nfokrisis.- ¿Quién se acuerda de la llamada “masacre de los 10 mandamientos”, a fin de cuentas se trató de un “drama africano” de esos que, a fuerza de repetirse, ya ni siquiera nos llaman la atención. Pero en 2000, cuando trabajaba en la revista Nuevos Horizontes, un episodio como éste nos interesaba, no porque fuera un “drama africano” sino porque evidenciaba el ambiente milenarista de aquellos meses. Fueron 600 muertos... esto fue lo que ocurrió en marzo de 2000...
El 17 de marzo los flashes informativos anunciaban el "suicidio de más de un centenar” de miembros de una secta ugandesa no identificada. Desde entonces han ido apareciendo mas y mas fosas comunes en el momento de escribir estas líneas, se sospecha que la secta "Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios puede haber llegado a asesinar un millar de personas. Y aún quedan fosas comunes por investigar.
Esta masacre es una excepción en África negra o hay que prever más episodios como éste? ¿Cuáles son sus raíces? Africa está muriendo. Hambrunas, epidemias, guerras civiles, desertización industrial e inestabilidad política están acabando con África. Sería imposible entender lo sucedido en Uganda haciendo abstracción de la insostenible situación del continente.
DE LA DESCOLONIZACIÓN A LA DESTRUCCIÓN
A lo largo de los años 60, una treintena de países africanos alcanzaron la independencia. A los pocos años, la mayoría habían borrado todas las huellas de colonialismo, pero también anulado las posibilidades de progreso. Mientras África tuvo valor geopolítico para las grandes potencias, los distintos regímenes recibieron riadas de dólares o rublos. Desde el cierre del Canal de Suez ("Guerra de los Seis Días", 1967), el petróleo llegó a Europa bordeando el "Cuerno de Africa", doblando el Cabo de Buena Esperanza y contoneando el Golfo de Guinea hasta alcanzar Gibraltar. Mientras la ruta del petróleo discurrió paralela a las costas africanas, sus Estados fueron cortejados, tanto por un occidente deseoso de asegurarse la amistad de los países ribereños, como por la URSS, que labró un sistema de alianzas susceptible de cortar en momentos de crisis el suministro de petróleo a Europa. Uno y otro bando invertían cuantiosos fondos en seducir a las élites corruptas africanas y conservar su favor. Todo cambió cuando hacia 1988 se evidenció que la URSS había salido derrotada de la "guerra fría". África dejó de tener interés para los contendientes. Las ayudas cesaron bruscamente, y África fue arrojada al basurero de la historia. Es en este contexto en el que hay que incluir lo sucedido en Uganda.
GUERRILLAS MÍSTICAS POR TODO EL CONTINENTE
Buena parte de las poblaciones africanas han sublimado su miseria y su frustración en todo tipo de sectas religiosas y místicas. Lo que la realidad no puede dar se busca en fantasías religiosas. Africa es hoy un hervidero de los cultos más exóticos y sorprendentes, desde la reimplantación del canibalismo hasta la proliferación de "cargo-cults". A lo largo y ancho del continente, guerrillas y ejércitos privados, siguen a líderes religiosos de carácter mesiánico y están dispuestos a morir y matar por las más locas creencias religiosas...
EL EJERCITO INVULNERABLE DE LA CURANDERA ALICE
Madeleine Albright, secretaria de Estado de la Administración Clinton, durante su estancia en Uganda (diciembre 1996) aludió a "terroristas que han secuestrado y reducido a la esclavitud a niños demasiado jóvenes para saber lo que es la muerte", en referencia a los miembros del Ejército de Resistencia del Señor. Esta guerrilla opera en el norte del país desde 1986 y ha capturado hasta 10.000 niños, esclavizados. Esta guerrilla, extremadamente cruel, reinterpreta el catolicismo ligándolo con las creencias mágicas locales. La guerrilla prohíbe a los niños y niñas secuestradas utilizar bicicletas, vivir cerca de los caminos y guardar cerdos. El origen del conflicto radica en los conflictos étnicos entre bankayoles del sud-este de Uganda y tutsis del Sur que habían llegado de Ruanda en los años 50.
Los combatientes de Alice Lakwena aceptaban someterse a un ritual de purificación para que la profetisa pudiera sustraerles los riesgos de los combates. Quemando hierbas locales y llevando amuletos, debían jurar sobre la Biblia con la mano derecha que no se entregarían nunca más a sortilegios y fórmulas mágicas, ni consultarían a las brujas locales. Luego recibían la aspersion de “agua purificada", que les aseguraba protección incluso contra las balas enemigas. Pero esta defensa sólo era eficaz si se obedecían los “veinte mandamientos de Su Santidad Alice Lakwena”, buena parte de los cuales remitían al decálogo bíblico, pero otros habían sido enunciados por la misma profetisa: "Ejecutarás las órdenes y únicamente las órdenes de Lakwena”…
Antes de lanzarse al combate, los discípulos de Alice esperaban instrucciones del Espíritu Santo que les dictaba la táctica a adoptar. La profetisa, rodeada de sus colaboradores en torno a un brasero, entraba en trance y dictaba el plan de batalla. Si algunos combatientes morían es que no habían respetado los "20 mandamientos". Pero tampoco ellos tendrían graves problemas por que en breve resucitarían... y la Providencia les concedería, no sólo una nueva vida, sino una casa y un coche, versión del "sueño español- en tierras africanas.
La estrafalaria guerrilla fue diezmada en noviembre de 1987 cerca del Lago Victoria y de su desembocadura en el Nilo. La profetisa se exilió a Kenia, pero su primo Joseph Kony tomó el relevo. También él recurrió a la magia y a invocar al Espíritu Santo, pero mientras Lakwena prohibía las relaciones sexuales entre sus partidas (de hecho ejecutó a varios hombres y mujeres por este desliz), su primo proclamó la poligamia, era preciso "acumular varias espósas- inmediatamente después de salir de la pubertad. La guerrilla cambió varias veces de nombre: "Ejército del Señor”, "Movimiento del Espíritu Santo", "Ejército Cristiano Democrático Unido" y, finalmente "Ejército de Resistencia del Señor". Sus miembros son llamados "cortadores" (otontong, en dialecto local) por su afición a mutilar con el machete a los campesinos que colaboran con el ejército y a los prisioneros.
Cuando el Ernesto “Ché" Guevara visitó el Congo en 1965 le llamó particularmente la atención que sus camaradas africanos, aun a pesar de ser marxistas-leninistas, buscaran siempre una “dawa”, protección sobrenatural. Igualmente en Zimbabwe, durante la guerra contra el colonialismo, Mozambique en la guerra civil contra la guerrilla antimarxista del RENAMO, Sudán en las guerras civiles que aun azotan al país, siempre los combatientes de ambas partes, sea cual sea su ideología y credo -católicos o musulmanes- recurren a la protección de los espíritus facilitada por la magia y las creencias animistas locales. Las tropas de Laurent Kabila que ocuparon en Zaire en 1996, compuestas por niños armados, los Mai-Mai, pensaban estar protegidos contra las balas rociándose con un agua que los volvía invencibles e invulnerables.
En el vecino Zaire, el kibanguismo, movimiento profético fundado en los años 30 por Simón Kibangu y hoy reconocido por el Vaticano, es animado por pastores educados en Estados Unidos y constituye un poder armado. En el Congo, Bemard Kolelas ha practicado desde la independencia una oposición mística; ahora, uno de sus seguidores se ha proclamado mesías. Mientras, en Ruanda, mayoritariamente católica, las sectas anuncian el fin del mundo y al igual que en Liberia, devastada por la guerra civil, diversas formaciones sectarias anuncian el apocalipsis. El diario francés Liberation escribió: "Profetas parlanchínes e impostores pululan exhibiendo a tal o cual jovenzuelo como salvador de Africa, prometiendo curar las penas de la población".
UGANDA DE LAS MIL MASACRES
A poco de alcanzar la independencia, en 1969 un golpe militar llevó al poder al Sargento Idi Amín Dada. Doce años después el dictador fue derribado por el ejército tanzano. Su caída provocó un caos aún mayor que sus años de desgobierno. Entre 1980 y 1985, Milton Obote, sumió al país en un caos sin precedentes; su sucesor, Yoweri Museweni, aportó al país una etapa de relativo progreso a costa de aplicar las recetas del Fondo Monetario Internacional, al que siguió el hundimiento económico total. En octubre 1990 los tutsis atacaron Ruanda a partir de sus bases ugandesas. Siete años después volvió a reproducirse el episodio. Se sabe lo que siguió: casi un millón de muertos en pocos días. Sudán y el Congo ayudaron a los genocidas ruandases, enfrentándose a Uganda.
Con estos precedentes ¿puede esperarse otra reacción de poblaciones desesperadas por la miseria cotidiana, el desgobierno, la inestabilidad y la muerte que el arrojarse en brazos de sectas? ¿Acaso éstas no predican una fuga de la realidad y la vía para conquistar un más allá donde encontrarán todo aquello de lo que carecen en el día a día?
CRISTIANISMO Y SECTAS APOCALÍPTICAS
La secta Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos es representativa de la deriva que ha tomado el catolicismo africano. En Uganda, Kenya, Tanzania, Ruanda y Burundi el cristianismo local se fue separando cada vez más de la línea vaticana y adquiriendo los rasgos propios de una secta milenarista.
En Uganda el mesianismo tuvo su primera manifestación con la "cruzada" de Alice Lakwena (mensajera en dialecto local) y de su sucesor, Joseph Kony, quien formó a partir de 1989 la Resistencia Armada del Señor, que constituye hoy el movimiento insurreccionar más activo en el país. En el curso de los dos últimos meses, la policía ugandesa ha desmantelado dos sectas acusadas de constituir una amenaza para la comunidad. El 12 de septiembre de 1999, asaltó la granja situada en el centro del país que servía de campamento para la Iglesia del último Mensaje de Advertencia Mundial. Sus miembros estaban acusados de cometer abusos sexuales con menores; todos son exclusivamente tutsis y bahima del Sur de Uganda, Burundi y Norte de Tanzania. Más tarde, el 19 de septiembre, la policía puso fin a las actividades de otra secta, constituida por la profetisa Nabassa Gwajwa, presente en el oeste del país. Más de 500 miembros de la secta pertenecientes a las etnias tutsi e hima que habían acudido a una reunión en Sembabule, fueron dispersados por la policía. La profetisa, de apenas 19 años, afirmaba haber muerto en 1996 y luego enviada por Dios nuevamente a la Tierra para exhortar a su pueblo al arrepentimiento al llegar el año 2000. El fenómeno se trasladó a Ruanda, donde tras la masacre de 1994, las iglesias cristianas han alcanzado gran peso derivando hacia corrientes apocalípticas y fundamentalistas.
LA CONSTRUCCION DEL ARCA DE FUEGO
El fundador de la secta, Joseph Kibwetere, de 68 años, se encontraba en Nairobi y desde allí escribía a su esposa pidiéndole que conservara la fe "porque los miembros del culto van a morir mañana", según reveló su hijo Rugambwe. Así pues, sobrevivió. La masacre, según Kibwetere, había sido consecuencia de la falta de fortaleza en la fe de sus seguidores. Los adeptos apenas debían hablar es así evitaban la posibilidad de mentir. La mentira era considerada el peor pecado en la óptica de Kibwetere; al cometerlo, sus seguidores se habían acreedores de la muerte. Se tiene la seguridad de que Kibwetere ha huido a Europa.
La secta había sido registrada en 1987 bajo un estatuto de ONG cuyo fin era "observar los diez mandamiento y predicar el mundo de Jesús", loables intenciones que pronto dejaron paso a la evidencia de abusos sobre menores, malos tratos a adeptos y prácticas coercitivas. Sus principales dirigentes habían surgido de la Iglesia Católica local, de la que fueron excomulgados al insistir en sus creencias apocalípticas; entre ellos se encontraban varias monjas. El "estado mayor" de la secta lo componían, aparte de Kibwetere, Dominic Kataribabo, sacerdote, y las monjas Ursala Kamuhangi y Cledonia Mwerinde, una antigua prostituta retirada que ejercía como curandera y maga animista.
La secta creía en la inminencia del fin del mundo e incluso habían puesto una fecha fija: el 31 de diciembre de 1999. Muchos de sus miembros tras vender sus bienes y propiedades, entregaron el dinero a la secta. Al no cumplirse la predicción surgieron las primeras voces discordantes que pronto callaron... En un primer momento se sospechó que los cuerpos hallados bajo las letrinas, en el huerto y en el jardín de la comunidad y en otros cuatro lugares, entre ellos la casa del propio Kibwatere, corresponden a estos primeros disidentes. Poco a poco la protesta fue creciendo e incluso algunos de los sacerdotes y monjas católicos excomulgados decidieron que las cosas no iban bien. La secta era inviable a partir de ese momento.
Algunos exigieron que se les devolviera el dinero y las propiedades que habían entregado a la secta. El final ya es de todos conocido...
Pero dos aspectos de la investigación producen escalofríos. En primer lugar, la secta había convertido en una práctica habitual del culto los viernes, asesinar a un adolescente y beber su sangre. En segundo lugar, la forma y proporciones de la Iglesia donde tuvo lugar el suicidio-asesinato colectivo tenía unas proporciones concretas: había sido construida según las medidas del Arca de Noé… era la nueva nave en la que quienes embarcaran salvarían su vida. Los adeptos estaban convencidos de que si el apocalipsis de Noé tuvo como protagonista al Agua, el apocalipsis del año 2000, vendría por el Fuego purificador. Animismo africano, cargo-cults, enseñanzas bíblicas mal asimiladas combinadas con esperanzas apocalípticas y con una miseria común a todo el continente mal asimiladas, dieron como resultado una combinación detonante que, de momento, ha costado la vida a un millar de personas. Tenemos la íntima convicción de que la situación del África Subsahariana generará más episodios como éste.
© Ernest Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen