España tuvo una reedición del Día
de la Marmota con los resultados electorales del pasado domingo que revalidaron
la victoria electoral obtenida por el PP el 20-D y redimensionaron a otros
partidos. Estas elecciones de 2015 fueron, a su vez, la rememoración de
aquellas otras celebradas cuatro años antes que dieron también la victoria a
Rajoy. Nada ha cambiado en
la política española, ni tampoco ha cambiado nada en la frontera de Melilla en
donde los subsaharianos siguen practicando el salto de valla.
Mientras el 61% de españoles se
tomaban la molestia de votar a partidos que ni siquiera eran capaces de
identificar los problemas y las amenazas que está sufriendo el país (ninguna
propuesta sobre la globalización, nada sobre la islamización de Europa, nada
sobre la inmigración masiva), los subsaharianos acantonados en Marruecos
aprovechaban para saltar la valle. En esta ocasión fueron un centenar de los
que 37 lograron cruzar: serán los nuevos votantes en las próximas elecciones
locales…
El del domingo, se considera el
salto de valla más importante desde el 10 de octubre de 2015, fecha en la que 130 inmigrantes intentaron el
salto y 30 lo consiguieron. Fue a las 6:30 de la mañana, de “manera
totalmente sorpresiva” según la Guardia Civil. Iban bien preparados con ganchos
y tacos en los pies para poder escalar la valla. Es el único lugar en el que
puede realizarse el salto al tener reja que permite la introducción de cuñas,
en las proximidades del cementerio islámico y del aeropuerto. En el resto, la
valla tiene una reja milimétrica, más difícil de franquear.
Al cruce de la valla ha seguido,
la alegría de quienes lo han conseguido, expresada con el grito habitual de “bossa, bossa” (Victoria), luego la conducción hacia el Centro de
Internamiento, al que seguirá su conducción a la península y las consiguientes
órdenes de expulsión que, por supuesto, nadie recibirá, porque nadie tendrá
domicilio fijo y que no afectarán a nadie. En dos años serán los “nuevos españoles”
y desde el domingo se beneficiarán de subsidios, ayudas y subvenciones.
Tal es el “modelo americano” de
admisión de inmigrantes importado a España: cruzan los más fuertes, los más
decididos, los que están en mejor forma física y estado de salud… el resto se
quedan del lado marroquí. Es
una “selección natural” lo que se está produciendo en la valla de Melilla, algo
que enlaza perfectamente con los criterios neo-liberales de quienes promueven
la inmigración masiva como método para que las economías europeas “ganen
competitividad”. Quienes crucen estarán en condiciones de envenenarse en
el interior de los túneles de cultivo del sur-este español, regados con verdaderas
sopas de pesticidas, vermicidas, fungicidas y abonos químicos; trabajarán bajo
el sol aguantando temperaturas inhumanas… los más favorecidos, por supuesto, el
resto, deberá contentarse en vivir hacinado en pisos-patera, y enviar a su
familia 100 euros al mes… Esa es la realidad de la inmigración. Inhumana para
los que la sufren, pero innecesaria para el país que los recibe.