INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

lunes, 6 de marzo de 2017

Diario de un pobre Diablo (33)


ÁFRICA DEL SUR: LA MASACRE OLVIDADA DE LOS GRANJEROS BLANCOS

Estoy utilizando el titular que hoy mismo dedica el diario francés Le Figaro que en ningún momento puede ser acusado de partidario del “apartheid” o de cualquier connivencia con supremacistas blancos. El artículo está ilustrado con una foto en la que se muestra a un afrikáner ante un bosque de cruces con los nombres de CIENTOS de granjeros blancos asesinados en los últimos años. No es un montaje, es una foto de la colina de Petersburg en donde existe ese verdadero monumento a la Republica de Sudáfrica posterior al apartheid. Vale la pena recordar que en los años 90, buena parte de las multinacionales huyeron de Sudáfrica a la vista de la corta esperanza de vida de sus directivos. Luego, se supo de la existencia de una nueva clase de mendigos: los miembros de la clase obrera blanca, que ni recibían ayudas de ningún tipo –no eran negros de raza- ni nadie se preocupaba por ellos. Ahora se sabe, además, que sistemáticamente, las granjas propiedad de afrikáners son asaltadas, saqueadas y, habitualmente, sus miembros –familias enteras- asesinadas gratuitamente y por puro odio ¿odio a qué? Los asesinos son jóvenes, han nacido en la “nueva Sudáfrica? La de Nelson Mandela, el premio nobel de la paz (minúsculas obligadas). Así pues no han conocido los excesos del supremacismo blanco (que, por cierto, llevó a los sudraficanos, blancos y negros, a disfrutar del nivel de vida más alto del continente en los años 70). Odian: su resentimiento es racial. Al igual que en Rodhesia (conocida como Zimbabue) y que en cualquier otro lugar de África, la inmensa mayoría de la población africana pensaba que cuando se fueran los blancos, la riqueza les caería del cielo. Atribuía el trabajo a la presencia de los blancos: eran ellos los que les obligaban a trabajar. Cuando se fueran los blancos, serían “libres”. Harían lo que quisieran. De hecho es lo que han hecho desde los años 60. ¿El resultado? Ha sido el holocausto africano: la actual República de Sudáfrica es el lugar del mundo más castigado por el SIDA… era enfermedad creada por los blancos para liquidar a los negros, tal como fue “doctrina oficial” del gobierno sudafricano durante años. Las independencias africanas de los 60 no empezaron bien: empezaron como masacres. El problema es que la masacre continúa todavía. Hoy, Le Figaro lo ha recordado. Hacerse eco de la noticia será para muchos significativo: un acto de racismo, de odio a los negros, de supremacismo blanco… En realidad, es mucho más que todo eso: es el recuerdo de que el continente africano estaría en el neolítico de no ser por los colonos y por la época de la colonización que tuvo –como todo- aspectos positivos y negativos. Pero la dejadez del gobierno sudafricano ante la eliminación sistemática de colonos blancos y la liquidación genocida de la etnia afrikáner hace imposible que el culto a lo políticamente correcto nos haga olvidar que negros están asesinando impunemente a blancos. Y todas las idealizaciones de Mandela  o las celebraciones deportivas a toque de vuvuzela que se puedan realizar en el extremo sur de África no deben hacerlos olvidar esta ignominia que se está produciendo ahora mismo.


ABLACIÓN EL CLÍTORIS EN TERRITORIO CATALÁN Y ALMUDENA GRANDES

Noticia del día de El Periódico: “Los pediatras detectaron el año pasado tres niñas de Girona con mutilación genital”. Es de hoy. Los padres de  tres niñas residentes en Gerona afrontarán un proceso judicial después de que los pediatras de las pequeñas detectaran que en 2016 habían sufrido una ablación el clítoris. El mismo día, la escritora Almudena Grandes ha comparado la ablación del clítoris con la reforma laboral, para mayor gloria de la inoportunidad y de la estupidez progre. Tienen entre 7 y 14 años. La ley castiga la ablación con penas de entre 6 y 12 años de prisión. Se persigue, no solo las que se  realizan en España, sino las que se llevan a cabo durante un desplazamiento a África. Esta muestra de salvajismo no es lo más sorprendente sino que en 1993 ya se detectaron casos en esa misma provincia de realizaciones de esa práctica primitiva y salvaje: entonces fue la dirección el hospital Josep Trueba de Gerona la que detectó ablaciones del clítoris en niñas gambianas. Del asunto se habló poco: la Generalitat de Pujol había abierto las puertas a la emigración de marroquíes y africanos) y no se trataba de empañar la entrada de las primeras remesas de inmigración. Desde entonces, con cierta regularidad, se han ido publicando noticias sobre delitos idénticos. Y, por supuesto, se ignora en este momento, a cuántas de niñas se les ha practicado la ablación del clítoris en nuestro país. Hay que pensar que a una mayoría de gambianas, senegalesas, nigerianas… y son miles. Sin embargo, no sabemos que se haya celebrado ningún juicio, ni tenemos noticia de que ningún africano haya sido encarcelado por entrar en este supuesto del Código Penal. Y, probablemente, lo que convenga sea una sentencia ejemplar, ver el rostro de los impresentables que viven en la civilización, aquí entre nosotros, pero practican costumbres bárbaras y primitivas. ¿O es que alguien va a negar la barbarie de la ablación del clítoris? Llama la atención el silencio del feminismo (hoy preocupado en la preparación del próximo día de la mujer trabajadora) y de los políticamente correctos. Aún hoy, reprochar la práctica de la barbarie a un no europeo, es considerado por algunos progres como racismo. ¿Saben lo que me guía a escribir estas líneas? Dos cosas: de uno que no me gusta que la barbarie se instale entre nosotros (y se ha instalado). Y de otro que el hecho de que África sea un caos irreprimible e irremediable, no quiere decir que no debamos compadecernos de los africanos.