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martes, 21 de septiembre de 2021

MEMORIA HISTÓRICA: PRINCIPE JUNIO VALERIO BORGHESE, NUESTRO COMANDANTE


Para todos los que le conocimos, el Príncipe Junio Valerio Borghese era “el comandante”. Como todo auténtico soldado, ni le gustaba la guerra, ni era fácil oírlo hablar de la guerra. Tenía más de sesenta años, pero su espíritu era el de un joven guerrero, el “hombre nuvo”, el “hombre diferenciado” del que hablara Evola y al que le dedicó (y, a su vez, él prorrogó) su volumen Los hombres y las ruinas. Su figura aparece especialmente en la historia militar de Italia y en la historia política de la postguerra. El “comandante” tuvo una amplia participación hasta su muerte en los episodios, en ocasiones confusos, de la postguerra italiana. Solo la muerte le separó de su voluntad de reconstruir Italia. Esta es la aventura política del comandante Borghese.

INTRODUCCIÓN

En la última fase de la II Guerra Mundial, el comandante Junio Valerio Borghese se encontró al frente de un ejército prácticamente privado de 10.267 hombres al que formalmente se le llamaba Xª Flotiglia MAS, indicando que su origen habían sido las pequeñas unidades de torpedos tripulados y lanchas explosivas con los que la marina italiana había obtenido sus grandes éxitos en el escenario mediterráneo. Se trataba de un verdadero ejército privado al servicio de su líder (casi como si se tratara de un “cuerpo franco” al estilo de los que aparecieron en Alemania durante la primera postguerra). Es significativo que Mussolini intentara en su último encuentro con Borghese que esta aceptara el cargo de subsecretario de marina de la República Social Italiana el 29 de enero de 1945. El comandante rechazó el cargo y, a pesar de que siempre declaró que evitaba toda participación en operaciones contra italianos, lo cierto es que en la última fase del conflicto las acciones contra los partisanos se convirtieron en algo normal. Gracias a esto, paradójicamente, Borghese salvó la vida.

En efecto, la Xª Flotiglia MAS estuvo formada solamente por voluntarios de todas las edades, contrariamente a las unidades militares que pudo movilizar Mussolini en la fase de la República Social Italiana (a partir de ahora, RSI). Las acciones antipartisanas de la Xª MAS fueron iniciadas en represalia por los asesinatos cometidos contra sus propios miembros a modo de venganzas. Estas acciones fueron autorizadas por el general Karl Wolff que había pasado del tranquilo puesto de adjunto al Reichführer-SS, Heinrich Himmler, al de jefe de las SS y de la Gestapo en Italia, si bien es cierto que siempre la Xª MAS tenía tendencia a actuar por su cuenta y según las necesidades ante las que se encontraban sus unidades. Hacia el verano de 1944, el general Wolff había pedido a la Xª MAS que hiciera todo lo posible por garantizar la retaguardia alemana y, posteriormente, en conversación con Borghese volvió a solicitarle que se dedicara preferencialmente a acciones en tierra abandonando lo que hasta ese momento había sido su tarea principal, los asaltos submarinos contra navíos de guerra aliados, especialmente británicos. A finales de 1944, la casi totalidad de los efectivos de Borghese estaba concentrada contra los partisanos.

Hay que recordar que la mayor parte de partisanos que actuaban en el norte de Italia lo hacían en tanto que miembros del Partido Comunista. Se trataba de una guerra civil, así que ambas partes actuaron con una inusitada ferocidad. A la Xª MAS le correspondió especialmente realizar operación en Borgo Ticino (a pocas decenas de kilómetros de la frontera suiza) en pleno Piamonte y en el Valle de Ossola (también en el norte en Verbano-Cussio) en donde los partisanos habían declarado una república independiente.

Las operaciones contra los partisanos se hicieron especialmente intensas en el verano de 1944. En aquel momento la Xª MAS tenía destacados a 3000 hombres en Ivream 650 en Liguria, 500 nadadores-paracaidistas en Palmanova y otros 1500 más dispersos por Lombardía. Se produjeron episodios particularmente duros y fusilamientos de partisanos y de rehenes. En octubre de 1944, la Xª MAS liquidó la autoproclamada República de Alba y en los meses siguientes multiplicaría sus acciones contra los núcleos partisanos de la Lombardía especialmente contra los que hostigaban a sus propios miembros.

Los aliados, por su parte, consideraban que la Xª MAS estaba directamente bajo control alemán, mientras que para los partisanos, especialmente comunistas, tenían particular interés en capturar a Boghese y fusilarlo lo antes posible. El 6 de febrero de 1945, el general SS Karl Wolf se había entrevistado con Hitler (estando von Ribentrop presente) y le expuso el resultado de los contactos que había tomado con los aliados occidentales para negociar la paz. Más tarde, en marzo del mismo año se entrevistó en Suiza con Allen Dulles de la Oficina de Servicios Estratégicos norteamericanos, precedente de la CIA. Wolf habló en esa ocasión de proteger la vida del comandante Borghese.

La guerra de la Xª MAS contra el comunismo

Hasta la rendición de Italia en 1943, Borghese había sido un soldado heroico que había servido sus victorias a la marina Italia; a partir de la defección de la Casa de Saboya, se convirtió en un “señor de la guerra”, con una autonomía prácticamente total que fue creciendo a medida que transcurrieron los meses hasta mayo de 1945 cuando se produjo el hundimiento final del III Reich. Durante esta segunda fase del conflicto, la Xª MAS había logrado especializarse en la lucha contra los partisanos comunistas, los conocía mejor que nadie, había conseguido infiltrarse en sus filas, conocía sus tácticas, la mentalidad de sus líderes, sus procedimientos, su forma de organización. Nadie hasta ese momento en Europa conocía con tanta claridad al comunismo armado como el comandante Borghese y sus hombres.

Los aliados occidentales sabían perfectamente que tras el desenlace de la II Guerra Mundial iba a seguir una etapa de tensiones con la Unión Soviética de la que nadie era capaz hasta dónde se iba a llegar. De lo que no cabía la menor duda era que los partidos comunistas que operaban en Europa Occidental eran meras unidades coloniales al servicio del Estado Soviético y que antepondrían su lealtad hacia Moscú a cualquier forma de patriotismo. Por lo tanto, si de lo que se trataba era de garantizar el cumplimiento de los acuerdos de Yalta, era evidente que había que contener a los partidos comunistas occidentales. Y en eso, los nuevos dirigentes políticos demócratas que estaban llegando en el furgón de los vencedores, no tenían absolutamente ninguna experiencia. Tanto en Italia como en Alemania, la estrategia y las tácticas comunistas solamente eran conocidas por quienes se habían enfrentado directamente contra ellos, esto es por las unidades especializadas en la lucha antipartisana. Estas unidades, así como las redes de espionaje creadas por los alemanes en los países del Este europeo, eran apreciadas y codiciadas por los aliados, especialmente norteamericanos. A los ingleses, potencia naval por excelencia, le interesaba mucho más el aspecto técnico de los submarinos enanos que había utilizado la Xª MAS contra sus cruceros y acorazados en el Mediterráneo. De hecho, dos de estos submarinos fueron utilizados para hundir un barco que transportaba armas de Yugoslavia a los judíos en Palestina.

Este elemento jugaba a favor de Borghese. A finales de 1945 la aristocracia romana contactó con el almirante Ellery Stone, gobernador militar aliado en Roma, a través de la baronesa Renata Arborio Mella di Sant’Elia, amiga personal de la familia Borghese y de la que estaba enamorado el propio Stone. Éste respondió que no estaba en condiciones de garantizarle la inmunidad legal, pero si de salvarle la vida (1). Tras el hundimiento, el 26 de abril, el prominente agente norteamericano, James Jesus Angleton (que luego sería uno de los fundadores y dirigentes de la CIA y entonces era jefe de operaciones especiales de la OSS) llegaron a Milán buscando al comandante Borghese. A través de distintos intermediarios ofreció un trato al comandante: su inmunidad a cambio de sus conocimientos sobre la organización y los métodos comunistas (2).

Finalmente, Angleton logró localizar a Borghese y advertirle de que una banda de partisanos tenía su emplazamiento y estaba en esos momentos a punto de llegar a su refugio, partiendo ambos inmediatamente para Roma en donde debía ser recibido por las autoridades aliadas. Una vez en la capital italiana fue alojado en un apartamento en Via Arquímides y arrestado el 19 de mayo por los norteamericanos.

NOTAS

(1)    También el entonces Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Montini (futuro Papa Paulo VI). El 6 de mayo de 1947, escribió a las autoridades norteamericanas en Italia una carta en nombre de la princesa Daria Borghese, esposa del comandante, intercediendo por él. Hay que recordar que Montini en aquel momento todavía estaba al frente de una red de espionaje vaticana extendida por todo el mundo y que los norteamericanos tenían particular interés en atraer.

(2)    Los servicios de información ingleses no estaban de acuerdo con este trato. De hecho, era a su marina a la que Borghese había infringido los mayores destrozos y humillaciones y hubieron deseado entregarlo a los partisanos. Sin embargo, en aquel momento, los ingleses ya habían enviado al capitán Lionel Crabb a familiarizarse con los torpedos tripulados y las escafandras utilizadas por la Xª MAS. Crabb terminó convirtiéndose en un especialista en este armamento y desapareció tras haber intentado una acción similar contra un navío de guerra ruso en 1956, el Ordzhonikdze en el que viajaba el líder soviético Nikita Khrischev en una visita al Reino Unido. 

2ª parte: Borghese durante y en laGuerra Fría