¿Tienen los
organismos públicos el derecho de convertirse en escaparates políticos de los
que los gobiernan? No, por supuesto. Al menos en democracia. De ahí que no
termine de entenderse cómo es posible que en la entrada de algunos pueblos
figura la bandera de una opción política (la independentista) o que en los
ayuntamientos aparezcan consignas políticas como si se tratara de sedes
electorales de partidos. Esto indica que los organismos públicos, que deberían
de gobernar para TODOS, han degenerado en organismo DE PARTES. Porque, pedir la
“libertad de los presos políticos” o pedir “el derecho de autodeterminación”
son actitudes POLÍTICAS defendidas por unas PARTES, en absoluto representan los
anhelos e intereses de TODA la población. Discutir esto es discutir sobre si la
tierra es redonda o si existe la gravedad.
Desde hace casi diez
años, los edificios públicos en Cataluña se han convertido en expresiones de
una parte de la opinión pública, a despecho de la opinión de las otras. Eso
resulta inconcebible e inaceptable. Ahora bien, todavía más inaceptable es que
el Estado solamente se preocupe del problema cuando se aproximan las
elecciones, con el mensaje que implica: en esta democracia solamente interesan
las elecciones porque en ellas se dirimen los repartos de poder y quién se
quedará con qué organismos y manejará qué presupuestos. Es significativo que
haya sido la Junta Electoral Central la que, en período electoral, haya
ordenador a la gencat y a los Ayuntamientos, limpiar sus fachadas y quitar los
lazos amarillos… ¿Y entre elección y elección? ¿tienen derecho a reponer esos
lazos y esas pancartas con cargo a los presupuestos públicos y a convertir
edificios administrativos en algo parecido a sedes de opciones políticas? ¿para
qué sirve la legislación vigente? ¿para qué sirve el fiscal general del Estado?
Es más, ¿para qué coño sirve el sentido común y la educación democrática?
No puede reprocharse
a buena parte de los catalanes que consideren que la Generalitat no van con
ellos. Y es la gencat solamente gobierna -ahí están sus edificios- para los
catalanes independentistas, en absoluto para la TOTALIDAD. Nadie con dos
dedos de frente podrá considerar, ni a Torra, ni a sus antecesores en el cargo
como “representante de toda la sociedad catalana”. Otro tanto vale para los
últimos presidentes del parlament de Cataluña (ya es significativo que ante el
edificio y dándole la espalda se encuentre la estatua del Desconsol (Desconsuelo) de Josep Llimona. La presidencia de un organismo
democrático que debería de moderar entre todas las tendencias, hace tiempo que
es el aliado natural de una sola de ellas.
La Junta Electoral Central conoce muy poco la psicología del
independentismo. Les ordenan quitar el lazo amarillo y… ponen el lazo blanco
con ribete rojo. Son como niños, y el
Estado no tiene el valor para transmitir a los organismos correspondientes que
sus sedes no pueden tener colgadas ni pancartas de partido, ni consignas
panfleteras de unos o de otros. Pero la gencat no puede comportarse como el
niño travieso, a sabiendas de que al final, terminarán por estirarle de la
oreja para que cumpla algo de sentido común.
Pero, si a Torra no le queda la actitud del niño travieso ¿qué otra cosa le
queda? Es como el ayuntamiento de Tarragona que pegó con cola al mástil la
bandera española para evitar que ondeara: travesuras de chiquiliquatres.
El otro día, viendo una serie coreana, algunas de cuyas
escenas están filmadas en Gerona, podían verse cientos de lazos amarillos
ondeando por todas partes… Ver una verja o puentes con cientos de lazos que
pronto se oscurecen, se cubren de polvo, se arrugan, se rompen, genera una
extraordinaria sensación de fealdad que encubre otros datos mucho más
auténticos: la diferente entre la inversión
privada que se realiza en Madrid y la que se realiza en Barcelona, ha alcanzado
la astronómica de casi un 25% en favor de la primera. En Madrid sube un 12,5% y
en Barcelona sigue bajando, ahora un 11,7%. Esta es la realidad: al
empobrecimiento estético de las condiciones de vida en Cataluña, afeada por
lazos y más lazos, cruces en las playas, edificios públicos convertidos en escaparates
panfletarios, se une el empobrecimiento económico que, en Cataluña tiene una
triple vertiente: una economía cada vez más dependiente del turismo (que sigue
descendiendo en la comunidad), errores económicos tanto de la gencat (que solamente
piensa en la independencia y que hace un par de lustros que ha renunciado a gobernar
en el día a día) como del ayuntamiento barcelonés, y, finalmente, una reducción
de las inversiones privadas que ya no puede compensar la inversión pública (dilapidada
por una institución más interesada en financiar el independentismo que en el
bienestar de la sociedad).
¿Qué quedará de
Cataluña después de que el “procés” se vea forzosamente obligado a reconocer
que ha perdido la partida (y que nunca debió iniciarla)? Ese es el
problema: que la búsqueda de mayoría social independentista mediante el viejo
truco de importar inmigración africana, subvencionarla para convertirla en redil
electoral, ha desfigurado a la sociedad catalana. Los “defensores de la identidad catalana”, simplemente, se han cargado
esa misma identidad. Económicamente Cataluña saldrá destrozada: las
empresas no volverán y no lo harán porque la “laboriosidad” catalana es un recuerdo
del pasado. Hoy lo que existe es inmigración subvencionada, ni-nis y el
territorio se ha convertido en un gigantesco fumadero de porros. La
inestabilidad y los sobresaltos no benefician a la economía.
Y la institución
llamada “Generalitat de Catalunya”, se equivoca si cree que saldrá indemne del
trance. Hoy es cuestionable como todo lo que es “parte” y no “todo”. Mañana ¿qué
justificará su existencia después de casi veinte años de promoción del
independentismo? Porque, de ser una institución que nació con intención de que
representara a todos, ha terminado siendo representante de unos y corre el
riesgo en el futuro de nadie se sienta identificado con ella. En cuanto a
restaurar la autoridad del Estado va a costar otro tanto y que nadie se haga
muchas ilusiones al respecto…