En el primer lustro del milenio, las compañías telefónicas
utilizaban de manera habitual una estafa. Al presentar sus recibos mensuales,
entre 50 y 70 euros, de tanto en tanto, de manera aleatoria y solamente una vez
por cliente, presentaban una factura que se aproximaba a los 200 euros. La
filosofía era la siguiente: un 30%
pagaba y ni se preocupaba de lo que había pagado, otro 30% reclamaba y al cabo
de unas semanas se olvidaba o desistía de seguir adelante el procedimiento de
devolución (que además, en aquel momento, se complicaba porque había que
entenderse a través de centralita telefónica con gentes residentes en el otro
extremo del planeta) y solamente un 30% conseguía que se le devolviera la
totalidad del dinero estafado. Porque de una estafa sistematizada, a fin de
cuentas, se trataba. Me quejo de que
aquellas prácticas de la incipiente telefonía móvil se siguen realizando en la
actualidad trasladada a otros sectores comerciales.
Ayer me refería a las comisiones bancarias. Me cuentan
algunos amigos que hace tiempo que no les llegan sorpresas vía recibo
telefónico, aunque si a través de otros recibos de consumo: en el del agua, por
ejemplo, no hay mucho margen porque buena parte de los rubros que nos cobran no
tienen nada que ver con el consumo de agua, sino con los impuestos municipales
y autonómicos. Por su parte, las compañías telefónicas han optado por abandonar
el sistema de la estafa del 30% al advertir que una parte de los usuarios, optaban
simplemente por no pagar a la vista de las dificultades en recuperar el dinero
escatimado, pero se daban de baja del servicio inmediatamente: así pues en tres
meses, se perdían las ganancias fraudulentas devengadas por el cliente. Hoy han optado por realizar pequeñas subidas,
graduales pero continuas, en las tarifas.
Hay por ahí timos digitales que consisten simplemente en
girar masivamente recibos de cantidades ridículas, 1 euros, 3 euros, 5 euros,
que se suelen pagar “por servicios varios”, como si se tratara de una
suscripción. Dado que se trata de
pequeñas cantidades ¿para qué preocuparnos? A fin de cuentas ¿vale la pena
perder quince minutos reclamando un euro? Así, los estafadores ingresan miles
de euros diarios. Si alguien se queja, no tienen inconveniente en devolver
la cantidad… A ellos tampoco les sale rentable perder un minuto por un euraco
de nada.
Vivimos en la época
de la estafa generalizada. Hay momentos en los que nos sentimos encerrados
en una especie de Fort Apache asediado por tribus de siux, chochones, arapajoes
y demás fauna, en forma de compañías que nos giran recibos obligatoriamente: ni
siquiera nos dan la posibilidad de que seamos nosotros los que aprobemos el
pago o ingresemos la cantidad directamente. De momento, se quedan con nuestro
dinero, luego ya veremos si algo les obliga a devolver la diferencia entre el
coste real y el coste abusivo.
Desde luego, las
leyes no protegen al consumidor, pero si blindan a las empresas. No he
visto ningún directivo de ninguna teleco entrando en la cárcel por varios miles
de recibos de 200 euros girados aleatoriamente. Tampoco he visto a ninguna
cúpula bancaria sentarse en el banquillo de los acusados por estafas reiteradas
en el cobro de comisiones.
Así que, abandonad
toda esperanza: el Estado, nacido para administrar y organizar a la Nación, se
preocupa por rendir beneficios y comisiones a sus gestores (¿por qué creéis
que hay bofetadas para ser el Poncio de un partido político o por estar en una
lista electoral municipal?). Por nada más. Tú
les interesas solamente en momentos electorales y pre-electorales. Luego, eres
simplemente una mierda lo suficientemente idiota como para desinteresarte de su
gestión y que no mereces nada más que ser estafado, explotado, abandonado y
triturado por los impuestos públicos, por los impuestos municipales, por los
impuestos estatales, por los consorcios privados y por los estafadores de a pie.
Me quejo de que tú y yo no le importamos nada a los
administradores del Estado, pero es posible que tú todavía les votes e incluso
creas que esto puede resolverse con un cambio de gobierno. Personalmente, me quejo de que solamente una mutación
brutal lograría resolver la situación. Me quejo de que la sociedad ni siquiera
aceptaría a los estafadores de las farolas. Los hay que prefieren seguir siendo
explotados ellos y sus hijos antes que vulnerar los derechos de los
estafadores. Así que, lo dicho, abandonad toda esperanza y haceros a la idea de
que estáis en el bando de los estafados.