Desde la victoria de los partidarios
de la salida del Reino Unido de la UE, cualquier otra noticia en Europa se ha
sido eclipsada por la euforia de los medios euroescépticos hasta el punto de
que ya no se trata de pensar si el Reino Unido será el único país que abandone
la UE, sino incluso de si en el futuro veremos un UEND, es decir el fin de la
UE. En cualquier caso, tal como está concebida, parece inviable a medio plazo.
El Front National francés, en
quien están puestos todos los ojos en este momento, ante la proximidad de las
elecciones presidenciales en aquel país, expresó muy claramente su posición
ante los resultados del referéndum británico: “¡Victoria de la
libertad!”,
resumió Marine Le Pen, recordando que su partido viene proponiendo desde
hace décadas la convocatoria de un referéndum similar en Francia.
En
Francia es, desde luego, donde el Brexit tendrá más repercusiones en política
interior: el resultado británico demuestra que ya no hay nada “intocable” en
Europa. La crisis económica, la inmigración masiva, la islamización del
continente han hecho que se dispararan todas las alarmas. Cada vez cobra más
forma, no solamente la posibilidad de que Marine Le Pen pase a la segunda
vuelta de las elecciones presidenciales de 2017, sino que, venza en la segunda
vuelta. Lo que implicaría una remodelación de la UE de arriba abajo e incluso
de la OTAN.
Otro tanto opina Geert Wilders,
presidente del Partido por la Libertad, la formación holandesa euro-escéptica,
quien declaró que “El jueves 23 de junio
de 2016 pasará a la Historia como el día de la independencia del Reino Unido.
La élite europeísta ha sido derrotada. Los británicos muestran a Europa el
camino hacia el futuro y la liberación”. Estas declaraciones vienen en un
momento en el que las encuestan registran un aumento en la intención de voto
hacia este partido.
Vale la pena recordar que Francia
y Holanda son dos países fundadores de la UE en 1956 y que el aumento de la
opinión euro-escéptica es algo reciente, figurando hasta finales del siglo XX,
como dos grandes propulsores de la idea europea. Sin embargo, las políticas
antisociales, especialmente en materia de inmigración masiva y permisividad en
materia de inmigración ilegal ha sido percibida por los sectores más modestos
de la sociedad y por las clases medias precarizadas, como una agresión contra
ellas permitida desde el gobierno de la UE… que nadie ha elegido. Los avances
en la islamización de Europa y la incapacidad de la UE para controlarla, han
terminado por arruinar más de medio siglo de “construcción europea” que, en
estos momentos, está dañada de manera irreversible, al menos mientras persista
su actual fisonomía.
Por supuesto, la escasa reacción de
la Comisión Europea ante la crisis económica mundial iniciada en 2007 y su nula
previsión de los efectos de la globalización en el continente europeo, su
conversión de la UE como una parte del mundo globalizado (olvidando que la
economía financiera es el vector central de la globalización), han agravado
esta crisis de confianza en la UE.
El “espacio único europeo”, que
inicialmente, era considerado por todas las partes como un ventaja se ha
terminado convirtiendo de el gran problema a causa de la ausencia de una
legislación efectiva en la lucha contra la delincuencia y al imposibilitar las
repatriaciones efectivas de inmigrantes: “Queremos estar a cargo de
nuestras propias fronteras, nuestra propia moneda y nuestra propia política
migratoria”, ha resumido Wilders, presidente del PVV que en las
encuestas aparece como el partido con más posibilidades de quedar en primer
lugar en las elecciones holandesas de 2017.
Otro tanto ocurre en Italia en
donde Matteo Salvini, dirigente de la Liga Norte celebró también el Brexit con
palabras de apoyo entusiasta y deseó de que Italia siga por el mismo camino. Dejados atrás
algunos aspectos poco realistas de “secesión padana”, la Liga Norte tiene como
rasgo característico su posición anti-inmigración y su euro-escepticismo.
En lo que se refiere a los
partidos nórdicos de carácter identitario, se viven también momentos de
euforia. El Partido Popular Danés de Pia Kjaersgaard, escisión del Partido del
Progreso y que cuenta con 25 escaños en el parlamento nacional y un 14% de
votos, hizo público un documento en el saludaba estos resultados: “Es formidable que los autores de la campaña
de intimidación hayan sufrido un contragolpe”. El Danks Folkepari, aboga,
igualmente, desde su fundación en 1995 por la celebración de un referéndum parecido en Dinamarca.
No piden la salida sino una “renegociación para obtener una colaboración con
menos obligaciones con la UE”.
Finalmente, las reacciones del
FPÖ austríaco que todavía mantiene un contencioso con el gobierno al acusarle
de falsificación de los resultados electorales, especialmente del voto por
correo, que dieron la victoria por la mínima al candidato centrista-ecologista,
van en la misma dirección. Heinz Christian Strache, tras conocerse los resultados
del Brexit se declaró partidario de la “Europa de las Naciones” y reclamó la
renuncia de los responsables europeos, Jean-Claude Juncker y Mrtin Schultz “por
decencia y también por respeto hacia un mejor futuro de Europa”. Es evidente
que, la victoria de la opción euro-escéptica está cantada en caso de celebrarse
un referéndum, de ahí que el FPÖ haya decidido no poner sobre el terreno de
juego esta propuesta, sino reservarla: solamente se pondrá sobre la mesa –es decir,
Austria abandonará la UE- en caso de que se facilite el ingreso de “países
indeseables”. Strache lo ha advertido concretamente: “si la UE se
obstina en su negativa a hacer reformas, o en la posibilidad de admitir a
Turquía, entonces una votación en Austria sobre su pertenencia a la UE se
convertiría en un objetivo”. Indudablemente, esta declaración,
realizada por el presidente de un partido al que se le ha hurtado la mayoría
absoluta por apenas unas décimas y con unos votos fraudulentos recibidos por
correo, tiene el carácter de amenaza a toda l política oficial de la UE.