Los nuevos equipos de gobierno municipales en toda Europa
parecen aquejados de un extraño síndrome de inmunodeficiencia identitaria. Si Carmena
en Madrid está más preocupado por el día del orgullo gay que por la recogida
diaria de las basuras, esto tiene un eco en Londres donde el nuevo alcalde,
Sadiq Khan, piadoso musulán, ha adoptado sus primeras decisiones. Como cabía
esperar tieden a potenciar el islam en el Reino Unido.
Salid Khan, simplemente, ha prohibido la publicidad de
alimentos que no sean halal, es decir elaborados mediante el ritual islámico,
en la publicidad de los transportes públicos. ¿Motivo? Estos anuncios que
sugieren que determinados alimentos no halal resultan beneficiosos para el
cuerpo y mantienen una silueta estilizada, resustan, para Kahn, “vergonzosos para los londinentes”. La
información procede del Daily Mail,
no de digitales de mediopelo. Kahn ha justificado esta medida diciendo que esta
publicidad “empequeñece a las mujeres y
las anima a confundirse con los estándares occidentales irrealistas”. Tal
como suena. Al parecer, lo “realista” para la mujer es tener una silueta de
bombona de butano embutida en chilaba.
El flamante alcalde paquistaní de Londres ha afirmado que “en tanto que padre de dos adolescentes,
estoy extremadamente preocupado por este tipo de pblicidad que puede generar
presión sobre los jóvenes, en particular sobre las mujeres y avergonzarles de
su cuerpo. Es el momento de que todo esto termina (…). Voy a enviar un mensaje
claro a la industria de la publicidad al respecto”.
Básicamente, el mensaje es: Europeos, el continente en el
que nacieron vuestros padres, en el que vosotros mismos nacisteis, ya no es
vuestro. Somos millones de islamistas los que hemos llegado y, por tanto, por
la ley del número, somos nosotros los que decimos lo que es bueno para el
continente y lo que es malo. Y lo que es "bueno", es la ley coránica. Por tanto,
todo lo que no esté de acuerdo con ella, debe abolirse. ¿O es que el mensaje de
Saidq Kahn puede interpretarse de otra manera?