En 2002 publiqué
un libro que se vendió muy bien y en muy poco tiempo se agotaron los 2.000
ejemplares de la primera tirada. Se llamaba EL ENEMIGO DEL SUR (ahora
lo tenéis en formado libro electrónico en Amazon). A cada presentación que
hacíamos, el consumado más próximo de Marruecos, enviaba a sus “espías”: no
decían ni una palabra, ni siquiera se movían, permanecían impasibles, siempre en
parejas. Eran, evidentemente, marroquíes, pero nunca se nos ocurrió decirles
nada. La democracia es así, tolerancia y todo eso… Bien, pero la democracia no
debe olvidar que eso de que “todo el mundo es güeno”, es una falacia. Existen
rivalidades entre naciones y, aunque tú no lo quieras, otros si se consideran
tus enemigos. En el caso de Marruecos las cosas vienen de lejos.
En los años de
la Segunda Guerra Mundial, los ideólogos del Istiqlal, partido nacionalista
marroquí, exiliados en Egipto, copiaron -literalmente copiaron- de otros
movimientos árabes de liberación, la idea del “Gran Marruecos” (existía en
aquellos años la idea de la “Gran Siria” (defendida por el Baas), la idea del “Gran
Líbano” (que sostenían las Falanges Libanesas), así que no les fue muy difícil
improvisar la noción del “Gran Marruecos”. En la sala del trono del palacio
real de Rabat se encuentra un tapiz con el mapa de los territorios del “Gran
Marruecos”: en 1956 estaba formado por el protectorado francés, el protectorado
español, la ciudad libre de Tánger, Sidi Ifni, el Sahara Occidental, Ceuta,
Melilla y las Islas Adyacentes, los territorios de Tinduf y Bechar (hoy
argelinos), Mauritania y parte del Camerún… Pues bien, la política exterior de
Marruecos ha consistido en realizar la ficción geopolítica del “Gran Marruecos”.
Dieron zarpazos a Argelia tras la independencia (“guerra del desierto”),
intentaron asaltar Ifni ocasionando una pequeña guerra y luego el territorio se
entregó a Rabat. Se quedaron con el Sahara después de la Marcha Verde. Lo
intentaron en Perejil. Y ahora, habiendo olido debilidad y cobardía en La
Moncloa, han abierto una nueva ofensiva para quedarse con Ceuta y Melilla. Esa
es la triste, la cruda y la evidente realidad que todos los comentaristas
políticos conocen, pero que no todos tienen el valor de afirmar: MARRUECOS
SIGUE SIENDO “EL ENEMIGO DEL SUR”.
Ahora bien, ¿qué
opina Sánchez? Su socio de gobierno, el partido de los catetos, los colgaos,
los fumetas, los rastafaris y las ideólogas de género, mimos, menas y memos, ha
dicho por boca de Iglesias que, si por ellos fuera, acabarían con la “situación
colonial” de Ceuta y Melilla, las “devolverían” a Marruecos. Entre esta
propuesta, el “papeles para todos” y lo de “nuestros niños” referidos a los
MENAS, sabemos de qué material está hecho el cerebro de Iglesias y de los suyos:
corchopán regado por horchata aguada.
¿Y Sánchez? A
Sánchez, simplemente, el destino de los ciudadanos españoles de Ceuta y
Melilla, le importa un higo. Lo viene demostrando desde que se sienta en La
Moncloa, como le importa igualmente poco cualquier cosa que no sea su ego. Lo
que haga o deje de hacer, tenedlo bien en cuenta, no lo hará ni por los
ciudadanos de aquellas plazas, ni para evitar la invasión que se está
produciendo, sino que se tratará sólo de gestos para la galería. De momento, la
crisis -iniciada por culpa de su ministra de exteriores que permitió al jefe
del Polisario entrar en España sin ponerlo en conocimiento de Marruecos como
era su obligación y dado el estado de guerra abierta entre Rabat y los
polisarios- le ha cogido por sorpresa, antes de tomar una decisión (en este
tema sólo la fuerza da resultados) deberá esperar que política le dictan desde
el exterior: hará gestos para que Tezanos no tenga que multiplicar malabarismos
en las encuestas del CIS y su sigla siga apareciendo como partido mayoritario, pero hará lo que le “aconsejen”
que haga otros: los “señores del dinero”, los EEUU y su admirado Biden (arteriosclerótico
que ya ha tomado partido… por Marruecos), la UNESCO, los amiguetes de Davos,
etc. Y sabemos lo que dirán: “cede, aquí no pasa nada, cuando más
multiculturalismo, mejor, cuanta más inmigración menor, a fin de cuentas, Ceuta
y Melilla están en África…, lo más ultraprogresista es ceder a los tiempos, no
puedes hacer otra cosa: eso es progreso”.
Yo no me
alarmo porque 7.000 marroquíes hayan cruzado la frontera obligando al ejército
a intervenir por primera vez. Eso podía esperarse. De lo que me alarmo es de
ver que El País y los principales medios de comunicación, incluidos
varios canales de televisión, a primera hora de hoy, ponían el énfasis, no en
la vulneración de miles de marroquíes de nuestras fronteras y de la legalidad
internacional, no hablaban sobre la invasión ¡sino que ofrecían imágenes
emotivas y sentimentales sobre uno que se ahogó, un par de niños, aparentemente
desfallecidos, etc, etc.! Si alguien se pregunta ¿qué es la post-verdad? Pues bien,
esas imágenes son la post-verdad.
La Verdad con
mayúsculas importa muy poco en nuestra desgraciada era: vivimos tiempos en los
que se trata de explotar lo emotivo y lo sentimental situándolo por delante de
la Verdad, reemplazándola. Y, ni siquiera importa que esas fotos sean auténticas,
de lo que se trata es de que, a fuerza de repetirlas, pasen a ser dogmas.
Es así como han
entrado casi 10.000.000 de inmigrantes en España desde 1996.
Esas imágenes
anticipan lo que va a ocurrir: los que entraron ayer, casi 2.500 MENAS, vienen
para quedarse, para que usted y yo los mantengamos con nuestros impuestos. Cuando
Marlaska dice que “se cumplirá la ley”, eso quiere decir que, dentro de poco, tendremos
a esas 7.000 personas dispersas por todo el Estado pidiendo subvenciones en
todas las ventanillas posible.
Pero la cosa no
se detendrá aquí: Mohamed VI ha olido debilidad en La Moncloa: la derrota
electoral madrileña, el hundimiento de Podemos, el hecho de que el PSOE
mantenga el “gobierno de España” apoyado en la “no España” (podemos e indepes),
le dar suficientes pistas como para pensar que, con un empujoncito de nada, si
proyecto del Gran Marruecos dará otro paso adelante.
Porque, para
Mohamed VI, el Gran Marruecos es el territorio actual, más Ceuta, Melilla y, no
se olvide, Canarias. ¿O es que habéis olvidado que desde el otoño pasado se han
multiplicado hasta lo indecible la llegada de pateras a Canarias?
No soy profeta,
ni siquiera sé si hoy va a llover o no. Pero desde hace décadas, bastaba con conocer
un poco la historia del Marruecos independizado y la doctrina del Istiqlal
sobre el Gran Marruecos, para saber lo que sucedería… Bajo ese tapiz, con el
mapa del Gran Marruecos, incluyendo territorios españoles, han desfilado desde
Juan Carlos I hasta el último embajador español en Rabat. Ninguno ha advertido
-seguramente, porque a ninguno le ha interesado- reconocer que Marruecos es “el
enemigo del Sur”. No hay nada nuevo bajo el sol.
En situaciones así, o nos la envainamos o tomamos el Palacio de Invierno.