En
Norteamérica, “marketing orgónico”
Nada más llegar, encuentra trabajo como profesor de la New York
School for Social Research, donde es presentado por su amigo el profesor
Théodore P. Wolfe, especialista en medicina psicosomática. Allí enseñará la
biofísica del Orgón, actividad que junto
con la edición y reedición de algunos de sus libros le dará cierta holgura
económica como para comprar en 1942 una amplia propiedad de 80 hectáreas en
Maine. En esa propiedad, rebautizada “Orgonon”, establecerá su cuartel general
y la sede de la fundación que llevará su nombre.
En esa época, se considera algo más que un psiquiatra. Se tiene
por filósofo, sociólogo e inventor; en
calidad de tal, construirá su principal instrumento terapéutico al que llama
“acumulador de Orgón”. El aparato no puede ser más simple: del tamaño de una
cabina telefónica, las paredes están hechas con capas de metal y de “materiales
orgánicos”… este simple cajón debería bastar, según Reich, para facilitar al
usuario la “provisión de Orgón” que ha perdido durante el día o bien a causa de
una disfunción. Reich está convencido en esa época de que este “aparato” es
capaz de curar todas las enfermedades, incluido el cáncer. Así mismo, debería
aliviar, siempre según su inventor, cualquier tipo de disfunción sexual. El
aparato es caro –y reporta a Reich pingües beneficios– y, por tanto, no está al
alcance de todos, de ahí que pronto se dé cuenta de que precisa poner en
circulación acumuladores de menor tamaño. Diseñará una “manta orgónica” y
también un “entonador orgónico” que debería ser capaz de dirigir la energía
captada hacia aquel órgano que el usuario precise.
El acumulador orgónico debería, pues, aprovechar al “energía
vital”, pero ¿qué es esta energía y cómo está relacionada con la energía
cósmica? Se trata de la “energía orgónica” que impulsa a todos los seres vivos.
Mediante el “acumulador”, la “energía orgónica” presente en la atmósfera
penetra en las paredes del equipo y el individuo situado en su interior, absorbe
tanta energía como requiera hasta restablecer el equilibrio.
Pero los “acumuladores orgónicos”, terminarían siendo la ruina
para Wilhelm Reich. En realidad, la impresión que da Reich en su periplo
norteamericano es la de uno de esos charlatanes tan habituales en el Oeste
americano que recorrían villorrios y puebluchos vendiendo curalotodos o jarabes
que curaban cualquier mal. Como todos los vendedores norteamericanos,
practicaba una política de marketing: adaptaba los productos a la capacidad
adquisitiva de sus clientes, los diversificaba, procuraba que fueran baratos de
fabricación y su precio de venta al público fuera caro. Y, además, eludía pagar
impuestos hasta el punto de que sus detractores lo han considerado como un
estafador alucinado, mientras que sus partidarios lo siguen considerando como
un genio incomprendido.
La
herencia de Wilhelm Reich
De Reich han derivado distintas terapias, habituales
hoy en el movimiento de la New Age:
CORE–Energética, bioenergética, rolfing, etc. Incluso los catálogos de objetos
de "new age" se han visto repletos de “acumuladores orgónicos”,
cañones para romper nubes y otras lindezas a precio de mercado. Lo terrible es
que Wilhem Reich murió completamente loco y todo este material fue creado
precisamente en el momento en que ya empezaba a demostrar desequilibrios
paranoides. No puede extrañar que algunos de sus herederos hayan terminado por
regresar a aquello que siempre ha estado tan cerca del psicoanálisis: el
ocultismo; ya veremos más adelante por qué decimos esto.
A principios de los años setenta se habían
publicado algunos libros de Reich en español, pero ya antes había suscitado el
interés en algunos psiquiatras como el doctor Ramón Sarró, amigo personal de
Reich y alumno suyo en la Policlínica de Viena, o Ramón García, profesor de la
Escuela de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona. Pero no fue sino hasta
la primavera de 1978 cuando Carlos Frigola, que había sido alumno de Eva Reich –hija
de Wilhem Reich– en la Tavistock Clinic de Londres, la invitó a dar unas
conferencias y seminarios en las Universidades de Valencia y Barcelona. A raíz
de estos cursos se organizó un encuentro en Figueras (Gerona) en donde,
asistiendo la propia Eva Reich, fue creada la "Fundación Wilhem
Reich" que todavía realiza cursos, seminarios y edición de la Revista de Ciencias Orgonómicas.
La mejor biografía de Reich está escrita por
su mujer Ilse Ollendorff (Wilhelm Reich.
Una biografía personal. Gránica Editor, Barcelona 1978). Después de
colaborar durante 12 años ininterrumpidamente con Reich, la Ollendorff reconoce
en este libro que a medida que iba pasando el tiempo cada vez entendía menos de
las teorías de su marido. Resulta patética la lectura de esta obra cuando
explica la fabricación del primer acumulador de energía orgónica –apenas una
caja de cigarros, "con cellotex en la parte exterior y una hoja de
acero en el interior, con respiraderos en la tapa"– y acto seguido
explica que Reich se sentía increíblemente solo e incomprendido, "necesitaba
hablar y yo estaba allí para escucharlo, pero no comprendía las implicaciones
de lo que decía ni tampoco las entendía ninguna otra persona de su
alrededor"…
Reich escribió a Einstein en 1940; se
entrevistó durante 5 horas con él en Princetown en enero del 41; hablaron, por
supuesto, sobre la "energía orgónica" e incluso le llevó un
"acumulador". Einstein se comportó gentilmente con él, lo despidió y
no quiso volver a saber nada más del asunto. Reich atribuyó esta repentina
indiferencia a "una conspiración general de inspiración comunista".
El caso supuso un grave quebranto moral para Reich que ya se veía trabajando
junto a Einstein y otros cerebros científicos de primera fila. Estaba harto de
tratar a neuróticos y quería abrirse campo en el terreno de las ciencias
físicas y encontrar el nexo de unión entre psique y materia.
En 1942 Reich empezó a tratar pacientes de
cáncer con los acumuladores orgónicos y a vender una gama diversificada de
productor relacionados con este tema mediante anuncios por palabras. Hay que
decir que el acumulador no era vendido como remedio contra las enfermedades
sino como una forma de fortalecer el cuerpo, y por tanto a hacerlo inmune a las
enfermedades y capaz de derrotar a las que ya estaban en curso. La administración
americana prohibió en 1956 la venta de estos aparatos. La venta de los
“armarios orgónicos” apenas había llegado a las 300 unidades.
Probó también un motor de energía orgónica,
pero en esa época su manía persecutoria se había ido ampliando. Uno de sus ayudantes,
un muchacho problemático, desapareció y Reich sostuvo la peregrina teoría que
el "joven había sido había sido secuestrado por conspiradores
comunistas que querían el secreto de la fuerza motriz en la energía
orgón". El joven nunca apareció, pero la Olendorff sostiene que había
sido internado en una clínica psiquiátrica.
En 1950 las cosas no mejoraron; Reich
concentró esfuerzos en la realización de un "rompenubes" o cloud–buster que no era otra cosa más
que "un dispositivo de tubos huecos ubicados en una suerte de placa
giratoria que podía manipularse para que apuntara en la dirección deseada. Los
tubos estaban conectados con cables que debían introducirse en la tierra o en
una fuente de agua corriente. La teoría era que los tubos extraerían la energía
orgón de las nubes, y que el agua a su vez extraería la energía recogida de los
tubos y neutralizaría sus efectos". Claro está que las nubes se
rompían, pero, como se sabe, una nube es siempre la muestra más clara de lo
impermanente y lo polimorfo.
Reich había creído descubrir que el Orgón disponía también de un
“lado oscuro” que cristalizaba en formas energías destructoras. Tales energías
se concentraban en determinados momentos en la atmósfera terrestre y, frecuentemente,
adquirían la forma de nubes. Era lo que llamaba “Deadly Orgone Radiation”
(DOR). Para disipar estas radiaciones y restablecer la normalidad en zonas del
planeta, Reich construyó el “cañón rompenubes”. Con esa tecnología, afirmaba
poder disolver nubes tormentosas, pero también, frecuentemente, observó que
obtenía el efecto contrario: hacer llover en parajes desérticos o en sitios
donde la lluvia no era estadísticamente posible y ni se esperaba. Hasta aquí no
existía nada realmente “mágico” o “científico”: en un paraje, o llueve o hace
buen tiempo, a expensas de lo que realice el ser humano.
¿Cómo funcionaban los tubos? Nos los cuenta el mismo Reich:
"Cuando los tubos conectados con un manantial o con un lago fueron apuntados hacia la nube de DOR (negra), ésta comenzó a encogerse desde la periferia hacia el centro y el azul normal empezó a extenderse más hacia la zona negra, hasta que las nubes de DOR desaparecieron completamente".
Esto, sigue explicando, disipaba la tormenta debido a los
cambios en el potencial energético producidos por el vacío o por la succión de la
energía obtenida con el Cloud–buster.
Para hacer llover, Reich apuntaba los tubos cerca de una nube pequeña, con el
resultado de que ésta crecía hasta chocar con otras (que también podían
"crearse") y se producía la lluvia…
Camino
de la locura
Como cabía esperar, en aquellos años 40 y 50
cuando en los EEUU se vivía, entre la inquietud y la expectación, la primera
oleadas de “platillos volantes”, Reich en los últimos años de su vida
desarrolló toda una teoría sobre este tema; la mayoría de sus herederos han
preferido cubrir un tupido velo sobre la última etapa de evolución de su
pensamiento, especialmente entre 1942 y
1957. De todas formas existen artículos y rastros que permiten reconstruirlo.
Todo se inició en 1952 cuando algunos
miembros de la comunidad afirmaron haber visto "platillos volantes".
Poco a poco fue obsesionándose con la idea de la presencia de naves
extraterrestres que supuestamente observaban a la comunidad de
"Orgonon". El las llamaba "EA" iniciales de las palabras
"Energía" y "Alpha"; sus tripulantes eran llamados CORE,
siglas de "Cosmic Orgone Engineering".
Llegó a obsesionarse con la idea de que
algunas estrellas eran, en realidad, naves extraterrestres situadas sobre la
comunidad de "Orgonon" para vigilarla; aprovechó el cloud–buster, para tratar de disipar la
energía orgónica negativa –DOR– que según decía era liberada por las naves
extraterrestres y constituía la fuente de las enfermedades del hombre. Estaba
convencido que gracias a este instrumento había logrado debilitar algunas
"luces azules" estacionadas sobre Orgonon.
Por lo demás sostenía la teoría de que las
naves extraterrestres viajaban por el cosmos gracias a motores de “energía
orgónica” y venían a nuestro planeta por su necesidad de recargar aquí las
baterías con energía orgónica positiva (OR) y desprenderse de la negativa (DOR)
en forma de polvo negro que provocaría una lluvia y la consiguiente nausea,
cianosis y malestar general.
En 1956 es condenado a dos años de cárcel por
tráfico ilegal de "acumuladores de energía orgónica" que consideraba
el único remedio contra el cáncer...
Murió en la penitenciaría de Willisburg
el 3 de noviembre de 1957. En la última fase de su vida Reich había abandonado completamente la
práctica psiquiátrica y proyectaba un nuevo culto basado en la eugenesia y
denominado "Hijos del Porvenir"; una parte de sus seguidores renunciaron
a sus extravagantes teorías enunciadas tras su llegada a EEUU, mientras que
otros asumieron todos los contenidos, incluidos los ufológicos. Woody Allen
satirizó la imagen de Wilhem Reich en la figura del sexólogo loco de su
película "Todo lo que usted quiere saber sobre el sexo y no se atreve a
preguntar".
Hacia
el final. Últimas paranoias
En 1954, Reich es denunciado por varias instituciones como
falsario. Los acumuladores de Orgón y todos sus derivados, son considerados
como engañifas conscientes sin ningún valor terapéutico. El gobierno prohíbe
que venda los acumuladores de “energía orgónica”. Reich se declara en rebeldía,
no acude al juicio y explica su posición por escrito:
“El gobierno de los EEUU no está habilitado para tratar sobre la Ley Natural Fundamental. La orgonomía es una rama de la Ciencia Natural Fundamental… Presentarme ante el tribunal para “defender” la Investigación Natural Fundamental constituye en sí un acto absurdo. En efecto, toda investigación en este terreno se sitúa fuera de la competencia jurídica de una administración social cualquiera que fuera. El derecho del Hombre al conocimiento debe ser protegido si el término Libertad debe significar algo más que un eslogan político privado de sentido. No compareceré ante el tribunal para “defenderme” contra un proceso iniciado a partir de una denuncia, cuya naturaleza misma demuestra que ignora todo sobre la ciencia natural”…
Una defensa así no podía ocasionarle más que nuevos problemas.
El 19 de marzo de 1954, Reich es definitivamente condenado. Una vez conoce la
sentencia proclama que es víctima de una conspiración orquestada por los “fascistas
rojos”. En 1956 ingresa en un establecimiento penitenciario del Estado de Maine
para cumplir dos años de prisión y sus escritos, por orden judicial, son
destruidos. El 3 de noviembre de 1957, muere de una embolia pulmonar, sin haber
abonado los 10.000 dólares de multa a los que también había sido condenado.
En el momento de su muerte, casi todos los que habían sido sus
discípulos, opinaban que se había trastornado a causa de las iniciativas
judiciales. Su mujer, Ilse Olendorff, y su hijo, Peter Reich, defendieron su
memoria en diversas obras reivindicativas. Peter, en su libro A Book of Dreams”, al describir su vida
en Organon, recuerda el placer que le producía a él y a su padre hacer llover
gracias al cloud–buster. De ser así,
nadie, salvo ellos, habrían conseguido que el malhadado invento de Reich
funcionara al menos una vez en la vida. Los discípulos de Reich sostienen que
obtuvo resultados concretos y recibió una recompensa de 1000 dólares
procedentes de un agricultor, Osmon Merrill y del banquero H.B. Philips, por
haber salvado sus cosechas en 1953, gracias al cloud–buster. Cuentan, así mismo, que uno de los principales
“hombres de la lluvia”, James de Meo, se pasea por todo el territorio
norteamericano, transportando una reproducción de ese cañón, con el que obtiene
excelentes resultados… pero, obviamente, no hay que creer todo lo que dice
alguien que vende ese material.
Reich,
la CIA y el control del tiempo
En 1947, Reich se comprometió durante cinco años a trabajar para
el OSS, entidad de inteligencia, precedente de la CIA. La CIA puso especial
interés –lo cual dice mucho en el contexto que nos ocupa– sobre los aparatos
diseñados por Reich para controlar la climatología. Al OSS le llamó la atención
este aparato que, al decir de su inventor, era capaz de “aspirar” las llamadas energías
DOR y atenuar la violencia de una tempestad. De ser así, era evidente que una
acumulación de energía DOR, podía operar el efecto contrario, esto es, acentuar
la virulencia de una tempestad.
Los discípulos de Reich afirman todavía hoy que las pruebas
realizadas por la CIA dieron un resultado positivo y que experimentaron con
éxito sobre una tempestad. La fase siguiente del “Proyecto Fénix” –tal era su
nombre en clave– consistía en lanzar a la atmósfera entre 200 y 500 radiosondas
al día. Estas radiosondas consistían en unas cajas fabricadas en los
laboratorios de Brookhaven a partir de los trabajos y las indicaciones de
Reich. Se trataba, en la práctica de pequeños acumuladores orgónicos que debían
absorber el excedente de energía DOR que, siempre según Reich, se encontraba en
determinadas zonas de la atmósfera. Emitían una señal oscilante continua sobre
un radio de 100 millas, y se esperaba que tuvieran la capacidad de convertir la
energía eléctrica en “energía etérica”. Utilizaban primeramente la frecuencia
de 403 mHz y luego la de 1680 mHz. Las paredes de la caja estaban formadas por
un “thermisor” compuesto por oro,
plata, planito e iridio, recubierto por una capa plástica que aislaba de la
humedad. El dispositivo se completaba
con una aguja que actuaba a modo de antena capaz de captar las energías DOR y
producir Orgón.
Algunos discípulos de Reich sostienen en la actualidad que este
proyecto tenía como objetivo –en 1947, cuando se intuía en el horizonte la
“guerra fría”– el control del clima. Esos mismos discípulos sostienen que la
fusión de este proyecto con el Proyecto Filadelfia (intentar hacer invisible el
propio armamento a los radares enemigos, que tuvo efectos secundarios sobre la
tripulación de un navío de los EEUU), nació el Proyecto Fénix, uno de cuyos
objetivos era alterar el normal curso del pensamiento. Nos movemos, pues, en un
terreno, caro a los “conspiranoicos”.
En 1952, la relación de Reich con la CIA termina. Se han
conocido muy pocos detalles de esta colaboración que demuestra solamente una
cosa: que en esa época, los científicos norteamericanos a sueldo del
Departamento de Defensa, estimaban que era posible alterar el clima e
intentaron llevar sus pesquisas por la senda trazada por Wilhelm Reich. Reich
podía estar aquejado de un trastorno obsesivo compulsivo, pero alguien quería
comprobar si verdaderamente, por mínimo que fuera el basamento científico de
sus teorías, tenía razón y era posible, finalmente, controlar el clima. Y
resultó que no, que su teoría carecía de base alguna y los aparatos por él
inventados eran completamente inútiles.
En cuanto a la “sexpol”, la “política sexual” de los movimientos
marxistas, si bien es cierto que la llegada de la contracultura en los años 60
y, en especial, las obras de Herbert Marcusse, rehabilitaron esa parte de la
obra de Reich, la caída del Muro de Berlín en 1989, el final de la “nueva izquierda”
y el descrédito que se extendió sobre el marxismo en sus distintas componentes,
acabó definitivamente con esta parte de su obra. La lucha contra la sociedad
patriarcal, se abordó desde otro punto de vista por los movimientos feministas
y gays, y pronto se desvinculó completamente de la perspectiva antifascista
enunciada por Wilhelm Reich. Quiso ir más allá del antifascismo propagado por
la Internacional, pero se perdió por la senda de la locura. Luego, fue el
propio marxismo es el se apeó de la historia y con él el recuerdo del sexólogo
herético del KDP.