DE LA “OBSESIÓN ABORTISTA” A LA “MUJER
EMPODERADA”
Habría que esperar a 1994 para que se diera la
siguiente vuelta de tuerca. En teoría se trataba de una “conferencia mundial
sobre población”, lo que sugería que asistirían delegados designados por los
gobiernos de las 179 naciones que acudieron, pero el protagonismo recayó en las
1.245 ONGs invitadas, y entre ellas, la voz cantante la asumieron las dedicadas
a la “salud reproductiva”. Esta conferencia es fundamental para entender la
evolución de los acontecimientos a partir de ese momento: empieza oírse un
concepto nuevo, “el empoderamiento de la mujer” (empowerment of women),
aumenta la presión para que los Estados reconozcan el “aborto libre y
gratuito” entre los derechos de la mujer y el embrión es considerado como “objeto
de derecho” (con el que se puede hacer cualquier cosa). La diferencia es importante,
porque pasar de ser “sujeto” a “objeto”, implica pasar de ser protegido a poder
ser destruido y esto no se ha modificado a pesar de que la genética ha demostrado
que, desde la primera división celular ya es posible identificar, ya no estamos
ante un simple amasijo de células desordenadas, sino ante lo que será
potencialmente el ser en los meses de la gestación y, por tanto, en su vida
futura.
En la conferencia de El Cairo se demostró cuál era
la nueva estrategia: si bien los Estados Nacionales desconfiaban de
imposiciones sobre demografía y control de la población, viéndose sometidos a
giros derivados de los cambios de gobierno, plantear el tema del aborto como un
derecho individual de “mujeres empoderadas”, sería la nueva estrategia. Ya
no se trata de “controlar el crecimiento de la población” por vías
directas, sino de hacerlo priorizando aquellos elementos que hagan imposible la
reproducción.
Es en ese momento en donde los “estudios de género”
empiezan a cobrar una importancia decisiva, cuando se entrará en el feminismo
versión 3.0. (después del sufraguismo de finales del XIX y del primer tercio
del siglo XX y del feminismo surgido de la contestación y de la contracultura
de los 60). Será una forma de feminismo mucho más radical que enlazará con
las tesis postmodernistas que anuncian el “fin de los grandes relatos”
(cristianismo, marxismo, racionalismo, capitalismo) sustituidos por los “pequeños
relatos” (individuales o de pequeños grupos alejados de los estándares de “normalidad”).
En la práctica, todas estos “nuevos estudios de género”, tienden a establecer
una barrera cada vez más insalvable entre los sexos y a estimular cualquier
forma de relación y de identidad que no tenga como posibilidad la reproducción.
Cualquier conducta que sea “estéril” debe ser reconocida como “saludable”.
Cualquier otra que tenga como resultado la procreación, debe ser examinada con
lupa, no vaya a ser que se trate de relaciones no consentidas, abusos o
violaciones. En cualquier caso, el aborto debe ser defendido desde el primer
momento y en los nueve meses restantes como un recurso a considerar. Incluso
algunos sostienen que, en los primeros días de vida de un recién nacido,
todavía no ha alcanzado el nivel de “persona” y, por tanto, puede seguir
considerándose como un feto, esto es como un “objeto”.
En el momento de
escribir estas líneas está en estudio el proyecto de “Ley de libertad de
personas embarazadas de 2022” (Ley SB 669) en el senado del Estado de
Maryland. Se confirma, como no podía ser de otra manera, que el feto carece de
derechos (“Nada de lo dispuesto en esta sección se interpretará en el
sentido de conferir personalidad o derechos al feto”, se lee en el
proyecto). Se propone evitar las investigaciones y sanciones por aborto en
cualquier momento del embarazo y muertes “perinatales” causadas por “falta de
acción” entre las 22 semanas de gestación y las primeras 4 semanas de vida del
bebé: “Esta sección no puede interpretarse para autorizar ninguna forma de
investigación o sanción para una persona: Que termine o intente terminar el
propio embarazo de la persona; o experimente un aborto espontáneo, muerte
perinatal relacionada con una falta de acción o muerte fetal”, leemos en el
proyecto. Así mismo, de aprobarse esta ley sin modificaciones, quedaría
despenalizada la muerte por negligencia durante los primeros 28 días de vida
del bebé. No solo eso, sino que el proyecto autorizaría a los sospechosos de causar
este tipo de muertes a que actuaran civilmente contra quienes planteen
investigarlos.: “Una persona puede presentar una causa de acción por daños y
perjuicios si la persona estuvo sujeta a arresto ilegal o investigación
criminal por una violación de la sección” como resultado de
“experimentar un aborto espontáneo, muerte fetal o muerte perinatal”, se
lee en el proyecto del Senado de Maryland.
NO TENGA HIJOS,
TENGA MASCOTAS
Estamos muy lejos de casos en los que la malformación del feto puede causar muerte de la madre o de fetos con problemas que harán imposible su vida normal, sobre fetos surgidos de violaciones, casos sobre los que jurados de bioética deberían pronunciarse caso por caso. De lo que se está empezando a hablar es, incluso, de eutanasia de recién nacidos. Cabe preguntarse el motivo por el que “legisladores” priorizan este tipo de proyectos de ley. Existen otros muchos derechos que deberían discutirse antes del “derecho a matar a un recién nacido”. En realidad, discutir algo así puede parecer monstruoso y, de hecho, lo es. Una ley en Maryland no es algo que, en principio, deba preocuparnos en España, salvo por el hecho de que la actual Ley del Aborto, otra de las joyas legislativas, del “pedrosanchismo”, no solamente tiene como función “blindar” la interrupción del embarazo en la sanidad pública, sino sobre todo, regular los “derechos sexuales y reproductivos de la mujer”. Esto tiene una serie de implicaciones.
Los menores de 16 y 17 años, por ejemplo, no precisarán consentimiento paterno para abortar, la sanidad pública será la red de referencia para abortar y se creará un registro de objetores de conciencia que e nieguen a abortar, quedan eliminados los días de reflexión previa, la “píldora del día después” será gratuita y las píldoras anticonceptivas de última generación serán también financiadas por la Seguridad Social. La gestación subrogada queda terminantemente prohibida… Probablemente, lo más razonable como alternativa a esta ley hubiera sido una simple campaña por el uso de preservativos y de métodos anticonceptivos, o por una utilización de la sexualidad de manera responsable. Pero los objetivos del “ministerio de igualdad” tenían otros objetivos y otras obsesiones: desvalorizar por completo la natalidad, anular el papel de la mujer como “dadora de vida”, algo que, si unimos al otro “gran proyecto” del “pedrosanchismo”, igualmente estimulado por su sector “podemita”, nos dará un cuadro completo de la situación. Nos referimos a la “Ley de Mascotas”, actualmente en fase de anteproyecto.
Así como el feto es degradado de sujeto de derecho a objeto de
derecho, la mascota es elevada al rango de “ser sintiente” y, por tanto, pasa a
ser digno de toda protección por parte del Estado. No solamente se está
diciendo a la población: “evite por todos los medios tener hijos”, sino
que, se añade: “sustituya hijos por mascotas”. El “animalismo” irrumpe
en la escena (había tratado de irrumpir tímidamente durante el "zapaterismo" cuando se ofreció, incluso, la tribuna parlamentaria para promover el "proyecto gran simio").
Inicialmente, el “movimiento de liberación animal” irrumpió como “movimiento abolicionista de liberación animal”. En sus primeros pasos, se trataba de conseguir que los laboratorios de investigación científica dejaran de utilizan animales para experimentar con ellos. Esto puede tener cierta lógica, como la tiene cualquier forma de ensañamiento con un ser vivo (no en vano, uno de los rasgos del comportamiento psicopático desde muy niño es ejercer tortura contra animales o insectos), pero deja de tenerlo cuando los “doctrinarios” del animalismo enfatizan su oposición al “especismo” (consideración de los animales como especies inferiores y que, por tanto, el ser humano puede utilizar en beneficio propio; palabra que sustituirá a la de “racismo” en relación a los animales). Esquilar a una oveja podría ser considerado como “especismo”: ni se obtiene la conformidad con la oveja, sino que esta, incluso, se resiste a ser esquilada y, desde luego, el producto obtenido sirve como beneficio de los humanos en forma de jerseys… No hablemos ya de los cueros. Así pues, inicialmente, el “animalismo” buscaba abolir el “especismo”. A pesar de ser promovido con algunos ejemplos desagradables, el animalismo permaneció dentro de círculos muy restringidos. En la práctica el “animalismo” es uno de tantos movimientos que intentan difuminar y borrar las fronteras que definen los rasgos de identidad. El ser humano, dicen en el fondo, no tendría el derecho de beneficiarse de los animales si este beneficio supone para ellos una “merma de los derechos de estos”. Olvidan, claro está, que la evolución del ser humano ha sido solamente posible gracias a las armas y gracias a que éstas supusieron una ayuda evolutiva que le permitió, desde la aparición de su especie, competir con otras más fuertes y mejor dotadas para la predación. El simple cinturón de hojas de parra o de higuera no habría bastado al ser humano para protegerse de los rigores del frío y garantizar su subsistencia. Necesitó una mandíbula de gacela como cuchillo y un fémur de antílope como cachiporra, para salir adelante (algo que recordó Robert Ardrey en los años 70). Así que, en principio, parecía que el “techo” del movimiento animalista permanecería siempre muy bajo.
Y, entonces llegaron las políticas antinatalistas.
Ya no se trataba de
no tener hijos o de que tenerlos se había vuelto una tarea casi imposible,
económicamente inviable para muchos. Pronto, los análisis sobre la política del
hijo único en China, o sobre los resultados de lo que suponía la política de “empoderamiento
de la mujer” (que generaba automáticamente al alejamiento del varón), o los problemas de
fertilidad cada vez más frecuentes (y cuyos orígenes están completamente
identificados a causa de aditivos en los alimentos y de fertilizantes en los
campos o, incluso por problemas relacionados con el ritmo y el estilo de vida,
¡y hasta productos cosméticos!), indicaron que generaban inseguridad ante el
futuro, soledad en el presente y falta de perspectivas y estímulos. Así pues,
era necesario encontrar una alternativa que contrapesara estos problemas. Fue
así como la mascota que, hasta ese momento había sido habitual en casas rurales
y se reducía en el hogar a pecera, jaula de canario, incluso terrario para la
tortuga, pasó a ser el sustitutivo de los hijos, el remedio para la soledad y
la compensación a la esterilidad o a la negativa a tener descendencia. Las
noticias sobre que tal millonaria ha legado su fortuna a su gato de Angora, ya
no aparecen como excentricidades propias de personas trastornadas, sino que se acepta como normal por buena parte de la población. A fin de cuentas,
ellos tienen mascotas y deben pensar en el futuro de estas…
Pero todo esto que
parece anecdótico, termina siendo un problema de civilización: un momento histórico
en el cual, cualquier remedio es bueno para no tener hijos, es un momento
histórico que demuestra que la historia se mueve con un movimiento similar al
péndulo de Foucault: entre mayores niveles de progreso técnico que vienen
parejos a menores niveles de moralidad y de identidad. Porque, el animalismo lo
que, genera, en el fondo, es la atenuación de las barreras entre la “animalidad”
y la “humanidad”: el “humanizar los derechos de los animales” viene parejo a
una “degradación de los comportamientos humanos” y sobre todo de la identidad humana.
Matar a gatitos recién nacidos para evitar su proliferación escandaliza a los
mismos que proclaman el derecho al aborto y se prestan a discutir sobre si
matar a neonatos de 28 días no es una prolongación de tal derecho.
EL ABORTO COMO NEGOCIO
DE LA “CIENCIA SIN CONCIENCIA”
¿Y por qué ese
interés en extender el aborto un mes más posterior al nacimiento? En la razón
encontramos otro de los rasgos que explican por sí mismos la degradación moral
de nuestro tiempo. De la misma forma que los tejidos procedentes de fetos no
son arrojados al basurero, sino que se utilizan especialmente en cosmética (casi
es irónico que la muerte se utilice para el “look”), determinados experimentos
sobre tejidos humanos solamente son posibles con tejidos que alcanzan cierta madurez
en la investigación sobre el VIH, el Parkinson y la diabetes. En otras
palabras, lo que está en juego es la posibilidad de obtener inmensos beneficios
(la “industria del aborto” los ha reportado a la “industria cosmética”).
La cuestión es si la
ciencia debe avanzar deshumanizando lo humano o puede hacerlo por otros
caminos. La investigación sobre las “células madre”, parece confirmar que así
es. En 2015 estalló una famosa polémica a raíz de vídeos que mostraban una negociación
entre miembros del “pool” abortista, Planned Parenthood y directivos de
Biomax Procurent Services sobre el regateo del precio de tejidos fetales
obtenidos en abortos que vendían los primeros. Biomax resultó ser una
empresa ficticia creada por la asociación provida Centro para el Progreso
Médico. Quedó demostrado que el interés de algunas ONGs proabortistas no
era defender derechos de las mujeres, sino, simplemente, obtener beneficios
económicos (el presupuesto anual de Planned Perenthood asciende a
1.300.000.000 de dólares de los que algo más de la tercera parte proceden del
gobierno federal de los EEUU y el resto de fundaciones y contribuciones
privadas que solamente en 2014 realizó 324.000 abortos).
Ahora bien, en la
Ley del Aborto española, hay un elemento que llama la atención: la exigencia de
que la educación sexual esté presente de forma obligatoria en todas las etapas
de la primera infancia “para que los menores conozcan mejor sus cuerpos, sus
relaciones se basen en el consentimiento y se prevengan de enfermedades de
transmisión sexual”… Y aquí si que cabe preguntarse, por qué buena parte de
las obsesiones progresistas están enfocadas hacia la infancia. La sexualidad es
algo que nace solo, por sí mismo, la educación sexual es, de todos los aspectos
de la educación, el más inútil en la medida en la que surge por sí mismo en el
momento en el que la biología alcanza la madurez necesaria. Es en ese momento,
cuando el niño que hasta ese momento se había considerado “niño” e identificado
con los que son como él, empieza a verse atraído por la “niña” (y viceversa). La
maduración de la sexualidad empieza en ese momento. Educar sexualmente a los niños desde el mismo
momento en el que pisan la escuela equivale a empezar enseñanza cálculo
diferencial-integral a alumnos que todavía no han superado aprendido a multiplicar
y dividir. Es, anticipar algo que debe madurar con el resto de la personalidad.
Y esto explica el porqué buena parte de la infancia ya consulta regularmente
pornografía a los 9 años y que, en su primera relación sexual, intenten realizar
con su partener un fistfooking o la más retorcida parafilia pensando que
se trata de algo “normal”. Una vez más, las fantasías progresistas generan
monstruosidades.
DESDE 1994 HASTA
HOY. ALGUNAS CONCLUSIONES
Desde la conferencia
de El Cairo (1994) se han celebrado distintas “asambleas generales” para tratar
sobre la aplicación de los acuerdos allí alcanzados. La más importante hasta la
fecha ha sido la Cumbre de Nairobi que se celebró entre el 12 y el 14 de
noviembre de 2019 (y que la ONU llama CIPD+25, indicando
los años que habían pasado desde la conferencia de El Cairo. En la web de la ONU puede leerse el resumen de la
conferencia. De él “cortamos y pegamos” lo más significativo:
Sobre lo que
significó la conferencia de El Cairo: “En la histórica Conferencia
Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) de 1994, representantes
de 179 países se reunieron en El Cairo y adoptaron el Programa de Acción de la
CIPD, que reconoció la salud reproductiva y el empoderamiento de la mujer y la
igualdad de género como pilares del desarrollo sostenible.”
Sobre los asistentes
a la Cumbre de Kenya: “El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)
y el Gobierno de Kenya acogieron la Cumbre de Nairobi, que reunió a gobiernos,
agencias de las Naciones Unidas, organizaciones del sector privado, grupos de
mujeres y redes de jóvenes para discutir y acordar iniciativas para seguir
avanzando en la ejecución del Programa de Acción de la CIPD.”
Sobre lo que se
había logrado desde El Cairo 1994: “El mundo ha reducido la mortalidad
materna y ha avanzado la igualdad de género, pero no lo suficiente”.
Sobre los
compromisos adoptados: “Defender los derechos humanos de todas las personas,
incluido su derecho a la salud sexual y reproductiva, y acelerar todos los
esfuerzos en apoyo a la igualdad entre géneros y el empoderamiento de las
mujeres y las niñas, haciendo hincapié en los más vulnerables y desfavorecidos,
garantizando que nadie se quede atrás”. “Intensificar los esfuerzos de todo el
sistema para eliminar todas las tasas de mortalidad y morbilidad materno-infantil
prevenibles, erradicar la violencia por motivos de género contra las mujeres,
las niñas y los jóvenes, y eliminar la carencia de servicios de planificación
familiar que restringe los derechos y el bienestar de millones de mujeres y
jóvenes y limita sus posibilidades”.
Sobre el papel de
los gobiernos nacionales: “Respaldar a los Gobiernos nacionales en la
aplicación plena y acelerada del programa de la Conferencia, en concordancia
con la aplicación nacional de los Objetivos de Desarrollo Sostenible,
aprovechando las sinergias en todo el sistema de las Naciones Unidas”.
Sobre el encuadre de
la conferencia: “Incorporar los resultados de la Cumbre de Nairobi como un
componente integral del Decenio de Acción para cumplir con los Objetivos de
Desarrollo Sostenible”.
Y esto nos permite llegar a algunas conclusiones
que son, en el fondo, las tendencias por las que discurre la “postmodernidad” y/o
la “modernidad tardía”:
1) Para la ONU, el control demográfico derivado de la estricta observancia del maltusianismo, sigue siendo una prioridad y forma parte de la Agenda 2030. En el fondo la Agenda 2030 es una agenda de estricta observancia malthusiana enmascarada con otras consideraciones pero que, en su conjunto, apuntas todas hacia la reducción de la población.
2) El tráfico de órganos y de tejidos procedentes de fetos, queda encubierto con el lenguaje “soft” y con una pretendida “superioridad moral” utilizado por la ONU para justificar el aborto
3) La ONU y sus agencias, se apoyan en ONGs, creadas y financiadas por ella misma para justificar y difundir sus tomas de posición; todo lo cual supone una intromisión a la soberanía nacional de los Estados, y un falseamiento de la opinión pública, excediendo con mucho los fines originarios para los que había sido creada.
4) Allí donde las medidas antinatalistas han sido puestas en práctica, se han revelado como catastróficas para las sociedades: especialmente en China (en donde se han revelado como un fracaso –la política del “hijo único”- y abandonadas), y por “Occidente” (especialmente en Europa Occidental), pero no así en las zonas en donde existe mayores riesgos de natalidad descontrolada y de enfermedades, esto es, en el mundo islámico y en África. Ante las actuales tasas de natalidad puede afirmarse que solamente una raza, la blanca, está en peligro de desaparición, especialmente en Europa Occidental.
5) Si se tratara solo de maltusianismo estas políticas y no contaran con subsidios, subvenciones y el estímulo de los grandes centros de poder internacional, hace años que la genética habría dado el carpetazo a la polémica abortista: existe ser humano desde la primera partición celular en el útero materno cuando ya puede identificarse todos sus elementos constitutivos. La gran novedad es que el aborto está ahora vinculado a otros “grandes temas” tratados por la ONU y todos -sea el “cambio climático”, sea la “igualdad”, sea el “empoderamiento de la mujer”, sean los “estudios de género”- va orientado hacia un descenso de la población. Y muy en especial de la población de países “occidentales”.
6) Para justificar los grandes flujos de población en dirección a Europa procedentes de África y Asia se recurre a negar la existencia de las “razas”, como argumento previo para promover el “multiculturalismo”, fenómenos en los que el postmodernismo ha insistido en su centralidad como valores de sustitución a los valores tradicionales
7) Cuando se examina la gestión de los gobiernos nacionales, no es a ellos a los que se debe culpar por la aprobación de leyes que avalen la locura abortista o las “políticas de género”, el “empoderamiento”, sino que todo este conjunto de medidas han sido ideadas por el cuerpo funcionarial de Naciones Unidas y de sus agencias (a los que nadie ha elegido democráticamente) y trasladadas a los distintos gobiernos como “normas de obligado cumplimiento” si se quiere seguir perteneciendo al “concierto de las naciones”. Es a estos cuerpos funcionariales a los que debe culparse de estas políticas.