INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

miércoles, 29 de marzo de 2017

Diario de un pobre Diablo (45)

 

MARINA LE PEN EN MOSCU

El pasado 23 de marzo, Marina Le Pen aterrizó en Moscú, respondiendo a la invitación personal del diputado de la Duma Leonid Slutski, coordinador del grupo para las relaciones con el Parlamento de Francia y para participar en una reunión el comité parlamentario de Asuntos Internacionales. Estaba previsto que el presiente del parlamento ruso, la Duma, Viacheslav Volodin, se entrevistara con Marina Le Pen. Pero los contactos de la presidenta del Front National fueron mucho más lejos generando irritación entre la clase política francesa que ha interpretado tales relaciones como una “intolerable injerencia en las elecciones francesas”.

En realidad, esta visita es la equivalente a las que realizan los candidatos a cualquier país: todos los candidatos de relieve que se presentan a estas elecciones –todos, menos Marine Le Pen- se han entrevistado con la canciller alemana, Angela Merkel y todos han visitado el Parlamento Europeo. Pero si la visita a Moscú ha puesto, literalmente, al borde del ataque de nervios a la clase política francesa es por tres motivos.

En primer lugar porque, la candidata, en tanto que diputada del parlamento europeo fue recibida con todos los honores. En segundo lugar, porque, a pesar de que el Kremlim ha mantenido un respetuoso silencio en relación a las elecciones francesas, Marine Le Pen ha sido recibida por el mismísimo Vladimir Putin y los medios de comunicación rusos, en especial Rusia Today, han comentado favorablemente dicha visita, lo que implica que la candidatura frentista no es considerada ni como extremista, ni como un peligro para la paz mundial, ni siquiera como hostil a las buenas relaciones entre Europa y Rusia. Por último lugar, a nadie se le escapan las consecuencias políticas de dicha entrevista.

A diferencia del resto de candidatos presentes en las elecciones francesas, la candidatura de Marine Le Pen supone una desactivación de las tensiones Este-Oeste. Rusia no está interesada más que en mantener buenas relaciones con Europa: no enzarzarse en una competencia militar o económica. Y la única candidatura que la garantiza es la del Front National. Los tiempos en los que el padre de Marina Le Pen clamaba contra el bolchevismo y a estar atentos ante los tanques soviéticos estacionados al otro lado  de la línea Oder-Neise, han pasado. Si bien, aún es pronto para intuir como va a evolucionar la política exterior norteamericana en los próximos meses, parece claro que la candidatura de Marine Le Pen, al igual que la victoria de Donald Trump, van en contra del mantenimiento de ese tiranosaurios rex que es la OTAN, verdadera inyección de oxígeno para un enfrentamiento Este-Oeste ¡sobre territorio europeo! Una eventual victoria de la candidata del Front National entrañaría la redimensión inmediata de la OTAN y su final, al menos en los términos que hemos conocido.

Lo mismo ocurriría con la UE. Si bien, Marine Le Pen, es decididamente anti-UE, no es “anti-europea”, no se niega a la colaboración entre las distintas naciones europeas, sino a la pérdida absurda de soberanía nacional en beneficio de una estructura supranacional no democrática y que es, simplemente, el mecanismo de la globalización en el viejo continente. En lugar de una apertura cada vez mayor de la UE hacia el Magreb, en detrimento de economías como la española, la UE reformada debería de tener hacia mayores niveles de cooperación con Rusia y, por supuesto, a un eje político que supusiera un muro de contención frente al islamismo.


Pero hay algo más que se ha encargado de recordar Éric Zemmour en Rusia Today: “El combate ideológico de nuestro siglo es entre la democracia liberal y la democracia iliberal tan querida por el húngaro Viktor Orban. En la primera, el individuo es el rey. En las segundas, el pueblo es el rey”.