La
realidad orgánica del PPF
El 16 de diciembre de 1936,
Doriot habla en Clermont-Ferrand ante un pequeño auditorio de 200 personas en
lo que no era nada más que una reunión privada. Sin embargo, también aquí el
Frente Popular movilizó sus efectivos. Estallaron violentos disturbios en el
centro de la ciudad, produciéndose numerosos heridos y destrozos en el
mobiliario urbano y en los comercios de la zona. Estos incidentes apuntaban
directamente contra la vida de Doriot que sufrió en esos años (entre 1936 y
1939) media docena de atentados o de intentos de agresión extremadamente
graves. En 1937 su vehículo fue ametrallado en Mázières por miembros del PCF. Las
balas impactaron en el vidrio trasero.
En medio de esta vorágine de
violencia (en cierto sentido similar a la que sufrió Falange Española a partir
de 1934, pero sin la efusión de sangre que se produjo en España), prosperar
políticamente, implicaba emplear abundantes medios económicos, no solamente en
agitación y propaganda, sino especialmente en el mantenimiento de un servicio
de orden armado, permanentemente movilizado y siempre dispuesto a proteger al
líder del partido, a las instalaciones del mismo y a las manifestaciones y
mítines convocados. Se han hecho múltiples cábalas sobre el origen de esos
medios, concluyéndose que en su mayor parte procedían de medios de la patronal
francesa y de distintas bancas. Mientras duró el gobierno del Frente Popular, el
PPF era la “mejor opción” a apoyar para contrarrestar la agresividad del PCF
especialmente en los medios obreros. Durante el lanzamiento del PPF este flujo
de fondos fue constante en la medida en que el Frente Popular había llegado al
poder, pero a partir del verano de 1937, cuando la coalición de izquierdas
empezó a tener problemas interior y sobre todo a partir de la constitución del
gobierno Daladier el 10 de abril de 1938, cuando se dio por concluida esta
experiencia, estos flujos disminuyeron a incluso cesaron.
Hasta ese momento, el PPF había
realizado 2.000 reuniones y mítines. A finales de octubre de 1936, el partido
declaraba 101.000 afiliados, que habrían ascendido a 120.000 en noviembre
cuando se convocó el I Congreso. En abril del año siguiente, los efectivos
ascendían a 280.000 (incluidos los 30.000 jóvenes afiliados a la Unión Popular
de la Juventud Francesa, rama juvenil del partido) en diciembre, para pasar a
ser 295.000 a mediados de enero de 1938. El crecimiento se seguiría manteniendo
hasta la celebración del II Congreso del Partido en marzo de 1938 hasta
alcanzar la cifra límite de 300.000 miembros en el otoño de ese año. A partir
de ese momento, los efectivos disminuyeron (y entonces el PPF ya no dio
oficialmente nuevas cifras de afiliación). Unos meses después, ya en el primer
trimestre de 1939, los servicios de información franceses establecían que el
PPF contaba con 50.000 afiliados… poco comparado con el Partido Social Francés
del Coronel La Rocque (la formación creada después de la disolución de los
Cruces de Fuego) que contaba en ese momento con 3.000.000 de afiliados. Por su
parte, el PCF y la SFIO contaban cada uno con 600.000 miembros. A pesar de que
los primeros meses de 1939 fueron bastante difíciles para el PPF (a raíz de la
crisis interna provocada especialmente por la reacción de Doriot ante la
coyuntura internacional) es probable que en esa época, las cifras de militancia
fueran superiores a lo que registraba la inteligencia francesa: quizás en torno
a los 100.000 afiliados.
La zona que había constituido
inicialmente la cuna del partido, Saint-Denis y París-Norte, registraba una
alta afiliación: 3.000 y 5.000 miembros respectivamente. Lo que pronto se
conoció dentro del partido como “la República Autónoma de Marsella”, el grupo
de Simon Sabiani en la región de Marsella, declaraba 15.000 afiliados y, en
general, el partido disponía de una muy buena implantación en toda la costa
mediterránea.
Se conoce relativamente bien el origen social
de todos estos miembros, a partir de las estadísticas realizadas entre los
delegados del primer y segundo congreso del partido. En 1936, el 38,7% no
habían militado políticamente en ninguna formación antes de afiliarse al
partido, mientras que el 33% procedían de la izquierda (el 21,1% del PCF, el
8,6% de la SFIO y el 1,9% de los radicales). El 4,4% habían tenido una
militancia previa en organizaciones católicas (especialmente la Juventud Obrera
Católica y de la Alianza Democrática). Por su parte, un 23,6% procedían de la
extrema-derecha (un 14,5% de los Cruces de Fuego y de los Voluntarios
Nacionales del Coronel La Rocque, y un 5,1% de Action Française). Los grupos
más o menos fascistizantes estaban representados muy débilmente (había
presencia de unos pocos delegados que antes habían militado en las Juventudes
Patrióticas de Taittinger, en Solidaridad Francesa de Jean Renaud y en el
Francismo de Marcel Bucard).
En cuanto al origen
socio-profesional se disponen de estadísticas realizadas en los dos congresos
que pudo celebrar el partido antes de la Segunda Guerra Mundial. En el de 1936
aparecen un 49% como miembros de la clase obrera, pero dos años después esta
cifra se reduce al 37%. Los comerciantes y las profesiones liberales permanecen
casi igual, pasando del 21% al 22%. Los funcionarios y empleados están en torno
al 40%. Esto indica claramente que se trataba de un partido interclasista y dar
la razón al propio Doriot cuando explicó en el curso del I Congreso del PPF que
“nuestro partido es ya una pequeña Francia reconciliada. Es el modelo de lo que
Francia entera será mañana”. Esta idea sedujo particularmente a algunos
intelectuales como Drieu y Jouvenel. Este último se vio seducido por el “tuteo
revolucionario” definido por el partido como “la expresión de las relaciones
calurosas entre los miembros dl partido”. El propio Jouvenel escribió: “Entrar
en el PPF fue penetrar en un mundo para mí completamente nuevo, donde las
actitudes, las relaciones, el lenguaje contrastaban con todo lo que me era
familiar. Siempre me había declarado “de izquierda”, es decir, por l pueblo,
pero le había constantemente ajeno (…). Es zambulléndome en Saint-Denis,
adoptando el hábito de compartir la comida, de ser tuteado, es como he tomado
contacto con el pueblo. Y me he visto profundamente sorprendido”.
Drieu y Jouvenel no son los
únicos intelectuales que se han sumado al PPF, el premio Nobel Alexis Carrel
figuró también entre sus afiliados, al igual que los profesores Ernest Fourneau
(del Instituto Pasteur) o Victor Balthasar (de la Academia de Medicina). Pero
el contingente mayor, por supuesto, procedía de los medios periodísticos y
literarios: Georges Suarez, Ramón Fernández, Jean de Fonteny, Paul Chack, Abel
Bonnard de la Academia Francesa, etc. Sin embargo, los intelectuales no
elaboraron la línea política del PPF. Esta correspondió al núcleo que defendió
las ponencias en el I Congreso. En donde algunos sí participaron fue en la
traducción de esta línea en forma de artículos para L’Émancipation National o La
Liberté, diarios que durante unos años contaron con el concurso de toda
esta corte de intelectuales de prestigio. Ramón Fernández fue el intelectual
que colaboró de manera más activa en la construcción del partido, organizando
las profesiones liberales y a los intelectuales.
Sobre cómo el partido consiguió
mantener un ritmo de actividad existen distintas versiones todas ellas
sometidas a dudas y envueltas en tinieblas. Lo cierto es que en octubre de
1936, el PPF estuvo en condiciones de adquirir un inmueble de seis pisos en el
número 10 de la rue des Pyramides, uno de los lugares más exclusivos de París,
en donde instaló sus oficinas centrales. En noviembre de ese año, apareció la
edición nacional de L’Emancipation
cuyo lanzamiento coincidió con el I Congreso del PPF. Entre los gastos de
lanzamiento del diario y los gastos de organización del congreso, la cifra
empleada ascendió a 500.000 francos. En 1937, Doriot compró el local de un cine
en Saint-Denis y el diario La Liberté, se lanzaron millones de carteles,
panfletos y folletos informativos y se pagaron los gastos de dos mil reuniones
y mítines, algunos de ellos en las salas más grandes del país. Es difícil saber
cómo pudo financiarse todo este esfuerzo de agitación, propaganda y
organización.
En 1936 los carnés de adhesión se
vendía al precio de 3 francos al año y las cuotas mensuales ascendían a 5
francos (1 franco para los parados y 10 francos para los que cobraran al mes
más de 2.000 francos). Sobre un total de 100.000 afiliados el primer año de
vida del partido y dando por supuesto que la administración central conseguía
cobrar 7 meses de promedio por afiliado (en lugar de 12), el partido no debía
de obtener más de 3.800.000 francos por este concepto. Lugo estaban los
ingresos por donaciones y las suscripciones a las revistas y el dinero que
procedía de las campañas de suscripción o de apoyo a los diarios (L’Emancipation National obtuvo 100.000
francos en apenas 15 días d campaña, por ejemplo). Sin embargo, quedan todavía
varios millones de francos anuales por cubrir para explicar cómo el partido
pudo funcionar tan bien entre los años 1936 y 1938.
En los Archivos de la Prefectura
de Policía existen varios dossiers relativos a este tema que mencionan
subsidios procedentes de distintas patronales (Comités Central de Empresas
Hulleras, Círculo de Cámaras Sindicales de Francia, Asociación Nacional de
Expansión Económica), de grupos de presión (Unión de los Intereses Económicos),
directores de diarios (como el semanario Cyrano
o la revista Choc del Coronel
Guillaume), de banqueros (Maurice Petsche) e industriales (Jean Ayral
propietario de Mazda, de la empresa Violet Frères, de los industriales laneros
del Norte, etc). Pero las aportaciones más fuertes, sin duda, no han dejado
rastros a pesar de que hoy se sabe que procedían de Gabriel Le Roy Ladurie,
director de la Banca Worms, y del Comité de las Forjas que entregó a
Doriot 4.367.000 francos en 1937,
5.713.000 e 1938 y 1.593.999 en 1939.
Sabiani, por su parte, había
obtenido subvenciones para su sección procedentes de la alta burguesía y de los
armadores marselleses. No era un caso aislado. Cada delegación del PPF estaba
obligada a buscar subsidios y subvenciones en su zona. Esto explica la muy
desigual implantación del partido en todo el país. Allí donde existían
responsables que habían sabido obtener subsidios de patronales o de
industriales, allí el partido había conseguido realizar una amplia tarea
propagandística. La dirección parisina, cubría solamente los gastos de los
servicios centrales del partido, no la financiación de las delegaciones.
Solamente, en algunos casos vinculados a los medios de comunicación –y
especialmente a La Liberté que se
convirtió desde el primer momento en un lastre deficitario para el PPF- la
central tuvo que asumir el pago de los salarios.
Se produjeron algunos escándalos
y desviaciones de fondos. Jean Le Can, dirigente del partido en Burdeos y al
mismo tiempo gran contratista de obras poseedor de una inmensa fortuna, había
aportado la cantidad necesaria para comprar el diario La Liberté que atravesaba por grandes dificultades económicas. En
enero de 1938, Doriot se puso en contacto con Le Can comunicándole que no había
dinero para pagar el salario de los trabajadores del diario. Tras dudarlo, Le
Can aportó la cantidad que cubría esos gastos… pero unos meses después, los
trabajadores seguían sin cobrar. Las explicaciones de Doriot no satisficieron a
Le Can, el cual abandonó el partido, reconociéndole que est aventura política
le había costado 1.000.000 de francos.
Otro caso, igualmente relacionado
con La Liberté, se produjo cuando
Doriot visitó en marzo de 1938 a la duquesa Pozzo di Borgo, cuyo marido, ex
miembro del Partido Social Francés y enfrentado con el Coronel La Rocque,
acababa de ser puesto en libertad después de seis meses de prisión preventiva
al estar relacionado con la desarticulación de La Cagoule (ver el número VII de la Revista de Historia del
Fascismo, La Cagoule: ramificaciones
internacionales). Doriot le recordó la actividad periodística desempeñada
por La Liberté en pro de la libertad
de su marido, obteniendo un cheque de 500.000 francos en señal de
agradecimiento. Doriot comentó a algunos colaboradores (de los que uno sin duda
era informador de la policía, pues relató esta anécdota en un informe que
todavía se conserva en los archivos) que “en vista del éxito, volvería a
repetir el truco”… En realidad, el apoyo a la liberación de Pozzo di Borgo no
se debía más que al enfrentamiento que este tenía con el Coronel La Rocque y a
un intento de debilitar a este partido de la derecha.
Otros informes sugieren que
Doriot habría solicitado fondos a la Prefectura de Policía. De ser cierto, se
trataría de cantidades muy reducidas. En cualquier caso, todas estas anécdotas
y chascarrillos demuestran que el partido se fortalecía… a costa de vender su independencia.
Otra fuente de ingresos del PPF
fue el gobierno italiano. Victor Barthélemy, miembro de la dirección del
partido, cuenta que en julio de 1937, se organizó en Niza un encuentro entre la
federación del PPF de aquella zona en la cual Victor Arrighi, otro de los
dirigentes del partido, le informó que acababa de retornar de Italia en donde
había podido entrevistarse con el Conde Ciano y otros dirigentes fascistas de
primera línea. El partido recibió
300.000 francos procedentes de Italia, una suma relativamente modesta (José
Antonio Primo de Rivera recibía igualmente 250.000 liras cada trimestre
procedentes de la misma caja y a partir de mediados de 1935 y hasta su
encarcelamiento. Por lo demás, el interlocutor de José Antonio y de Arrighi era
el embajador en París, Amadeo Landini). A cambio, el PPF enviaba algunos
informes políticos sobre la situación en Francia. El 7 de septiembre de 1936,
consta que Arrighi se entrevistó con Landini y le comunicó que el crecimiento
del partido seguía a buen ritmo pero que se precisaba dinero para transformar L’Emancipation National de semanario en
diario. Para tentarlo le hizo saber que el PPF había sido “contactado” por el
NSDAP, pero que, momentáneamente, habían rechazado una ayuda en esa dirección.
Hay que recordar que en ese momento, las relaciones entre Alemania e Italia
eran todavía tensas y oscilantes. Landini transmitió la petición, añadiendo que
dudaba de la eficacia de la “carta Doriot”. Ciano, por s parte, anotó en su
diario: “A Doriot le daremos dinero, no armas”, lo que implica que también
había solicitado equipamiento para su servicio de orden. A partir de ese
momento se regularizaron los envíos de dinero procedentes de Italia. El PPF
pasó a ser el aliado preferencial italiano en Francia, a despecho de Bucard y
del francismo. No parece, sin embargo,
que Doriot hubiera recibido dinero de Alemania, al menos hasta antes de
producirse la ocupación en junio de 1940.
Con todos estos medios, el
funcionamiento del partido quedaba garantizado. A pesar de ser un partido que,
estatutariamente, era de apariencia democrática, en la práctica, la dirección
era centralizada y no muy diferente de cualquier otro partido fascista (aun
antes de que el PPF se decantara por esta opción). Los dos principios
organizativos eran la disciplina y la obediencia al “jefe”. Doriot había dicho
en la tribuna del I Congreso del PPF: “La disciplina es la disciplina. La
admites o no la admites”. Añadiendo: “Los miembros del partido deben saber que
luchan por la causa general y no por su causa personal”. Sostenía que los
miembros del partido no son robots, “no deben pensar en serie. Por el
contrario. La dirección del partido acoge siempre las observaciones, las
sugestiones, las críticas corteses y objetivas. La dirección no es omnisciente.
Tiene necesidad de aprender de la vida de los hombres (…) Considera el partido
como un inmenso laboratorio de ideas”.
Doriot se enfrentaba con la
dificultad de forjar un partido con una serie de militantes y afiliados
procedentes de los lugares más heterogéneos. Esto planteaba algunos problemas,
el primero de todos eran las infiltraciones, especialmente las procedentes del
PCF. Para evitarlo, los miembros que aspiraban a entrar en el partido debían de
añadir un currículo político lo más amplio posible que, en algunos casos, se
comprobaba. Además, Doriot prohibió a los miembros de su partido asistir a
mítines y reuniones de otras formaciones. Existía una censura de los artículos
publicados en los medios del partido que algunos colaboradores soportaron mal y
terminaron rompiendo (Pierre Andreu, dejó de colaborar en L’Emancipation después de denunciar el caso de un patrono de
Saint-Denis al que acusaba de “comportamientos antisociales”; el artículo fue
censurado, sin duda por tratarse de algún benefactor del PPF).
En realidad, a pesar de que
existía un Buró Político y un Comité Central y la estructura exterior no
difería en absoluto de la de cualquier otro partido político, lo cierto es que
el liderazgo estaba fuertemente concentrado en Doriot y que sus prerrogativas
eran muy superiores a las de cualquier otro “jefe” de partido en Francia, salvo
en los casos de formaciones de extrema-derecha. Ahora Doriot concentraba más
poder del que había concentrado nunca, algo que no se le escapó al siempre
observador Drieu La Rochelle quien escribió sobre esta “sensible
transformación” a la que definió como “una nueva y prodigiosa metamorfosis”.
Jouvenel, por su parte, vio en él la “jefe fascista” que necesitaba Francia:
“impregnado de duro amor que liga al jefe fascista a los que le siguen” y de
“esta exigencia viril de una disciplina que es la esencia del fascismo”. Y, sin
embargo, el partido, todavía no se había definido como “fascista”.