¿Cuáles son las fuentes del trans-humanismo? Si tenemos en
cuenta de que en la actualidad, el trans-humanismo se plantea desde distintos
sectores, podemos hablar de una “corriente filosófica”, otra “corriente
científica”, una “corriente mística” y, finalmente, una “corriente ecológica”. Cada
una de estas corrientes tiene distintos orígenes y, a pesar de que se etiquete
a todas ellas como “trans-humanismo” lo cierto es que se trata de corrientes
muy diferentes, si bien, todas ellas parten de la posibilidad de superar a lo
humano. Tras esta entrega nos quedarán otras dos: un juicio crítico sobre el
trans-humanismo y definir el concepto de post-humanismo.
La corriente
científica
Es, con mucho, la más interesante y, también la que tiene
campos de estudio más diversos y prometedores. Todos ellos parten de la
posibilidad de mejorar las condiciones de vida del ser humano mediante el
método científico aplicado a sus distintos campos. Por una parte, incluye a
tecnologías para evitar el envejecimiento, mantener la salud corporal mediante
la aplicación de prótesis y organismo sustitutorios de otros dañados, aplicaciones
de la ingeniería genética, de la nanotecnología, la robótica, perfeccionamiento
de la realidad virtual, colonización espacial, etc. Esta corriente aspira, en
buena medida, a reinterpretar las corrientes eugenésicas pero en clave técnica.
A pesar de basarse en el método científico y en la
investigación tecnológica, algunos elementos de esta corriente pueden
considerarse inspirados por las novelas de Aldous Huxley y de H.G. Wells. En la
actualidad, los laboratorios de Silycon Valley, las aulas de Pincetown o los
gabinetes en los que se investiga sobre “ciencias de vanguardia” es donde, en
mayor o menor medida, aparecen ideas trans-humanistas (o interpretados en clave
tran-humanista).
La corriente mística
Apareció vinculada a dos medios sin relación entre sí: por
una parte, los grupos ocultistas herederos de la teosofía del siglo XIX basada
en la creencia de que estamos atravesando un cambio de “era”, pasando de la Era
de Piscis a la de Acuario, tránsito que entraña todo un cambio de valores y el
hecho de que, a partir de ahora, la inmortalidad ya sea posible. La otra
corriente deriva de la teología católica: parte de la base de que la humanidad
sigue evolucionando hasta llegar al “Punto Omega” en el que alcanzará el estado
del “Cristo Cósmico” su estado más alto de evolución con la identificación con
la figura de Cristo.
Así pues, esta corriente deriva especialmente de la
Blavatsky en su parte ocultista y del padre jesuita, teólogo y paleontólogo
Pierre Teilhard de Chardin que le dio un soporte presentable entre los
católicos e intentó hacer digerible para ellos el evolucionismo darwiniano.
La corriente
filosófica
Aparece a finales del siglo XIX cuando algunos filósofos,
sin relaciones entre sí, empiezan a cuestionarse el concepto de lo humano
(Nietzsche) o bien a plantear lo que supone la inmortalidad como “revolución”
definitiva. Estos últimos sostienen que todo sufrimiento es involuntario y
puede ser eliminado mediante la aplicación de una ética basada en la
tecnología. Las cavilaciones de esta corriente giran en torno a lo que supone
la inmortalidad.
Se afirma especialmente con Fiodorov y con los “cosmistas”
rusos, verdadera secta que actuó en el interior del Partido Comunista de la
URSS en los primeros años de la revolución. Algunos exponentes de esta
corriente sostenían que el secreto de la inmortalidad está en la sangre y que
las transfusiones continuadas de sangre entre todos los seres humanos lograría
alcanzar la inmortalidad al sumar las posibilidades de vida de cada individuo.
La corriente ecológica
Aparece a partir de los teóricos de “Gaia” que parte de la base
de que la tierra es un ser vivo que cuando se ve agredido, se defiende y que
tiende a desarrollar sobre todo tecnologías medioambientales. De la misma forma
que la Tierra “agrede” a los que la erosionan, tendería a favorecer a una
humanidad reconciliada con ella.
Todos los partidarios de la “hipótesis Gaia”, herederos de
la obra de James Lovelock, pueden considerarse en mayor o menor medida como “trans-humanistas”.
* *
*
Sería un error pensar que cada una de estas corrientes es
nítida y con los contornos bien definidos. En realidad, personajes como
Teilhard de Chardin se sitúan a medio camino entre el universo “mágico” y el “científico”.
Otros como Fiodorov y sus partidarios, parten de la filosofía para acabar en la
“mística” y los hay que realizan un viaje en sentido opuesto: partiendo de
posiciones ocultistas intentan reconstruir una ética filosófica adaptada a la “nueva
era”. Los ecologistas aspiran a aplicar soluciones científicas para remediar el
deterioro del medio ambiente, pero también tienden a desarrollar una “ética del
medio ambiente”. Otros, partiendo de principios científicos darwinistas, combinándolos
con doctrinas eugenésicas desviadas del tronco central, derivan hacia
interpretaciones filosóficas…
Así pues, podemos
definir el transhumanismo como un movimiento poliédrico, en absoluto unificado
que tiende, desde distintos puntos de vista a pronosticar y preparar el advenimiento
de un nuevo ciclo histórico caracterizado por la eliminación de las
limitaciones que hasta ahora han sido propias de la naturaleza biológica del
ser humano.
Ciertamente, no todos los científicos que en estos momentos
están trabajando en los campos más prometedores e innovadores comparten estas
posiciones: pero si que es cierto que los “gurús” de cada campo tienden a dar a
las investigaciones en su terreno el rasgo de una verdadera revolución que
determinará una mutación de la humanidad.
¿Hasta qué punto
pueden ser tomadas en serio estas afirmaciones? ¿Qué implican en realidad? ¿Cómo
puede juzgarse todo este movimiento? ¿Hasta qué punto puede ser tomado en serio
o considerarse como un “signo de los tiempos”?