Uno de los
problemas que impiden que el Kurdistán se coagule como Nación Estado es su
dispersión geográfica y el hecho de que, ninguna de las cuatro zonas que ocupan
los kurdos tenga salida al mar, ni siquiera a mares interiores como el Caspio o
el Negro. A esto hay que añadir que los cuatro gobiernos de países que albergan
a comunidades kurdas, han seguido con ellas políticas de asimilación, lo que,
unido a la dispersión geográfica, ha fraccionado todavía más a los kurdos y ha
hecho que, incluso, lingüísticamente, no exista homogeneidad entre ellos.
Esto ha
provocado, finalmente, el que cada una de estas comunidades percibe de manera
diferente la solución a sus problemas.
Desde el punto
de vista práctica, podemos decir que, en la actualidad no existe “uno”, sino
“cuatro” kurdistanes y que, en su conjunto, las aspiraciones y posibilidades de
cada uno de ellos son diferentes -y lo que es peor- cambiantes, yendo a
remolque de los acontecimientos y no siendo nunca dueño de ellos: la
situación de los kurdos sirios ha cambiado en cada una de las fases de la
guerra civil, la de los kurdos iraquíes varió extraordinariamente antes y
después de la guerra de Kuwait y volvió a hacerlo tras las operaciones
coloniales norteamericanas en 2003. En cuanto a los kurdos residentes en Turquía
–llamados por el gobierno “turcos del Este” o “turcos de las montañas”, pero,
en absoluto kurdos– son hostilizados por el gobierno de ese país, pero, no olvidemos
que existen grupos de turcos que colaboran con las autoridades en la lucha
contra la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán y,
contrariamente, a lo que se tiene tendencia a pensar (y lo que proclaman las
autoridades turcas) éste partido no es “independentista”, sino “autonomista”
(por lo menos desde los años 90).
El drama de
los kurdos, mucho más que carecer de un Estado propio, es estar políticamente
divididos y fraccionados en capillas que tienen mucho que ver con su
organización tribal. Esto complica aún más la situación.
1. EL KURDISTAN IRAQUÍ
Sobre los kurdos
de Iraq, comunidad que hasta hace poco era la referencia y el espejo de la
situación ideal para el resto de comunidades kurdas, ya nos extenderemos más
adelante. Baste decir ahora que fueron un grupo étnico privilegiado cuya
prosperidad deriva de la situación que siguió a la Segunda Guerra del Golfo
(o Guerra de Kuwait). A partir de ese momento, los kurdos iraquíes se
configuraron como el principal apoyo a las operaciones norteamericanas. Cuando empezaron
los bombardeos norteamericanos y el movimiento de tropas en el Sur de Irak, en
el norte, los kurdos iniciaron también la fase insurreccional.
Cuando el “frente
sur” se detuvo, las fuerzas de Saddam Hussein tomaron la revancha con los
kurdos. Se habló de bombardeos con “armas químicas” y de “genocidio” en el
conjunto de acciones conocidas como “Operación al-Anfal” que causaron un número
indeterminado de muertes que oscila entre 50.000 y 182.000. Entonces, la responsabilidad
de la masacre se atribuyó directamente a Saddam Hussein que debió responder a
estos cargos. La cuestión se complico porque el entones presidente de Irak,
Yalal Talibani (de origen kurdo y verdadero títere de los EEUU) declaró que
Saddam había “confesado”… sin embargo, sus abogados negaron tal confesión e,
incluso el 8 de enero de 2007, en la segunda fase del juicio contra Saddam, los
cargos fueron retirados, recayendo toda la responsabilidad sobre Ali Hassan
al-Mayid (primo de Saddam y Secretario General del BAAS) quien estuvo
directamente al mando de la campaña. Estas operaciones fueron dirigidas contra
la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y en menor medida contra el Partido
Democrática del Kurdistan (PDK). Este último controlada algunas zonas del
noroeste del Kurdistán iraquí, mientras la UPK (dirigido por Talabani, el que
luego sería títere de los EEUU) era considerado como “enemigo principal”. Se
daba la circunstancia de que la UPK es miembro de la Internacional
Socialista y evolucionó (al igual que el Partido de los Trabajadores Kurdos, en
la zona turca) desde la extrema-izquierda marxista e independentista, al
autonomismo. La UPK era, en aquel momento, fuerte en la zona sur del
Kurdistán iraquí.
Tras la Segunda
Guerra del Golfo, los norteamericanos impusieron una zona de restricción aérea
que impedía a los aviones iraquíes volar sobre el norte de su país, es decir,
sobre el Kurdistán. Las dos fracciones kurdas (PDK y UPK) llegaron a un acuerdo
para gobernar la zona en aquel período, pero en 1994 estalló una guerra
civil entre las dos fracciones que se prolongó por espacio de tres años y
que solamente se apaciguó con la intervención de los EEUU.
Al producirse la
invasión norteamericana de 2003, los kurdos iraquíes fueron contratados como
tropa auxiliar, ayudando a los norteamericanos a avanzar. En esa ocasión, los “pershmergas”
kurdos recibieron armas, municiones y, lo más importante, los norteamericanos
construyeron en su territorio bases provisionales para sus transportes aéreos
pesados que, luego, estarían en la base de la prosperidad de la zona: en
efecto, estas bases se convirtieron en aeropuertos internacionales. Desde la
invasión norteamericana, la UPK y el PDK formaron un gobierno conjunto para
administrar la zona que gozó de una amplísima autonomía, lindante con la
independencia real. Entre eso, los pocos de petróleo de la zona de Kirkuk
(zona plurilingüe y pluriétnica, poblada por turcomanos, asirios y árabes, así
como por kurdos, cuya presencia ascendió desde 2017, cuando los pershmergas
se batieron contra el DAESH y lo forzaron a retirarse de la zona ante la huida
del ejército iraquí). Kirkuk es una verdadera zona estratégica a causa del petróleo
y del oleoducto que le une con Ceyhan en el Mediterráneo turco.
2. EL KURDISTÁN SIRIO
En cuanto a los kurdos
sirios, la situación tiene similitudes y diferencias respecto a sus homólogos
iraquíes. También los kurdos sirios fueron contratados como infantería de
choque, primero contra el régimen sirio de al-Asad y luego contra el DAESH. Al producirse
las “primaveras árabes”, los kurdos sirios se incorporaron tardíamente a la
insurrección contra el gobierno de Damasco, a pesar de que el régimen baasista
no había demostrado beligerancia contra ellos (los incidentes que se
produjeron en 2004 fueron de importancia menor, casi anecdótica). En poco
tiempo, los kurdos se integraron en las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS),
apoyadas por los EEUU y en 2015 lanzaron su programa de “gobierno secular,
democrático y federal”, instalándose un autogobierno en Rojava (ciudad
kurda del norte de Siria, próxima a la frontera turca).
Pronto se
demostró que los principales enemigos de los kurdos, no era el gobierno de al-Asad,
sino los salafistas y fundamentalistas islámicos agrupados en el ISIS. Las
FDS, en realidad, eran una coalición heteróclita de armarios, árabes no salafistas,
turcomanos, cristianos, circasianos, siendo los kurdos, por tradición el grupo
más aguerrido. Desde mediados de 2012, el Consejo Nacional Kurdo (que agrupaba
a las diferentes facciones kurdas de Siria y el Partido de Unidad Democrática
(PYD), fundado en 2003 y que había organizado a los pershmergas en
Unidades de Protección Popular y Unidades Femeninas de Protección. Siendo el
partido mayoritario de la etnia kurda en Siria, no están por la
independencia, sino por la autonomía. Su fuerza ha derivado hasta hace poco
en que contaban con el apoyo director norteamericano, pero su suerte ha variado
desde el momento en que Turquía ha temido que el gobierno virtualmente independiente
de Rojaba terminara creando sintonía y afinidad con los kurdos residentes en ese
país, o bien que, el territorio kurdo-sirio fuera el “santuario” para operaciones
del PKK en Turquía.
Hay que recordar
que, en los primeros momentos del conflicto sirio, Turquía apoyo al PYD,
cuyo líder pudo moverse libremente por el país. Sin embargo, cuando en 2016,
los turcos se negaron a ayudar a los kurdos sirios contra el DAESH, se produjo un
enfriamiento de relaciones. Erdogán acusó al PYD de ser una “rama del PKK”
y, por tanto, una organización “terrorista”. Ese mismo año, Erdogán declaró la
liquidación del PYD como uno de los objetivos del gobierno. Tras la
liquidación del DAESH de territorio, los kurdos de Siria, se muestran alejados
de cualquier veleidad independentista: la “república de Rojaba” es, en
realidad, algo parecido a cualquiera de las autonomías españolas, eso sí, con
una orientación más izquierdista y con pretensiones de “democracia directa”
que, difícilmente pueden encajar en la constitución siria. Y sí es cierto que, el
vínculo que une a los kurdos turcos con los kurdos sirios es mucho más estrecho
que el que une a estos con otras comunidades kurdas.
3. EL KURDISTAN TURCO
La situación es
igualmente compleja en lo relativo a los kurdos de Turquía. Buena parte
de la confusión y de la responsabilidad de lo ocurrido en el Kurdistán deriva
de la fundación y de las actividades del Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK), fundado en 1978 por Abdullah Öcalan. Öcalan negaba en 1972 que
Turquía fue una “nación”, creía ver que dentro del mismo Estado existía una “nación
turca” y una “nación kurda”. Era uno grupo de ideología ultraizquierda, uno
de tantos partidos “marxistas-leninistas” que proliferaron en la época,
especialmente en medios juveniles y estudiantiles. El antifascismo era uno de
sus puntales: todo lo que era turco era considerado como “fascista”.
En
1977, tendría lugar la primera Asamblea General del partido que declaró la independencia
del Kurdistán como un objetivo ineludible. Tras siete años creando bases
sociales y núcleos de apoyo, después de integrar a otras fracciones kurdas, el
15 de agosto de 1984, el PKK inició la “lucha armada” que, hasta 2015 habría
causado 9.000 bajas entre el ejército turco y 31.000 entre las milicias del PKK.
Sin embargo, Öcalan fue detenido por los servicios de inteligencia turcos en
1999, después de que Hafed al-Asad, padre del actual presidente Sirio,
hubiera negociado con Turquía la expulsión del kurdo en 1998. Öcalan resultó
localizado en Kenia, detenido y extraditado a Turquía, condenado a muerte y
luego a cadena perpetua en la isla de Imrali en el mar de Mármara.
En la prisión, Öcalan
revisó la línea del partido y continuó la evolución en la que había entrado
desde la caída de la URSS, cuando el marxismo-leninismo entró en el descrédito.
Ya en los años 90, el ideal de crear un Estado Kurdo independiente fue
rechazado en favor de una simple “autonomía” (tan de moda y ejemplo en el mundo
oriental, precisamente, gracias a las experiencias españolas). Junto a esto, el
ideal marxista-leninista fue olvidándose, en beneficio de una forma de “nueva
izquierda”, ecologista, confederativa y libertaria. Esta nueva orientación
quedó patente a partir de 2005, pero no está claro que haya sido asumido -al
menos completamente- por el PKK (que sigue siendo considerado como grupo
terrorista por el gobierno turco) sino más bien por la llamada “Confederación
de los Pueblos del Kurdistán” (KCK) que propone las autonomías de todos las
comunidades kurdas en sus respectivas naciones, pero sin tocar la estructura de
sus Estados, ni romper las naciones existentes, ni crear otra nueva (lo que,
según Öcalan, contribuiría a aumentar más la balcanización de Asia Central).
En 1994, Öcalan
y el PKK decretaron una “tregua” por cinco años que se prolongó hasta 2004,
pero ese mismo año entró en escena un nuevo grupo, los Halcones de la Libertad
del Kurdistán (TAK), que prosiguió la cadena de atentados, surgido de una
escisión del PKK. En 2004, se registraron ataques terroristas en Estambul y
otras ciudades el Sur y Este de Turquía, causando varios muertos y una veintena
de heridos de gravedad. Los ataques prosiguieron en los años siguientes contra
instalaciones del Partido de la Justicia y el Desarrolla y zonas turísticas de
Mármara y Antalya. En junio de 2010 reivindicó otros atentados en Estambul
contra militares, incluido un ataque suicida. El PKK condenó estas acciones y
las que seguirían, especialmente el del 11 de diciembre de 2016 que causó la muerte
de 38 personas en Estambul.
El gobierno
turco, temía que los atentados del TAK perjudicaran al turismo, una de sus
principales fuentes de divisas, lo que unido a la posibilidad de que se
consolidase la autonomía de Rojaba en la zona sirio-kurda que pudiera ser
utilizado como “santuario” por el PKK o por el TAK, o incluso que las Unidades
de Protección kurdas de Siria, se decidieran a actuar en favor de sus hermanos turco-kurdos,
suponía multiplicar un problema de orden público y seguridad interior.
En la actualidad,
Turquía, significativamente, tiene a su 2º y 5º ejércitos desplegados en las
inmediaciones de la frontera con Grecia y al 4º cubriendo el Kurdistán, además
de 40.000 hombres protegiendo a la República del Norte de Chipre. Militares
norteamericanos asesoraron y entrenaron a los pershmergas sirio en su
lucha contra el gobierno de Damasco. Esto, y el apoyo que, igualmente,
recibieron de los EEUU en 1989-90 y, nuevamente, en 2003, cuando las
intervenciones coloniales en la zona, ha convertido a los kurdos en los
principales aliados de los EEUU y de Israel hasta el punto de que éste país
fue el único entre la comunidad de naciones que apoyó el referéndum convocado
-como veremos- por el jeque Barzani, líder de los kurdos iraquíes.
En el otoño de
2019, después de que los EEUU anunciara la decisión del presidente Trump de
retirar los asesores militares destacados en el norte de Siria, Turquía
entendió que, a partir de ese momento, los pershmergas actuarían a su
libre albedrío y los 2.000.000 de kurdos residentes en los 50.000 km2
por los que se extendía la autonomía de Rojaba, podían transformarse en “santuario”
para las fracciones más violentas del independentismo kurdo en Turquia. La
decisión de Trump era una simple consecuencia de su política aislacionista y de
ruptura con la estrategia del caos de Obama. El presidente no veía cómo los
EEUU podían adoptar una estrategia viable en la zona a largo plazo y optó por
la retirada que comunicó por teléfono a Erdogán.
Un aspecto
importante de esta retirada fue el destino de los 11.000 presos del ISIS capturados
y encerrados en el Kurdistán Sirio. Los norteamericanos y los turcos temían
que pudieran escapar o que fueran utilizados como chantaje por los autonomistas
kurdos de Rojaba. Es probable que, fuera de las declaraciones públicas, Erdogan
llegara a un acuerdo con Trump de que intervendría directamente en la zona… algo
que ya había decidido con anterioridad, estableciendo el pacto con Putin que
preveía intervenciones fugaces contra kurdos, en cuanto Turquía se sintiera
amenazada, con la contrapartida de que, tras concluir cada operación, el
ejército turco se retiraría y cesaría el apoyo a los rebeldes sirios.
Otro de los
motivos por los que los EEUU abandonaron a los kurdos sirios (y por los que
Erdogan temía sus reacciones) era porque, mayoritariamente estaban ubicados a
la izquierda (a diferencia de los kurdos iraquíes, situados a la derecha). El
objetivo turco no es otro que el de crear una “zona de seguridad” entre la
frontera turca y las milicias sirio-kurdas (unos 70.000 milicianos en
armas)
Los únicos
problemas que podía generar la intervención turca en Siria eran ante la Unión
Europea: pero, a estas alturas, Turquía ya se ha desengañado completamente de
poder acceder a la UE y, por lo demás, la debilidad política de Europa la
inhabilita completamente para jugar algún papel en la política exterior de la
zona.
Vale la pena
añadir que, al igual que en Irak, los kurdos turcos están multidivididos
interiormente: por una parte, entre separatistas (TAK) y autonomistas (PKK),
por otra entre pro-turcos y anti-turcos: los primeros disponen de una
milicia de armada por el gobierno de Ankara destinada a ejercer el control
sobre las poblaciones turco-kurdas. A pesar de que Turquía es un país cuyos
estándares políticos son incomparables con los patrones europeos, lo cierto es
que, en la actualidad, existe prensa kurda en Turquía, sometida a las mismas
restricciones y riesgos que el resto de la prensa del país. La población
turco-kurda, por lo demás, es sunnita, pero practica una forma de islamismo
moderado que la hace insensible a las penetraciones del radicalismo sunnita.
La situación
de los kurdos de Irán es hoy bastante más tranquila. Tras la experiencia de
la República de Mahabad en la postguerra, un grupos de kurdos iraníes fundó en
1967 un partido marxista, Komalah, defensor de la autodeterminación. Inicialmente,
al producirse la caída del Sha, los kurdos (que no habían olvidado que los Pahlavi
destruyeron la república de Mahabad), apoyaron al régimen de los ayatolahs,
pero pronto aparecieron disputas con los chiitas y se decidieron por la
insurrección. En el mes de agosto de 1979, Jomeini declaró la “guerra santa
contra los kurdos independentistas”. Allí concluyó -con varios miles de
muertos- el breve proyecto independentista de los kurdos iraníes. El Komala
reapareció luego, como miembro observador en la Internacional Socialista,
mientras que su competidor, el Partido Democrática del Kurdistán Iraní (PDKI) tiene
el rango de “miembro consultivo” en la misma organización.
Este PDKI,
dirigido por Qazi Muhammad, había sido el promotor de la República de Mahabah,
hasta que se retiraron los soviéticos y las tropas iraníes entraron en la zona
a finales de 1946. Desde entonces, el PDKI se opuso al Sha Reza Pahlavi y
estuvo a punto de unirse con el Partido Democrático del Kurdistán Iraquí (KDP),
pero antes de firmar el acuerdo fue completamente desmantelado por la SAVAK. Los
avatares de la política iraní, hicieron que, en los años 60, el Sha pasara a
apoyar a los kurdos iraquíes, para debilitar al régimen baasista de ese país.
La única exigencia del Sha fue que el KDP rompiera con el PDKI. Ante la nueva
situación, este partido se reorganizó integrando a comunistas y nacionalistas
en una especie de frente similar al Frente Patriótico Vietnamita que luchó en
Vietnam del Sur contra los norteamericanos. Así reforzado, el PDKI, inició
una sublevación independentista en marzo de 1967 que pronto fue asfixiada. A
partir de ese momento, el derrocamiento de la monarquía de los Pahlavi se
convirtió en el objetivo prioritario. Los iraquíes proporcionaron armas y
medios al PDKI, para crear problemas en la retaguardia, especialmente desde el
momento en el que empezó el conflicto con Irak (la Primera Guerra del Golfo).
Pero los golpes propinados
por los iraníes volvieron a desintegrar al PDKI y a sus pershmergas y no
sería sino hasta 2015 cuando se produjo el asesinato de una camarera de origen
kurdo cuando iba a ser violada por un funcionario de la Guardia Revolucionaria iraní.
Los manifestantes incendiaron el hotel donde se produjeron los hechos y los
disturbios se prolongaron durante varios días, produciéndose numerosos heridos
y seis muertos. En esas circunstancias, el PDKI anunció su retorno a la lucha
armada. Sin embargo, esta proclama parece haber tenido como único efecto, la
aproximación entre Turquía e Irán para combatir el “separatismo kurdo”.
El 4 de
octubre de 2017, los presidentes de ambos países se reunieron en Teherán,
aprovechando el referéndum convocado por los kurdos iraquíes para configurarse
como Estado independiente. Tan importante como la reunión entre Erdogan y
Hasan Rohaní, fue la reunión del jefe del Estado Mayor turco, general Hulusi
Akar con las máximas autoridades militares iraníes: era el signo inequívoco de
que, al menos en esta cuestión, Irán y Turquía manchaban con el mismo objetivo:
impedir la creación de un Estado kurdo en el norte de Irak…