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jueves, 21 de abril de 2011

Dos antipapas modernos: Clemente XV y Juan Gregorio XVII

Info-krisis.- Buscando información sobre el antipapa francés fallecido en 1974, Michel Collin, nos hemos encontrado con que la única que existe en castellano  es la que nosotros mismos colocamos en Internet en el ya lejano 1998 en un servidor gratuito y de la que todavía subsisten restos (salvo una breve mención en Wikipedia que remite a un enlace roto a nuestro artículo). No habíamos trasladado aquel artículo a infok-risis por puro despiste. Ahora reparamos esa carencia aunque solamente sea por pura curiosidad.

DOS ANTIPAPAS MODERNOS:
CLEMENTE XV Y JUAN GREGORIO XVII.

La imagen de cualquier antipapa está devaluada desde que Clemente Domínguez recibió una réplica de la triple corona de Pedro en el Palmar de Troya. Así pues, el analista tiene tendencia a desconfiar de quien pretende ostentar el título de Papa y residir fuera del Vaticano. Los precedentes en la segunda mitad del siglo XX han otorgado poca credibilidad a los papados disidentes, pero, en cualquier caso, tras ellos existen historias curiosas.


El fenómeno palmariano ha surgido en un lugar fronterizo de Europa; más al Sur, a unos pocos pasos, está el Islam; el calor propio de Andalucía parece operar un embotamiento de la espiritualidad, una pérdida del sentido de la medida y, a la postre, una caricatura. Aun para quienes nos sentimos extremadamente próximos del Sur, aun no perteneciendo al mismo Sur, nos es extremadamente difícil comprender las manifestaciones de la fé en aquellas regiones; las procesiones, la Romería del Rocío, y otras muchas manifestaciones locales, nos dicen mucho de la concepción de una espiritualidad que el calor parece extremizar. Cuando la temperatura hace hervir la sangre, más vale que la energía que libera se encarrile por el terreno de la espiritualidad que por cualquier otro. Clemente Domínguez y la Iglesia Palmariana, en principio, parece que sólo podrían haber surgido de la Andalucía profunda. Pues bien, no...

El dicho castellano de "en todas partes cuecen habas", inevitablemente, se confirma una vez más cuando dirigimos nuestra mirada a un pequeño pueblo lorenés. Pocas regiones se diferencian tanto de Andalucía como la Lorena, disputada secularmente por galos y teutones. El clima es frío, los bosques oscuros y misteriosos,  siempre exuberantes. El sol suele hurtase a la vista de los campesinos de aquellos pequeños pueblos. Clemery es uno de ellos; nada le diferenciaría de los demás, sino fuera por albergar una réplica del Vaticano, el monasterio de Santa Maria Co-redentora. El lugar fue la sede del primer antipapa del Siglo XX, Clemente XV, el sacerdote francés Michel Collin.

El seudo-Clemente XV, murió en 1974 tras haber entrado en lo que algunos analistas religiosos llamaron "deriva doctrinal del antipapa". Sin embargo tuvo sucesor en la figura de Gregorio XVII, un quebequés cuya vida parecía muy alejada de la pompa y el boato de una corte papal. Su particular Vaticano estaba entre bosques de abetos canadienses, muy lejos de la vieja Europa; de hecho, fue el primer anti-Papa coronado en el Nuevo Mundo.

Estos tres anti-papas, al margen de lo desmesurado de su título y de sus aspiraciones, son meros subproductos de la crisis de la Iglesia Católica. Lo sorprendente no es que unos sujetos que experimentan el llamamiento intenso de lo religioso, acepten ser coronados anti-papas, sino que sean seguidos por unos miles de fieles que, en buena lógica, debieran haberse situado en lo que hemos llamado el "margen próximo" de la Iglesia. Se trata, en los tres casos, de una cohorte de integristas, cuyo principal rasgo diferencial en relación al resto de fieles católicos, es una exacerbación del milenarismo apocalíptico. Los tres atribuyen a las apariciones marianas y, especialmente a las de La Salette y Fátima, una importancia capital y no tienen dudas en cuanto a la próxima venida del Paráclito, la renovación de la Iglesia y el fin del papado romano. Los tres rechazan las reformas litúrgicas del Vaticano II y practican los ritos tridentinos. Los tres, predican una vida ascética y distante del mundo, acaso porque, siendo como son, objetivamente, sectas católicas, prefieren la creación de su propio pequeño mundo (en el que no hay contradicciones ni conflictos) al choque con la realidad; y eso sólo puede realizarse en el marco de una comunidad ascética y aislada. Los altos muros que separan la Basílica del Palmar de Troya, o los espesos bosques loreneses y canadienses, delimitan un espacio "seguro" en el interior del cual, nada impide que convivan decenas de obispos sin diócesis o un papa sin grey y, sobre todo, que ningún integrante de la comunidad dude o compare.

Queda una última advertencia a realizar antes de entrar en materia. No se cometa el error de medir a estos tres antipapas con el mismo rasero. No solamente son diferentes en sí mismos, sino que, cada uno de ellos constituye un fenómeno particular e irrepetible. No creemos que tras Juan Gregorio XVII o el "Papa Clemente", exista continuidad. Ya ha ocurrido en el caso de Clemente XV, el anti-papa lorenés, cuya comunidad se fraccionó a su muerte, entrando en un período de agonía que todavía se prolonga. Personalidades fuera de lo común dan vida a comunidades anómalas; pero una vez desaparecidos los fundadores, éstas tienden a extinguirse sin pena ni gloria. Tal ha sido igualmente el triste destino de los anti-papas, por legítimas que fueran sus cartas. Ahí está la silla del "Papa Luna" en Peñíscola para evocar el lánguido final de quien osó competir con la Tiara vaticana.

EL ITINERARIO ESPIRITUAL DE GASTON TEMBLAY

"Nací en Rimouski el 8 de septiembre de 1928 y pasé mi primera niñez allí hasta los 16 años. Estudié en el colegio de los Hermanos del Sagrado Corazón como todos los jóvenes de mi pueblo. A los 16 años, encontré un religioso de San Juan de Dios, el Hermano Cirilo. Había venido a Rimouski para asistir a los funerales de su madre, que, una vez enviudó, se había hecho religiosa en un monasterio de monjas de clausura. El fotógrafo del pueblo me invitó a conocer al hermano Cirilo de los Hermanos Hospitalarios. Era entonces superior de una de las casas de los Hermanos en la calle de San Pablo de Montreal. Podríamos decir que el hermano Cirilo me reclutó...". Con estas palabras el anti-papa Juan Gregorio XVII, se presentaba a sí mismo, a un periodista suizo, Albert Critin, el 20 de abril de 1980. La entrevista es uno de los pocos documentos en los que Gaston Temblay habla de sí mismo y de su portentosa aventura espiritual. 

Temblay, a la edad de 16 años, convencido por el "hermano Cirilo", decidió entrar en la "Comunidad de los Hermanos de San Juan de Dios". "Llegué allí en 1944 -nos dice-, tenía 16 años y permanecí durante ocho años"; durante todo ese tiempo, su única actividad consistió en cuidar ancianos. El día de su vigesimocuarto cumpleaños, el 8 de septiembre de 1952, decidió abandonar la Orden. No era una crisis de fé, sino una agudización de su fé. Durante esos ocho años, Gaston Temblay había dejado de ser Gaston Temblay para adoptar el nombre de "Hermano Juan". A partir del tercer año de estancia en la comunidad empezará a tener "revelaciones sobrenaturales". En 1949 llegará incluso a "ver" el rostro del Papa revelado por Dios.

El "Hermano Juan", entraba con facilidad en estados extáticos en el curso de los cuales "oía la voz de Dios". Sus biógrafos afirman que "tuvo una visión en la que Nuestro Señor le reveló Sus designios. Se veía en un prado inmenso, rodeado de cinco o seis mil religiosos, entre los cuales distingue a varios muy claramente. Entrega a cada uno una túnica. Todos estos religiosos entraban luego a una amplia iglesia donde destacaba un inmenso ostensorio. Una Voz decía: Tu ganarás para mí a todos estos". Esta y otras visiones le confirmaron en su misión de fundar una nueva comunidad religiosa. Las voces le advirtieron de las dificultades de la empresa: "Para esto, deberás sufrir humillaciones. Serás sacerdote, pero de un sacerdocio de ignominia como Yo en el Calvario. Serás obispo; tu mitra será una corona de espinas".

Estas revelaciones se irán convirtiendo en más frecuentes con el paso de los años. El "Hermano Juan", a pesar de su fe, queda profundamente turbado; no sabe lo que le está pasando... y hace lo único que le aconseja la regla de su comunidad, consultar discretamente con sus superiores. Estos, desde el principio, no dudan de que el "Hermano Juan", ha sido investido por un mandato divino: "Dios intervino y se produjeron muchos milagros para demostrar que no era yo el que inventaba eso. Los testigos vieron perfectamente que no era un hombre quien podía fabricar esto". Tras la aprobación de sus superiores, el "Hermano Juan" siguió la voz de Dios: "Me dijo que debía retirarme, que había que hacer la predicación en el mundo como en tiempo de los Apóstoles y que debía prepararme para ello". Consideraba aquellas visiones como una "enfermedad bochornosa" y apenas hablaba de ellas. Treinta años después, explicaba porqué que, gracias al apoyo de sus superiores y "viendo que las visiones se realizaron al pie de la letra", dejó de tener miedo a hablar y supo que eran verídicas.

Convencido de la trascendencia de estas revelaciones, en 1952 abandona a los Hermanos de San Juan de Dios. La primera entrevista que realiza una vez fuera de la comunidad es con el Arzobispo de Montreal, Monseñor Leger; el Superior de su comunidad le facilita una entrevista con el prelado a quien presenta su proyecto. En ese momento se produce un acontecimiento que, en principio supone un retraso para los proyectos del "Hermano Juan", pero que, a la postre, se convierte en su gran baza durante aquellos años. Monseñor Leger, abandona bruscamente su diócesis canadiense para ser nombrado cardenal, trasladándose al Vaticano; una vez allí, Monseñor Leger, que no alberga la menor duda sobre las visiones del "Hermano Juan", las relatará a Pío XII obteniendo de él la bendición para su proyecto el 13 de mayo de 1953. El "Hermano Juan" tiene las puertas abiertas para formar una comunidad, cuyo fin principal sea la "predicación del Evangelio íntegro". Pronto un sacerdote se unió a la comunidad. Apenas eran media docena de personas, pero se creían con la suficiente fuerza como para impulsar la "Comunidad de Jesús y María", nombre que habían adoptado. Un sacerdote canadiense encargado de velar por este tipo de congregaciones le dijo: "He tenido centenares de personas que han venido a verme para confiarme proyectos para organizar grupos religiosos y nunca me pronuncié. Usted es el único a quien le digo: Es la Voluntad de Dios. Si esto no le basta, vaya a ver a otro". Lo menos que puede decirse es que el futuro anti-papa, en un principio contó con el apoyo de las autoridades eclesiásticas.

A partir de esa fecha crucial, la vida del "Hermano Juan" da un giro espectacular. Adopta un estilo de vida que recuerda extraordinariamente el de los primeros franciscanos. "Ibamos de un lugar a otro para ayudar a las parroquias. Tuvimos innumerables persecuciones del clero católico romano, porque vivíamos en la pobreza absoluta y nuestra pobreza producía escándalo a tal punto que en varias ocasiones el obispo en cuya diócesis estábamos nos dijo: ''Lo que hacéis produce escándalo. Iros a otro sitio (...) Mi clero es muy burgués, no está preparado para aceptar eso''".

La pobreza -más que la austeridad- de la que hacían gala era extrema: "Cuando llegábamos a una casa, a menudo no había electricidad, ni agua, ningún mueble, nos acostábamos en tierra". Vivían de la caridad, mendigaban comida y vivían en casas alumbradas con velas. Sus vestidos apenas eran unas viejas sotanas remendadas. Carecían de todo, sus pertenencias cabían en pequeñas cajas de cartón; ni siquiera disponían de mochilas o maletas. "Eramos casi "hipies" anticipados -recuerda el "Hermano Juan"-, en fin, hacíamos mala cara"...

Y así transcurrirá la vida de aquel manojo de ascetas católicos, entre 1953 y 1958. !Cinco años de miserias y privaciones! Fréderic Luz, uno de los pocos investigadores que han dedicado su tiempo a indagar sobre la "Comunidad de Jesús y María", escribe sobre esos años: "Los testimonios de esta primera época son edificantes. Ni los detractores más obstinados han negado la pureza evangélica en la que se mueve la comunidad en esa época". 

Tras ese período heróico, el "Hermano Juan" es consciente de que la grandeza de los proyectos los que la Providencia le ha destinado -y de los que ha tenido conocimiento a través de sus visiones de juventud- tiene poco que ver con la vida que han llevado en los cinco años de vida de la comunidad. Si se trataba de demostrar que eran capaces de renunciar a los placeres y a los boatos de este mundo, ya lo han hecho, si Dios quería ponerlos a prueba, la prueba ha sido superada; insistir en la misma vía resultaría ocioso. A veces la austeridad y el ascetismo también pueden implicar un pecado de orgullo. Por lo demás, el "Hermano Juan" es consciente de que su cuerpo y el de sus correligionarios no puede soportar por tiempo indefinido tanta privación. Poco a poco, ven como sus barbas encanecen prematuramente y lo macilento de sus rostros suma veinte años a sus edades reales. "En 1958, un poco desengañado de todas mis aventuras que conllevaron tantas persecuciones, decidí venir a vivir aquí en el bosque para llevar una vida del todo retirada del mundo". Finalmente se establecieron en Santa Jovita, pero la situación no mejoró esencialmente. Hemos visto fotos de las primeras cabañas que les albergaron, toscas, de madera, con un brasero en el centro, pequeñas y de muy mediocre factura. Podían ser cabañas de los buscadores de oro del Yukon hace más de 100 años. La capilla no es mucho mejor. "Yo decía siempre: Las gentes felices no tienen historia. Deseábamos permanecer escondidos y desconocidos". No es de extrañar que en los tres años siguientes, la comunidad no progresase y que sus miembros fueran considerados como excéntricos por los presbíteros de las inmediaciones. Una cosa era la pobreza evangélica y otra el regresar a los tiempos heróicos del monacato cristiano. Tampoco había que exajerar.

En 1961 el "Hermano Juan" vuelve a dudar. Si antes eran mendigos itinerantes, ahora son mendigos asentados sobre una tierra fría y pobre. Tanto esfuerzo, tanta privación ¿para qué? La comunidad, con sus diez integrantes, era excesivamente pequeña como para poder traducir en una obra concreta las visiones extáticas del "Hermano Juan". Luego estaba la hostilidad del clero... " ¿Acaso estoy en la verdad? ¿Acaso Dios me ha pedido esto?" Por lo tanto le digo a mis compañeros: "Ustedes pueden irse". No querían marcharse". Una vez más, la Providencia vino en su ayuda: "El 8 de diciembre de 1961, soy confirmado de nuevo. La Virgen vino y me dio que estaba en la verdad y la hora llegó para que cumplan los designios de Dos. Ella dijo: "Esta comunidad que yo te pedí tomará cuerpo". "Ha llegado la hora de la obra anunciada pero de la que dudabas. Tendrás pruebas de que es el Pedro de los cielos quien lo quiere, hijo mío, será necesario subir al Calvario, pero no temas, Yo estaré cerca de ti".

Frederic Luz considera que esa visión de 1961 viene en un momento decisivo para la historia de la Iglesia moderna. En el período final del pontificado de Pío XII, resultaba evidente que la Iglesia empezaba a perder el ritmo de los tiempos. Si algunos ¿como Juan XXIII- experimentaron, ante tal perspectiva, la necesidad de convocar un Concilio, otros, como el "Hermano Juan" y algunos círculos cismáticos, empezaban a pensar que era imposible enderezar los caminos de la Iglesia desde dentro de la institución romana.

EL PADRE COLLIN, ANTIPAPA CLEMENTE XV

En marzo de 1961 un amigo de la "Comunidad de Jesús y María", visitó el Monasterio de Santa Jovita; estaba enfermo y quería peregrinar a Lourdes y Roma con la esperanza de ser sanado; necesitaba a un acompañante que le llevara las maletas, lo acompañara y, finalmente, le ayudara en los desplazamientos, tarea que le propuso al "Hermano Juan". Con el pasaje en el bolsillo, ya en Montreal, supo que el Padre Michel Collin llegaba al Canadá ese mismo día. El "Hermano Juan" había conocido a un oblato que desde algunos años propagaba la existencia de un papa escogido, no por un colegio cardenalicio, sino, directamente por Dios y que correspondía al anunciado en los mensajes marianos de Fátima. Ese mismo oblato le había hablado del Padre Collin como de ese elegido por Dios y fue él quien se lo presentó ese mismo dá. "Cuando le vía, reconocí perfectamente que era el hombre que se me había señalado en mi visión de 1949, 12 años antes".

Del Padre Michel Collin se contaban maravillas. Se decía, por ejemplo, que era un estigmatizado de nacimiento y que había nacido con una cruz en el pecho, como San Roque. Esa cruz, bien diseñada y con los brazos perpendiculares y rectilíneos, sangraba y era la señal de su elección por Dios. Lo cierto es que nació el 14 de septiembre de 1905 en Béchy (Mosela). Su madre fue considerada por algunos como "mística" y, desde muy, pequeño, inculcó a su hijo la convicción de que su destino natural era alcanzar el papado y renovar la Iglesia. Dijo haber tenido visiones desde muy niño en una época en la que ignoraba que se tratase de "fenómenos paranormales". Una infancia como ésta solo podía terminar en el seminario. Una inoportuna neumonía doble lo colocó al borde de la muerte, atribuyó su curación a un milagro de la Virgen del Sagrado Corazón. Este hecho determinó que se uniera a los Padres del Sagrado Corazón realizando votos el 13 de junio de 1929. Frederic Luz recuerda que "fue ordenado Sacerdote en Lille, el 9 de julio de 1933, por el cardenal Liénart (prelado que reconocía su militancia masónica y que consagró a Monseñor Lefebvre, por lo que algunos integristas han considerado inválido al "obispo de Econe")".

En 1935, el Padre Collin, había fundado "La Comunidad de los Apóstoles del Amor Infinito", de la cual era Superior General. Cuando se produjo esta fundación "algo" había ocurrido. Era el 28 de abril de ese año, festividad de Louis Marie de Montfort, que en vida anunciara la futura llegada de los "Apóstoles de los últimos tiempos". Ese día el Padre Collin afirmó haber sido consagrado obispo en el curso de una misa celebrada por Jesucristo en persona. Su consagración no había llegado aún a oídos del Vaticano y, durante los años de la Segunda Guerra Mundial, el Padre Collin y su congregación se encargaron de varias parroquias. En esa época, hacia 1942, Collin fundó los "Foyers Cénacles" (literalmente, hogares o núcleos de adoración) que querían ser réplicas de la iglesia primitiva. Una veintena de "cruzados" exhortaron a las familias católicas a la creación de estos núcleos en la región de Montmeryran.

Al parecer, el Padre Collin, optó por sumarse a la resistencia francesa, acto por el cual los miembros de su comunidad fueron considerados hostiles al ocupante alemán. Muchos terminaron en la cárcel o en campos de concentración. Finalmente, el sacerdote fue detenido y deportado a un campo de concentración donde pudo salvar la vida evadiéndose poco antes del momento en que debía ser ejecutado. Tras la guerra, los "Foyers" quedaron reducidos a la nada; solamente sobrevivieron unos cuantos sacerdotes, bastante ancianos por lo demás.

Entre la fecha de su abandono de la Congregación de los Padres del Sagrado Corazón en 1946 y su reaparición el 7 de octubre de 1950, no quedan huellas de su actividad; ni sus agiógrafos, ni sus críticos logran establecer qué hizo exactamente el Padre Collin entre esas fechas. Se sabe -por que él mismo lo comenta- que estando en Sorrento la Santísima Trinidad en pleno le anunció que sería coronado Papa con el nombre de Clemente XV, tras el fallecimiento del sucesor de Pío XII, Juan XXIII.

A pesar de estas grandezas, hacia 1961, lo cierto es que su comunidad estaba reducida a la mínima expresión. Fue entonces cuando entró en escena Gaston Temblay, el "Hermano Juan"; el canadiense parecía la persona adecuada para revitalizarla, pero para ello había que "arreglar" su situación religiosa, pues no en vano todavía era un laico. A todo esto, Clemente XV, sin utilizar todavía este nombre exteriormente, se había instalado en un pequeño pueblo lorenés, Clemery, instalando allí su cuartel general. Junto con sus dos compañeros, los padres Césard y Althofer, instalaron un pequeño oratorio en el que veneraban una estatua milagrosa de la Virgen. El lugar pasaría a ser, primero el Santuario de Santa María Co-Redentora y, más tarde, el "Pequeño Vaticano". La armonía tardó poco en romperse, Collin excomulgó a sus dos socios, acusándoles de estafa y malversación de fondos. El 3 de junio de 1963 fallecía Juan XXIII y solo seis días después Collin se proclamaba oficialmente Papa.

Pocos meses después, en Clemery, el "Hermano Juan" fue ordenado sacerdote por el "Padre Collín", que, antes había sido consagrado secretamente obispo de Francia. Por este mismo acto, el "Hermano Juan" se transformó en "Padre Juan" y unió su comunidad a los "Apóstoles del Amor Infinito"; el Padre Michel Collin renunció al título de Superior General de la Comunidad, a favor del "Padre Juan". Poco después, lo consagraría también obispo. En 1962 sería ordenado cardenal. El "Padre Juan" lo cuenta así: "Primero ordenado sacerdote, consagrado obispo y creado cardenal. Nuestro Señor Jesucristo hizo cosas mucho más de prisa. Escogió a sus apóstoles que eran pescadores y les hizo príncipes de la iglesia solamente con estas palabras: "Haced esto en memoria Mía". Esto bastaba".

Gaston Temblay, no debía ignorar que sus relaciones con "Clemente XV" equivalían a una ruptura con la Iglesia. Desde 1951, el Padre Collin se había hecho acreedor del interdicto vaticano. El 17 de enero de ese año la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe le desposeyó de su estado de sacerdote, reduciéndolo a "hombre común", por haber "violado las reglas del Canon Sagrado". La Congregación fue igualmente disuelta "y se le prohibió reconstruir el Instituto de los Apóstoles del Amor Infinito que había pretendido fundar sin la aprobación de la Autoridad eclesiástica competente". Cinco años después, el Vaticano renovó la condena alegando que engañó la "fuena fe de algunos eclesiásticos e institutos religiosos de mujeres y se atrevió a oficiar la Santa Misa tras ser reducido a estado secular", por que el Vaticano se veía obligado a alertar sobre su estado de ex-sacerdote excomulgado. Collin, tras este drástico aviso, se sometió pero nada impidió que redoblara su actividad cismática en los años siguientes. Frederic Luz recuerda que en 1957, Collin, a la búsqueda de una consagración episcopal más concreta que la que le había concedido el Espíritu Santo, fue ordenado obispo por Cyprien Dangé de la Iglesia Católica Liberal (otra iglesia cismática de origen teosófico).

Como quiera que la actividad del Padre Collin en esos años, en lugar de disminuir, fue creciendo, en 1961, el Vaticano publicó un nuevo documento de condena recordando los antecedentes del caso y acusándolo de "contumaz desobediencia"; las medidas que pesaban sobre él fueron endurecidas con el interdicto "ab ingressu ecclesiae" que, según el Canon 2277, le prohibía celebrar o asistir a un servicio religioso e incluso ser enterrado en suelo sagrado. Así pues, Gaston Temblay no debía albergar ninguna duda: relacionarse con el ex-Padre Collin, implicaba autoexcluirse de la Iglesia.

LA CORONACION DE UN NUEVO PAPA: JUAN GREGORIO XVII

Hacia mediados de los años 60, "Clemente XV", inicia su "deriva doctrinal". Su comunidad había llegado a las 25.000 personas, sus boletines y publicaciones alcanzaban varios miles de ejemplares de tirada y su éxito era innegable entre congregaciones femeninas centroeuropeas, especialmente en el sur y oeste de Alemania, en Austria y en un salpicado de comunidades francesas. Pero, a partir de ese momento, y especialmente en sus últimos años, el anti-papa se interesó por los extra-terrestres, la ufología, atribuyendo un carácter escatológico a las apariciones de OVNIS. Recién inaugurados los años 70, la comunidad inició un lento declive: algunos de quienes le habían apoyado hasta ese momento, volvieron al redil romano, aunque fuera en sus márgenes y otras comunidades simplemente se disolvieron.

La Comunidad de Santa Jovita, a todo esto, será igualmente puesta en entredicho, a pesar de que a partir de 1967, las relaciones con el anti-papa lorenés se interrumpirán en 1967 precisamente a causa de la "deriva doctrinal" a la que hemos hecho alusión. La Comunidad, que cambió su nombre por el de "Apóstoles del Amor Infinito", se escinde y el "Padre Juan?" a la hora de orientarla, vuelve a estar atento a los mensajes divinos que, poco a poco, le van desvelando los rasgos específicos de su misión.

El 29 de septiembre de 1971 en Santa Jovita, el  ya "Obispo Juan" es elevado a la dignidad de Pontífice y Papa de la Iglesia por ocho obispos que él mismo ha consagrado. Gaston Temblay ha aducido siempre como argumento para su elección el haber sido confirmado por el Padre Collin y recibir su sucesión: "Antes de morir, este Padre Michel Collin me pasó la sucesión. Tengo conmigo el documento y cualquiera lo puede ver. Hay seguidores de Padre Collin que no quisieron aceptar este nombramiento, sobre todo entre los europeos porque hubieran querido fuera un europeo que sucediera al padre Collin y no un pequeño canadiense. Pero el padre Collin me dijo: "Es usted quien es mi sucesor. Lo sé por revelación divina. Y muchos misticos fueron advertidos de este hecho en diferentes países"

Sin duda, el documento de sucesión al que se refiere el nuevo anti-papa, fue emitido por el Padre Collin, con anterioridad al enfriamiento de relaciones en 1967. A pesar de que en entrevistas y declaraciones públicas, el anti-papa canadiense evite cualquier tipo de declaración contraria a su antecesor lorenés, lo cierto es que la elección del primero es anterior en tres años a la muerte del segundo y que solo una fracción pequeña de la comunidad creada por el "Clemente XV", siguió al que se tenía como su sucesor. Los partidarios de éste, al morir, se dividieron en dos sectores, uno de ellos dirigido por una mujer, a la que, todavía hoy, se conoce en la región de Clemery como "la Papisa". En cualquier caso, la polémica pertenece a la pequeña historia del grupo y es típica de la situación movediza en la que discurre la vida de los pequeños grupos religiosos integristas.

El nuevo anti-papa ha negado siempre que la coronación fuera idea suya. Si bien tenía la carta de legitimidad de "Clemente XV", y las visiones proféticas de unos o de otros, Gaston Temblay no eligió ser coronado anti-papa en esa fecha; fue proclamado por los suyos. El lo cuenta así: "La comunidad misma, a mis espaldas, preparó una tiara y toda una ceremonia de coronación y cuando me enteré que estaban preparando esta ceremonia, me evadí y abandoné los lugares. Se las arreglaron bien una segunda vez y lograron coronarme. Quisiera o no, hubo de llevarse a cabo. La ceremonia se hizo con gran sencillez, pero llegó a oídos de los periodistas que se apresuraron a hacer grandes titulares en los periódicos. Dieron una gran resonancia a esta pequeña ceremonia muy sencilla que se hacía en el interior de la comunidad. Habría quizás, dos o trescientas personas. Estaba lejos de ser la coronación de los papas en Roma, en todo su esplendor y pompa. La tiara quizás costó unos dólares. Yo llamo eso una tiara de papel arrugado. No era algo de gran valor, pero parecía sin embargo, bastante bien. Hubo mucho amor en la preparación de esa tiara".

Desde su coronación el nuevo anti-papa está rodeado por un consejo compuesto por doce cardenales: "No tienen la púrpura romana, no salen con vestidos rojos; son sencillamente hermanos en la comunidad. Los puede encontrar trabajando en el montón de estiercol. Son, sin embargo, cardenales de la Santa Iglesia. No se pavonean con ese título, es un rol espiritual. Es menester que la iglesia vuelva a ser espiritual. Es como un reto y yo sé que Dios está con nosotros y sé que la Iglesia se verá obligada a reconocer que esta misión nos ha sido dada por Dios".

LA COMUNIDAD DE SANTA JOVITA

La vida en Santa Jovita no es ninguna bicoca. El clima es duro en el lugar; frecuentemente hay heladas incluso en julio y agosto. Es relativamente frecuente que las berzas se congelen en septiembre. Las primeras cabañas de madera se han transformado en un austero y gigantesco monasterio que en el momento actual alberga a casi 500 personas y está en contínuo crecimiento.

El día empieza para los monjes y monjas a las 5:30 con el toque de diana. A las 6:00 se inician los Oficios Divinos. El oficio de Prima, seguido de la Misa conventual termina a las 7:30. Se desayuna hasta las 8:00 y luego cada cual va a su trabajo. No existen ociosos en Santa Jovita; es posible ver a un obispo en ropa de trabajo colocando tochanas o a un cardenal trabajando en la imprenta. Las barbas son largas, las túnicas austeras, si bien, los monjes han aprendido la lección y no llegan hasta los extremos de los primeros seguidores del "Hermano Juan", cuando las túnidas debían estar remendadas hasta la saciedad o de lo contrario, eran tenidas como signo de ostentación. Al medio día se canta el Angelus y a las 12:30 se almuerzo. Durante cinco minutos se realizan lecturas sagradas, tras las cuales los monjes y las monjas pueden hablar entre ellos. Terminada la comida cada cual vuelve a su trabajo; algunos estudian hasta las 6, hora de cenar. El período de esparcimiento dura tres horas más; el toque de queda es a las 21 horas. En esas tres horas, unos estudian, otros rezan, algunos meditan sobre lecturas espirituales o bien, simplemente, oran. Así es el día en Santa Jovita. Hemos visto varias decenas de fotos del lugar. Los monjes mas ancianos tienen las barbas blancas y, como los jóvenes, ostentan la tonsura. Hay monjas de todas las edades, algunas de increíble belleza. En todos ellos destaca una mirada enérgica y decidida, tras una expresión relajada y bondadosa. El monasterio es austero, nada que ver con el pretencioso Palmar de Troya o la grandiosidad vaticana. Cuando uno examina con detenimiento las fotos de la vida en el lugar, se hace una idea de cómo podían discurrir los días en las comunidades benedictinas o franciscanas, hasta no hace mucho.

El funcionamiento de la Comunidad, el pago de créditos, la construcción de nuevas alas e instalaciones del monasterio, la manutención de los monjes y monjas, los gastos generales, cuestan una media de 5000 US$ diarios. Pero aquí apenas hay sombra de ingresos inconfesables, financiaciones ocultas o aportaciones anómalas. Existe un valor equivalente al oro: el trabajo. Quien llega a la comunidad con conocimientos de mecánica se encuentra inmediatamente trabajando en el taller, si es albañil o maestro de obras, ya sabe la tarea a la que se va a dedicar. Un buen día llegó a la comunidad un impresor. Desde entonces, en el terreno de las artes gráficas, la comunidad no es solo autosuficiente, sino que además, realiza encargos para el exterior. Pero incluso a los hijos de los burgueses de Montreal, a los proletarios de Quebec, les es fácil aprender a cultivar la tierra, cuidar la granja y el corral, tardan poco en aprender a muñir una vaca y en manejar un tractor para cultivar grano. "Santa Jovita" es una comunidad, casi autosuficiente, capaz de prestar algunos servicios al exterior.
El grupo originario consiguió extenderse por Canadá, especialmente en la parte francófona, tiene sucursales en Ontario, Toronto, Winnipeg, Edmonton, Vancouver, Victoria y muchas casas en la provincia de Quebec; también ha penetrado en profundidad en los Estados Unidos, contando con una red de varios miles de simpatizantes que "constituyen un núcleo sorprendentemente vivo y activo". La Iglesia Católica reaccionó mal ante este crecimiento y llevó en varias ocasiones a la Comunidad ante los tribunales. A pesar de todo la Santa Jovita ha ido ganando influencia en el medio integrista francófono. Cuatro obispos ordenados por Monseñor Ngo-Dinh-Thuc, sostienen la causa de Juan-Gregorio XVII y una docena más pertenecen a la "Orden del Magnificat de la Madre de Dios" ligada a la comunidad, junto a ochenta sacerdotes. Existen otros núcleos perfectamente asentados de la "Comunidad de los Apóstoles del Amor Infinito" en Guadalupe, en Puerto Rico, Santo Domingo y Guatemala. Desde Puerto Rico se organiza la difusión en los países de habla española.

La comunidad está dividida en varias categorías. Los "Apóstoles" realizan los votos clásicos de pobreza, obediencia y fidelidad, los otros son "Discípulos". Los primeros tienen hábito religioso, los Discípulos solamente se distinguen por un uniforme característico distinto; las religiosas, por su parte, visten de azul y las "Damas", que no han realizado los votos, llevan un uniforme marrón.

EL SACERDOCIO FEMENINO

Uno de los primeros miembros de la Comunidad de Santa Jovita, fue una anciana de 74 años, ya viuda. A esta buena mujer se le encargó de velar por la contabilidad y la estructura administrativa de la comunidad, tarea que desempeñó incesantemente y con una energía juvenil durante los 20 años siguientes hasta que murió a los 94 años. Y es que las mujeres siempre han tenido un papel especial en la "Comunidad de los Apóstoles del Amor Infinito".

Uno de los aspectos que, sin duda, más llama la atención a los observadores es que esta comunidad, a pesar de su aparente integrismo, ha instaurado un sacerdocio femenino. Se trata, ciertamente, de un sacerdocio atenuado y sub conditione, pero sacerdocio al fin y al cabo. Para justificar esta medida "Juan Gregorio XVII", buscó hábilmente argumentos teológicos en las cartas de Pablo. El "gran converso", sostenía enigmáticamente que el bautizado no es "ni hombre ni mujer" (en un concepto que sin duda derivaba de las antiguas escuelas de misterios y se remontaba al mito platónico del andrógino). En sacramento, por lo demás, va dirigido al alma, no al cuerpo, y mientras que éste si tiene sexo, el alma no. Por lo tanto, quien imparte los sacramentos no es un cuerpo -mero instrumento- sino un alma situada más allá de la sexualización. Con todo, las sacerdotisas de la Comunidad están autorizadas a decir misa bajo dos condiciones: lo deben hacer de rodillas y solamente para miembros femeninos de la comunidad. Se procura que la ordenación sea conferida sólo a "damas maduras y discretas". No están autorizadas para ejercer un ministerio público y solo pueden desempeñar funciones en el interior de la Comunidad.

El camino hasta llegar a la aceptación del sacerdocio femenino no estuvo exento de dudas y dificultades: "Esto nos fue pedido por Dios -explica "Juan Gregorio XVII"-. Personalmente yo era un poco conservador y este asunto de mujeres sacerdotes me contrariaba mucho. Era algo amargo de tragar. Se habían descubierto ciertos documentos que había antaño mujeres obispos, mujeres sacerdotes, pero eran casos excepcionales. Hay hasta una Bula del Papa Pascual III que sanciona excomunión hecha por una Abadesa que tenía autoridad sobre el clero (...). A fin de cuentas el sacramento se imparte al alma. La Sagrada Escritura dice: "No hay varón o hembra ante Dios". El sexo es un accidente en el tiempo".

LAS SOMBRAS DE UNA COMUNIDAD

Pero no todo son luces en la comunidad fundada por Gaston Temblay. En 1967 un sacerdote de la "Comunidad de los Apóstoles del Amor Infinito" llegó a Omaha, Nebraska y contactó con una familia católica del lugar, era la familia de Brenda. Brenda aun no había nacido. La familia entera, tíos, cuñados, los seis hijos del matrimonio, todos, vendieron sus pertenencias y se fueron a Santa Jovita convencidos de que el Apocalipsis se acercaba y que la comunidad constituía una especie de "Arca de Noé" salvífico. Brenda nació en 1969 y allí permaneció hasta los 17 años. Nos ha dejado un testimonio conmovedor de lo que dice haber visto allí.

El relato de Brenda ocupa ocho apretados folios a un espacio y ha sido publicado en Internet. Su lectura es estremecedora. Solo que, como en el caso de las visiones el "Hermano Juan", se trata de un artículo de fé: hay que creer su visión que, a la postre, adolece de exajeraciones notorias como cuando habla de las misas negras que se realizan allí, los cultos diabólicos, para, acto seguido, explicar que se realizaban exorcismos.

De lo que no cabe duda es que que "Brenda" sufrió en el seno de la comunidad; recuerda vagamente a esos niños que se han criado en un internado y guardan un mal recuerdo de él. En ocasiones el relato de Brenda es confuso, a veces, ellas misma, reconoce que no recuerda muy bien, que sería necesario que le aplicaran hipnosis para que pudiera recuperar recuerdos. Brenda alude a torturas sexuales, abusos por parte de las monjas, castigos humillantes, en el fondo muy similares a los que han denunciado algunos miembros de otros grupos sectarios. Se queja, así mismo, de banalidades que pueden resultar incómodas, como no utilizar la televisión o no enseñar a las niñas a acicalarse.

Lo posible se junta con lo inverosímil en las 10 páginas del testimonio. Desconocer otros rasgos personales de Brenda impide valorarlo en su justa medida. Si es cierto, en cualquier caso, que la Comunidad de Santa Jovita tiene rasgos similares a los de cualquier otra secta, y en tanto que tales, rasgos preocupantes. Si es cierto, igualmente, que Gaston Temblay acabó en la cárcel por denuncias interpuestas por padres de jóvenes que ingresaron en la Comunidad. El ambiente de un grupo cerrado, que se siente diferente a cuanto le rodea, no es el marco más adecuado para el crecimiento de un niño. Brenda cuenta -y no hay motivo para dudar que así fuera- que a los cinco años, junto con otro infante de la comunidad, pensó seriamente en suicidarse. Finalmente optaron por no llevar a cabo sus planes y suscribir un acuerdo de fidelidad mutua, quien lograra salir antes de la comunidad, procuraría por todos los medios sacar al otro.

Santa Jovita es como cualquier cenobio del pasado. Está en el presente, pero hay algo en él que remite al ayer. Nadie ha dicho jamás que la vida en los monasterios sea fácil... Las reglas de la mayoría de comunidades monásticas prescriben que los abades o priores deben estar alerta de las tendencias de sus monjes y monjas, y enseñarles a renunciar.

Por otra parte, no hay que olvidar que en los años 80 apareció en EE.UU. el movimiento de los "Survivors", significativo del estado de espíritu de la civilización norteamericana. Los "Survivors" eran adolescentes que declaraban haber sido objetos de vejaciones sexuales y malos tratos en el curso de rituales diabólicos en los cuales, sus padres los habrían entregado a sectas satánicas. Tales rituales eran tan traumáticos que los "survivors" (se llamaban así por haber "sobrevivido" a los ritos nefandos...) olvidaron conscientemente cualquier detalle de los mismos y solo eran capaces de recordar algo en el curso de hipnosis regresivas. Desde que un tribunal norteamericano encarceló a unos padres acusados por sus propios hijos de haberlos sometido a ultrajes en el curso de rituales e incluso de haber asesinado a un hermano, los "survivors" aparecieron en todo el territorio de los EE.UU. Hasta que alguién se preocupó de investigar seriamente los hechos... La conclusión a la que llegaron las distintas encuestas es que los "survivors" lo habían inventado absolutamente todo, que, por mecanismos inconscientes y por la dinámica propia de las terapias regresivas, se habían creado "falsos recuerdos" que no eran sino proyecciones de sus propios temores y miedos. El testimonio de Brenda, hubiera sido más convincente, si no hubiera incluido todo el cortejo de horrores que contiene. Excesivos para ser ciertos y para que el cuerpo de adolescentes pudiera resistir los castigos y las puniciones sin enloquecer, o morir de agotamiento.

Pero, exajeraciones aparte, repetimos, no podemos perder de vista, el carácter sectario de la Comunidad fundada por Gaston Temblay, aun cuando él mismo rechace este carácter, como, por lo demás, tiende a realizar cualquier movimiento del mismo estilo. Y es que, en definitiva, un análisis extremo de la realidad cotidiana, realizado bajo el prisma uniformizador de una ideología reduccionista, lleva necesaria y directamente a estructuras sectarias, peor aceptadas sobre todo por adolescentes que no han pedido ingresar en ellas voluntariamente, sino cuya incorporación ha sido decidida unilateralmente por los padres.

EL PAPADO ROMANO VISTO POR SU REFLEJO

Contrariamente a lo que sería de esperar, "Juan Gregorio XVII" nunca se ha mostrado excepcionalmente beligerante contra Roma, incluso ha elogiado algunos aspectos del pontificado de Juan Pablo II. Los juicios de los "sedevacantistas" o de Monseñor Lefevre eran, por lo general, mucho más duros. Leyendo algunos escritos emanados por la Comunidad de Santa Jovita o del propio "Juan Gregorio XVII" se percibe una actitud psicológicamente significativa: por una parte se sitúan fuera de la Iglesia Católica y al margen de la férula del papa de Roma, pero por otra, una parte de sí mismos, sigue tomando al Vaticano como referencia.
Si Pío XII había bendecido a la comunidad, su sucesor, Juan XXIII, mantuvo -si hemos de creer al "Hermano Juan" en la entrevista tantas veces mencionada- cierta relación con ella. Es imposible comprobar si lo que afirma el "Hermano Juan" al respecto es cierto, falso, o si se trata de una fábula insertada por terceros. Parece difícil que, durante su corto pontificado, Juan XXIII hubiera tenido tiempo de algo más que preparar el Concilio Vaticano II, y hoy en el Vaticano dicen desconocer si hubo algún contacto en la época. El "Hermano Juan", sostiene que los contactos con Juan XXIII se realizaron a través de un sacerdote que se niega a identificar pero del que da pistas abundantes para poder ubicarlo: "...era un amigo de Juan XXIII que él había conocido cuando era Nuncio Apostólico en Francia. Cuando fue nombrado Papa trajo a ese religioso al Vaticano y lo hizo uno de sus colaboradores más cercanos, pero un poco entre bastidores". Nos ha sido imposible identificar la identidad de este "religioso", y dejamos el trabajo para los "vaticanólogos" especialistas en bucear en los complicados entresijos de su historia reciente. Igualmente imposible es acreditar, por otro testimonio que no sea el del propio "Hermano Juan", las comunicaciones que el Papa envió a la comunidad: "Juan XXIII nos alentó. Aun cuando el obispo local nos condenaba, el Papa nos hizo saber secretamente por alguien del Vaticano que era nuestro amigo y a través de quien podíamos tener comunicación directa con el Papa, nos hizo saber que nos enviaba su estimulo y que él sabía que la iglesia sería salvada por medios del todo inesperados. El papa Juan XXIII sabía que la rehabilitación de la Iglesia se había fuera de los medios establecidos, pero no podía manifestarlo públicamente".

Cierto, falso o intoxicación de terceros, lo cierto es que tras Juan XXIII, no vuelven a tener otro contacto con el Vaticano. Paulo VI es, sin duda, la figura que más critican. Un miembro de la comunidad católica disidente escribió estas líneas que fueron leídas por el presentado Jean-Paul Plante en el curso de una entrevista: "Mientras el pobre Clemente XV era burlado y menospreciado hasta el último grado y aun encarcelado en París como un vil criminal, vuestro glorioso Pablo VI era coronado con una hermosa tiara que le había costado 110.000 US$ y sobre la cual se leía la inscripción "Vicarius Filii Dei". Usted sabe que algunas letras tienen un valor numérico en numeros romanos. Calcule lo que se encuentra en la inscripción "Vicarius Filii Dei" y la suma le dará 666 (...) Fíjese que en latín, la U está sustituida por V, fíjese también que Pablo VI fue elegido en 1963 y que dos años antes de su elección, mandó preparar su tiara en Milán, elección que había sido planificada por el Cardenal Spellman de New York, quien distribuyó en cantidad hermosos billeres verdes a los cardenales durante el cónclave".... El argumento no era nuevo, había sido publicado por primera vez por el abate Georges de Nantes, líder de la "Liga de la Contra-Reforma Católica" en su revista.

La crítica que "Juan Gregorio XVII" realiza al Vaticano es sensiblemente diferente a la de Lefevre. Mientras que el antiguo obispo de Dakar, reprochaba fundamentalmente al Vaticano haber adulterado los ritos, esto era secundario para "Juan Gregorio XVII": "No es lo peor del Vaticano II querer simplificar la liturgia. El concilio no hizo solo cosas malas, quiso hacer la religión más sencilla. Tenía buenas intenciones. Como se ve, la forma en que procedieron en ciertos casos, es discutible. (...) La iglesia en el Concilio quiso aligerar un poco la carga. Cuando yo era niño los obispos llevaban largas colas. Pío XII, en un momento dado, pidió a todos los obispos recortar las colas". Una de las medidas del anti-papa canadiense fue simplificar la liturgia, pero conservó el canto gregoriano.

"Juan Gregorio XVII" hizo causa común con los cardenales de la curia vaticana que terminaron enfrentándose con Paulo VI. Recordaba el episodio en el que los cardenales Ottaviani y Bacci hicieron circular panfletos en la ciudad de Roma advirtiendo a los feligresos que tuvieran cuidado con el Papa que había caído en el error. Las autoridades vaticanas, según "Juan Gregorio XVII" arreglaron el asunto diciendo: "Son cardenales ancianos que han vuelto a la infancia. No se puede tomar en cuenta lo que dicen".

A poco de morir Paulo VI, "Juan Gregorio XVII" pasó un período de cárcel a causa de una familia que acusó de secta a su comunidad y de tener bajo secuestro a uno de sus hijos. El episodio no merecería destacarse, salvo por que uno de los funcionarios de prisiones denunció que con anterioridad a la muerte de Juan Pablo I, el preso le había comentado que el nuevo Papa moriría en breve y que su pontificado no duraría más de un mes, palabras que luego resultaron proféticas. La explicación que el anti-papa quebequés dió cuando fue preguntado al respecto, resultó decepcionante: "Bien, yo lo había oido, y lo repetí. Generalmente yo no quiero decir lo que oigo, sobre todo cuando no son cosas buenas. Prefiero mejor no decirlas, pero se me escapó". La respuesta es lo suficientemente ambigua para que unos piensen que se trató de una revelación divina, otros de una confidencia de alguna jerarquía vaticana, y otros, acaso, de mera casualidad. Sea como fuere, lo rigurosamente cierto es que el caso se comentó en la prensa canadiense y dió mucho que hablar en su momento.

La actitud de "Juan Gregorio XVII" en relación a Juan Pablo II diferencia entre el hombre y la institución. El hombre, la persona de Carol Wojtyla, es valiente honesto, pero ha sido elegido por un cónclave de cardenales, la mayoría de ellos, elegidos fraudulentamente y, por tanto, su situación es falsa. Por lo demás está al frente de una "misión imposible"; ya desde las profecías de La Salette se alertaba sobre la situación del clero, su progresivo abandono y la degeneración de la institución sacerdotal; éstas han proseguido en las décadas diguientes hasta descomponer por completo a la Iglesia; hoy ya no hay nada que hacer, intentar reformarse "sería como poner una capaplasma sobre una pierna podrida, cuando hay que amputarla".
La descomposición de la Iglesia se muestra, entre otros signos de los tiempos, en la obstinación con que los últimos Papas, desde Juan XXIII, ocultan el Tercer Secreto de Fátima. ¿Por qué esa negativa reiterada a hacerlo público? Por que, al decir de "Juan Gregorio XVII" y antes que el, en opinión de los partidarios del Padre Collin, el mensaje de Fátima anunciaba una intervención directa de Dios en la Iglesia, para detener su proceso de desintegración; tal intervención se centraba en el envío de un Papa providencial, elegido por Dios, en lugar de por el degradado Colegio Cardenalicio; ese Papa era "Clemente XV", el Padre Collin. Esta una parte del "secreto de Fátima" y por su carácter las autoridades eclesiásticas en aprietos con ese secreto de Fátima, no quieren divulgarlo. El resto del "secreto" tiene un marcado tinte apocalíptico. "Juan Gregorio XVII" es uno de los pocos que afirma conocerlo y, como los demás, se muestra extremadamente prudente sobre su contenido, si bien coincide en afirmar que se trata de un mensage apocalíptico: "Puedo decir que se trata de verdaderamente de una intervención de Dios en la Iglesia y cosas muy tristes van a pasar"... Poco más queda por decir, o se acepta la veracidad de las afirmaciones -temerarias en ocasiones- de "Juan Gregorio XVII", o bien se le tiene por un loco más que compite en lo que se ha dado en llamar "el mercado de la tíara".

El problema del "Hermano Juan", luego "Padre Juan" y, finalmente, "Juan Gregorio XVII", ha sido que ha nacido en un tiempo de escepticismo generalizado y sobre todo en el que, en un lugar de España se coronaba otro antipapa, precisamente con el mismo nombre que él. Clemente Domínguez el "vidente" de El Palmar de Troya se autocoronó Papa a mediados de los años setenta, cuando Gaston Temblay llevaba ya cinco años su triple corona de Pedro. Hasta ese momento el anti-papa canadiense había firmado sus escritos con el nombre de "Gregorio XVII", pero tras el esperpento palmariano debió de cambiar. "Hay en España -dijo el anti-papa canadiense- otro que dice haber recibido esta misión y pretende que Dios le ha dicho que él también sería Gregorio XVII. Por lo tanto (riendo) tengo mi "rival" en España: un hombre llamado Clemente Dominguez Gómez. Yo le dije: "A fin de cuentas, no es un concurso de belleza, mi querido amigo. Le cedo mi puesto. Si eso pudiera ser cierto que es usted el bueno, pues bien, Dios mío, yo sería liberado de esa cruz".

En realidad, la Iglesia romana resultó más beneficiada que otra cosa de la increíble aventura de Clemente Domínguez.

Es difícil juzgar a "Juan Gregorio XVII". Si bien sus cartas de legitimidad son discutibles, pero hay algo en él, difícil de definir, que implica un roce con lo sobrenatural, pero sobre todo hay algo en el núcleo de su personalidad profundamente "auténtico". No olvidemos que desde su más lejana juventud es un "hombre de Iglesia", y más que eso, es un monje, casi un monje-guerrero. En sus declaraciones públicas hace gala de tal modestia y humildad que uno se pregunta si está ante un loco, ante un mentiroso genial, o ante un verdadero Papa surgido en un tiempo de crisis.

El escritor católico francés y heraldista, Frederic Luz, a pesar de realizar algunos objeciones a las reformas litúrgicas del anti-papa canadiense y dudar de la legitimación de su consagración apostólica, no tiene inconveniente en reconocerle indudables valores. Escribe Luz: "He tenido ocasión de consultar nuevos documentos y sobre todo conocer al Padre Juan Gregorio: un hombre simple, tolerante y de profunda espiritualidad que tendrá ciertamente un papel importante en la terrible crisis que afectará a la Iglesia tras la desaparición de Juan Pablo II". Es misma sensación que nosotros mismos hemos experimentado al leer los documentos y la portentosa historia del anti-papa canadiense.

Luz no tiene inconveniente en conceder sin comillas ni ironías el título de "Padre" a Gaston Temblay, y lo prefiere a cualquier otro. Y es que lo que más en contra juega de la imagen y de las pretensiones de "Juan Gregorio XVII" es su título de "papa"; probablemente si se hubiera limitado a crear una comunidad tradicionalista en el seno de la Iglesia, hubiera contado rápidamente con seguidores entre los católicos más conservadores. Sin embargo, el título de "papa" o "anti-papa" genera recelos inmediatos e insuperables entre los fieles católico-romanos, por conservadores que sean. Con todo, ya hemos visto que la comunidad ha progresado, especialmente en el área francófona y en Centroamérica y en el momento de escribir estas líneas, está en pleno dinamismo.

"Juan Gregorio XVII" es consciente de la correlación de fuerzas y de la desproporción de su enfrentamiento con el Vaticano: "Mi situación es, más o menos, la de una pequeña pulga que se hallaría sobre el asfalto y quisiera parar un autobús. Lo que hay que hacer en la cristiandad y en el mundo sobrepasa las proporciones humanas. Si no tuviese la fe que Dios me ha dado, estaría desesperado, porque no hay solución".

Ni siquiera cuando se le recuerdan los ataques o burlas de que ha sido objeto demuestra la soberbia o la megalomanía de que hace gala su competidor andaluz, Clemente Dominguez; suele decir, "un poco de estiercol sirve para abonar el jardín". Quizás por eso, su comunidad florezca y se desarrolle...

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