En
cinematografía se considera cine de explotación (en inglés exploitation
film) al género de ficción caracterizado por enfatizar un detalle o
elemento común que intenta hacer presentable algo que, en principio, puede
resultar desagradable, lascivo, inaceptable o extremadamente morboso. Los
distintos subgéneros de explotación toman un tema y lo convierten en eje de
cualquier trama, de todas las tramas, a modo de variaciones sobre el mismo
tema, lo extremizan, lo exageran y consiguen que todo el subgénero gire
obsesivamente solamente en torno a ese tema: artes marciales, terror,
vampiros y, por supuesto, los subgéneros que tienen que ver con el tema de este
artículo, la pornografía anti–nazi. Se considera que el cine de explotación
está compuesto por subgéneros: si el “género” es el tema general de la película
que sirve para su clasificación, en este caso el cine de explotación está
formado por subgéneros de la llamada Serie B.
Podemos
considerar que hay tres subgéneros que, de alguna manera, están presentes en lo
que hemos dado en llamar “porno anti–nazi”: el gore, la nazi exploitation
y el jewsploitation. El primero
empieza a despuntar hacia la segunda mitad de los años 60, el segundo se
inaugura oficialmente a principios de los 70 y alcanza su momento álgido en
1976–78. En cuanto a la jewsploitation, es un producto relativamente reciente
que se inaugura con el milenio. No es raro que ninguno de estos subgéneros se
empezara a “trabajar” en el lenguaje cinematográfico antes de la “crisis de los
60”; fue entonces cuando coincidieron la relajación de las costumbres y el
abandono de los códigos morales que hasta ese momento habían constituido la
norma de comportamiento de la industria del cine y, por tanto, saltaron por los
aires muchas barreras que hasta ese momento parecían sólidas.
Las
características que se encuentran en el porno–antinazi tienen mucho que ver con
el cine gore, si bien no son propiamente gore. Como se sabe, el
gore es cine de horror en el que las escenas muestran explícitamente
asesinatos, desmembramientos y efusión de vísceras. En su período dorado,
el gore basaba su éxito en efectos especiales realizados mediante
procedimientos manuales consiguiendo resultados relativamente creíbles. Es el
subgénero, por excelencia, en el que se utiliza como “materia prima” higadillos
de pollo, sangre y restos de animales para dar una mayor credibilidad a las
escenas. En realidad, el gore, en sí mismo, es un subgénero, pero
frecuentemente participa en otros.
Históricamente se admite que, a pesar de que existieron precedentes desde los años 20 (en Intolerancia de Griffith, por ejemplo, aparece por primera vez en una mutilación en una película) no fue sino hasta 1963 cuando se inició oficialmente el recorrido con la película Blood Feast de Herschell Gordon Lewis. La película muestra misteriosos asesinatos que se suceden en un pueblo norteamericano; las víctimas son todas mujeres a las que se les ha amputado un miembro. Al final resulta que todo es obra de un hostelero egipcio, “Fuad Ramsés”, que con estos crímenes rendía culto sacrificial a la diosa Isthar. La actividad económica de Fuad facilitaba lo que era previsible: los miembros amputados y desaparecidos, en efecto, acababan en los menús de catering que servía. La película, sobre todo, tuvo éxito en autocines y, a pesar de que la crítica la acogió con frialdad y distancia, el público juvenil supo apreciarla. Era la primera película de Gordon que terminaría siendo una autoridad en el género inventado por él con su siguiente filme, 2000 Maníacos.
Durante los años
70, el gore interfirió frecuentemente con otro subgénero también
presente en cierta medida en el porno anti–nazi, el llamado cannibal
que, con la excusa de realizar documentales, mostraba escenas de canibalismo
que se desarrollan en los lugares más remotos de África y Asia. Así como el
gore tuvo especial aceptación en EEUU y allí fue donde se filmaron las
cintas más significativas de este subgénero, el cannibal, en cambio, es
casi completamente patrimonio de la filmografía italiana. Entre 1970 y 1980 se
filmaron en ese país las grandes películas del género: Ultimo mondo
cannibale (1977), La montagna del dio cannibale (1978). Holocausto
cannibale (1980). Y este detalle es significativo porque también en ese
país se rodaron una parte considerable de las películas de aluvión más
significativas del porno–antinazi, coincidiendo también en el tiempo.
Llama la
atención, por ejemplo, constatar que el director de La montagna del dio
cannibale, Sergio Marino, alternaba el cine erótico–pornográfico con
temas políticos de carácter antifascista que en los años 70 constituyeron la
traslación cinematográfico del muy oficial teorema sostenido por la izquierda
según la cual los servicios secretos del Estado y la policía conspiraban junto
a los fascistas (dirigidos, además, por estos…) para anular las libertades
republicanas. Véase, por ejemplo, su filme La polizia accusa: il Servizio
Segreto uccide (1975) que siguió a Milano trema: la polizia vuole
giustitia (1973) en donde aparece la figura un editor–terrorista
interpretado por Richard Compte (alusión directa a Giorgio Freda, neofascista
detenido en la época por la bomba de la Banca de Agricultura de Milán). Marino
realizó también incursiones en el subgénero erótico: Lo strano vizio
della signora Wardh (1973), Il tuo vizio è una stanza chiusa e
solo io ne ho le chiave (1972), Cugini carnali (1974),
etc.
Tomando
elementos del gore y del cannibal, los años 70 estuvieron
tachonados por una serie de filmes, todos de muy escaso valor cinematográfico,
que discurrieron por los mismos senderos y terminaron por converger con lo que
se conoce como subgénero de Naziexploitation.
La primera
película que empezó a definir este subgénero fue Love Camp 7 (1969)
dirigida por un tal “Lee Frost”, sin duda un seudónimo. De los dos guionistas,
Wes Bishop y Bob Cresse, se cree que el primero es también un seudónimo y el
segundo corresponde a uno de los actores que aparece en el filme interpretando
el papel de un sádico oficial de las SS. Así pues, da la sensación de que el “guionista”
hizo un papel a la medida de sus fantasías eróticas.
El argumento de
la película es débil y apenas sirve como excusa para dar pie a escenas de
crueldad. Dos agentes inglesas se introducen en un campo de concentración
para realizar una misión. Allí comprueban que las reclusas son utilizadas como
prostitutas y habitualmente, humilladas, torturadas y violadas. También
este destino les aguarda a las dos agentes que sufren abusos por parte de los
oficiales alemanes. La película termina con una escena que se convertirá en
clásica en este subgénero y que aparece aquí por primera vez: la batalla final
con la que concluye el intento de fuga organizado por las agentes. En España,
este film se estrenó con el nombre de Campo de Concentración nº 7.
La cinta se
convirtió pronto en una “película de culto” y a ello contribuyó sobre todo el
hecho de que fue censurada en Australia y sufrió análogo tratamiento en otros
países. Con ella, el subgénero de Naziexploitation irrumpió en la
historia del cine. A esta siguieron dos películas estrenadas en 1971 y 1972
respectivamente, The big doll house y The Bib Bird Cage,
ambas protagonizadas por Pam Grier, que terminaron por dar el impulso
definitivo y consolidar el subgénero, a pesar de que su consagración definitiva
llegaría con Ilsa: She Wolf of the SS (1974) que daría lugar a
varias secuelas. Quizás valga la pena detenernos un poco en estas cintas para
comprobar su falta de originalidad y sus características siempre reiterativas.
The Big
Bird Cage, dirigida por Jack Hill cuenta –o mejor, trata de contar– la
historia de una joven, Terry, resistente encerrada en un campo de
concentración. Las presas son capaces de cualquier cosa para satisfacer a sus
guardianes con tal de conseguir algo para comer. Sus carceleros, por supuesto,
las torturan con un sadismo bastante tosco y en absoluto refinado. Terry, a
partir de ser internada en el campo, entiende que su única salida es apoyar en
las mujeres más determinadas a huir del campo de concentración.
En cuanto a The
Big Doll House nos muestra un guion similar, pero en este caso los
guardianes no son nazis, ni el campo de concentración se encuentra en la vieja
Europa, sino que en la selva filipina. También aquí el guion es una excusa para
las escenas de sexo, las únicas que verdaderamente interesan al espectador que
opta por ver este film, un sexo, por supuesto, sado–masoquista y extremadamente
duro. El por qué este film figura en esta relación, aun a pesar de no responder
al tema del artículo, el porno anti–nazi, se debe a que en 1971, cuando se
estrenó, el subgénero de Naziexploitation todavía no está asentado ni
solidificado y no se tenía todavía la conciencia de se estaba realizando un
cine de determinadas características. Es evidente que el director (en ambos
casos Jack Hill) intentó introducir una variación en ambas para evitar que
ambas cintas fueran excesivamente parecidas. Ambas, por lo demás, están
protagonizadas por una juvenil Pam Grier (que tras una carrera desigual y en
punto muerto será “resucitada” por Tarantino para su Jackie Brown,
ópera primera del director norteamericano). El guión de The Big Bird Cage
será elaborado por el propio director, mientras que el de The Big Doll
House tendrá como autor a Don Spencer.
En realidad, la
obra cinematográfica de Jack Hill es bastante amplia y especializada en el
“cine de explotación”. Nacido en 1933 siempre ha alardeado de su ideología
progresista, e incluso “feminista”. Quentin Tarantino dijo de él que era el “Howard
Hawks del cine de explotación”. En realidad, Tarantino y Hill tuvieron como
musa a la actriz de color Pam Grier (que protagonizó cuatro películas con
Hill), hija de Clarence Grier y de Gwendolyn Samuels. Ésta, a su vez, debutó en
el cine en 1970 con Beyond the valley of the dolls, dirigido por
Russ Meyer, un director de cine norteamericano especializado en películas
eróticas con gran eclosión de violencia. Análogo recorrido tuvo Pam Grier en el
arranque de su carrera cinematográfica.
Cabe decir que,
a diferencia de otras cintas de este subgénero, las dos películas de Hill
fueron producidas en los EEUU por New World Pictures y eran
coproducciones USA–Filipinas. La compañía se fundó en 1970 y se disolvió en
1997, estando dirigida hasta 1983 por Roger Corman, un director especializado
en cine de terror de bajo presupuesto. Corman, por cierto, es un director hijo
de católico y judía y, por tanto, medio judío (a pesar de haber sido criado
como católico), así que hay que suponer que este origen étnico le predispuso a
la temática del subgénero de Naziexploitation.