Sánchez se ha desentendido de la
crisis de la inmigración en Canarias (¡cómo si la crisis fuera nueva y no se
arrastrase ya desde los tiempos de Aznar!) y ha enviado al ministro con más
fama de pretoriano, Abalos, y al ministro más ultra-pro-inmigracionista del
gabinete, Escrivá. Y lo ha hecho cuando la crisis se prolonga ya por
espacio de dos semanas (aunque, en realidad, tenga en torno a 25 años…). La
intención de Sánchez es no salir demasiado quemado de esta crisis que promete
desbordar las fronteras de España.
Las cifras
oficiales dicen que en lo que va de año, han entrado 17.000 inmigrantes
ilegales en Canarias. Es mentira: han llegado muchos más. Esos 17.000 son
solamente los que han sido detectados. Luego están los que han llegado a las
costas esquivando a servicios de vigilancia. La cifra de 25.000 sólo en
Canarias me parece mucho más próxima a la realidad y si la multiplicamos por
tres tendremos el total de los que han entrado en todo el territorio nacional
en los últimos ocho meses, ¡en plena pandemia!
Los recién
llegados los hemos vistos fotografiados: son del mismo tipo que hace menos de
15 días protagonizaban destrozos en nuestras grandes ciudades. Nada que ver con
“refugiados políticos”, ni con gentes dispuesta a trabajar en lo que sea: o son
marroquíes o son argelinos, la mayoría, MENAS… es decir, que, por el hecho de
pisar territorio español, por algún motivo, son “tutelados” por el Estado
Español. Hay que desengañarse: nadie viene a España para trabajar, por la
sencilla razón de que aquí estaremos en 6.000.000 de parados el año que viene y
gente sin formación de ningún tipo ni espera ni aspira a tener un trabajo. Lo
que más abunda -y vale la pena ser realistas- son los que vienen siguiendo
el “efecto llamada” (llamada de móvil 5G): “Veniros aquí, que nada más
llegar te lo pagan todo”. Francesc Pujols, filósofo catalán y tipo
excéntrico donde los haya, decía: “Llegará el día en el que los catalanes lo
tendremos todo pagado”. La frase se ha hecho realidad con los inmigrantes: ha
llegado el día en que, por pisar España, los inmigrantes lo tienen todo pagado.
Y lo pagas tú, gilipollas.
Zapatero, en su
momento, parecía insuperable. Era una tontorrón, que había asimilado la
ideología vendida por la UNESCO (“multiculturalidad, ingeniería social, violencia
doméstica, gays, igualdad de género, pensamiento positivo, etc”) que nunca
entendió nada: sus Planes E para “crear empleo” iniciaron la pendiente
imparable de la deuda española y no sirvieron absolutamente para nada, y en
cuanto al dinero a fondo perdido entregado a la banca, y la “alianza de
civilizaciones” demuestran que ZP creía en sus propias chifladuras. Era un
“hombre de principios”: De principios alucinados. Sánchez, es como ZP pero sin
creer en nada más que en él mismo: otra forma de alucinación que, para
colmo, está todavía más lastrado por necesidad de apoyos parlamentarios para
mantenerse en el poder: el moños y sus porreros, y los indepes golpeteros o
proetarras. No esperéis que con un gobierno así se pueda ir a otro lugar más
que al abismo.
Fijaros por
ejemplo en cómo se ha abordado la crisis del Covid: cuando toda España
estaba confinada, Sánchez abrió los CIES (Centros de Internamientos de
Inmigrantes… llegados todos ilegalmente a España). Una locura: porque ¿dónde
iban a ir estos inmigrantes recién llegados? Estuvieron en las calles… mientras
todos los españoles estábamos encerrados. Peor todavía: el ministerio de
“inclusión, seguridad social y migraciones”, el que peor funciona del gobierno
Sánchez -a corta distancia, eso sí, de educación y de los ministerios florero
entregados a Podemos-, dirigido por un mundialista procedente de la banca que
ni siquiera es miembro del PSOE ni de Podemos, tardó en pagar ERTES hasta
medio año ¡a familias españolas que los necesitaban con urgencia!, mientras que
las ayudas a la inmigración que iban llegando, o a los MENAS (a los que, además
de casa, comida y paguita, se les viste de marca y se les paga el móvil y la
línea de internet que a usted y a mí nos cuesta un pastón), sin olvidar que del
millón de solicitudes del “salario mínimo vital” que anunciaron pomposamente en
mayo, todavía está por tramitar en su mayor parte.
A usted y a mí
las mascarillas obligatorias nos cuestan un presupuesto familiar adicional. Y
llevamos ocho meses con ellas (dudando, incluso de su eficacia y, más que nada,
para esquivar las multas). Estas mascarillas que -en tanto que obligatorias-
deberían de haber sido suministradas gratuitamente a lo largo de estos ocho
meses- pero el gobierno de izquierdas ni siquiera ha hecho el gesto de bajar el
IVA… echando, eso sí, la culpa a la UE. Y nos referimos a las mascarillas
FFP2, las únicas de eficacia continua demostrada. Las otras, las “quirúrgicas”
de usar y tirar, esos sí han merecido una reducción del 21 al 4% de IVA ¡DESPUÉS
DE OCHO MESES!
Se cierra la
hostelería (de momento, un 19% ya ha quedado cerrada para siempre), pero
se exige a los supervivientes que sigan pagando impuestos como si aquí no
hubiera pasado nada. Se hacen unos presupuestos de cuento de la lechera y se
adoptan, una tras otra, medidas absurdas e inútiles para afrontar la pandemia (hoy
mismo, me he tomado un café sentado delante del bar de la estación de mi pueblo
y éramos casi dos docenas de personas haciendo lo mismo, con lo que el gobierno
y las autonomías, han logrado lo que parecía imposible: extender sucedáneos
de botellón a todos los grupos sociales, incluida la tercera edad. Nadie,
ni aún a propósito lo podría haber hecho tan mal).
No digamos en
educación en donde la salvajada de aprovechar el Covid para los aprobados
generales supondrán un déficit más que tendrá que afrontar desde la sima actual
la educación española (¡Como me alegro de que mis nietos estén fuera de
España!).
Pero quedaba la
gran castaña: multar a los turistas que no venga con el certificado de haber
realizado la prueba PCR con ¡6.000 euros! Un “estímulo” más al turismo…
mientras que los inmigrantes ilegales que entran vulnerando soberanía, con el
único proyecto personal de vivir de la sopa boba a costa de nuestros impuestos,
no sólo no se les multa sino que se les estimula por todos los medios.
Como, de tanto
en tanto, la población entrevé la estafa (Sánchez y especialmente Potemos,
quieren más y más inmigración para sustituir a sus votantes decepcionados por los
nuevos “vientres agradecidos”) y, entonces, es cuando aparece alguna imagen
hiriente: que si el niño muerto en no sé qué playa, que si la madre histérica
dando alaridos porque su bebé se le ha caído al mar (“pero, señora, ¿cómo se
puede caer el bebé al mar cuando ni siquiera hay oleaje? Y, por lo demás ¿Cómo
se le ocurre subir a una patera con un bebé?”). A eso se le llama
“operaciones psicológicas”.
Las
“operaciones psicológicas” que se montan a prisa y corriendo (por ongs o por el
propio Estado) para jugar con los sentimientos y la emotividad de la población
para que la opinión pública siga admitiendo inmigración tienen su límite: se
puede tomar el pelo a la gente, pero no tanto, ni tan rápidamente.
Recordamos que la mentira de los “refugiados sirios” permitió que entraran en
Alemania, en apenas tres meses de 2017, un millón de inmigrantes y la foto del
niño ahogado en una playa griega (foto siniestra y en la que se alteró incluso
en cadáver del niño), hicieron “digerible” esa riada.
Las ultimas remesas, ni son
negros desnutridos, ni son “refugiados”: son ni-nis en versión magrebí, esto
es, MENAS. Lo diré una vez más: la única obligación del Estado
Español debería ser acompañar a estos MENAS al consulado del país de origen más
próximo y decirles: “Creo que han perdido a la criatura, devuélvanlo junto a
sus padres que es su lugar natural”. Porque el lugar de un menor es
junto a sus padres, no “tutelados” (es decir, a pan y cuchillo) por el Estado.
¿Cuál es el
origen del problema? la Declaración Universal de Derechos Humanos de 10 de
diciembre de 1948. Con demasiada frecuencia las bonitas palabras encubren
declaraciones nefastas y nefandas. La declaración no incluye el que debería ser
primer derecho humano básico:
Artículo 0.- Todo
ser humano tiene derecho a vivir en su tierra y a que su gobierno (no el de al
lado o el que está en las antípodas) se preocupe de él, garantice su
subsistencia, su bienestar y sus necesidades básicas.
No busquéis: este
“derecho” no está incluido en la buenista, farragosa y progresista declaración
de marras. Deberemos recordar que se redactó cuando se iniciaba el período de
la descolonización. Hoy -salvo las Malvinas y Gibraltar, por cierto- la
descolonización ha terminado hace mucho. Y los Estados africanos
especialmente, han demostrado que no están en condiciones de aportar bienestar,
subsistencia y satisfacción de las necesidades básicas a su población: y no
porque sean pobres, sino porque fueron entregados a oligarquías autóctonas que
se han enriquecido mientras sus países se embrutecían y brutalizaban. No es
extraño que las poblaciones africanas y árabes quieran abandonar sus Estados, a
la vista del percal que corre por allí. Pero no es menos cierto que si la
“independencia” no ha servido para nada, entonces ¿por qué siguen existiendo y
votando en las ONU y en la UNESCO, países de chichinabo, con gobiernos cuyo
único fin es enriquecer a los gobernantes y putear a su propia población? Si
los africanos han pedido y obtenido su independencia, no es para que luego
mendiguen dentro de Europa mientras los jefes de sus Estados alcanzan los
máximos de corrupción y cleptocracia en sus respectivos países: Europa no
puede ser el refugio de 40 millones de ni-nis africanos, ni de otros tantos
enfermos de VIH que pululan por el continente y cuyos gobiernos no les ofrecen
tratamientos para su enfermedad.
Hay que llamar a las cosas por
su nombre. Canarias está siendo sometida a INVASION. El invasor cobra “tributo”.
Hoy, el tributo son los subsidios que se pagan con la fiscalidad que pesa sobre
las clases medias. Pero una invasión es una invasión: dentro de poco,
el invasor reclamará más “derechos”. Pasado reclamará una legislación solamente
para él, que recoja el derecho a la poligamia, a fiestas propias, a usar burka
y chilaba, a la ablación del clítoris con cargo a la seguridad social y a demás
peculiaridades de las culturas africanas y a que no les moleste nadie más que
una policía “étnica” formada por los suyos y por nadie más. No es algo tan
remoto: hoy, es una reivindicación del islam en Francia. Y siempre habrá un
bobo de la categoría de los troquelados por la izquierda europea que dirá amén
y que realizará tales “derechos” suicidas.
Si alguien dijo
que no hay nada más tonto que un obrero votando a la derecha (lo cual sería
discutible), resulta mucho más evidente que, mañana, no habrá nadie más
idiota que un europeo votando a la izquierda