No era
Carlavilla ni los miembros de su círculo, los únicos antisemitas de la época.
Existieron otros muchos focos en torno a los cuales se reunían grupos de
personas (frecuentemente meros lectores) que compraban tal o cual cabecera que
incluía en sus contenidos artículos que podrían considerarse antisemitas. en la
segunda mitad del franquismo, desde finales de los años 50 hasta 1975, existieron
distintas revistas de este tipo, cada una de ellas con una orientación
diferente a las otras y que, por tanto, iban dirigidas a públicos relativamente
diversificados, pero siempre situados en la extrema-derecha o bien en medios
falangistas. Citamos tres de estas
publicaciones: el semanario ¿Qué pasa?, la revista mensual Cruzado
Español, el semanario SP y la revista quincenal Juanpérez.
> LA REVISTA ¿QUÉ PASA?
La que prolongó
su vida durante más tiempo fue ¿Qué pasa? Fundada y digirida por
Joaquín Pérez Madrigal, un hombre singular. Era éste un antiguo diputado
del Partido Radical Socialista, muy conocido durante la república y conocido
como “el jabalí” (era miembro de un círculos de este partido que se hacía
llamar “los jabalíes” y fue el más conocido de todos ellos) que alternaba su
acta de diputado con el de miembro de la masonería. Además era un notorio
“comecuras”. Con estos antecedentes nada hacía presagiar que en las elecciones
de febrero de 1936 se presentara como candidato de la CEDA.
Cuenta que las
violencias republicanas en los primeros meses de la Guerra Civil le hicieron
rechazar mucho de lo que había constituido el eje central de su vida hasta ese
momento. Todo, menos el sentido de la ironía. En la Zona Nacional colaboró
con la propaganda franquista en varios programas de radio. Al parecer remató su
“camino de Damasco” en 1955 cuando, próximo a los 60 años, asistió a los
entonces muy frecuentes Cursillos de Cristiandad. Y entonces se
convirtió en algo que no había sido hasta ese momento: católico, pero católico
muy integrista y como tal fundó en 1964 la revista ¿Qué pasa?,
subtitulada Revista inteligente, aunque asombre a la gente.
Era una revista
impresa en papel barato, de unas 36 páginas (aunque su número fue variando),
con solamente la cabecera en rojo y el resto en blanco y negro, papel oscuro,
muy pocas ilustraciones y maquetada casi como un producto de los años 30. Se
distribuía en quioscos y debió tirar en los mejores momentos 10.000 ejemplares
como máximo. La revista logró sobrevivir con mayor o menor fortuna hasta
1981, cuando ya el panorama político social ya había cambiado completamente.
En sus contenidos recordamos buen número de artículos antisemitas y
antimasónicos.
Parte de la redacción estaba desplazada a Zaragoza en donde
habían formado una Asociación de Cruzados Voluntarios en la que eran
perceptibles la presencia de buen número de miembros procedentes de la diáspora
carlista. La revista era muy seguida, también, por el círculo madrileño de
Carlavilla y de su mano derecha, Sánchez Covisa. En cuanto a Pérez Madrigal, después de la
guerra, optó por iniciar una discreta carreta como escritor en el que figuran
varios ensayos históricos sobre aspectos de la Segunda República, cuestiones de
la postguerra española y sobre el “escándalo de Munich” y, finalmente, una
novela que pasó desapercibida: Un millón de vivos: una novela de política o
una política de novela [1], ironizando sobre el entorno que se reunía en
Estoril (“Chiquerés” en la novela) arropando a Don Juan de Borbón. Parte de la
obra se la publicó Carlavilla en su editorial NOS [2].
No puede decirse que
Pérez Madrigal fuera especialmente antisemita pero si profesaba un catolicismo
integrista en el que el antimasonismo era casi una exigencia y, junto a él,
toda la literatura surgida en ese ambiente, que identificaba a masonería y
judaísmo, hacía que fuera particularmente proclive a asumir esta idea. Falleció
en 1974. Como en el caso de Carlavilla, su figura fue rápidamente olvidada
incluso en los círculos de extrema-derecha.
La revista Juanpérez
apareció en 1964 publicada por Ediciones Acervo, una empresa editorial
propiedad de un antiguo miembro de la División Azul, José Antonio Llorens
Borrás, abogado y fiscal de la Audiencia
de Barcelona que, interesado mucho más por la literatura que por el derecho [3].
La revista estaba dirigida por Narciso Perales y tenía como subtítulo “Revista
de Información Mundial”.
> LA REVISTA "JUANPÉREZ"
Cuando se
produjo el conflicto argelino, algunos militares franceses y miembros de la OAS
recalaron en España y consiguieron apoyos por parte de Narciso Perales, un
dirigente falangista de primera hora y en aquellos momentos en relativa
disidencia en relación al Movimiento Nacional franquista. Llorens-Borrás y de Perales eran cuñados y mantenían relación de
amistad y colaboración de tal manera que el editor participó en una red de
apoyo a la OAS que actuaba desde territorio nacional y organizó el tránsito
de armas de España a Francia [4].
Cuando se extinguió completamente el foco
de actividad de la OAS en España, Llorens-Borrás pensó en aprovechar los
contactos obtenidos en ese período para lanzar una revista quincenal de
carácter político que, finalmente aparecería en 1964 y que se titularía Juanpérez,
queriendo indicar que iba dirigida al español anónimo, al hombre de la calle.
Desde el primer
momento y en los dos años y medio que duraría la experiencia, quedó claro que se
trataba de una orientación neo-fascista en la que merecen destacarse algunos
aspectos. En la redacción de esta revista se sistematizó, por primera vez,
el intercambio de correspondencia y boletines con los ambientes neofascistas
extranjeros. Esto quedó patente desde el primer número en el que se publicó una
entrevista con el teniente coronel Château-Jobert, el último jefe de la
OAS-metropolitaine. También se entrevistó al coronel de las SS Otto Skorzeny
residente en Madrid y a dirigentes neofascistas internacionales. Los anuncios
que se publicaban solían ser de libros editados por Editorial Mateu o por
editoriales argentinas, en los que abundaban los títulos susceptibles de
interesar a los neo-fascistas españoles. En el entorno de Juanpérez nació el
núcleo inicial que daría vida al Círculo Español de Amigos de Europa impulsado
por Ángel Ricote Sumalla, un falangista del Movimiento que había tenido desde
hacía tiempo contactos en el extranjero.
Así pues, Juanpérez
era, en cierto sentido una revista ecléctica en la que participaban tanto
miembros de la extrema-derecha clásica, como neo-fascistas y, finalmente,
falangistas. Se trataba de una revista de formato holandés de entre 46 y 64
páginas, distribuida en kioscos y que se inició con 15.000 ejemplares de
tirada, bajando hasta su desaparición definitiva por los altos costes. La
maquetación era sencilla y con poco acompañamiento fotográfico y el papel
blanco, muy superior en estos aspectos a ¿Qué pasa?, que, sin
embargo, logró sobrevivirla. No puede decirse que el antisemitismo fuera uno de
los rasgos esenciales de la revista.
Su editor, Llorens-Borrás, hombre
precavido, no pretendía que esta tendencia saliera a la superficie, como nada
que pudiera vincularlos directamente al neo-fascismo o al antisemitismo, sin
embargo, en el catálogo de libros de la editorial aparecen obras de conocidos
antisemitas que luego colaboraron en la revista: Pierre Virion, Malinsky y De
Poncins, etc, todos ellos caracterizados por ser “antisemitas católicos”. Así
mismo, Ediciones Acervo publicó las primeras obras de Paul Rassinier [5], de
carácter revisionista, que dudaban sobre la existencia de cámaras de gas. Por
regla general se evitaba publicar artículos antisemitas, pero el ambiente que
se respiraba en la redacción no dejaba lugar a dudas: el antisemitismo estaba
ahí presente y el catálogo de las Ediciones Acervo de los años 60 y 70 es buena
muestra de ello.
En lo que se
refiere a El Cruzado Español, los datos que subsisten son pocos.
Su fundador fue José Oriol Cuffi i Canadell, un miembro disidente de los
Cursillos de Cristiandad que se había relacionado en Francia con el círculo de
Jean Ousset, La Cité Catholique, editora de la revista Verbo [6],
también orientada en el área católica tradicionalista. La revista de gran
formato y un papel mate de alta calidad, sin apenas ilustraciones y con número
variable de páginas, había heredado el nombre de una vieja revista carlista
publicada en los años 30. Enviaron artículos plumas destacadas del integrismo
católico [7], pero lo esencial era elaborado por el propio Cuffí i Canadell y
por la redacción barcelonesa. Esta publicación aparecía esporádicamente y nunca
pudo tener una periodicidad regular prolongada. En principio era mensual, pero
pronto pasó a ser bimestral, sin embargo, era frecuente que los lectores
quedaran desorientados y, a pesar de que se vendía en kioscos, no pudieran
encontrarla con facilidad.
La revista logró sobrevivir desde 1958 hasta
1972. La vieja nobleza carlista catalana constituía su principal fuente de
financiación. El antisemitismo del que hacía gala era de matriz católica y
el recuerdo a la responsabilidad de los judíos en la crucifixión de Cristo era
una constante, así como las alusiones a la “logia de Satanás” [8]. Sus
relaciones con la Santa Sede preconciliar parecían ser inmejorables hasta el
punto de que el 5 de enero de 1960, se recibió una carta de Monseñor Tardi,
director de la Secretaría de Estado de su Santidad en la que se agradecía el
envío de todos los números correspondientes a los años 1958 y 1959, de manera
efusiva [9]. Canadell, por lo demás, escribió un libro sobre el nacimiento del
Estado de Israel [10], sobre el advenimiento de la República [11] (con la
consabida idea de la responsabilidad masónica) y sobre la subversión de Bela
Kun [12] que reduce a una clásica conspiración judeo-masónica-bolchevique.
En relación a ¿Qué
pasa?, la publicación de Cuffí i Canadell es mucho más intregista y
apenas interesada por otra que no sea las cuestiones religiosas. Ambas
concentraron, a partir del Concilio Vaticano II, sus ataques contra el
aggiornamento de la Iglesia y en especial contra algunos cardenales tachados de
“judíos” (el cadenal Bea). En los ambientes de estas revistas nació la idea de
publicar lo que en realidad era una síntesis del antisemitismo católico a lo
largo de la historia. Se trató del libro Complot contra la Iglesia [13],
firmado con el seudónimo de “Maurice Pinay” (que seguramente era una firma
colectiva) y que fue distribuido en su traducción italiana a los asistentes al
Concilio Vaticano II. El libro reúne en 696 páginas la historia del
antisemitismo con especial referencia a España, la presencia de judíos en
movimientos subversivos y, por supuesto, en el bolchevismo, así como la
infiltración “judeo-masónica” en la Iglesia. Todos los grupos, más o menos
antisemitas de la época contribuyeron a su difusión y, aun cuando no se conoce
exactamente de dónde partió la iniciativa, si nos consta que todos estos
círculos contribuyeron a la difusión del texto.
> EDITORIAL ACERVO
Ya hemos
mencionado a la Editorial Acervo como uno de los puntales del
antisemitismo de naturaleza católica y falangista. Hubo otra editorial que,
frecuentemente publicó también desde Barcelona, algunos textos antisemitas: Editorial
Mateu, fundada por Francisco Fernández Mateu que prolongó sus
actividades entre 1945 y 1973. La principal actividad de esta editorial consistió
en ese período en publicar revistas para jóvenes, sin embargo, abordó también
la publicación de ensayos, de literatura clásica y de textos que tenían cierto
predicamento en medios antisemitas, en concreto, una edición de El judío
internacional [14] y otra de los Protocolos de los Sabios de Sión [15].
Así mismo publicó textos neofascistas y anticomunistas.
Entre sus impulsores y
responsables de colecciones dominaban los hombres de extracción falangista.
Otro tanto ocurría en la Editorial Caralt cuyo amplio y prestigioso catálogo
carece de textos de orientación antisemita, a pesar de que su fundador Luis de
Caralt fuera falangista de primera hora, alférez provisional y fundador del
Círculo Doctrinal José Antonio de Barcelona. Encontramos en su catálogo libros
de historia, memorias de los protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, pero
no textos de carácter antisemita, contrariamente a lo que se ha dicho y
repetido en algunos libros poco escrupulosos [16].
> LA REVISTA "SP"
Lo mismo podría
decirse de la revista SP editada por Rodrigo Royo. Falangista
alistado en la División Azul, Royo mantuvo siempre sus ideales falangistas y al
regresar del frente ruso realizó estudios de periodismo que culminó con el
número 1 de su promoción en 1944. Entre 1945 y 1957 fundó y dirigió la revista
SP (iniciales de “servicio público”). Tres años después pasó a dirigir
el diario Arriba, principal cabecera de la “prensa del
Movimiento” franquista para marchar luego, harto de la política española, como
agregado de prensa en varias embajadas españolas. Al retornar en 1965 volvió a
publicar SP que luego tuvo una prolongación diaria que fracasó y
entrañó también la desaparición del semanario. Autor de numerosos libros, hay
que escarbar algo en ellos para encontrar alguna frase de carácter antisemita.
Parece que alguna vez aludió a la tesis del “complot judeo-masónico” como otros
muchos de su generación, pero no se prodigó excesivamente en este tema y desde
luego en sus últimos años no habló del tema. En el diario y en la revista, eso
si, multiplicó artículos contrarios al Estado de Israel y a favor de la causa
palestina. Falleció el 25 de agosto de 1982.
Quien sí era más
proclive a lanzar algún dardo en esta materia era el viejo jonsista, Juan
Aparicio, que en SP aludió alguna vez a la “audacia racista de
los judíos” [17]. Amén de los habituales alegatos a favor de los árabes al
tratar sobre el conflicto palestino, naturalmente. Poco más en lo relativo a SP
que representaba a una de las corrientes falangistas del interior del
régimen franquista que tenía muy poco que ver con los sectores ultramontanos y
nacional-católicos, de los que Blas Piñar fue el último representante.
> LA REVISTA Y LA EDITORIAL "FUERZA NUEVA"
Quedaría por mencionar
la revista Fuerza Nueva en la que encontramos algunos rasgos
contradictorios pero que encajan perfectamente con lo que hemos dicho hasta
ahora sobre el antisemitismo de Franco. Desde muy joven, Blas Piñar había
manifestado un intenso interés por los problemas religioso lo que le había
llevado a ingresar en la Asociación Católica de Propagandistas, en la Juventud
Católica de Toledo y luego en Acción Católica de Murcia. Piñar, entre 1957
y 1962, alternaba el trabajo en su notaría con la presidencia del Instituto de
Cultura Hispánica en donde “había manifestado un intenso filosefardismo” [18].
Relevado de su cargo a raíz de un artículo en el que se criticaba la política
exterior de los EEUU fue, sin embargo, procurador en Cortes y consejero
nacional del Movimiento por designación directa de Franco. En 1966 creó Fuerza
Nueva que al año siguiente comenzaría a publicar la revista del mismo
nombre, matriz del partido que se constituiría ya en la transición. Ya durante
el franquismo surgían rumores en los ambientes de extrema-derecha sobre el
“filosefardismo” de Blas Piñar y se le vinculó a la Amistad Judeo Cristiana,
sin embargo, esto parecía ser contradictorio con la línea editorial de la
iniciativa en la que Piñar no dudó en publicar obras los cuatro gruesos
volúmenes conspiranoicos de Jean Lombard [19], una edición de los libros
más famosos del historiador mexicano Salvador Borrego (que sin definirse como
antisemita, es obviamente hostil hacia el judaísmo) Derrota Mundial [20]
e Infiltración Mundial [21].
Álvarez Chillida
le atribuye una doctrina “antisemita” similar a la profesada por Franco: no
habría que confundir el judaísmo sefardí con los “kázaro-judíos” [22] de los
que derivarían todas las subversiones, masonería y bolchevismo incluidos. Influía también el hecho de que Blas Piñar
tuviera en muy alta estima a Horia Sima, el último representante de la Guardia
de Hierro rumana, exiliado en España y que este movimiento fuera extremadamente
antisemita. Si todo esto es cierto, Piñar, católico a machamartillo,
compartía el mismo punto de vista del filosefardismo español, con Franco a la
cabeza: no había que confundir entre los judíos sefardíes y los azkenazíes que
Piñar llamaba “kázaros”.
> LA EDITORIAL AHR
Hay que recordar
igualmente a la Editorial AHR, radicaba en Barcelona y gestionada por
personas vinculadas a los medios tradicionalistas (en concreto, Maria Rosa
Urraca Pastor, “pasionaria” de la Comunión Tradicionalista) próximos al
Movimiento franquista, que publicaron también libros que podían ser
considerados como antisemitas, pero mucho más exactamente antimasones. Sin
embargo, esta editorial en los años 70 dio un “giro copernicano” en los años
70, publicando las obras de Alec Mellor [23], un autor que puede considerarse
próximo a la masonería. AHR publicó también otras obras que podían satisfacer a
los neo-nazis de la época, pero no fue nunca una editorial antisemita.
> EL MARQUÉS DE VALDELOMAR
Tardíamente
aparece la figura de Jorge Plantada y Aznar, marqués de Valdelomar,
miembro de la aristocracia alfonsina catalana, prolífico escritor que entre
1970 y 1974 escribió seis obras descubriendo (o tratando de hacerlo) aspectos
inéditos de la historia de España en los dos últimos siglos. No hay duda de
que era un erudito, como tampoco de que en ocasiones manejaba documentación
dudosa. Lo curioso es que las obras del Marqués de Valdelomar fueron publicadas
por Prensa Española, la empresa editora de ABC, lo que indica que el personaje
contaba con suficiente ascendiente en los círculos monárquicos como para que se
tomaran en serio sus tesis, a menudo conspiranoicas. Rompió el fuego con Fernando
VII y a masonería: españoles, unión y alerta [24].
En esta y en las
obras que siguieron –y esto explica que ABC que apoyaba a la monarquía
representada por Juan Carlos de Borbón- sostenía la tesis de que la creación
del carlismo tras a muerte de Fernando VII había sido una “operación
judeomasónica” para dividir el campo monárquico, debilitarlo y facilitar la
acción de las logias. De paso, incluye el texto de los Protocolos de
los Sabios de Sión. Volverá a tratar el tema en Carlismo y
Masonería: tácticas alucinantes [25]. Luego aparecerán Política y
masonería [26] y Estado y masonería [27]. Seguirán otros títulos hasta 1975. Este
monárquico prodiga elogios al Opus Dei al que considera como “el
nuevo frente de la vanguardia católica cuyos procedimientos son adecuados al
talante del enemigo a quien combate, con una sabia estrategia, religiosa,
social, política y financiera, con el empeño de restaurar el ideario
tradicionalista en el curso de los próximos decenios”.
De acrisolada fe
juancarlista, es posible que esto y las dentelladas que prodigaba a la rama
carlista, amén de sus buenos contactos en la cúspide de la aristocracia
borbónica, le abrieran las puertas de ABC, diario que, en la época, no
compartía ni remotamente los postulados de Plantada. Se remonta a los
primeros años del cristianismo para demostrar que, desde ese momento, los
judíos intentaron hacerse con el control del cristianismo. Así pues, la
orientación de su antisemitismo sigue siendo religiosa, porque a fin de cuentas
es de antisemitismo de lo que debemos hablar. Remonta el actual ciclo histórico
a la revolución ingresa del XVII “experimento judaico que da origen a la
masonería internacional” [28].
No hay gran
cosa, pues, de original en estos textos que aparecieron durante el
tardo-franquismo y pasaron completamente desapercibidos para la opinión
pública, si bien el autor debió cuidarse de difundirlo entre los medios
aristocráticos que conocía bien. La revista ¿Qué pasa? fue el
único medio que se hizo eco de la obra del Marqués de Valdelomar a poco de
aparecer y le dedicó un artículo en el que intentaba resumir la complicada
trama que presentaba y que puede resumirse así: la masonería es un arma del
judaísmo, la revolución comunista es de fuente judeo-masónica, el proceso para
destruir la cristiandad se basa en tres fases: golpes de Estado contra las
monarquías para implantar sistemas monárquicos constitucionales, luego golpes
contra las monarquías constitucionales para implantar repúblicas y, finalmente,
golpe contra las repúblicas para convertirlas en Estados comunistas [29. El
marqués falleció en 2005.
NOTAS
[1] Pérez Madrigal, Editorial EASA, Madrid, 1963.
[2] Los “Onus” y los otros (4 volúmenes de
la serie Itinerarios de la Infamia), Editorial NOS. Madrid, 1948.
[3] El primer volumen que publicó la editorial
fue sobre el Proceso de Nuremberg, escrito por el propio Llorens-Borras, obra
en la que se desmenuza la falta de base jurídica para realizar dicho proceso: Crímenes
de Guerra, Editorial Acervo, Barcelona, 1958
[4] Cfr. La OAS en España. Notas sobre el
libro A la sombra de Franco, Ernesto Milá, en Revista de Historia del
Fascismo, nº 3, febrero 2011, págs. 180 a 190.
[5] La mentira de Ulises, Barcelona, 1961
(1ª ed.) 1962 (2ª ed.) y Operación Vicario, Barcelona, 1966.
[6] Cfr. Juan Vallet de Goytisolo, revista Verbo,
nº 325-326, Pág. 454 y 455.
[7] El diario Madrid, en su edición del 15
de julio de 1970, en página 7, reproduce la noticia de que El Cruzado
Español ha publicado un artículo del Cardenal Ottaviani, titulado El
supremo magisterio del Papa. Tutela de pureza y unidad de la fe.
[8] En el blog El integrismo es pecado se
reconoce, por ejemplo: “Los rebrotes a los que nos hemos referido antes
fueron revistas de postguerra como “Cristiandad”, promovida por el jesuita
Orlandis y que hoy sobrevive, con línea integrista, en el grupo “Cordis Iesu”, ubicado
en la Balmesiana. También “El Cruzado Español” del furibundo antisemita y
teocrático José-Oriol Cuffí Canadell, que fue una escisión de “Cristiandad””. http://elintegrismoespecado.blogspot.com.es/2011/02/notas-diversas-sobre-el-integrismo.html
[9] Cfr. La Vanguardia Española, edición
del domingo 7 de febrero de 1961, pág. 21.
[10] La cuestión de Palestina, José Oriol
Cuffi Canadell, Tip. Cat. Casals, Barcelona, 1949
[11] La conjura revolucionaria del 14 de abril,
José Oriol Cuffi Canadell, Publicaciones Cristiandad, Barcelona, s/f.
[12] La sombra de Bela Kun, José Oriol
Cuffi Canadell, Tio. Cat. Casals, Barcelona, 1949.
[13] Complot contra la iglesia, Maurice
Pinay, Ediciones Mundo Libre, México, 1969 (2ª Edición). Hay que decir que
“Maurice Pinay” es un seudónimo y que la edición que se distribuyó en España
nunca se importó de México sino que fue impresa y editada en España, falseando
los datos del registro.
[14] Editorial Mateu, Barcelona, 1961.
[15] Editorial Mateu, Barcelona, 1963. El libro
tendrá el mismo año otra reedición publicada por Editorial NOS (Madrid),
vinculada a Carlavilla y, posteriormente, otra más en 1972, realizada por José
Luis Jerez. Así mismo aparecerá otra publicada por Editorial Petronio
(Barcelona, 1978), otra mas de Ediciones Wotan (Barcelona, 1979), la Editorial
Sancho el Fuerte, de orientación carlista, publicará tres ediciones más en
1982, 1984 y 1986 y, finalmente, Juan Vassallo de Mumbert hará otro tanto en
1986.
[16] Cfr. Reaccionarios y golpistas: la extrema
derecha en España, José Luis Rodriguez Jiménez, CSIC, Madrid, 1994, pág
116.
[17] Cfr. El Antisemitismo en España, op. cit.,
pág. 436.
[18] Idem., pág. 438.
[19] La cara oculta de la historia (4
volúmenes), Fuerza Nueva Editorial, Madrid, 1977.
[20] Salvador Borrego, Fuerza Nueva Editorial,
Madrid, 1974.
[21] Salvador Borrego, Fuerza Nueva Editorial,
Madrid, 1977.
[22] Cfr. El Antisemitismo en España, op. cit.,
pág. 438.¡
[23] La desconocida Franc-masonería cristiana,
Alec Mellor, AHR, Barcelona, 1968; La encrucijada de la masonería, AHR,
Barcelona, 1968; Nuestros hermanos separados, los francmasones, AHR,
Barcelona, 1968; Los católicos de hoy y las ciencias ocultas, AHR,
Barcelona, 1969.
[24] Prensa Española, Madrid, 1970.
[25] Prensa Española, Madrid, 1972.
[26] Prensa Española, Madrid, 1971.
[27] Prensa Española, Madrid, 1974.
[28] Cfr. El Estado y la Masonería, op. cit.,
pág. 230-232.
[29] Cfr. ¿Qué pasa?, 12 de febrero de
1972. Citado por Ferrer BenimellI en El contubernio judeo-masónico-comunista,
Ediciones Istmo, Madrid, 1982, págs. 201-202