Los síntomas que se registran en
las últimas horas, lejos de ser decisivos, confirman la línea de tendencia de
la última semana: pérdida de fuerza social por parte del independentismo,
repliegue en sí mismo, evidencia de la imposibilidad de negociar porque no hay
margen para la negociación, y elecciones anticipadas en enero, sin garantía de
que eso suponga el fin del problema.
Primer síntoma: el problema de las “elecciones anticipadas”
A estas alturas, todas las partes
se hacen a la idea de que la salida a esta crisis es la convocatoria de nuevas
elecciones. La duda es si las convocará Pruigdemont por iniciativa propia o el
gobierno del Estado en aplicación atenuada del artículo 155. El matiz es
importante, a pesar de que la nueva fiesta electoral tendrá en ambos casos los
mismos mensajes:
- Si las elecciones las convocan los actuales inquilinos del Palau de
la gencat, serán “constituyentes”. Constituyentes ¿de qué? De la
independencia.
- Si las elecciones las convoca el gobierno del Estado, serán “legislativas”
y se excluye la posibilidad de que pueda darse un proceso “constituyente”
posterior.
Así que, a las alturas en la que
nos encontramos, ambas partes han
conseguido que, sea quien sea quien convoca las elecciones, la crisis corra el
riesgo de prolongarse unos cuantos meses más. El 1-O sigue siendo el tema
capital: para los independentistas ya se ha instalado una “nueva legalidad”
derivada de aquel referéndum. Para el Estado, las nuevas elecciones limpian y
lavan el recuerdo de aquellas urnas en tuppers
y sin recuentos solventes. Así pues, esto va para largo.
Segundo síntoma: desgaste asimétrico
El desgaste juega a favor del
gobierno del Estado: la concentración de
la CUP ante la Delegación del Gobierno de Barcelona, reunió apenas a un centenar de personas que no podían
disimular su decepción al verse solos ante el vetusto caserón modernista que en
otro tiempo fue la Jefatura Provincial del Movimiento, cedida por una familia
multimillonaria perteneciente a la alta burguesía catalana. En algunos barrios
las caceroladas han silenciado, en pueblos ocurre otro tanto. Y en algunas
manzanas compiten las cacerolas con el Que
viva España de Manolo Escobar. Si tenemos en cuenta que el día anterior
2.000 “unionistas” se manifestaron espontáneamente (y de paso uno le soltó un
guantazo a una periodista de la Sexta), se entenderá que las detenciones de “los
2 jordis” no han suscitado la oleada de solidaridad y entusiasmo en la “lucha
contra la represión” que esperaban los independentistas.
El hecho de que el OC y la ANC se
hayan retirado del palco presidencial del Barça como protesta porque el club no
colocaba una pancarta mayor, indica el nivel de cansancio que aparece incluso
en un club ligado al catalanismo pero cuya situación cambiaría
extraordinariamente en caso de secesión a la vista de que, difícilmente, la
liga francesa admitiría a un club no perteneciente a su nacionalidad. Y no
digamos la española…
Los síntomas de cansancio se van
multiplicando. Todos se han acostumbrado a dar ultimatums a fecha fija que, una
vez llegada, nadie toma en consideración. Si hubiéramos de creer a la CUP el
miércoles deberían haber exteriorizado el cese de apoyo a Puigdemont y según el
pobre rufián Rufián, esta semana debería haberse declarado una huelga general
hasta la liberación de “los 2 jordis”.
Tercer síntoma: la economía juega en contra de la gencat
Y luego están las retiradas por
goteo de fondos en los bancos. Los independentistas afirman que es como “protesta”
por las detenciones… Pero el sentido común dice algo muy distinto a la vista de
quién está retirando el dinero: los sectores sociales que, alarmados por uno o
por otros, se han llevado la impresión de que, de un momento a otro, se va a
aplicar el artículo 155 y nadie sabe lo que puede ocurrir. El goteo se debe al
miedo al futuro, no a la solidaridad con unos detenidos que, realmente, no
cuentan con mucha estima salvo en medios independentistas. Y el problema es que
se trata de un miedo psicológico que, como todas las formas de miedo, son
contagiables y pueden terminar teniendo repercusiones muy graves para la
economía.
Mientras Junqueras decía que la
retirada de empresas (parece que a estas alturas son casi mil) de Cataluña, se
obstinaba en decir que no tenía consecuencias económicas para Cataluña, por
otra parte se reunía con representantes de multinacionales afincadas en Cataluña
para solicitarles que no cambiaran su sede social. Claro está que Junqueras
esta semana ha aprendido a no proliferar sus declaraciones en radios que emitan
más allá del Ebro, en donde, habitualmente, los entrevistadores no son tan
condescendientes con él. En realidad, el núcleo duro del independentismo, en
este momento, están tratando de que su “parroquia” no se disperse, ni caiga en
todavía más desmoralización. Y para ello, los medios de la gencat son los
únicos “seguros”.
Cuarto síntoma: el conflicto se ha “internacionalizado”… en detrimento
de la gencat
Si Rajoy está cada vez más
decidido a aplicar de manera atenuada el artículo 155, no es por iniciativa
propia, ni siquiera porque se lo pida el cuerpo, sino por presiones de la Unión
Europea. No es solo que problemas en España pueden repercutir económicamente en
la UE, sino que el problema catalán podría eventualmente trasladarse a otras
regiones de Europa. En este sentido, las presiones son discretas, pero están
ahí: véase la portada de La Vanguardia de hoy: “Los líderes europeos dan pleno
apoyo a España”, añadiendo después de un punto y coma “Putin se desmarca”… La
cumbre comunitaria se ha cerrado con una declaración para “un enfoque dialogado
de la cuestión de Cataluña en el marco de la constitución”. No le podía haber
ido mejor a Rajoy. Dicho con otras palabras y por si alguien tenía alguna duda,
las puertas de la UE se cierran definitiva y completamente para la gencat. El
premio de consolación (las declaraciones del primer ministro belga a favor de
una mediación de la UE, representan en estos momentos muy poco para contrapesar
la declaración institucional.
Quinto síntoma: las “nuevas nacionalidades” beligerantes contra la
gencat
A la gencat le quedaba la
esperanza de que las nuevas nacionalidades nacidas en la “primavera de las
naciones” (los Estados Bálticos, Eslovenia, especialmente), saldrían en defensa
del proyecto independentista. En muchas ocasiones los impulsores del
independentismo han recordado que estos países se segregaron de la URSS y de
Yugoslavia y hoy están en la UE. Y continuamente han sido puestos como ejemplos
de pequeños países europeos que están sobreviviendo. Lo que no dice Junqueras
(principal difusor de esta idea) es que estos países han podido sobrevivir
gracias a la UE que acaba de cerrar las puertas definitivamente a una “República
Catalana”. Si los bálticos pudieron negociar su integración fue porque
pertenecían hasta ese momento a la URSS o a Yugoslavia, ¡no a un país de la UE,
como España que tendría posibilidades veto! Veto que ahora se evidencia que se
extendería a Francia y Alemania. Para colmo, el primer ministro esloveno Matjaž Šinkovec ha declarado hoy (ver El
Confidencial) que la tan cacareada similitud entre Eslovenia y Cataluña en la
que tanto han insistido los dirigentes indepes, es pura ficción superficial: España
es una democracia y Yugoslavia, nos cuenta, no lo era. En cuanto al referéndum
del 1-O, niega que se realizara, a diferencia del esloveno, “de acuerdo con
estándares internacionales” y, como puntilla agrega que “el referéndum catalán
no mostró un apoyo tan abrumador” (en Eslovenia votaron el 93,2% de la
población y un 88,5% se pronunció por la independencia).
ALGUNAS CONCLUSIONES A LA VISTA DE LOS SÍNTOMAS
1. El cansancio se va apoderando de la sociedad catalana, especialmente
de aquellos que no se sienten independentistas y de amplias franjas del
independentismo que ya no ven claro el camino hacia ninguna parte del proyecto
que han seguido hasta ahora. Es cierto, así mismo, que un sector creciente
de la sociedad catalana empieza a sentirse airado por la obstinación de la
gencat de enrocarse en los resultados de un referéndum atípico y que no
demostró absolutamente nada. Este cansancio creciente va compitiendo también
con el miedo al futuro evidenciado por la retirada de depósitos bancarios.
2. Los tiempos han beneficiado la estrategia de Rajoy: si el 3 de
Octubre, Cataluña no era independiente de hecho, se veía claramente que el
referéndum había servido para poco. Cada día que pasa, el 1-O queda más
lejos, diluyéndose en el pasado. Esto es lo que los independentistas empiezan a
percibir: su problema es ellos mismos se han situado al borde del acantilado
con sus maximalismo y su programa de máximos… que resultaban inaceptables para
el estado y para buena parte de la sociedad catalana. Reconocer que la
independencia no es viable en este momento supone aceptar que se ha perdido más
de una década.
3. Estos días se está poniendo de manifiesto lo que dijimos desde el
primer momento en que estalló la crisis: esto no se arregla con un simple “diálogo”
porque no hay gran cosa a negociar. La gencat parte de que Cataluña no es
libre… el Estado, sostiene que la constitución garantiza la libertad de
Cataluña. A decir verdad, nadie en su sano juicio cree que exista “opresión” en
Cataluña y si fuéramos a hablar de eso, no estaría muy claro que la política
lingüística de la gencat no fuera una de las pocas formas de “opresión” que se
viven en este región.
4. Hasta hace unos días se podía pensar que la salida de una
negociación eran las elecciones anticipadas en Cataluña, pero los
independentistas, al calificarlas como “constituyentes”, no hacen más que prolongar
su propia agonía: incluso aun cuando pudieran volver a formar gobierno (lo
que no es del todo evidente), seguiríamos en donde estamos. A Rajoy esto le
importa poco: sabe que las consecuencias perniciosas para la economía catalana
no podrán ser ocultadas durante mucho tiempo, sabe también que el
independentismo llegó hace años a su límite, más allá del cual no va (no puede)
progresar por la naturaleza propia de la sociedad catalana (véase artículo
sobre Los
cuatro cuartos), sabe que el tiempo juega contra la gencat indepe y
que, sola y aislada, intervenidas sus cuentas, el movimiento agonizará
irremediablemente. Pero las posibilidades de extender la crisis más allá de lo
tolerable para la UE, es lo que le está decidiendo a una aplicación atenuada
del artículo 155: suspensión parcial de la autonomía especialmente en seguridad
y economía. El tiempo hará el resto.