INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

miércoles, 22 de septiembre de 2021

MEMORIA HISTÓRICA: BORGHESE DURANTE LA GUERRA FRIA

Tras su detención en Roma, Borghese fue llevado a una prisión improvisada en Cinecitta en donde se había concentrado a los jerarcas fascistas y alemanes. Desde el primer momento estuvo claro lo que querían los norteamericanos: saberlo todo sobre el comunismo y las técnicas de lucha contra insurgencia. Giorgio Pisanó que entonces era un suboficial de la Xª MAS y posteriormente sería director del semanario satírico Il Candido y diputado del Movimiento Social Italiano en varias legislaturas lo expresó con estas palabras: “Para los aliados nosotros éramos preciosos porque habíamos infiltrado a las bandas comunistas, conocíamos secretos y tácticas y habíamos elaborado las primeras técnicas de antiguerrilla. Me di cuenta personalmente cuando me interrogaron. Querían saber cómo habíamos operado en la guerra contra los comunistas y todo lo que habíamos hecho en esa dirección”. Los americanos estaban sobre todo interesados en las operaciones del Batallón Vega de la Xª MAS, especializado en acciones tras las líneas comunistas.

Tanto a Borghese como a Pisanò se les había ofrecido un acuerdo: el estatus de prisionero de guerra acogido a las convenciones internacionales a cambio de informaciones sobre las operaciones desarrolladas durante el conflicto. Ambos aceptaron y gracias a ello evitaron ser entregados a las fuerzas partisanas y asesinados inmediatamente. El comandante Borghese tenía entonces 39 años.

En octubre de 1945, los aliados se desentendieron de Borghese declarando simplemente que no lo consideraban criminal de guerra. Sin embargo, el gobierno italiano deseaba trasladar su caso a Milán, permaneciendo por el momento encerrado en distintas prisiones: Procida, Poggioreale, Regine Coelli y Forte Boccea.

Borghese jamás se quejó del trato recibido si bien alguno de sus compañeros de encierro –concretamente el general Gambara que había participado en la guerra de España y en la de África del Norte junto al mariscal Rommel–  declaró que el régimen penitenciario era extremadamente duro y que “Borghese no tenía paz, caminaba de un lado a otro como un animal encerrado en una jaula”. Luego el proceso fue transferido de Roma a Milán (en donde corría mucho más riesgo de ser fusilado) y, más tarde, la casación traslada de nuevo a Roma. Borghese pasó dos años de cárcel hasta que finalmente hubo de afrontar dos cargos: haber sido el comandante de la Xª MAS y haber colaborado con el enemigo.

El 17 de febrero de 1949 fue considerado culpable de colaboración con los alemanes y condenado a 12 años de prisión, siendo absuelto de crímenes de guerra. Por esas fechas, en abril, Bor-ghese había escrito una carta a un antiguo miembro de la Xª MAS en donde le llamaba a “trabajar por la reconstrucción del país y mantenerse atento para el día en el que la patria les llamara de nuevo”. Así empezó la postguerra para el comandante junio Valerio Borghese.

Mientras el “príncipe negro” había permanecido en la cárcel, se había constituido en 1946 el Movimiento Social Italiano del que sería presidente honorario. El MSI, a pesar de ser considerado como “neofascista” tenía grandes diferencias con el fascismo histórico. En primer lugar era especialmente anticomunista (a diferencia del fascismo histórico que era, fundamentalmente, “antisistema) y en segundo lugar era un partido que aceptaba el hecho de que Europa había resultado dividida en dos zonas de influencia como resultado de la II Guerra Mundial. A partir de esta constatación aparecieron dos posiciones: la de los “misinos” que lo aceptaban y que, por tanto, situaban su anticomunismo bajo el paraguas protector de los EEUU y los que lo rechazaban y seguían proclamando la necesidad de defender Europa como “tercera fuerza contra el imperialismo soviético y el capitalismo financiero norteamericano”, posición que se completaba con una concepción del mundo que denunciaba el materialismo y la deshumanización de la sociedad posterior a la guerra.

A estos elementos se unieron otros mucho más subterráneos que los encendidos debates que sostenían las distintas corrientes neofascistas. Italia era un aliado relativamente inseguro. El Partido Comunista consiguió mantener la influencia que había ganado en la sociedad italiana durante el período final de la guerra, especialmente en el norte del país. Si bien la conferencia de Yalta había situado a Italia en la esfera de influencia norteamericana, la posibilidad de que el PCI llegara al poder podía desequilibrar la escena internacional. De ahí que los servicios secretos norteamericanos permanecieran vigilantes y, muy frecuentemente, realizaran sobre territorio italiano operaciones especiales que explican en gran medida la aparición de un terrorismo difícilmente ubicable en términos políticos convencionales.

En las elecciones generales de 1953, el MSI obtuvo 1.500.000 votos y 38 diputados y senadores, nueve años después acaparó primeras páginas en los diarios gracias a sus buenos resultados en las elecciones municipales en Roma. Durante esos años, Bor-ghese, como hombre de acción que era, intentaba desembarcar en la arena política. En 1950 su figura pasó a primer plano en el curso de un intento de unificación entre el MSI y el Partido Monárquico. Algunos lo propusieron como rey regente a causa de la nobleza de su linaje. Se produjeron reuniones entre ambos partidos con presencia de enviados del Vaticano y de la Embajada Norteamericana. Solamente la Casa de Saboya reaccionó negativamente y dio al traste con la iniciativa.

En realidad, los proyectos políticos de Borghese iban mucho más allá de los objetivos que se había fijado el MSI. La embajada norteamericana temía que Borghese terminase reuniendo fueras políticas monárquicas, antiguos miembros de la RSI, fascistas del Ventennio y partidarios de la mano dura, para, con todo esto, crear una alternativa al MSI que, además rompiera a este movimiento. Fue así como el estado mayor de esta organización, trató de bloquear estos movimientos ofreciéndole el 2 de diciembre de 1951 la presidencia honoraria del MSI. Por entonces, Bor-ghese defendía las posiciones anticomunistas y en el invierno de 1951–52 se mostró partidario del apoyo del MSI a la OTAN. : Para él la OTAN estaba contribuyendo a rearmar al ejército italiano y a combatir al comunismo. No todos estuvieron de acuerdo esta toma de posición y algunos, como Ferruccio Ferrini, antiguo subsecretario de Marina de la República Social Italiana, se enfrentó a él como miembro de la “izquierda misina”.

El compromiso de Borghese con el MSI fue mucho más lejos. De un lado su nombre figura entre los accionistas fundadores de Il Secolo d’Italia, que sería a partir de entonces el diario oficial del MSI. Un año después escribiría el prólogo a la edición de Los Hombres y las Ruinas, la obra de Julius Evola que ha sido definida como el gran compendio del pensamiento de la derecha tradicional en la postguerra. Evola sostenía la necesidad de equidistancia y oposición tanto al mundo liberal capitalismo como al mundo comunista y, por tanto, era hostil a la OTAN. El encuentro con Borghese y sirvió para mejorar las relaciones entre las distintas corrientes del partido. Era evidente que Borghese había aceptado la OTAN simplemente como táctica pero que compartía y se comprometía públicamente con las posiciones evolianas, lo cual hizo que las fuerzas de seguridad del Estado, volvieran a fijarse en la figura del comandante y le prestaran una atención particular a lo largo de los años 50.

Durante las elecciones de 1953, Borghese realizó una activa campaña en el norte de Italia junto a otro militar condecorado y prestigioso entonces recién ingresado en el MSI, el mariscal Rodolfo Graziani. Las masas recordaron los laureles ganados para Italia por ambos militares y acudieron masivamente a los mítines y concentraciones públicas hasta el punto de que, a partir del 24 de mayo de 1953, se prohibieron sistemáticamente los actos en los que ambos tomaron la palabra, siendo sometidos a vigilancia policial.

En 1957, después de desacuerdos con la dirección del MSI (que, inicialmente, pensaba que apenas sería un “presidente honorario” que hiciera gala del título, pero que no participara efectivamente en la dirección del mismo) dimitió y abandonó para siempre el partido. En realidad, a partir de 1954 la dirección del partido había limitado extraordinariamente las funciones de Borghese que se sentía cada vez más incómodo con aquella militancia que para él representaba especialmente un corsé a sus ansias de acción. A pesar de que abandonará oficialmente el partido en 1957, en realidad a partir de 1954 se había situado en segunda fila y comprometido de nuevo en operaciones especiales propias de la postguerra.

La primera de todas desarrollada en 1954 tuvo como escenario Trieste. Esta ciudad italiana entonces estaba bajo administración yugoslava (y que hoy forma parte de Eslovenia) y era una de las reivindicaciones de los “irredentistas”. El 6 de diciembre de 1953 se habían producido violentísimos incidentes en la ciudad en el interior de la cual actuaba el Comité para la Defensa de los Italianos de Triestre y de Istria del que se dijo que habían recibido armamento del gobierno italiano. Al igual que d’Annunzio en Fiume al acabar la Primera Guerra Mundial, el comandante Borghese había favorecido la infiltración 500 “voluntarios nacionales” (servicio de orden del MSI) al grito de “A Trieste con Valerio Borghese”.

Gran Bretaña –que aún no había podido olvidar sus navíos hundidos en el Mediterráneo durante la guerra– acusó a Borghese de ser instigador de los incidentes. En aquellos momentos, Triste estaba todavía bajo administración internacional y no estaba claro a qué país se le asignaría. Los incidentes de 1953 precipitaron una decisión favorable a Italia.

En esa época también, Italia tenía una espina clavada. El 3 de febrero de 1949, la marina de ese país debió entregar el acorazado Giulio Cesare a la URSS como indemnización de guerra. En los días precedentes, tanto el MSI como otras fuerzas de derechas realizaron manifestaciones de protesta en las que destacó por primera vez Clemente Graziani, hijo del famoso mariscal  italiano y  que posteriormente sería fundador del Movimiento Político Ordine Nuovo a principios de los años 70. El 26 de febrero el Giulio Cesare llegó a Sebastopol y fue rebautizado Novorossiyk y agregado a la flota soviética del Mar Negro. No todos los italianos olvidaron la afrenta. El 28 de octubre de 1955 a la 1:25 de la madrugada, una violenta explosión reventó una parte del costado de la nave. La proa comenzó a hundirse desapareciendo por completo a las 4:10. Murieron 608 marineros soviéticos. Además de constituir la mayor pérdida de marinos soviéticos en un desastre en tiempo de paz, el episodio costó el cargo al almirante Kuznetsov y se sitúa en el arranque del irresistible ascenso de su sustituto, el almirante Gorskov que terminaría siendo el más destacado estratega geopolítico de la URSS en los años 60 y 70.

La investigación posterior demostró que la nave había sido hundida por una explosión exterior al casco que inicialmente se atribuyó a una mina abandonada por los alemanes durante la guerra. Poco después se supo que Borghese había llegado al Mar Negro con un grupo de antiguos combatientes  de la Xª MAS y dos de sus submarinos de bolsillo. El grupo habría utilizado un mercante como base de apoyo para acercarse al Novorossiyk. Del grupo asaltante habrían formado parte cuatro antiguos oficiales de la Xª MAS: Gino Birindelli (que luego ascendería a Almirante y terminaría su carrera como diputado del MSI), Elios Toschi (proyectista de la Otto Melara), Luigi Ferrero y Eugenio Wolk (alias “Lupo”, que en 1947 se había trasladado a la Argentina para formar el cuerpo de submarinistas de aquel país), Elios Toschi y Luigi Ferraro, dirigidos por el propio Comandante Borghese. Una operación similar fue descubierta el 7 de noviembre de 1955, fiesta nacional soviética, cuando se encontró y desactivó un ingenio explosivo en el costado del crucero ligero Kerch, otra navío italiano entregado a la URSS en la postguerra y que no era sino el crucero Emanuele Filiberto Duca d’Aosta.

Al parecer –y según la prensa rusa de los años 80– se utilizaron submarinos de bolsillo tipo Cosmos, una evolución de los antiguos utilizados por la Xª MAS, dotados de una autonomía de 1400 millas. Ambos incidentes son todavía hoy motivo de polémica. Ninguno de los supuestos participantes reconoció jamás su autoría, sin embargo, investigaciones posteriores a la caída del Muro de Berlín realizadas por medios de comunicación rusos, fueron confirmando estos datos.

Además había un precedente que indicaba que Borghese y sus hombres siguieron activos en la postguerra. En 1948, marinos de la Xª MAS realizaron una operación por cuenta del gobierno británico que intentaba impedir la llegada de armas en apoyo de la insurgencia israelí en el curso de la cual consiguieron hundir un navío que había partido de Yugoslavia cargado de armas.

1ª parte: PRINCIPE JUNIO VALERIO BORGHESE, NUESTRO COMANDANTE