La noticia del desencadenamiento de hostilidades en “Ucrania” ¿es
la guerra? ¿A partir de ahora toca plantearse si hay que “morir por Kiev”?
¿Existe peligro de guerra generalizada? Vale la pena lanzar todas estas
cuestiones para tener claro lo que está ocurriendo en estas horas.
Existe, desde el principio de esta crisis, reiterados intentos de
intoxicación informativa por parte de “Occidente”: se ha insistido en que Rusia
pretendía “invadir Ucrania”. No era así: en realidad, desde el principio de la
crisis -incluso desde hace ocho años- Rusia ha denunciado distintas
vulneraciones de los derechos humanos de la población rusófona (¡un 40% del
total!) residente en Ucrania.
“Occidente” ha seguido denunciando la “anexión” de Crimea (que
solamente había formado parte de Ucrania desde el período estalinista y que se
realizó tras un referéndum en el que la población apoyó masiva e
inequívocamente su carácter ruso). “Occidente” ha vuelto a denunciar
reiteradamente, la existencia de las Repúblicas del Donetsk y de Lugansk, que,
así mismo cuentan con la casi totalidad de la población rusoparlante y cuyo
deseo de integrarse en la Federación Rusa es inequívoco. De hecho, incluso,
Kiev las consideraba como formalmente fuera de su territorio (los servicios públicos,
los salarios de funcionarios y las pensiones, desde hace ocho años son
aseguradas por Moscú ¡no por Kiev!).
Cuando hace un mes, “Occidente” desencadeno la crisis, acelerando
el proceso de integración de Ucrania en la OTAN y en la UE, abrió la caja de
los truenos e hizo posible llegar hasta donde nos encontramos hoy.
Vale la pena establecer que, lo visto en las imágenes
retransmitidas por los medios esta mañana y en las declaraciones realizadas por
los mandatarios de “Occidente” y de Rusia, puede certificarse:
1) Que se las imágenes bélicas ocurridas hoy son el resultado de una escalada que tiene como origen el intento de integrar en la OTAN y en la UE a Ucrania.
2) Que mientras se ha sucedido la crisis, “Occidente”, para demostrar una “fuerza” y una “unidad” que solo existe sobre el papel, ha ido decretando sanciones económicas contra Rusia.
3) Que el resultado de esta escalada ha sido el reconocimiento de las Repúblicas de Donestk y de Lubansk por parte de Moscú y asumir la protección de estos territorios que, realmente, ya eran independientes de Kiev desde hace ocho años.
4) Que la operación militar rusa se ha desencadenado después de que estallaran diversas bombas y se produjeran atentados en las capitales de esas dos repúblicas.
5) Que se trata de una acción limitada a estas dos repúblicas para que no interfiera en la voluntad expresada por los pueblos de estas dos repúblicas de independizarse.
6) Que, en cualquier caso, no es un ataque masivo contra Ucrania, sino, únicamente de garantizar la supervivencia y la estabilidad de las zonas que hace ocho años decidieron independizarse de Kiev.
7) Que los medios de comunicación de “Occidente”, se equivocan o mienten al aludir a una supuesta “invasión de Ucrania”.
Es importante no perder de vista todos estos aspectos que
constituyen lo esencial de la crisis. Vale la pena, ahora, establecer algunas
precisiones complementarias:
- ¿A qué nos referimos al aludir a “Occidente”?
Respuesta: se trata de un concepto caduco y vacío generado durante la “Guerra Fría”, que supone la comunión de intereses entre Europa y los Estados Unidos. Este concepto dejó de tener sentido tras la caída de la URSS, cuando la OTAN se quedó sin adversario. El “eje atlántico” se mantuvo con vida gracias a la creación de enemigos más o menos ficticios (el “terrorismo internacional”, “Saddam Hussein”, “Afganistán”…) y, en lugar de disolverse como “alianza militar”, la OTAN apuntó contra Rusia durante el período de gobierno de Boris Eltsin, agregando a antiguos miembros del Pacto de Varsovia. Si hoy, Rusia estuviera dirigida por un alcohólico irresponsable -como lo estaba entonces- Ucrania haría tiempo que formaría parte de la OTAN. El problema para “Occidente” es que Rusia ha reconstruido su poder militar y económico. E, igualmente, “Occidente”, cada vez es más una entelequia inviable que se reduce a un conjunto de intereses económicos, no siempre convergentes.
- ¿Los intereses de la OTAN coinciden con los de la UE?
Respuesta: en absoluto, desde el momento en el que Rusia no es la URSS estalinista o neo-estalisnista, expansiva y que aspiraba a la hegemonía mundial. Rusia es hoy un país que ha renunciado a cualquier veleidad expansionista y con el cual, Europa está obligada a mantener buena vecindad y relaciones económicas estables, máxime cuando el gobierno de Moscú nunca ha presentado reivindicaciones territoriales a países europeos. Sin embargo, los EEUU siguen empeñados en demostrar su hegemonía militar (actualmente en único y verdadero “respaldo” a su moneda) y su carácter de “imperio” en relación a sus “vasallos” europeos. Por su parte, los gobiernos europeos siguen manteniendo la inercia de la Guerra Fría, cuando aceptaban disminuir sus presupuestos militares y confiar su defensa al Pentágono. Pero, desde el punto de vista económico y, especialmente, energético, los países europeos dependen cada vez más de Rusia y, por tanto, más que nunca, precisan buenas relaciones económicas y comerciales con este país. Y hace falta tener presente que todo lo que Europa compre a Rusia en materia energética, son miles de millones que deja de comprar a otros países… entre ellos EEUU (que, en la actualidad está aumentando la exportación de gas natural a Europa, más caro que el adquirido a Rusia). Por todo ello, cabe decir que, nunca como hoy, en 2022, los intereses de la OTAN (esto es, de su patrón, los EEUU) han estado están tan alejados de los intereses de Europa.
- ¿Existe riesgo de guerra generalizada?
Respuesta: una vez más, los únicos que aspiran a una guerra generalizada convencional, se encuentran alejados de Europa. Son los mismos que, desde 1945 quisieron convertir el territorio europeo en el escenario de un conflicto con la URSS. Son los mismos centros de poder, conscientes de la pérdida de influencia de los EEUU en el mundo y del riesgo de que esto implique una devaluación del dólar; son los que conocen la absoluta insostenibilidad de la deuda pública de los EEUU, los que quieren mantener en pie un “imperio mundial” para mayor rentabilidad de sus fondos de inversión y para el bienestar de sus élites más frívolas e irresponsables; son los que verían como una posibilidad de negocio, reconstruir una Europa destrozada por un conflicto generalizado, como ya hicieron en 1939, cuando el presidente Roosevelt, que todavía no había logrado sacar a los EEUU de la crisis de 1929, presionó hasta hacer imposible una salida pacífica al a crisis germano-polaca, de la cual, en 1945 extrajo buenos beneficios sobre un continente destrozado. El riesgo de guerra generalizada era algo que podía presentirse desde que las elecciones -más o menos fraudulentas- colocaron en la Casa Blanca a un presidente visiblemente incapacitado y enfermo, títere ideal de los intereses económicos, del complejo militar-petrolero-industrial y de los fondos de inversión que constituyen el verdadero gobierno de los EEUU. Son estos sectores los únicos que saldrían beneficiados, no solamente de una guerra generalizada, sino del peligro de guerra (que, como está ocurriendo en estos momentos, genera caídas en bolsa y posibilidad momentánea de comprar acciones por debajo del precio de hace solo unos días).
- ¿Quiere Rusia una guerra generalizada?
Respuesta: Putin es un gobernante enérgico, no un loco imperialista. Quiere hechos, no palabras. Exige que sus interlocutores no “mareen la perdiz”. No está dispuesto a perder años en “ofensivas diplomáticas”, “palabras, palabras, palabras”, difusión de fakes news o regates en corto. Cuando el primer ministro ucraniano le ha llamado, el Kremlin no ha descolgado el teléfono. Moscú no habla con títeres. En su alocución de esta madrugada ha repetido en varias ocasión la idea que esta operación tiene como único fin, defender la integridad de los ciudadanos que han elegido la independencia de Ucrania y el objetivo es la protección de la población rusófona. Las imágenes bélicas difundidas por los medios esta mañana, demuestran que no se trata de un ataque generalizado, sino de una advertencia a Kiev: no es un juego y no puede deshojarse la margarita de la OTAN y de la UE, de los misiles en la frontera rusa, eternamente. Si Kiev no lo ha entendido hasta ahora, si la mafia oligárquica que gobierna allí todavía cree poder integrarse en la OTAN y “poner el cazo” a las ayudas de la UE, ahora es consciente de lo que puede ocurrir. Si Kiev (y la OTAN) no se han enterado de cuál es la voluntad de las Repúblicas del Luganks y del Donestk, ahora ya no queda la menor duda. En cuanto a las sanciones económicas de “Occidente”, está claro que van a tener poco efecto, incluso, breve duración: Europa no puede prescindir del gas ruso, es más, los gobiernos europeos no pueden garantizar su relección ni su estabilidad mientras el precio del gas, de la electricidad y de la gasolina sigan subiendo. Y este será el efecto inmediato de estas sanciones
Respuesta: si, la neutralidad de Ucrania (lo que implicaría un cambio de gobierno en Kiev y la destrucción de la oligarquía mafiosa que hace y deshace a su antojo en el país) que llevara a una equidistancia: ni Moscú, ni “Occidente”, pero con relaciones comerciales y buena vecindad con Moscú y con la UE. La UE no extrae beneficios de colocar misiles nucleares a 1.000 km de Moscú en la frontera ruso-ucraniana. Ahora bien, esta no es una solución definitiva: es solamente la solución a la crisis actual. La solución definitiva pasa por la disolución de la OTAN como alianza militar patroneada por los EEUU, la creación de una defensa europea autónoma de la OTAN, el restablecimiento de relaciones económicas y diplomáticas con Moscú. Esto implicaría extender la neutralidad de Ucrania a todo el territorio europeo. Esta es la única perspectiva que garantizaría una paz sin tensiones en las próximas décadas y el mantenimiento de un “orden mundial” que ganaría estabilidad en cuanto más autónomos e independientes fueran las unidades geopolíticas que entraran en juego: Rusia, China, EEUU, Europa, Iberoamérica, mundo árabe, sur asiático… La consigna debería ser, pues, hoy: “La neutralidad de Europa, pasa a través de la neutralidad de Ucrania”. Cualquier otra salida supondría una pérdida de independencia, autonomía e identidad por parte de Europa.