INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

martes, 23 de octubre de 2018

365 QUEJÍOS (176) – BARCELONA KAPUT: INVADIDA POR DELINCUENCIA Y EPIDEMIAS

Si yo viviera en Barcelona estaría alarmado. No sólo por las noticias que van apareciendo y por los cambios en la vida ciudadana y del propio paisaje urbano que se vienen produciendo en los últimos años, sino porque, los medios municipales que hacían todo lo posible por simular optimismo y sembrar tranquilidad, finalmente, han reconocido que la ciudad se está viendo arrasada por la delincuencia. Y para colmo, empiezan a extenderse enfermedades propias del Tercer Mundo ¡en las escuelas y parvularios! Me quejo de que, habitualmente, los “poderes públicos” tardan en reconocer la existencia de problemas y, cuando lo hace, ya es demasiado tarde para resolverlos.

No es por falta de policías, sino por ineficiencia del “sistema” y por la politización de algunos cuerpos de seguridad. En Cataluña existen en estos momentos 10.631 policías locales y 16.869 miembros de la policía autonómica. Solamente en Barcelona (ciudad con 1.500.000 habitantes) hay 9.208 “mozos de escuadra”: es decir ¡un agente por cada 162 ciudadanos! Si a esto unimos, los 2.745 agentes de la Guardia Urbana, podemos decir que, en teoría, Barcelona es una de las ciudades más protegidas del mundo. Una zona que no debería ser preferencial para la delincuencia. Y, sin embargo, ocurre todo lo contrario. Lo acaba de reconocer el ayuntamiento a la vista de que la opinión pública percibe ya hace demasiado tiempo que la seguridad se está deteriorando aceleradamente.

El gobierno municipal, ha publicado una estadística oficial de delitos. Ciutat Vella está superando a los peores barrios de Marsella o de Molenbek y empieza a parecerse a Secondigliano, en Italia, donde la Camorra gobierna más que el ayuntamiento. El estudio ha sido elaborado por la “comisión de delitos del distrito de Ciutat Vella” (barrios del Raval, Gótico, Sant Pere de les Puelles, Santa Caterina, Barrio de la Ribera y la Barceloneta), han superado el número de actos violentos, robos al descuido, robos con intimidación, agresiones, tráfico de drogas y asesinatos, cometidos en los momentos más lúgubres de la Ciudad: no hace tanto en 2009-2011. Entonces se dijo que el repunte de la delincuencia estaba causado por la “crisis económica” … ¿y hoy…? ¿qué genera hoy esa delincuencia?

Por lo demás, la delincuencia no es un fenómeno nuevo en Barcelona: desde 1996 se advirtió la entrada en una nueva fase: entre 1997 y 2003, las bandas albano-kosovares saqueaban polígonos industriales y oficina. Utilizaban a menores para evitar que, en caso de ser detenidos, tuvieran que afrontar una condena. Luego, en 2001-2003, se estableció en la Ciudad Condal una colonia de “niños marroquíes”, vivían en las calles, y cada día durante años eran puntualmente detenidos por las distintos servicios policiales tras haber cometido tirones, robos al descuido, robos con intimidación, llevados ante el juzgado de menores, enviados al centro de menores, vestidos, merendados, cenados, desayunados… para fugarse luego y volver a repetir el mismo ciclo al día siguiente.

Así que la cosa no es nueva, pero si que resulta más alarmante que en otros momentos: en primer lugar porque si hay una ciudad española que debe cuidar las formas y mantener a raya a la delincuencia es Barcelona, cuyos ingresos más importantes, proceden del turismo, ese turismo que resulta el más azotado por la delincuencia. Se calcula que para finales de año se habrán cometido en torno a 40.000 delitos en el Distrito (a lo que habría que sumar una cifra que todavía no ha sido publicada, de toda la ciudad). Lo que resulta alarmante es que, solamente en un año, en toda la ciudad, los delitos de robos con fuerza en domicilios han aumentado un 31% y que los hurtos lo han hecho en un 22,7%. Para colmo, los robos con intimidación a pie de calle han crecido un 12%.

Estos datos son muy importantes, porque si bien en el Raval la delincuencia está, visiblemente relacionada con los “narcopisos”, en la totalidad de la ciudad no puede separarse de la llegada cada vez más masiva de inmigración que puede verse en las calles deambulando de un lugar a otro, en horas que deberían ser laborales… No es un problema generado por “los barceloneses”, sino,  por la inmigración masiva y descontrolada que se ha instalado en Barcelona, y en medio de la cual han llegado delincuentes de todo el planeta. Hoy Barcelona es una ciudad en la que se dan las condiciones ideales para una “tormenta perfecta”: policía politizada, alerta antiterrorista permanente de nivel 4 sobre 5, ayuntamiento incompetente, escasa eficacia de algunos cuerpos policiales, inmigración masiva, turistas despistados y, para colmo, un sistema judicial sobreprotector que hace inútil el trabajo policial.


Barcelona se hunde, esa es la realidad. Los precios de la vivienda y del alquiler siguen subiendo, y el turismo sigue llegando, pero ¡qué turismo! En mi estancia en el Norte de Portgual he podido ver ciudades como Oporto o Braga en las que abunda en turismo británico. Se trata de un turismo interesado por monumentos, vistas, historia local, ocio, comida… Reconozco que me sorprendí de lo reposado y sereno que era aquel turismo que procede de las mismas islas que envían a Barcelona, hooligans, practicantes del balconing, turismo de chancleta, porro y litrona, y que han convertido las vidas de los barceloneses en un infierno. ¿Por qué el turismo de calidad va a otros países y la morralla llega hasta Barcelona? Respuesta: porque la Ciudad Condal les da lo que buscan: medio millar de clubs de cannabis, cerveza a 26 céntimos lata, litrona a 75 céntimos y silencio y vista gorda ante borracheras, peleas, excesos y gamberradas. Esto explica porqué el turismo se ha mantenido en Barcelona, a pesar de la crisis independentista, pero porqué ¡han disminuido un 10% los ingresos por turismo en la ciudad!

¿Hasta cuándo podrá Barcelona resistir esta situación? Imposible decirlo. Pero lo que sí puede afirmarse es que no es solamente en el frente del “orden público” en donde la vida ciudadana se va degradando. Hace unos meses me quejaba de la invasión de chinches en la ciudad de Sabadell. Luego, un amigo me indicó que también por Ciutat Vella se ha producido la misma invasión de parásitos. Pero hoy, La Vanguardia publica otra noticia alarmante para los barceloneses, especialmente para los padres: se ha registrado un brote de impétigo en las escuelas de la ciudad. Se trata de una enfermedad infecciosa, de fácil contagio, que produce excemas en la piel, especialmente en el rostro y en torno a la boca, y que se ha propagado como una mancha de aceite en las “últimas semanas”. La infección se extiende más y más por los centros de enseñanza.

La gencat, preocupada por el embarrancamiento del proceso independentista y las trifulcas a navajazos entre fracciones, no está para prestarle mucha atención al brote. De hecho, un padre que fue a quejarse en persona porque su hijo se había visto afectado, asegura que la Agencia de Salud Pública le reconoció que “hay casos de impétigo por toda la ciudad”. No es grave, pero sí molesta. Se trata con antibióticos. ¿Origen? ¡Falta de higiene! En este momento, la gencat afirma no saber cuántos niños están infectados y trata de quitar hierro a la situación: dice que cada año se producen en otoño… sí, pero nunca han alcanzado los niveles de epidemia de este año.

La epidemia se une a los problemas generados por la superabundancia de perros en la Ciudad Condal. El año pasado, el colegio de veterinarios, tenía censados 149.000 canes. Es decir, 1 de cada 10 barceloneses tiene perros “censados”… luego está un número indeterminado de “no censados” y luego están los perros callejeros. De estos perros, 4.000 aproximadamente, pertenecen a razas particularmente agresivas y “potencialmente peligrosas”.

No parece absurdo pensar que entre perros y otros animales de compañía (33.052 gatos censados, 798 hurones, 537 animales exóticos de otras especies), hay en torno a 250.000 animales en la ciudad. Luego están las cacatúas que escaparon a sus propietarios y que han creado enjambres en determinados parques de la ciudad. Todo esto genera, además, parásitos (pulgas, piojos y garrapatas) que impiden a los barceloneses sentarse en algunos parques sin verse asaeteados.

Los litros de orina vertidos diariamente en las calles por estos miles de animales hacen que determinados barrios de la ciudad huelan a diablos. ¿Por qué los propietarios, si recogen los zurullos con bolsa de plástico, no tratan de disolver en agua las meadas de sus canes? Sería deseable. En algunos barrios de Ciutat Vella, el olor a orines se funde con aroma a porros y sus calles, estrecha, oscuras e insanas, encuentran en el pestazo a gasolina quemada y a fritanga con aceites requemados, la guinda del pastel.

¿Qué hace el Ayuntamiento ante todo esto? De momento, mañana se verá un pleno en el que la CUP ha propuesto que se recuse al Rey… Ah, y la gencat ha anunciado que a pesar del aumento de delitos en Barcelona no destinará más “mozos”. Si cada día el parlamentito del parque de la Ciudadela resultara amenazado, se convocarían oposiciones a “mozos”, pero ¿qué es el bienestar y la tranquilidad en Barcelona ante el sueño de la independencia.cat?