INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

domingo, 22 de octubre de 2017

155 SOFT Y EL NIÑO DE LA VECINA.


1. El jueves Rajoy acude a la cumbre de la UE y el sábado comunica la aplicación del Artículo 155. Blanco y en botella. Como podía pensarse, por otra parte. Por mucho que dramatice la gencat, lo cierto es que le han ahorrado el espinoso trance de tener que convocar elecciones anticipadas, reconociendo el fracaso de su aventura independentista; sin olvidar que las competencias económicas ya estaban en manos del Estado desde mediados de septiembre y que sus competencias en educación no han sido tocadas. Si todo acaba con el “peazo multa” con que se ha adornado a Artur Mas por el 9-N y con “los dos jordis” en la cárcel y Trapero y la otra moza, imputados, la gencat debería de darse con un canto en los dientes. No ha salido tan mal parada como hubiera podido salir.

2. ¿Y ahora qué? Ahora toca mirar debajo de las alfombras (y en los archivosborrados). Claro que ahora los interventores mirarán debajo de las alfombras, cuantificarán los gastos generados por el 1-O, publicarán los dineros alegremente sustraídos a la sociedad catalana para alimentar a las asociaciones independentistas y, veremos qué otra cosa encuentran de la que hayan quedado huellas.

3. Lo que queda del independentismo movilizado se manifestó ayer. Al conocerse la noticia, hay que reconocer que la reacción del independentismo ha sido mucho menor de lo que se esperaba (como fue menor la reacción contra la detención de “los dos jordis”. Una vez más, se ha movilizado en BCN a “parroquia” de toda Cataluña. Lo que se manifestó ayer es lo que queda del independentismo activo (a lo que habría que restar un 30% compuesto por los que deploran la aplicación de una “medida de autoridad” sea la que sea, que es como decir a los “soberanistas no independentistas”… enfin).

4. Es significativo que La Vanguardia de hoy no aluda en lugar destacado a la manifestación de protesta del sábado. No les gusta, obviamente la intervención de la generalitat pero, a diferencia del Ara, evitar dar mucho relieve a la mani. Cualquier analista, más o menos riguroso, debería reconocer que el “procés” estaba muerto desde el comienzo, por falta de realismo político (ver nuestro artículo de 2012: La perspectiva de una Cataluña independiente). Ayer, hablando en conversaciones informales con gente de la calle, alguien me decía: “lo que le ha pasado a la generalitat es que estaba mal asesorada”. Algo hay de eso: si Romeva (el mister proper que ejercía de “ministro de exteriores”) hubiera confesado que todos los gastos de su departamento no habían dado ningún resultado positivo y que no había sido capaz de entrevistarse más que con terceras o cuartas filas de partidos de segunda fila y que no había podido arrancar ni un solo apoyo concreto, probablemente la gencat hubiera ralentizado el proceso y lo habría reducido a un ejercicio táctico propio del pujolismo.

5. Si los medios de comunicación de la gencat hubieran contado con profesionales cualificados, en lugar de con funcionarios de partido fanatizados, hubieran transmitido una realidad catalana completamente diferente de la que alardeaban a todas horas (véase nuestro artículo La Cataluña de los cuatro cuartos). Si hubieran pedido dictámenes en algún departamento de sociología o de ciencias políticas, hasta un alumno de primer curso que mantuviera el cerebro frío, les hubiera confirmado que no existía “fuerza social” suficiente para convocar un fereréndum y que si lo convocaban, en igualdad de condiciones, lo más seguro es que lo perderían.

6. ¿Puede sostenerse la postura leguleya de Rajoy esgrimiendo que la “soberanía reside en el pueblo español” para negarse al 9-N y al 1-O? A pesar de que siempre hemos dicho que los argumentos legales se pueden retorcer a voluntad (“la justicia es como el timón, hacia donde se le da, gira”) hay que reconocer que el precedente catalán hubiera acarreado, en este país de charanga y flaviol, de Frascuelo y Meritxell, una oleada encadenada de referendos en todas las autonomías como ya ocurrió hace 35 años con los “estatutos de autonomía” que inicialmente deberían haber sido para las “nacionalidades históricas” y luego, regiones que jamás lo habían reivindicado, se encontraron peleando por uno… El problema es que la gencat siempre ha pretendido un trato diferencial con el Estado y todavía no se ha dado cuenta de que fue creada para administrar una región de ese Estado, como “administración de proximidad” producto de la necesaria descentralización.

7. La gencat es como el niño de los vecinos. El niño es, literalmente un hijoputa asilvestrado. Desde que nació, llora y grita en cualquier momento y ante cualquier situación. Sus padres, un par de canelos bobalicones, es incapaz de decirle que se calle, que debe aprender a controlarse, que no puede hacer lo que le da la gana y que existen unas normas… El niño de la vecina, ya es un gaznápiro que ha superado los 30 años y sigue haciendo lo que le da la gana, pone la música a todo volumen, toda la escalera huele a sus porrso y, a pesar de que sus padres y algún vecino, hemos intentado hacerle entrar en razón, ya no hay forma: si durante toda su vida ha hecho lo que le ha dado la gana, ahora ya es demasiado mayor para que acepte que hay normas… Simplemente, no lo puede entender. Pues bien, ese es el problema de la gencat: que, después de creerse algo radicalmente diferente al resto del mundo, después de que “papa Estado”, no le regañara por sus malos modales, de repente, después de años de silencio, a un Rajoy se le ocurre decir: “oye estás vulnerando las normas”… ¿Qué normas? Para el niño hijoputa de los vecinos las únicas normas que le interesan son las que él mismo ha puesto. Así que…

8. No crear más tensión de la estrictamente necesaria. Tal es la estrategia de Rajoy. El hecho de que el PP se negara hace una semana a apoyar la moción de Cs en el parlamento para intervenir la educación en Cataluña, el hecho de que en la aplicación soft del 155 tampoco se aluda a ese terreno, es significativo de que el Estado no aspira a crear más tensión que la necesaria. Ahora, veremos lo que ocurre. Seis meses sin subsidios es mucho más de lo que puede soportar el independentismo. Seis meses sin poder seguir contando con los medios de comunicación de la gencat como altavoces del independentismo no va a contribuir precisamente a difundir su causa. Les permitirá, eso sí, acrecentar su victimismo y utilizarlo como argumento de campaña en las próximas elecciones autonómicas.

9. Ahora toca que los independentistas se vayan haciendo a la idea de que se ha certificado su fracaso en una partida que no podían ganar. Por mucho que Puigdemont proclame la independencia, por mucho que el parlamento regional le apoye con la mitad de los escaños vacíos, por mucho victimismo que se ejerza en los próximos meses, lo cierto es que, al menos los sectores menos intoxicados por la fiebre nacionalista, irán, poco a poco, comprendiendo que hay vías muertas que no llevan a ninguna parte. Porque eso ha sido el independentismo: el camino a ninguna parte. Algo que se verá cuando se pongan de manifiesto las próximas cifras macroeconómicas. El nacionalismo militante (el independentismo) es cosa de una cuarta parte de la sociedad. Hasta que no se convenzan de que no pueden hablar en nombre de toda Cataluña no se despertarán de lo que para ellos es un sueño y que el resto de la sociedad tiene como una obsesión cargante.

10. ¿Veremos a algún partido nacionalista defender un programa realista en las próximas elecciones? Así que los partidos independentistas harían bien en preparar un programa de gobierno realista y seductor, para una comunidad autónoma que, al menos desde el punto de vista, legal, es solamente un poco más autónoma que la mayoría… Este es su verdadero problema y no salvar el honor declarando una independencia que llevará directamente a Puchi a las duchas del módulo 1 de Soto del Real, junto a “los dos jordis”. Todos tendrán mucho que recriminarse.

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