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jueves, 30 de julio de 2020

> Doriot y el Partido Popular Francés - Cuando los comunistas pasaban en masa al fascismo (1 de 10)


El nombre de Jacques Doriot ha quedado unido indisolublemente al del fascismo francés y a su creación personal, el Partido Popular Francés, a la colaboración y a la Legión de los Voluntarios Franceses contra el Bolchevismo y a ser el “hombre de Hitler” en los últimos meses del gobierno de Vichy. Sin embargo, la historia política de Doriot es previa a la fundación del PPF. Se suele olvidar que estuvo en la cúpula del Partido Comunista de Francia y que fue uno de los líderes de la Internacional Comunista en ese país. Alcalde de Saint–Dennis, terminó separándose del PCF e iniciando la aventura que le llevaría a luchar contra sus antiguos “camaradas”. Esta es la historia de esa parte de su vida, la que habitualmente resulta desconocida para quienes lo tienen por un simple “líder fascista”.

Pocas biografías políticas como la de Jacques Doriot han sido tan polémicas y controvertidas en el siglo XX y pocas como la suya demuestran la teoría de los “revolucionarios conservadores” alemanes para los que la herradura era la prefiguración simbólica de las distintas opciones políticas: en ella, los dos extremos de la herradura están más próximos entre sí que del centro de la misma. A nadie se le escapa que, según esta imagen simbólica, los tránsitos de fascismo a bolchevismo (y viceversa) deberían ser más fáciles y regulares de lo que generalmente se cree.

En el caso de Doriot el paso de la extrema–izquierda bolchevique a la extrema–derecha fascista no fue un brusco salto al vacío, sino una evolución relativamente lenta y muy coherente, que le llevó a través de distintas etapas intermedias en las que puede observarse perfectamente una lógica que aleja la posibilidad de que se tratara de un cambio forzado por el oportunismo o el resentimiento: a medida que cambian los tiempos, a medida que se va alterando la situación política internacional, Doriot va modificando sus posiciones hasta devenir algo que no tenía previsto inicialmente. La Guerra Civil española, como veremos, fue uno de estos elementos que precipitaron esta sucesión trepidante de cambios que terminaron con un Jacques Doriot recibido por Hitler en la “guarida del lobo” de Rastemburgo en 1944.

Tal es el recorrido que vamos a realizar en las páginas que siguen

Un joven obrero en Saint–Denis

El que pronto sería llamado “el gros Jacques” (Gran Jacques)nació el 26 de septiembre de 1898 no muy lejos de París, en Bresles, una pequeña ciudad de apenas 2.000 habitantes, situada a la sombra de la Catedral de Beauvais, cuya bóveda ojival tiene el privilegio de ser la más alta de la cristiandad. Hijo de trabajadores que habían progresado en su oficio, su padre, maestro herrero, era propietario de una empresa de reparación de maquinaria agrícola, tras décadas de duro ejercicio de la forja de los metales. Su madre, también trabajadora, era costurera de origen flamenco y a los 21 años dio a luz el que sería su único hijo y al que sobreviviría (falleció en 1967).

Se trataba de una familia en la que el padre era protestante pero alternaba esta fe con la militancia en la Liga de los Derechos Humanos, una asociación completamente laica. No tuvo el menor inconveniente en que su hijo hiciera la “primera comunión” católica. La familia respiraba cierto ambiente de indiferentismo religioso y nunca concedió gran importancia ni la religión ni el ateísmo.


Se saben pocos datos y se conocen menos anécdotas de los primeros años del “gran Jacques” (desde muy niño su cuerpo destacó por ser visiblemente más fuerte que lo normal), tan solo que fue un alumno aplicado y dotado de una gran curiosidad intelectual. Leía las revistas de divulgación de su tiempo. En sus biografías se cuenta que estudió primaria hasta 1911, cuando contaba con 13 años, y a partir de entonces siguió una formación profesional de tornero. Dos años después, en 1913, consigue su primer empleo retribuido con 2 francos al día. A este seguirán otros empleos en industrias metalúrgicas que le llevarán de manera natural a instalarse en Saint–Denis que se convertirá en las décadas siguientes en el eje de su vida y plataforma personal.

Saint–Denis en la época era una ciudad industrial perteneciente a la banlieu parisina. Hasta ese momento, había constituido un baluarte militar que formaba parte del dispositivo de defensa de París por el Norte. Fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando se produjo en su término municipal una eclosión de la industria pesada que hizo batir en retirada a las actividades que habían sido tradicionales hasta ese momento (el comercio, el artesanado, la agricultura). En el momento en el que nace el “gran Jacques”, la villa cuenta con 80 fábricas en funcionamiento la mayoría pertenecientes al sector metalúrgico. Así era Saint–Denis cuando se estableció el joven Doriot en una modesta pensión de los arrabales de la villa. Con esa configuración no era extraño que desde 1896, Saint–Denis contara con una municipalidad bajo control socialista. En 1920, cuando se produce la escisión entre socialistas y comunistas en 1920 en el interior de la Sección Francesa de la Internacional Obrera, la ciudad se convertirá en el “buque insignia”  del bolchevismo francés.

En 1916 Doriot no parece en absoluto atraído por la política. Sin embargo, Marcel Marschall, uno de los trabajadores que comparten jornada laboral con él en la fábrica de material agrícola La Fournaise , le convencerá para entrar en las Juventudes Socialistas. Es posible que se decidiera a ingresar en esta formación por su afición al boxeo y por el hecho de que en el local del grupo existe un gimnasio con instalaciones para la práctica de este deporte. Por las noches sigue consumiendo la más variada literatura. Y en el tajo ingresa en el sindicato del metal. Será allí en donde tendrá sus primeras experiencias militantes.


Con uniforme y bayoneta

Cuando se inicia la Primera Guerra Mundial, Doriot tiene apenas 16 años. Es 1914 y en los tres años siguientes, el frente del Marne se convierte en un quemadero de generaciones de franceses y alemanes en una absurda guerra de trincheras. El Estado Mayor necesita cubrir los millones –sí, hemos dicho “millones”– de bajas que se producen en esos años y en abril de 1917 moviliza a los nacidos en 1898, Doriot entre ellos. Se incorporará al 128º Regimiento de Infantería que en los dos años anteriores ha visto diezmados sus efectivos en las batallas del Oise y del Somme.

Doriot entra en filas con los 19 años cumplidos e inmediatamente se ve envuelto en las más sangrientas batallas. A los 20 años es un soldado que ha conocido las trincheras, los bombardeos, las cargas a la bayoneta, tiene el tableteo de las ametralladoras en los oídos y las imágenes de barro, sangre y pólvora en el cuerpo. En el frente de Lorena se comporta heroicamente y recibe una primera mención al valor: salvará a uno de sus camaradas herido, llevándolo a hombros a través de las alambradas y bajo el fuego enemigo.

A pesar de que su participación en el conflicto se haya prolongado apenas durante apenas dieciocho meses, ha conocido todo lo que la guerra le podía enseñar. Pero una cosa, entre otras, le refuerza a lo que había vivido en la paz: la sensación de solidaridad entre los que comparten los mismos sufrimientos y privaciones que ya había experimentado como proletario en la fábrica, queda reforzada en la experiencia de las trincheras. Sin embargo, después del armisticio del 11 de noviembre de 1918 que hace callar las armas en el frente occidental, la unidad de Doriot en ese momento es enviada al frente oriental. La guerra para él no ha terminado todavía.


Asistirá en primera fila al estallido de la “revolución húngara” de Bela Khun y a la reacción del almirante Von Horthy. Luego su unidad será transferida a Fiume en donde asistirá a la acción de los “arditi” de D’Annunzio. Luego será destinado a Scutari en Albania. Las trincheras y la intensidad de los combates eran mejor aceptadas por este joven soldado parte de cuyo espíritu ha quedado ligado a los capos de batalla de su patria. En esa época en la que se unidad es desplazada a todos estos escenarios europeos como unidad de vigilancia, es sancionado con un mes de arresto por indisciplina, lo que no le impedirá ser distinguido en 1920 con dos Cruces de Guerra: por su participación en la Guerra Mundial y por su participación en el llamado “Teatro de Operaciones Exteriores”.

En mayo de 1920 regresa a Saint–Denis y vuelve a vestir el mono azul junto a sus camaradas de La Fournaise. Ahora sí que se vincula con más convicción a las Juventudes Socialistas que están dirigidas por Henri Lozeray, un obrero del sector tipográfico que pronto se convertirá en diputado socialista. Mientras, Doriot se encontraba sirviendo en Europa Oriental, la SFIO había sometido a votación en el Congreso de Tours cuál debía ser su actitud ante la propuesta de ingresar en la Internacional Comunista, siendo aprobada una postura favorable. Luego se convoca el congreso de las Juventudes Socialistas para deliberar sobre el mismo tema, pero entonces se produce un hecho fortuito que determinará el futuro de Doriot.

Con Moscú… con el bolchevismo

Henri Lozeray, el que debía ser representante oficial de la Juventud Socialista en el congreso de Saint–Denis, cae enfermo justo antes de la asamblea. Doriot es elegido para sustituirle y recibe el mandato de la delegación de votar contra la adhesión de la organización a la Internacional Comunista. Doriot así lo hace, pero la letra pequeña del mandato establecía que la Juventud Socialista de Saint–Denis se adherirá a la posición mayoritaria –cualquiera que sea– para evitar romper la unidad. Y la mayoría se adhiere a la Internacional de Moscú. Doriot, casi por casualidad, se encuentra nombrado miembro suplente del Comité de Dirección de las Juventudes Comunistas de Francia. A partir de ese momento se dedica, en cuerpo y alma, a trabajar para la organización.


Al año siguiente, en 1921 a raíz de una campaña antimilitarista desarrollada por la Juventud Comunista, prácticamente toda su dirección en encarcelada, empezando por Maurice Laporte, primer secretario nacional de la Juventud Comunista. Éste, desde la prisión de la Santé nombra a Doriot al frente del secretariano, de manera interina y con la orden expresa de preparar el número de la revista de la organización L’Avant Garde que deberá tratar sobre el aniversario de la insurrección de la Comuna de París. Doriot cumple brillantemente y cuando Laporte sea puesto en libertad lo tendrá como uno de sus más eficientes colaboradores. Cuando eso ocurre, su primera medida es enviar a Doriot como representante de la Juventud Comunista de Francia en el congreso de la organización homóloga en Alemania que se celebra clandestinamente a finales de abril.

La participación en esa reunión le permitirá conocer en pocos días a representantes de organizaciones comunistas de todo el mundo. A partir de ese momento, su propia organización le considera un hombre bien informado y un buen analista política. Ese mismo año habla en público en varias asambleas en las que expone la situación del movimiento comunista en Europa, la evolución del capitalismo y las tareas de la Juventud Comunista. El 15 de julio aparece el primer artículo firmado por Doriot en L’Avant–Garde, ¿su título? Elocuente: “Métodos directos de acción”. En él sostiene que contra la burguesía puede llegarse a ataques armados.

Existe alguna foto de Doriot en esa época. A los 22 años aparece como un joven de frente ancha y en cuya mirada se percibe cierta ironía. Gafas que corrigen una pequeña miopía, circulares que le dan cierto tono de intelectual orgulloso de sí mismo, frente despejada coronada por un pelo que se adivina espeso peinado hacia atrás. Un rostro que denota inteligencia, agudeza, ingenio y acrimonia. En apenas año y medio, tras su licenciamiento, se ha convertido, sin apenas historial previo, en uno de los dirigentes del que se adivina como uno de los partidos comunistas más fuertes de Europa Occidental (el segundo después del KDP alemán). Sólo esto indica ya sus dotes de analista y organizador.



El año 1921 es muy conflictivo para Francia. La quinta de Doriot, ha sido desmovilizada, pero las que le siguen sin movilizadas cuando se produce la ocupación francesa del Ruhr. El activo joven comunista funda la revista Le Conscrit rouge (el recluta rojo) a través del cual hace campaña contra la intervención francesa en el Ruhr y contra la intervención del ejército francés en Polonia para detener a los bolcheviques. Desde el Ministerio de la Defensa francés, el nombre de Doriot empieza a ser conocido por sus campañas antimilitaristas. Sus artículos se leen esperando encontrar un motivo para lanzar contra él una acusación capaz de arrojar sus huesos a la cárcel y desembarazarse de tan peligroso adversario. En julio será, finalmente, inculpado por “inducción a la desobediencia”.

Sin embargo, la organización se adelanta y coloca a Doriot fuera del alcance de la justicia enviándolo a Moscú al IIº Congreso de la Internacional Comunista de la Juventud (ICJ) que se desarrolla paralelamente al III Congreso del Komintern (Internacional Comunista). Sus intervenciones causaron buena impresión en Moscú. En los últimos meses había abandonado sus lecturas de textos divulgativos de ciencia y de historia y se había dedicado al estudio de los clásicos del marxismo y de las obras de los nuevos autores surgidos al calor de la revolución de octubre de 1917. A la vista de que Laporte no tiene el más mínimo interés en incorporarse a la dirección de la ICJ en Moscú, propone a Doriot para ocupar su plaza en dicho organismo de la dirección internacional. Así pues ya tenemos a Doriot nombrado para ocupar un puesto en la dirección del movimiento comunista internacional de juventudes como suplente y durante una duración de seis meses.

El semestre se convertirá en veinte meses de estancia en Moscú en el curso de los cuales pudo conocer a los principales líderes del bolchevismo, entre otros a Béla Khun, el dirigente comunista húngaro, quien le indujo a utilizar en Francia los mismos métodos sanguinarios e implacables que él había utilizado en su país. Junto a Laporte, Doriot será enviado por Zinoviev, entonces máximo líder de Komintern y futuro fusilado por Stalin, a Shanghai para entrevistarse con los dirigentes del recién formado Partido Comunista de China. Ambos jóvenes no viajarán con las manos vacías: llevarán como ayuda un tesoro compuesto por diamantes requisados a la aristocracia rusa.

Durante esos meses, Doriot aprende ruso y rudimentos de alemán, logra seducir a Trotsky que lo nombrará provisionalmente su secretario, sigue sus cursos en la escuela de propaganda y mejora su formación y su instrucción política. Se ha formado como orador y ha mejorado sus capacidades para redactar artículos, hojas de agitación e informes políticos. Sin darse cuenta apenas, se ha convertido en un “revolucionario profesional”, un “hombre del agit–prop”, un “aparatchik” (hombre del aparato). De ser un hombre apasionado pero sin grandes conocimientos políticos, esos meses le sirven para hacer de él un hombre frío, dotado para las tareas de agitación y propaganda, preparado para cualquier tipo de trabajo político, nacional e internacional, en la base y en tareas de dirección. Era evidente que estaba llamado a desempeñar grandes responsabilidades en el seno de la Internacional.