Lo he dicho en varias ocasiones: mantengo amistad con
dirigentes del PSC. He hablado con ellos de todo, pero sólo hay un tema en el que se niegan a discutir: la inmigración.
Son gente “de partido”, todos ellos buscan prosperar dentro del PSC, mantener
sus posiciones, unos en ayuntamientos, otros en la diputación de BCN y en el
parlamento autonómico, y para ello hay temas que no pueden ni quieren tocar: no pueden porque para la “superioridad” el
tema es “tabú”, prohibido, y no quieren porque una mera mención que supusiera
entrar a debatir con alguien que no aceptara la línea del partido
(“inmigración, cuanta más mejor”) podría ser sospechoso de deslealtad.
De hecho, ya ha pasado en Francia (Mélenchon y su Front de la Gauche han dejado de enarbolar
el tema de la defensa de la inmigración masiva y, de hecho, los socialistas le
han acusado de “ambiguo” en la materia… que lo es), en Alemania (donde una fracción
de Die Linke, la izquierda, dirigida
por Sahra Wagenknecht, está a favor de abrir un debate en la izquierda sobre
los límites de la inmigración masiva, resultado del caos generado en el país a
partir de 2016 con la entrada en unos meses de un millón de “refugiados” en
Alemania traídos por la Merkel) y en Italia
(en donde el gobierno están representados sector “de izquierda populista” del
Movimento 5 Stelle, además de la Lega Nord)…
La izquierda europea
no soporta haber perdido a su base obrera autóctona y ha visto como sindicatos
como la CGT francesa se hundían, convirtiéndose en un pequeño sindicato de los
argelinos de Francia. Durante décadas, primero la extrema-izquierda en los
años 70, luego los comunistas y los socialistas, todos consideraban que la
inmigración aportaría un “nuevo
proletariado” que se uniría al europeo… pero no ha sido así. De hecho, ha
ocurrido todo lo contrario y ahora, el problema es que la izquierda percibe que
ha perdido el contacto con las clases trabajadoras, ahora, eso sí, puede
alardear de tener el monopolio de los “movimientos sociales”: okupas, GLBTI,
algún verde despistado y poco más. No es
raro que la izquierda europea esté intentando lanzar un “populismo de
izquierdas” que debería ser la última barricada del stablishment para impedir
que partidos “euroescépticos y populistas” situados a la derecha, consigan
acaparar un tercio del electorado europeo.
Pero en España, nada
de nada. Aquí el dogmatismo de la izquierda en su conjunto es absolutamente
cerril. Si bien es cierto que en la revista El
Viejo Topo, que pasa por ser el crisol intelectual de la izquierda
española, Jorge Verstrynge publicó hará unos diez años un artículo crítico
sobre la inmigración masiva, se trató de una gota en un océano porque en las
mismas páginas de esa revista (en la que nosotros mismos publicamos hace años
un par de ensayos sobre el socialismo utópico y sobre la new age) están
repletas de artículos y declaraciones
que siguen la corriente de la izquierda de los últimos 40 años en la materia
migratoria: “puertas abiertas”.
Me hace gracia cuando que algunos quieran ver signos
positivos en algunas de las tomas de posición de personajes de Podemos y en las
esperanzas que suscitan para generar un “transversalismo” a la española.
Desengañaros: Errejón morirá políticamente en el PSOE y el PSOE morirá sin dar
su brazo a torcer en materia de inmigración. ¿Fidelidad al partido a sus
ideales tradicionales? No, sumisión del
PSOE a las directivas de la UNESCO, el laboratorio mundial de “ingeniería
étnica y migratoria”. Es el precio de haberse demostrado lo erróneo del
“materialismo dialéctico” y de la “lucha de clases” y de ser demasiado evidente
el fracaso de la socialdemocracia a la hora de compaginar los intereses
populares con los del capital: después de la crisis económica de 2009 ya está
demasiado claro que la socialdemocracia europea apuesta por la banca y no por
el pueblo. En la mayor parte de Europa,
el socialismo está por debajo del 10% de los votos. Aguanta en Alemania a duras
penas, aguanta el “labour” y aguanta el “partido de la corrupción, de los gal,
del salvataje a la banca y de la inmigración masiva”, el PSOE. Pero ¿hasta
cuándo?
El hecho de que el PSOE haya colocado en puestos clave a Elena Valenciano, la “cerebro de ZP en
materia migratoria”, candidata del PSOE a la alcaldía de Madrid, es
significativo. Naturalmente, el hecho de que hoy, España sea la única puerta
abierta de Europa a la inmigración por obra y gracia de Sánchez, es un dato que
no puede desdeñarse. Y lo que es peor: el
programa del PSOE actualizado sigue defendiendo la llegada de flujos de
inmigración, añadiendo ahora que el “importante la toma de conciencia del
principio de responsabilidad ciudadana como ingrediente básico de una política
de integración”. Su primer propuesta concreta es “impulsar la política común
europea de asilo e inmigración” y, claro está, “retirar las concertinas”
(añade: “que producen graves riesgos para la integridad física de las
personas”… como si a alguien se le obligase a subir a la valla de Ceuta y
Melilla) y “derogar las devoluciones en
caliente”. La lectura de este
capítulo del programa del PSOE, resulta, bochornosa y lo dice todo sobre el
nivel intelectual de los dirigentes: las mismas propuestas, casi calcadas, se
encuentran en el documento de la UNESCO titulado Migración y Cultura.
Así pues, el PSOE está enrocado en su posición histórica.
¿Y Podemos?
Veremos lo que sobrevive de Podemos en las próximas elecciones municipales. Hace
cuatro años les fue muy fácil acaparar el “voto de protesta” ¿y ahora?
¿seguirán pensando que Podemos era la “mejor opción”? Quizás si Podemos mostrase
alguna “sensibilidad” hacia los sectores populares hostiles a la inmigración,
podríamos reconocer que dentro de la formación morada ha habido una reflexión,
pero lo que nos encontramos es un vacío absoluto: cuando hace cinco años
Podemos se lanzó al ruedo, nosotros mismos realizamos
una crítica exhaustiva y objetiva a su programa. Básicamente, lo que le reprochábamos es que no fuera
capaz de identificar a la inmigración masiva como un elemento esencial de la
globalización: se decían en contra de la globalización, pero se mostraban
incapaces de identificar sus mecanismos. Hoy, nada de eso ha cambiado. Podemos tiene la sensación de que lanzar
una pequeña objeción al “puertas abiertas a la inmigración masiva” supone
alinearse con “el fascismo y la extrema-derecha”, por tanto, ninguna reflexión
puede esperarse en esa dirección.
Parafraseando el viejo latinajo español “Quod Natura non dat, Salamanca non presta”, cabría decir que “lo
que la naturaleza no da, el CIS no lo presta”… que viene a significar,
que no hay más cera que la que arde: lo que la capacidad de reflexión de la
izquierda española no evidencia, la cocina del CIS no lo va a compensar. Lo que
está matando a la izquierda española es su increíble defensa de la inmigración
masiva y su apoyo a los “colectivos sociales marginales”. Y la izquierda sin
enterarse.