Infokrisis.- En  noviembre de 2006, Zapatero presentó una proposición no de ley en el  Congreso en la que pedía que las políticas de igualdad tuvieran también  su reflejo en la acuñación de moneda… Hubiera valido más que en aquel  momento, el gobierno hubiera reaccionado ante las subidas del euribor y  ante el encarecimiento del petróleo o, incluso, en la construcción que  ya por entonces ralentizaba su actividad. Sin embargo, la proposición de  ley, no solamente incluía la petición en general, sino que descendía al  terreno de lo concreto, proponiendo que la primera imagen que se  acuñara de una mujer fuera la de Clara Campoamor[1].  Hay que decir, que Clara Campoamor, además de ser defensora del voto  femenina durante la II República, pertenecía también a la Logia “Reivindicación”  de Madrid, dependiente del Gran Oriente de España: Maria Salmerón,  Mercedes Hidalgo, Isabel Martínez, Consuelo Vergés, Esmeralda Castells,  Rosalia Goy, Rosario Amat y Encarnación Chamizo.
A  decir verdad, es falso que no hayan aparecido en las acuñaciones de  moneda figuras femeninas. Desde la diosa Venus hasta los billetes de 100  pesetas del período franquista que incluidas representaciones de Julio  Romero de Torres. Así que, precedentes no faltaban. Pero Zapatero  consideraba que las  imágenes de mujeres acuñadas en las monedas han tenido únicamente un  carácter alegórico. Por eso consideran que “ha llegado la hora de que  los euros recojan figuras femeninas reales”. Así pues, se trata de  "reconocer la aportación de las mujeres a los cambios sociales y  políticos y quebrar la organización social basada en un concepto  patriarcal que excluye a las mujeres".
La  noticia pasó desapercibida incluso para los medios antimasónicos  españoles y ni Jiménez Losantos, ni Ricardo de la Cierva, ni César  Vidal, se preocuparon de ella. Y no es raro: de hecho, se trataba de una  noticia completamente instrascendente. Intrascendente, pero  significativa.
En  efecto, el hecho de que, desde el siglo XIX ya circularan monedas y  billetes con imágenes femeninas (la de Isabel II, mujer “real”, sin ir  más lejos) convierte a esta iniciativa en excéntrica. De lo que se  trataba era que se acuñara a una mujer “real”, caracterizada por su  lucha feminista y, además miembro de la masonería, la que figurara en  las monedas de euro. Y, además, había prisa. Sería sólo una estupidez,  sino fuera una obsesión.
El  zapaterismo ha hecho de la igualdad de los sexos una obsesión…  justamente cuando los sexos ya están igualados cultural, social y  jurídicamente. Esta obsesión, no es nueva, está presente ya desde el  siglo XIX con las sufragistas, la novedad estriba en que nunca como  ahora era tan inútil –a la vista de que la mujer tiene esa igualdad- y  nunca como ahora gobierno alguno ha enfatizado tanto el tema. 
Pues  bien, a pesar de que Clara Campeamos fuera feminista y miembro de la  masonería y a pesar de que muchas prominentes sufragistas pertenecieran a  movimientos reivindicativos desde el siglo XIX hasta nuestros días,  vinculados a grupos ocultistas o a la masonería, podemos afirmar que  para el sector mayoritario de la masonería, el feminismo nunca ha estado  ni entre sus preocupaciones, ni mucho menos entre sus obsesiones. Ni  ayer, ni hoy.
Todavía  hoy la masonería se resiste a admitir a mujer en las logias y si lo  hace es casi siempre con condiciones. Clara Campoamor no fue miembro de  la masonería de pleno derecho, sino “masón de adopción”, miembro, pues  de “logias de adopción”, es decir, logias formadas por mujeres bajo la  tutela de varones. Las primeras logias de adopción aparecieron en  Francia en 1774. El 11 de marzo de 1775 “levantó columnas” la Logia  Candor, inscrita en el Gran Oriente de Francia cuyo cuadro de “grandes  maestras” incluye a las mujeres socialmente más relevantes de su tiempo,  incluyendo a la duquesa de Boubon y a la emperatriz Josefina. 
La  masonería no solamente no es particularmente feminista sino que, para  colmo, las obediencias mayoritarias no permiten la iniciación de la  mujer. ¿Por qué? Por tradición. En la medida en que la masonería deriva  por alteraciones diversas de las antiguas hermandades de constructores, y  al estar los oficios ejercidos solamente por “hombres libres y de  buenas costumbres”, las mujeres quedaban excluidas. Pero no  completamente. En las sociedades tradicionales existía una completa  división de funciones y a la mujer le tocaba el mantenimiento del hogar y  la educación de los hijos. En la antigua masonería de los oficios en  Francia (el “compagnnonage”), los aspirantes a maestros debían realizar  el “tour de France”, es decir, viajar de una ciudad a otra en donde su  hermandad tenía asentado un gremio, para conocer el mundo y aprender los  secretos y las técnicas del oficio utilizadas en cada región. Cuando un  “compagnnon” llegaba a otra ciudad, la encargada de alojarlo y  presentarle a los maestros del gremio, era una mujer, a la que, por  tradición se le llamaba “la Madre”. 
Debía  tratarse de una mujer casada, de buenas costumbres, cuya familia  perteneciera desde generaciones a la hermandad; conocedora de los ritos  de la asociación, ostentaba en la muñeca izquierda un brazalete  distintivo de su rango y función. Aun hoy esta tradición no se ha  perdido y el brazalete hecho de hierro forjado del que cuelgan doce  medallas de oro con los emblemas de los doce oficios, se transmite de  "Madre" a "Madre". Estas "Madres" tratan a los "compañeros" como a sus  propios hijos, les enseñan educación y buenas costumbres, si al partir  dejan alguna deuda, procuran pagarla, si tienen alguna necesidad verá de  cubrirla. La "Madre" fue –y es aún, y lo podemos afirmar con  conocimiento de causa-, sin duda, la institución más querida entre los  "compañeros".
En  la actualidad, algunas logias masónicas regulares han conservado esta  figura como encargada de recoger los donativos y las limosnas al  terminar las tenidas y, posteriormente, administrarlas. También en este  caso debe tratarse de una mujer respetada por todos y que sea la esposa  de algún miembro de la orden.
Pero,  insistimos, la masonería regular nunca ha sido ni feminista, ni ha  concedido un valor particular a las reivindicaciones feministas.  Solamente en las últimas décadas del siglo XX, fue cediendo lentamente y  sin mucho interés. Desde finales de los años 80, la Gran Logia de  España permitía la presencia de mujeres en logias de adaptación que ni  siquiera dependían de esta obediencia, sino de la Gran Logia Femenina de  Francia constituida en 1952. A partir de esta logia, la masonería  femenina se fue extendiendo por Europa e Iberoamérica. En la actualidad  está constituida por 11.000 miembros y 360 logias en todo el mundo[2]. Fue a través de esta logia como la masonería femenina entró en España y pudo constituir la Gran Logia Femenina de España, el  4 de junio de 2005, que inicia su andadura con un total de 72 miembros  activos de Barcelona, Gerona, Madrid, Asturias, Baleares, Valencia,  Canarias, Murcia, Alicante, Huesca y Lérida. Entre  1984 y 2005, solamente en Catalunya fueron iniciadas unas 300 mujeres.  Pero hay algo a matizar. La Gran Logia Femenina está vinculada a la Gran  Logia de España y no todas las masonas están vinculadas a esta  obediencia. Existen también la Gran Logia Simbólica y el Derecho Humano,  de carácter mixto, si bien es cierto que se trata de obediencias  minoritaria la primera y muy minoritaria la segunda. Asuncion Tejerina  alcanzó el rango de Gran Maestra de la Logia Simbólica. 
La  GLFE da la sensación de haber encontrado dificultades en su expansión  (en el momento de escribir estas líneas, la web de la logia hace 18  meses que no incluye renovacines), sin embargo se han podido abrir  logias femeninas en Barcelona (Tipheret nº 7, Estrella del Norte nº 5 en  Gijón, Manantial nº 4 en Madrid, Luz Primera nº 1 de Barcelona,  Yetzirah de Montserrat nº 2, Asiyah del Canigó nº 3 de Gerona)
Sin  embargo, la influencia de la GLFE es mínima y no puede deducirse de  ella a la vista de su realidad organizativa, que tenga peso específico  suficiente como para poder sugerir al gobierno la adaptación de  iniciativa alguna. Por otra parte, a pesar de estar vinculada a la Gran  Logia de España, no parece suscitar excesivos entusiasmos en esta  obediencia que, al menos en lo psicológico, sigue vinculada a los viejos  usos de la francmasonería y a la tradición de los oficios que excluía  la iniciación femenina. A pesar de que la GLE haya hecho suyo –como no  podía ser de otra manera- el viejo eslogan de “libertad, igualdad,  fraternidad”, dista mucho de haber emprendido una “cruzada” por los  derechos de la mujer, por la discriminación positiva y por favorecer la  aparición de una legislación extremadamente proteccionista con respecto a  la mujer.
La obsesión feminista del gobierno tiene otro origen.
Un feminismo más allá de toda medida
El  hecho de que José Luis Rodríguez Zapatero sea más feminista que las  feministas, que, frecuentemente desborde a las más radicales, no con  declaraciones sino con leyes que, más que beneficiar los derechos de la  mujer, lo que hacen es dinamitar las bases sobre las que se ha  constituido la sociedad occidental desde el mundo clásico hasta nuestros  días (igual dignidad de hombre y de mujer y diferenciación de roles  entre el hombre y la mujer, conviviendo en el seno de una pareja mixta  sobre la que se la sociedad asegura su pervivencia mediante la  procreación). 
Hay  algo en Zapatero que está fuera de toda medida cuando alude a las  reivindicaciones feministas, algo mucho más llamativo en este momento,  en la medida en que la transformación social de los últimos 40 años ha  implicado una igualdad efectiva entre hombre y mujer. Pero, para  Zapatero, se diría que éste es uno de los grandes problemas de la España  del siglo XX. Ni siquiera esta obsesión está tan acusada en el ánimo  del socialismo. Es cierto que existe en el socialismo un deseo de  igualdad, pero no una obsesión por la igualdad a toda costa.
Examinado  desde el punto de vista puramente técnico, poco importa si al frente de  los ministerios están hombres o están mujeres, de lo que se trata es de  que sean dirigidos por gestores eficaces y con las ideas claras. Es  evidente, en este sentido, que la inmensa mayoría de ministras de cuota  nombradas por Zapatero se han revelado como un fiasco absoluto: no  solamente desconocían el campo de gobierno que se les había asignado,  sino que ni siquiera, estando a su frente, demostraron saber elegir a  sus asesores y adoptar iniciativas correctas. En algunos casos, se ha  tratado de verdaderos esperpentos que preferimos ni recordar, en otros  de mujeres sin experiencia en gestión colocadas al frente de  departamentos sobre los que lo ignoraban absolutamente todo. No es que  las critiquemos por ser mujeres, es que las criticamos por que su  gestión ha sido nula o negativa. Si Zapatero las ha colocado ahí es por  que eran mujeres y respondían a la cuota que se había comprometido a  introducir. Hay ministras cuya presencia en el gobierno resulta evidente  que deriva de esta exigencia de cuota, mucho más que de la capacidad de  gestión, que resulta absolutamente lacerante que áreas importantes de  un país estén dirigidas por nulidades absolutas que lo ignoran todo  sobre los departamentos que dirigen. 
La  Ley de Igualdad constituye un monumento, paradójicamente, a la  desigualdad. Jurídicamente resulta absolutamente inaceptable que un  crimen merezca una consideración diferente si lo ha cometido un hombre  sobre una mujer o si ha ocurrido a la inversa. Es, igualmente, evidente  que la Ley de Igualdad, no protege especialmente ni a los ancianos ni a  los niños, que, en cualquier caso son más vulnerables que la mujer a la  hora de los malos tratos. A poco que examinemos los argumentos de los  defensores de la Ley de Igualdad, resulta sobrecogedor comprobar que son  de una superficialidad tal que si esta ley ha podido afirmarse es  porque ni la oposición dio la talla en su momento, ni los medios de  comunicación se atrevieron a realizar las objeciones más elementales y  razonables que se desprendían de su articulado.
Por  otra parte, es falso que la violencia doméstica haya aumentado en  España. Si ha aumentado en los últimos 12 años se ha debido solamente a  que han entrado en nuestro país seis millones de inmigrantes de los  cuales buena parte proceden de marcos geográficos y antropológicos que  sí discriminan a la mujer (el mundo árabe y el mundo andino, en  concreto). Si restamos la media del 40% de violencia doméstica que es  protagonizada por inmigrantes, se ve perfectamente que los niveles de  violencia contra la mujer están en España dentro de límites “normales”. Y  son normales en la medida en que el fenómeno es imposible reducirlo a  cero, porque toda sociedad tiene un porcentaje inevitable de psicópatas,  alcohólicos, toxicómanos y agresivos que ni atienden a normas  legislativas, ni a imperativos culturales. Y, sin embargo, la Ley de  Violencia Doméstica no ha dicho absolutamente nada sobre la inmigración…  en la medida en que la inmigración es otra de las obsesiones de  Zapatero.
A  todo esto hay que añadir bastante más. En la ideología del zapaterismo,  la mujer es considerada como un ser en sí mismo, lo cual no es malo, el  problema es que solamente es considerada así. No hay otro punto de  vista más integrador, ni siquiera holísitco. En este sentido, la  normativa legal aprobada por el zapaterismo ha tendido a favorecer la  independencia de la mujer por encima del concepto de una mujer integrada  en un matrimonio con fines de procreación. A fin de cuentas, es  innegable que toda especie precisa asegurar la procreación y no solo  esto: se trata, además, de tender a generar el marco más adecuado para  la educación de los hijos. Mientras no se demuestre lo contrario –y no  se ha demostrado- la familia es el marco que permite realizar esta tarea  con más facilidad. Y cuando hablamos de familia nos referimos a un  núcleo compuesto por padre y madre, hombre y mujer. 
Las  medidas adoptadas por el zapaterismo en la primera mitad de la  legislatura 2004-8 fueron ilustrativos sobre sus intenciones: ley de  matrimonios homosexuales y ley del divorcio express. La primera ley  equiparaba los matrimonios heterosexuales con los homosexuales,  desconociendo, contra la lógica más elemental, que tienen  características completamente diferentes en la medida en el que uno  permite la procreación y el otro no. Cuando se iguala de esta manera, lo  que se está haciendo objetivamente es degradar. Porque si el matrimonio  heterosexual sigue siendo el marco más adecuado para la procreación y  la educación de los hijos, equipararlo a una pareja incapaz de ejercer  la procreación y que no ofrece el marco más adecuado para la educación  ni para su pervivencia de la especie, es, ni más ni menos, que degradar a  uno y falsear el otro. Lo que se discute no es la legitimidad de las  parejas homosexuales, lo que se discute es que se trata de matrimonios  en plano de igualdad con las parejas heterosexuales. 
En  cuanto a la ley del divorcio espress debe de ser considerada como otro  atentado a la familia. Facilitar hasta el divorcio hasta el punto de  reducirlo a la presentación de una mera gestión administrativa es  desconocer la realidad de la sociedad actual. Es frecuente que las  parejas, especialmente jóvenes, discutan. La anterior ley del divorcio  sabía algo más de la vida. Sabía que, muy frecuentemente, el efecto de  una discusión desaparece con el paso de los días y la reconciliación  está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, la ley del divorcio exprés  aprobada por Zapatero tiende a hacer cualquier discusión la piedra  angular definitiva para una ruptura imposibilitando dar a la pareja un  tiempo para que mediten y, eventualmente, rectifiquen y sentando las  bases para que la primera discusión suponga una ruptura definitiva. 
Por  otra parte, es rigurosamente cierto que el gobierno no ha adoptado  absolutamente ninguna medida para facilitar la procreación y la  formación de parejas jóvenes. Es más, cuando ha adoptado una medida  electoral como la concesión de 2.5000 euros por nuevo nacimiento  (cantidad ridícula y que hubiera podido ser sustituida por una exención  fiscal o por medidas… de discriminación positiva), se cuidó mucho al  anunciarlo de añadir la coletilla de que esta cantidad era para quienes  “pudieran aportar papeles”… es decir, la medida iba dirigida  especialmente a inmigrantes que, en el momento actual tienen una tasa de  reproducción muy superior a la de la población autóctona. En realidad,  España es hoy uno de los países europeos con una tasa de natalidad más  alta… gracias a la inmigración, la otra obsesión de ZP.
El  gobierno, nada ha hecho para aprobar presupuestos de investigación que  establezcan los motivos por los que la fertilidad de los varones se ha  reducido a la mitad en apenas 20 años. No le ha preocupado en absoluto  que los casos de esterilidad vayan aumentando y que una parte muy  considerable de los nacimientos se deba a métodos de procreación  artificiales. Estos temas que son fundamentales en cuanto que tiene que  ver con la subsistencia de la especie no han merecido del gobierno ni  una sola referencia, de ese mismo gobierno que votaba en bloque los  derechos del simio o desterraba el 0 de las calificaciones escolares.  Para el zapaterismo no hay problema: basta con una política de  adopciones y con una política de natalidad que prime a la inmigración.  Llama la atención que mientras las adopciones en orfanatos españoles  sigue siendo una tarea sino imposible, sí dificilísima, el gobierno  facilite las adopciones en los países más remotos: especialmente en  Asia, África y América Latina. Dato a retener. 
Cuando  el gobierno ha impuesto incluso cuotas a la presencia femenina en los  consejos de administración de las grandes empresas. Ha impuesto la  igualdad en las listas electorales, a la fuerza, y sin consultar a la  sociedad, e ignorando los malos resultados que ha dado para el propio  partido socialista el sometimiento a la “cuota” (y dejando aparte lo  humillante que es para las mujeres que ocupan un puesto de  responsabilidad la sospecha de que están allí por cuota y no por sus  capacidades). Ha negado subvención a colegios que no practican la  coeducación, a pesar de que los estudios más recientes, indican que la  coeducación es negativa para el aprendizaje tanto de niños como de  niñas…
Sería  imposible dar más datos sobre lo que, sin temor al exceso, puede ser  calificada como la “obsesión feminista” de Zapatero. Esa obsesión no es  la primera vez que emerge en la historia. De hecho, hunde sus raíces en  el siglo XIX y tiene mucho que ver con cierta masonería irregular y con  determinadas sociedades ocultistas.
[1] Europa Press, Madrid, 20 Noviembre 2006 
[2] Los datos sobre la GLFM han sido extraídos de la web de la propia logia http://www.glff.org y de http://es.wikipedia.org/wiki/Gran_Logia_Femenina_de_Francia