INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

lunes, 15 de noviembre de 2021

CRONICAS DESDE MI RETRETE: DE ESTA CRISIS NO SE SALDRÁ COMO DE LAS ANTERIORES

Dicen que el PSOE está en el poder junto con los comunistas de Podemos. Es ficción. El PSOE se terminó en Suresnes hace casi 50 años y en cuanto a Podemos, hoy no pasa de ser una tropa de plañideras abandonadas por el macho alfa, porreros subvencionados, amigos de los inmigrantes con algunas harpías que tratan de eternizar su modus vivendi (Colau-Oltra-Díaz, en concreto). Pero, en realidad, a partir de Felipe González, el PSOE rompió con su modelo histórico que solo conservaba para emotivos cantos de la Internacional al acabar sus congresos. El felipismo no era “socialista”, pasó a ser “socialdemócrata” porque así se lo sugirieron desde la Fundación Flick. El SPD alemán la hizo buena reviviendo un partido esquelético y ausente durante los 40 años de franquismo y cuyos líderes históricos tenían el reloj parado en el “largocaballerismo” y la República. La agonía del felipismo fue larga. Al final, los españoles se hubieran entregado al diablo en persona para librarse de la mezcla de corrupción, ineficacia y propaganda triunfalista en la que se había convertido el gobierno. Pues bien, ese proceso de hartazgo se repitió con el zapaterismo e, incluso, el pedrosanchismo se ha instalado en la misma deriva.

ZAPATERISMO IN MEMORIAM

En efecto, ZP no era -como tampoco lo fue Felipe, un oportunista sin escrúpulos- “socialdemócrata”, mucho menos socialista. ZP era un tontorrón con ideología boy-scout extraída directamente de los catecismos de la UNESCO. Llegó al poder en un momento en el que las cuentas públicas -oh, maravilla de maravillas- tenían superávit. No modificó en absoluto el modelo económico de Aznar, simplemente lo aceleró: si con Aznar se construía, con él se construiría más, si con Aznar los bancos abrieron el crédito, con ZP lo abrirían más, si con Aznar llegaron 3.000.000 de inmigrantes en ocho años, el nuevo jefe de gobierno aceleraría el proceso y lograría que llegara la misma cantidad solamente en su primera legislatura; si con Aznar éramos íntimos de Bush y nos embarcó en la guerra de Irak, con ZP nos retiramos de Irak, para aterrizar en el conflicto afgano; si Aznar hablaba “catalán en familia”, ZP prometió decir “amén” a todo lo que aprobara el Parlamentito de Cataluña. Aznar intentó crear un eje de “países de tamaño medio” en la UE, mientras que ZP tenía ambiciones mayores y su campo de aplicación fue todo el globo con la “Alianza de Civilizaciones”.

Las diferencias radicaban en que Aznar administraba el país como una empresa rentable y ZP -que jamás entendió nada de economía, ni porqué el país parecía crecer, ni porqué luego empezó a caer- como una ONG subvencionada y subvencionadora. Pero, el percebe que había ganado las elecciones gracias a unas bombas inesperadas e indescifrables, quería pasar a la historia como “pacificador” (dando alas a una ETA derrotada), minero de la memoria histórico e ingeniero social.

El resultado fue que problemas que hacía tiempo habían dejado de preocupar al grueso del país (memoria histórica, “reconciliación”), volvían a estar presentes. La burbuja inmobiliaria, que alcanzó su techo máximo en 2008, estalló y ZP creyó durante mucho tiempo que era solamente por el descenso de actividad en la construcción. Subvencionó con casi 350.000 millones de dólares al sector de la construcción sembrado el país de rotondas que dieron vida no más de tres meses a los empresarios de la construcción, mientras enviaban a sus empleados al paro, el mismo día que terminaban esas rotondas. Para colmo, allí donde no había un problema (en Cataluña), permitió que los indepes lo crearan, mientras que ETA se convirtió en “actor político” gracias al proceso de paz. Desde entonces las cuentas públicas dejaron de estar equilibradas.

ZAPATERO ANTE LA GRAN CRISIS ECONÓMICA

Pero lo más sorprendente de todo esto es que ZP, incluso a partir del inicio de la gran crisis económica en 2007, sostuvo una y otra vez que no afectaría a España y siguió haciéndolo, alegando que se trataba de una “ralentización del crecimiento”, pero que “crisis”, lo que se dice “crisis”, ni se la esperaba ni estaba en perspectiva. Todo era una “recesión circunstancial”, generada por las “tensiones económicas internacionales”. Todo estaba, a fin de cuentas, bien. Incluso en Andalucía podía cambiarse de sexo con cargo a la seguridad social. Y con este programa salió elegido por segunda vez, alguien que ni siquiera hubiera ganado las elecciones de 2004 de no ser por las extrañas y oportunas bombas del 11-M (no lo olvidemos jamás).

Esta segunda victoria desató las alarmas en la Unión Europea y en los EEUU. El problema era que la crisis de una economía con las dimensiones de la española, cuadruplicaría los efectos de la crisis de Grecia y tendría una repercusión mundial, en especial porque consorcios de capital-riesgo anglosajones y la banca alemana tenían cifras astronómicas invertidas en España. Sin olvidar que la quiebra de una economía de esa dimensión podría arrastrar a la de los países acreedores. ZP, no convocó elecciones anticipadas porque en su estúpida inconsciencia pensara que sus fórmulas “optimistas” hubieran fracasado, sino porque, simplemente, se lo ordenaron desde los centros de poder financiero internacional. Eso, o hubiera debido de soportar campañas de prensa y presiones en la calle que habrían hundido aún más a él y a su sigla.

La diferencia de comportamientos entre la derecha y la izquierda españolas es simple: la derecha ahorra y la izquierda dilapida. Hay cierta complementariedad entre ambas: la derecha gestiona (reservándose una parte para sus corruptos) con criterios empresariales, mientras que la izquierda lo hace con alegría “distributiva” (reservándose la parte del león para sus corruptos, como no podía ser de otra forma). El resultado es que la estructura económica de España se va quedando progresivamente anticuada y nadie hace nada, ni para planificar a medio plazo, ni para reformar lo que resulta imposible de soportar: en especial, el coste de las autonomías, en concreto (ni la corrupción autonómica que compite con la estatal y en Andalucía y Cataluña la supera con creces). Hoy España, además de buenos gestores, precisa gestores honestos, con visión de futuro y capacidad para planificar, sin atenerse a los cuatro años que median entre una elección y otra.

2021: EL DEJA VU COLECTIVO. ESTO LO VIMOS EN 1993-1996 Y EL 2008-2011

Hoy, en 2021, parece que nos encontremos en el “túnel del tiempo”: estamos reviviendo los últimos años del felipismo y la agonía del zapaterismo. Al igual que con el “último Felipe”, Sánchez y sus perros de presa, se contentan con atacar al PP. Y utilizan métodos que parecen extraídos de Sálvame Deluxe (los ataques de Sánchez a Casado, diciendo que el Partido Popular Europeo habla mal de él), utilización de la “Brunete mediática” subvencionada, a “tertulianas y tertulianos” histéricos, vociferantes y agresivos, en debates, transformación de situaciones catastróficas en desfiles triunfales, falsificación de cifras y estadísticas. La agonía del felipismo se prolongó, desde que se apagaron las luces de los “eventos del 92” (4.000.000 de parados), hasta que Aznar salió elegido en 1996.

Pero eso mismo, ocurrió durante los últimos años del zapaterismo que dejaron, en 2011, una herencia de 6.000.000 de parados y un déficit del 8,5%, un país destrozado por la crisis, endeudado (cada día los españoles nos levantábamos preocupados por “la prima de riesgo”), que había pasado a ser completamente irrelevante en la escena internacional y que había sido clasificado como país “de alto riesgo”, junto con los “farolillos rojos” (Grecia, Portugal, Irlanda). Al zapaterismo se le puede acusar de haber favorecido la “centrifugación” del país, haber pactado con los terroristas vencidos, practicar la política de la “renuncia preventiva” ante Marruecos, permanecer mudo en la UE ante los acuerdos preferenciales con el Magreb, lesivos para la economía agrícola de nuestro país, de haber resucitado los muertos de la Guerra Civil, de haber generado una “regularización permanente” de inmigrantes, etc., pero nada de todo ello es comparable, por los efectos que produjo, con el reconocimiento tardío de que existía, realmente, una crisis económica y los errores en la gestión de esa crisis que abrieron definitivamente el camino hacia la inviabilidad económica del país en la que nos encontramos ahora.

PEDRO SANCHEZ CULPABLE DE PASIVIDAD

 

Con el pedrosanchismo vivimos instalados en la mentira permanente. Todo va bien para los medios de comunicación oficiales y lo que no funciona se achaca a los partidos rivales o a circunstancias internacionales: nunca a la mala gestión del presidente. Eso es todo. La satisfacción general se apoya en estadísticas falsas (“cocinadas” o simplemente improvisadas) del CIS, en cifras “macroeconómicas” falsas destinadas a convencer a Europa de que financie la irresponsabilidad del gobierno español, valoraciones altas, tasas de interés propias de períodos de crecimiento económico e impresión de euros repartidos al electorado clientelar. No es raro que algunos especialistas pronostiquen el “invierno económico” que tenemos por delante.

Claro está que algo de todo esto no es nuevo: por ejemplo, cuando Montoro se encontraba al frente de la gestión económica del gobierno Rajoy, se introdujo una variación en el cálculo del PIB: se consideró que el tráfico de drogas, el contrabando, la prostitución y el juego ilegal, constituían “actividades económicas” y, por tanto, merecían figurar en el PIB con cantidades “estimativas”. Y esto, a pesar de no cotizar a Hacienda, de escapar a cualquier mecanismo económico de control y de ser actividades ilegales y/o ilícitas. El PIB, naturalmente, subió. Hoy, estas actividades, todavía siguen teniéndose en cuenta -y sobrevalorándose- a la hora de calcular el PIB. Pero, además, de estos problemas heredados, el pedrosanchismo es culpable directamente de otros: especialmente, de no actuar ante lo que se avecina.

A principios del año se preveía un crecimiento del 7% (algunos voceros gubernamentales llegaron a dar la cifra del 10%). Ahora, estas cifras han sido redimensionadas por la UE al 4%, lo que es mucho menos, si tenemos en cuenta que en 2020 la actividad económica disminuyó a causa de los confinamientos y que, al concluir, el rebote en el consumo era lógico. Pero lo peor es que en los últimos meses, la inflación ha crecido un 5,4% (100 euros de los Reyes del año pasado, serán ahora 94). La Comisión Europea ha rebajado sistemáticamente las cifras del gobierno español (un 1,6% en el último trimestre) y nos ha situado en el furgón de cola, con farolillo rojo, de la UE. ¿Nuestros problemas? Groso modo: inflación – deuda – déficit. Es cuestión de tiempo que el país se desplome económicamente.

Por eso la UE es remisa a materializar las ayudas prometidas al gobierno español: saben perfectamente que las “ayudas” no se van a utilizar en “inversión productiva”, sino en lo que el gobierno llama “gasto social” (que, en realidad, no pasa de ser “gasto para generar electorado clientelar”). En estas condiciones, cualquier ayuda que se entregue contribuirá solamente a mantener en el poder a un partido de porreros colgaos, parásitos sociales, histéricas antiheteropatriarles, obsesos LBTGIQ+, harpías ambiciosas, flanqueando a un presidente que ha podido falsificar su tesis de fin de carrera, pero que no puede afrontar las cifras macroeconómicas reales.

La triste realidad es que en los últimos meses no hay recuperación, caemos más que ningún otro país en Europa, hemos superado a Grecia en tasa de paro, no estamos en condiciones de llegar a la tasa de crecimiento de uno de los países “hermanos” en la crisis de 2009 (Irlanda, que ahora crece al ritmo del 14%), carecemos de modelo de crecimiento, el gobierno sigue sosteniendo cifras irreales y denunciadas como tales y anuncia que estamos “en plena recuperación” (cuando Europa afirma que una recuperación limitada solamente podría empezar a darse en España en el segundo semestre de 2023).

A partir del aumento de la tensión entre Argelia y Marruecos (que podía preverse desde el momento en que el primero indujo a su títere, el Polisario, a reiniciar la guerra del Sahara, crisis agravada en España por la presencia innecesaria del jefe del Polisario) era  evidente que el gaseoducto Argelia – Marruecos – España (trazado así por la estupidez corrupta del felipismo) generaría problemas de suministro y había que empezar a buscar otros proveedores de gas natural (el cierre del gaseoducto merma en un ¡35%! la llegada de gas a España, generando el fantasma de un posible “apagón” energético para el mes de enero). Porque la dependencia del gas argelino es lo que hará que la crisis energética global, sea más aguda en España.

Los precios están aumentando a un ritmo del 5,4%, lo que implica una pérdida constante y brutal de poder adquisitivo. La administración -lo percibimos desde los meses de la pandemia- está dejando de funcionar: imprevisión, baja productividad, medio millar de “asesores” que no tienen ni el bachillerato, bajada de calidad en los servicios (en educación los alumnos pueden llegar a la prueba de selectividad sin recuperaciones), funcionarios contratados transformados en funcionarios de por vida sin oposición, “ayudas sociales” que no llegan (ahí están los afectados por el volcán en La Palma, hartos de que el “señor de los Falcon” visite la isla, pero que todavía no han recibido ni un euro). Los camioneros están a punto de convocar huelgas que, como ellos mismos espetaron a las harpías (Colau – Díaz – Oltra) “se van a cagar” y así será: el país quedará paralizado y desabastecido. Aumento un 34% de las violaciones desde principios de año (48% de ellas en Cataluña), más y más inmigración subvencionada y subsidiada, leyes que suponen un “efecto llamada” para delincuentes (generando movilizaciones de todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado), juzgados paralizados, órdenes de ir poniendo en libertad a delincuentes condenados para evitar que aumenten las cifras de presos, maquillado de las cifras de delitos, apertura de “oficinas de violencia doméstica” en cada una de las provincias españolas, etc, etc, etc, etc.

NO BASTA CON ENTERRAR EL CADÁVER POLÍTICO DEL PEDROSANCHISMO

Despropósitos sobre despropósitos, indicativos de que el pedrosanchismo ha entrado en agonía (los argumentos que presentó en la sesión parlamentaria para aprobar los nuevos miembros del CSPJ son los de alguien quemado y requemado al que empiezan a faltarle fuerzas incluso para mentir con convicción).

Escribimos esto cuando se anuncian desabastecimientos en los mercados, faltan microchips para la industria, la “transición ecológica” ha embarrancado y cogido a contrapié al gobierno de coalición español (ahora, Europa empieza a lamentar el haber atendido a ecolocos destruyendo nucleares, en lugar de construir nuevas y más seguras). En España, en cambio, vivimos “tranquilos”: las noticias sobre la elevación constante del precio de la energía no han suscitado manifestaciones notables, las reformas de las pensiones tampoco ha suscitado grandes protestas y una vez más los sindicatos firmarán lo que se les ponga bajo la nariz. Se están estudiando (o aplicando ya) nuevas leyes con carácter urgente para la legalización del porro, impedir fumar tabaco en las terrazas, nuestros menores no podrán comprar bebidas azucaradas, ni ver publicidad de las mismas, pero tendrán a su alcance el cambiar de sexo (todo pagado), con la ley de la eutanasia ya aprobada podemos morir tranquilos, e incluso los ladridos de los perros serán legislados en la próxima ley de mascotas domésticas… Así pues, todo tranquilo y a pedir de boca.

No importa que los presupuestos aprobados sean irreales y ninguna de sus objetivos pueda alcanzarse al partir de cifras de crecimiento y recaudación artificiales y falsas, lo que importa es que el catalán estará blindado en Netflix… ¿De qué nos preocupamos? La “mesa de negociaciones” entre el gobierno del Estado y la gencat solucionará los desencuentros entre los separatistas (aunque no entre ellos) y el Estado. Hasta ahora las transferencias en materia de comunicación han sido, una vez más, “triunfales” (el programa-estrella de la TV2 en catalán conducido por Gemma Nierga, tiene una audiencia estimada de entre 1.000 y 5.000 espectadores diarios…). Aquí no pasa nada. El país feliz.

Habrá elecciones generales anticipadas. Por supuesto. Las hemos previsto para junio y no por iniciativa propia, sino porque los centros de poder económico utilizarán la línea directa con la Moncloa para ordenárselo. Quizás se convoquen entonces aprovechando que en septiembre habrá mejorado levemente el empleo estacional. No basta con que gane la derecha. En realidad, gane quien gane, va a poder hacer poco: el margen de maniobra es minúsculo. Hay demasiada deuda, existirá una coyuntura internacional muy desfavorable desde el punto de vista económico, así que no hay que forjarse ninguna esperanza. Asistiremos, simplemente, a una alternancia que distará mucho de resolver a medio plazo los grandes problemas.

La sustitución de la sigla PSOE por la sigla PP, no garantiza que, en otros cuatro años o menos, otra psicópata al estilo de Sánchez u otro psicotonto al estilo de ZP, llegue a la secretaría general del PSOE con “ideas nuevas”. Lo que las próximas elecciones requieren es que la sigla maldita que lleva 100 años protagonizando y aplicando las peores y más torpes políticas, desaparezca de una vez por todas. Incluso, si me apuran, lo mejor sería que desapareciera el régimen de partidos y asumiera el timón un gobierno de técnicos y expertos capaz de restablecer el ORDEN en todos los terrenos, empezando por el orden económico y terminando por el orden público.

Si, ya sé que eso es imposible. No me hago ilusiones: desde 1978 vivimos de ilusiones. Y votamos ilusionados. Esto es, como ilusos. Como país, esto es indudable, tenemos, lo que nos merecemos. Lo que hemos votado en el altar sacrosanto de la libertad de expresión, transformando nuestra parcela individual de soberanía en un “cuerpo místico” de soberanía nacional con el que está investido Pedro Sánchez para gobernar y ser obedecido. Para que luego critiquemos el “pensamiento mágico”…

Juro (o prometo) que nunca más en mi vida, volveré a votar. Está claro que el votar no soluciona los problemas, sino que justifica las peores y más torpes decisiones. Cuando una balsa se hunde, votar quien será el capitán ya no sirve de nada. Solamente una mano de hierro constituye la última esperanza. Yo espero esa mano de hierro como quien espera ser rescatado de un pozo profundo, oscuro y estrecho.