cada día y en la
política española y catalana todo tiende a empeorar.