Casi un dejà vu. Eso han sido las elecciones del 28 de abril.
Se diría que estamos en una pesadilla simbiótica en la que el Zapatero de la
primera época (el que tenía “ansías de reforma social”) y el Zapatero de la
segunda legislatura (cuya única preocupación era negar la crisis que teníamos
encima), derrotan a la derecha. Los análisis sobre los resultados electorales
se han prodigado mucho desde que se cerraron las urnas, así que solamente voy a
preocuparme de dar algunas notas y observaciones personales. Diez, por aquello
de los números cerrados:
1) UN PAÍS PARTIDO EN
DOS
Los votos que ha recibido la izquierda (PSOE+UP) con
11.186.384 y los votos que ha obtenido la derecha (PP+Vox+Cs) han sido
11.135.772. Los votos indepes (ERC+JxC+PNV-EH), están próximos a los dos
millones. Así pues, el país está roto en dos partes perfectamente igualadas y con
el drama de que la “tercera parte” es la que quiere romper el país… Lo peor de esta situación es que, ante esta
polarización del electorado en dos bloques, la “tercera España” es,
precisamente, la “no España”. El hecho de que el reparto de escaños haya
beneficiado a la izquierda, ante la fragmentación de la derecha, es el efecto
secundario de la Ley d’Hont, pero lo cierto es que apenas 50.000 votos separan
a derecha de izquierda. La izquierda española cometerá el error de considerar
que es representante de “todos” y demostrarlo poniendo en marcha las únicas
políticas que le quedan: “ideología de género”, “welcome refugies”, dejar que
le educación siga pudriéndose, negar la nueva crisis económica que casi tenemos
encima, permisividad ante las drogas, que las clases medias y todo el que tenga
una nómina subsidie al resto, no tocar los caudales de las grandes fortunas y
-al igual que la derecha- aplazar la resolución de todos los problemas.
2) UN PSOE QUE NI ES
PARTIDO, NI ES OBRERO, NI ES SOCIALISTA, NI ES ESPAÑOL
Algún ingenuo puede pensar que Sánchez ha “salvado al PSOE”.
A nadie se le escapa la incapacidad de Sánchez para afrontar cualquier problema,
incluso los fáciles, y que, más allá de los cuatro o cinco tópicos cogidos con
alfileres, el programa del PSOE y su práctica cotidiana demuestras que no es un
“partido” (sino una serie de federaciones, esto es, de baronías regionales
unidad por intereses, a menudo contrapuestos), no es “socialista” (ni siquiera socialdemócrata
porque las opciones que defiende ni son las que dieron origen al socialismo en
el siglo XIX, ni a la socialdemocracia, sino la doctrina buenista,
universalista y humanista difundida hoy por la UNESCO), no es “obrero” (porque
la clase obrera está en vías de desaparición en España y hace tiempo que carece
de voz propia) y no es “español” (porque desde el zapaterismo, no cree en
fronteras y no le importan las fronteras interiores). La diferencia entre ZP y Sánchez es que, el primero era un tonto
iluminado y el segundo es simplemente un tonto con ambiciones.
3) UN PP AGÓNICO
VÍCTIMA DEL REJOYSMO
El PP ha caído en una sima de la que difícilmente se
recuperará. Es víctima del “rajoysmo” que, a su vez, sucedió al “aznarismo”. Si
éste consistía en ponerse a la cola de cualquier iniciativa tomada en la Casa
Blanca y generar un crecimiento ficticio de la economía española, sin mirar más
allá de sus narices, la política de Rajoy ha consistido en condescendencia ante
la corrupción interior, lasitud ante el problema catalán y renuncia al
ejercicio de la autoridad y a realizar cualquier reforma urgente que pudiera “crispar”
a la izquierda (en especial en materia de educación). El resultado ha sido el
que conocemos: en apenas diez meses de gobierno de un perfecto incapaz, sin
ideas, sin equipo, sin programa, Sánchez conseguido que se evaporara el
recuerdo de la gestión de Rajoy, al que hay que reconocer que, al menos, en
materia económica, impidió el hundimiento total del país y consiguió enmendar
la catastrófica situación en la que le había dejado el “tonto con ideas” que
fue ZP. Al PP le ha ido bien, mientras no ha tenido “enemigos a la derecha”,
cuando estos han aparecido en forma de Vox, ha dudado entre mantener posiciones
de centro (ocupado por Cs), contentar a su electorado (con posiciones de
derecha-derecha) o identificarse con las posiciones su rival por la derecha
(perdiendo así su propio espacio político). Al final, ha optado por desdibujar
su propio perfil y perdiendo la mitad de sus diputados. Parece bastante claro que la “época Casado” concluirá el día en que se
cierren las urnas de las europeas y municipales y que, a partir de ese momento,
la derecha deberá cambiar de estrategia.
4) VOX, LA NOVEDAD, PERO NO LA ALTERNATIVA
El único partido que ha conseguido llevar público a sus
mítines ha sido Vox: eso parece incuestionable. Pero, como siempre, no basta con movilizar a los “fieles” sino que hace
falta algo más. Los 71 diputados que pierde el PP, los hereda Vox en cierta
medida, 24, pero quedan 47, de los que Cs, solamente se ha llevado 15. Quedan
32 escaños sin explicar dónde han ido a parar. La respuesta es clara: la
división de la derecha le ha mermado escaños. Ahora bien, los resultados de Vox son buenos, si tenemos en cuenta que pasa de 0 a
24 escaños, pero malos si tenemos en cuenta que sus votos, tal como era de
temer, proceden solamente de la derecha. Estamos muy lejos del “populismo
euroescéptico europeo” capaz de suscitar simpatías en sectores alejados de la
derecha tradicional. Y este es el
problema de Vox: que su programa respondía excesivamente a los objetivos de la
derecha pepera. Generaba esperanza solamente en ese sector ¡pero no en la
sociedad! Acaso porque los factores de su programa que podían suscitarla,
estaban en “letra pequeña” y no se ha insistido particularmente durante la
campaña. Si la dirección de Vox no saca conclusiones y si opta (como ha hecho
Podemos en la izquierda) por un electorado tradicional de derechas, en lugar de
abrirse al transversalismo, arrojar la morralla neo-liberal de sus filas e
introducir temáticas sociales en su programa (y no solamente eso, sino
convertirlas en sus ejes de propaganda), estaremos ante otra decepción: la
reconstrucción del PP fuera del PP…
5) CIUDADANOS Y EL
UNIVERSO PERDIDO CENTRISTA
Cs ha subido, sí,
pero no ha arrasado. El que un partido centrista ascienda solamente haya
arañado 15 escaños de la derecha (que ha perdido 71), indica que el centrismo
ha llegado al límite y que le va a costar mucho ir más allá de donde ha
llegado. Además, ahora le queda empezar a sufrir convulsiones internas: las
críticas que Valls va a propinar a Rivera, van a pasar a primer plano. Claro
está que, mientras siga abierta la crisis catalana, Cs tendrá su espacio
propio. El problema de Cs es que todo lo que propone es tan absolutamente flojo
y desdibujado que, si remite el problema catalán, Cs desaparecerá con él, como
desapareció UCD cuando terminó la transición. No hay que olvidar que la
propuesta de Valls sería forzar un gobierno con el PSOE que evite que éste sea
deudor de la izquierda marciana de Podemos. A pesar de que las bases del PSOE
no están por la faena, lo cierto es que ¿a quién le importan las bases del
PSOE? No a Sánchez, des luego, ni a los “barones”. Lo cierto es que POSE+Cs
daría estabilidad parlamentaria al gobierno, tendería a resolver
definitivamente la crisis catalana y evitaría el que Sánchez tuviera que contar
con los problemáticos diputados de Podemos y con los no menos problemáticos
independentistas. Caería el gobierno
andaluz que se recompondría al día siguiente, trasladando allí esta coalición. No
es esta la intención de Rivera… pero sí la de Valls. Por lo tanto, el
conflicto interior está servido tras el cierre de las urnas del mes de mayo. Lo
que a Valls se le escapa son los efectos electorales que tendría un gobierno de
este tipo en España.
6) LOS INDEPENDENTISTAS, NI PASO ATRÁS, NI PASO ADELANTE
Lo más sorprendente de estas elecciones es que el universo
independentista catalán ha permanecido impávido como si nada hubiera ocurrido. En
Cataluña no ha existido en estos partidos ni un solo elemento nuevo: la
independencia está a la vuelta de la esquina y la república está ahí… Y, tan
tranquilos. La novedad es que Puigdemont, cada vez se está quedando más
rezagado: ya no es un “surpaso” lo que se ha producido entre ERC y el PDCat,
sino que, literalmente, ERC se va configurando como el interlocutor único y el
único representante del independentismo. La CUP optó por no participar y los
resultados del “frente argentino” creado por Dante Fachín con girones de la
extrema-izquierda independentista, no le servirá para tener el salario de
diputado. Así pues, si hay que hablar de independentismo, habrá que referirse,
cada vez más, a ERC, partido en cuyo interior, los “posibilistas” acrecentarán
su polémica con los “idealistas”, independentistas radicales para los que la
república catalana es ya un hecho y el referéndum del 1-O, una expresión legítima
de la voluntad catalana. La impresión queda y lo que se podía ver en los
colegios electorales catalanes es que la inmigración marroquí ha apoyado a ERC…
Paradójicamente, el partido más rabiosamente
catalanista es el que contribuye a deformar, alterar y destruir cada vez más la
identidad catalana en función del mito multicultural.
7) CULTURA DE
COALICIÓN Y CULTURA DE GOBIERNOS MONOCOLORES, INESTABILIDAD
Como hemos repetido
en varias ocasiones, la época de las mayorías absolutas identificadas con una u
otra siglo, ha pasado a la historia. El PSOE nunca podrá reconstruir una
mayoría absoluta a nivel nacional, a la vista de su pérdida de influencia en
Cataluña y Andalucía, y en cuanto al PP, parece difícil incluso que logre
superar esta etapa de crisis. Está claro que la alternativa a los “gobiernos
monocolores” formados por mayorías absolutas, son los “gobiernos de coalición”
formados por distintos partidos. Es normal y hay en prácticamente toda Europa,
pero en España no existe cultura de pacto, ni cultura de coalición. El gobierno
andaluz PSOE+Cs se disolvió al aproximarse las elecciones y comprobar Cs que le
iría mucho mejor desvincularse del PSOE. Porque la “lealtad” y el “honor” en partidocracia
son virtudes ausentes. Tras cerrarse las elecciones del 28-A, Sánchez habló de
que optaría por gobernar en solitario (demostrando no haber aprendido la lección
de estos últimos meses), las bases del PSOE, más realistas, le animaban a pactar
con Podemos, los barones a hacerlo con Cs y la realidad, le impondrá
equilibrios permanentes, sea cual sea la fórmula elegida, y una inestabilidad
que se irá manifestando cada vez más, a medida que falte dinero (el Estado
Español tiene dos BILLONES de déficit en estos momentos, un billón más que hace
siete años), la economía se resienta, España siga siendo la única puerta
abierta en Europa a la inmigración con la merma económica de recursos, etc,
etc. Pero si la derecha ha adquirido alguna experiencia en estas elecciones y
es capaz de metabolizarla, lo cierto es que deberá actuar en consecuencias:
formar coaliciones provinciales o nacionales en las próximas elecciones. Y tanto la derecha, como la izquierda,
deberán ser claras en la campaña con qué partes van a pactar en un momento en
el que ya no cabe decir la letanía electoral de “aspiramos a la mayoría
absoluta y a gobernar en solitario”.
8) MÁS DESINTERÉS,
MÁS PARTICIPACIÓN, PEOR CLIMATOLOGÍA
Lo más sorprendente de estas elecciones que han sido las que
menos movilización popular han registrado. Salvo los mítines de Vox, en el
resto, apenas ha acudido público. La política no ha estado en los debates de
bar, incluso la propaganda electoral que se ha recibido en los hogares, ha sido
menor que en elecciones anteriores. En principio, podía pensarse, a tenor de
estos datos, que la participación oscilaría entre el 50 y el 60% y, sin
embargo, ha registrado un récord histórico. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué
ha ido tanta gente a votar? En primer lugar, la climatología: si hubiera
hecho un sol radiante, seguramente habría ido menos gente a votar, pero lo
nuboso del tiempo en gran parte de España, inducía a no salir de fin de semana.
Por lo demás, la tercera edad ha acudido
a votar masivamente y los “nuevos españoles” han estado también presentes.
En un país en el que la audiencia global de las televisiones generalistas va
disminuyendo, los debates electorales pesan muy poco y, en las redes, no se ha
producido tampoco un interés masivo por estas elecciones. Además de la división de la derecha, el factor que más ha contribuido
a la victoria del PSOE ha sido la puesta en circulación del fantasma del “miedo”:
si ganaba la derecha, los inmigrantes serían expulsados, las mujeres verían sus
derechos mancillados y, poco menos, que se daría carta blanca a las “manadas”
para que ejercieron la violación a discreción. Así pues, se ha movilizado el voto del miedo de manera sutil
pero efectiva, lo que, unido a otros factores y a la misma climatología explica
la gran contradicción de una población desinformada y desinteresada que ha votado
masivamente, como nunca…
La ley d’Hont se estableció para sellar un sistema de “bipartidismo
imperfecto”. Pero esa situación, que era la que los “padres de la constitución”
querían prolongar por toda la eternidad, ya no es la originaria. En la actualidad existen cinco partidos
nacionales que compiten por escaños y una docena de partidos regionales que
hacen otro tanto. Por tanto, el sistema d’Hont (que prima al partido que ha
obtenido más votos y castiga a los siguientes) sirve hoy -como ha servido
siempre- para falsear los datos reales. Y la realidad, como ya hemos dicho es
que España está dividida entre tres: “derecha”, “izquierda” y “no España”. Este
cuadro tendrá indudables repercusiones en el futuro: porque, o bien, se reforma
la ley electoral, o bien, a partir de las próximas convocatorias los partidos
tendrán que presentarse en “frentes electorales” al estilo de lo que ha
ocurrido en Italia. Pregunta: ¿Existe
cultura “frentista” en España? Respuesta: no.
10) 100.000 AFECTADOS
POR EL SÍNDROME DE DOWN Y 4.000.000 DE EMIGRANTES CON DERECHO AL VOTO. EL VALOR
DEL VOTO
He dejado este último comentario para el final. Realicemos
los exorcismos previos: todo ser humano, merece un respeto y si ese ser humano
tiene algún tipo de minusvalía, con mucha más razón. Ahora bien, una cosa es el universo solidario, el
respeto y el apoyo y otro muy diferente, la demagogia humanitarista llevada al
plano político. El gran mito de la democracia es “un hombre – un voto”. A
nadie se le escapa que el interés por la política, el conocimiento de los
mecanismos de la política o de la economía, la inteligencia, la responsabilidad,
no son cualidades que están igualmente distribuidas entre todos los ciudadanos.
Me horroriza pensar que mi voto vale lo
mismo que el de un colgado, pasota, analfabestia que jamás en su vida dará un
palo al agua y al que solamente le interesa un subsidio de por vida. Me
horroriza esa “igualdad”. De la misma forma que no es de recibo -por
humanitario que parezca- que el voto de un “discapacitado mental” tenga el mismo
valor que el de un premio Nobel… Todo esto viene a cuento de que el pasado 18
de octubre de 2018, el congreso de los diputados aprobó unánimemente una
reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral (que fue refrentada por el
Senado, igualmente, de forma unánime) dando el voto a los discapacitados
mentales: 100.000 votos más. Seamos claros: la mayor parte de ciudadanos votan
sin ser conscientes ni tener capacidad crítica suficiente como para conocer las
implicaciones de su vota, ni saber realmente qué es lo que están votando, por
lo tanto, el que 100.000 discapacitados mentales puedan votar, va en la misma
dirección. Será humano, pero no es razonable y permite cuestionar el valor de la partidocracia, ese régimen en el que
unos ambiciosos sin escrúpulos en busca de una forma fácil de vida y de
ingresos a la sombra del Estado, toman el pelo al ciudadano, le hacen creerse
importante, le engañan, le hurtan información fundamental… todo para sentarse
en una poltrona y convertirse en intocable “autoridad política”.