Así se llama en términos carcelarios, así se llama el último
intento de mejorar la situación durante una condena: “currarse la página de la pena”.
Es lo que está haciendo Pedro Sánchez con su carta en la que “estudia dimitir
por amor a Begoña”. En realidad, si se lee la carta, se percibe con mucha más
claridad que intenta polarizar aún más al país. De hecho, desde la presentación
(“Carta a la ciudadanía”) se percibe que esta carta no es más que la apertura
de la campaña electoral en Cataluña y en las europeas. Podemos estar, claro,
equivocados y, a fin de cuentas, lo que pretenda Sánchez es “librarse de tanto
sufrimiento” por los ataques que se vienen repitiendo contra él y su mujer -justificados,
por otra parte- en los dos últimos meses. Veamos las distintas alternativas.
¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?
TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA AFIRMATIVA
No puede olvidarse el contexto en el que ha aparecido esta carta,
caracterizado por:
A.- La reapertura en Francia de la investigación sobre las
filtraciones del programa Pegasus: si bien en
España, Sánchez controla a la fiscalía, no puede hacer nada contra una
investigación iniciada en Francia. En España, la filtración de Pegasus se llevó
por delante a la directora del CNI. Poco más. Y la cuestión es muy grave, de
hecho, es gravísima: un país, inicialmente “amigo” -Marruecos- utiliza un
programa para espiar las conversaciones telefónicas del gobierno español. Desde
que se supo, el problema no es el hecho en sí, sino lo que “sabe” la
inteligencia marroquí sobre Pedro Sánchez.
Pegasus es importante y significativo por dos elementos:
1) Fue a partir de entonces cuando cambió significativamente la
política del gobierno en relación al Sahara, mostrándose favorable a Marruecos
y rompiendo con Argelia. La política de apoyo a la resolución de la ONU que
proponía un referendo para la población saharaui, había sido constante y
tradicional en todos los gobiernos de España desde la transición. Romperla,
implicaba también, ofender a Argelia, primer exportador de gas natural a
España, en el peor momento: cuando había estallado el conflicto ucraniano. El
cambio de política sobre la cuestión del Sáhara era, por tanto, injustificable,
contrario a los hábitos diplomáticos y opuesto en sus consecuencias a los
intereses de España.
2) Pegasus es un programa espía de patente israelí, aupado por el
Mosad. Este elemento es importante: la crisis actual coincide con un
momento en el que Sánchez -huyendo de su creciente impopularidad en España- ha
asumido el rol de “misionero internacional para el reconocimiento del “estado
palestino”. Esto le ha supuesto un aumento de su prestigio en la escena
internacional, pero también el odio eterno de Israel. En realidad, el Mosad, lo
que ha hecho con Pegasus no ha sido otra cosa que extender su influencia en
dirección a otros servicios de inteligencia internacionales. El de Marruecos,
por ejemplo. Es posible, incluso, que el propio programa, en su concepción, permita
a Israel acceder a los mismos conocimientos que obtiene quien lo ha comprado.
Si esto es así -y es muy posible que lo sea- lo que “sabe” Rabat de Sánchez, lo
sabría también el Estado de Israel.
B.- La comisión de investigación sobre el “Caso Koldo” en el
Senado. La endiablada situación política española
después de que el PP se impusiera en votos y escaños en las pasadas elecciones,
pero Sánchez consiguiera el apoyo de los partidos de izquierda, nacionalistas e
independentistas para ser elegido presidente, a cambio de realizar concesiones
ilimitadas, ha precipitado el que, tras conocerse el “Caso Koldo” se creara una
“comisión de investigación” en el Senado, controlado por el PP. A pesar de las
limitaciones de estas comisiones (y de que, hasta ahora, nunca han aclarado
nada) , lo cierto es que la comparecencia de Salvador Illa hizo que aumentaran
las sospechas de complicidad de la presidencia en la “trama Koldo”. Este hecho
no se escapó a los periodistas que constataron la inseguridad con la que Illa
contestó algunas preguntas y no estuvo en condiciones de responder satisfactoriamente
al hecho de que recibiera en su despacho ministerial a alguien como ”Koldo”,
que no era oficialmente, más que un chófer-guardaespaldas de otro ministro.
Y
esto es importante por dos factores:
1) Por que Illa es el candidato que encabeza la lista en las
próximas elecciones autonómicas a Cataluña a celebrar en el mes de mayo. La
declaración ante el senado y las reacciones de la prensa, inevitablemente
suscitarán una caída en sus expectativas de voto. Sánchez, con su amenaza de dimisión,
habría querido recuperar el terreno perdido, especialmente con sus socios
parlamentarios (ERC se mostró muy hostil a Illa en la comisión).
2) La amenaza de dimisión, también era una forma de decirles: “Si
me voy yo, os quedáis sin amnistía y el que venga detrás, seguro que no es da
tantas facilidades como os doy yo”. Así trataría de evitar, de una vez
por todas, nuevos chantajes parlamentarios por sus socios en cada votación. Y
si los socios valoran la situación verán que, con un PP en la Moncloa,
condicionado por los votos de Vox (aunque no formara parte del gobierno), la
situación de privilegio de la que gozan nacionalistas e independentistas,
concluiría abruptamente.
C.- Ni el “Caso Begoña”, ni el “Caso Mascarillas” han concluido. En ambos casos, la prensa está en estos momentos trabajando en
distintas líneas. Estas investigaciones llevan su tiempo. Ningún medio está
dispuesto a jugarse una querella multimillonaria por difamación, ni del
presidente, ni de Begoña, ni de los ministerios afectados por estos casos. En
otras palabras: de la misma forma que, judicialmente, estos casos están
solamente en sus primeras fases de investigación, en lo que se refiere a los medios
de comunicación, hay mucho más material todavía no publicado (y que, sin duda,
irá deslizándose por goteo en las próximas semanas y meses) que comprometería
gravemente la posición y las afirmaciones del gobierno.
Todo esto es
importante por dos factores:
1) En el “Caso Koldo” están implicados altas autoridades del
Estado (la número tres del Estado, la presidenta del Congreso, Francina
Armengol que durante la pandemia era presidenta de la Comunidad Autónoma
Balear), varios ministerios y varios presidentes de comunidades autónomas
entonces gobernadas por el PSOE. Pero todavía es más grave el contexto en
el que se produjo el “caso”: una pandemia que el propio gobierno, tras la
manifestación feminista del 8 de marzo, declaró el “confinamiento”, generó una
campaña de terror primero en torno a la peligrosidad del virus, aplicó los
protocolos de la OMS para tratar la enfermedad (que hoy se tiene la convicción
de que contribuyeron a aumentar la víctimas) y, para colmo, recomendó una
vacuna (no obligatoria pero sí en la práctica para aquellos que querían viajar
al extranjero y para los trabajadores de empresas importantes) cuyas secuelas
explican la inflación de muertes que se ha producido con posterioridad y, que
el propio ministro Illa promocionó mostrando una fotografía de “cómo se
vacunaba”… a pesar de que declaró en la comisión de investigación del senado
que él “no se había vacunado”.
2) El “Caso Begoña”, abierto por un juzgado madrileño después
de una denuncia de “Manos Limpias”, es inédito en la historia política del
mundo civilizado. Todas las mujeres de presidentes, simplemente, o no
habían actuado en política o si habían actuado era presentándose como
candidatas en una lista electoral (casos de la esposa de Felipe y de la esposa
de Aznar). Pero el hecho de que Begoña correteara en once ministerios del
gobierno de su marido y obtuviera buenos contratos, subvenciones y beneficios
para empresas que “asesoraba” resulta inédito en cualquier concepto
democrático. A eso se le llama sospecha de “tráfico de influencias”. Sospecha,
por otra parte, fundada. Siendo todavía más grave porque en algunos de los
casos investigados las subvenciones eran con fondos europeos. Y, el problema
para Sánchez es que las gestiones de su esposa fueron realizadas con una
sensación total de impunidad y dejaron rastros suficientes (de momento, dos
cartas firmadas por ella, de “recomendación”) que permiten seguir la pista con
facilidad.
D.- El fracaso del contraataque socialista ante la corrupción. A partir de conocerse el “Caso Koldo” y sus ramificaciones y
despuntar las primeras informaciones del “Caso Begoña”, los socialistas
cometieron un error doble de comunicación: en primer lugar, desempolvaron casos
ya vistos y juzgados de corrupción que afectaban al PP. Era una forma de decir “y
tú más” y creer que así se desactivaba la información. En segundo lugar,
trataron de crear un caso que afectara al PP allí en donde más le duele a
Sánchez: en Madrid. Aprovechando que Isabel Díaz Ayuso era uno de esos
empresarios oportunistas a la caza de buenos negocios a la sombra de la
administración, el PSOE creó el “Caso Ayuso-Mascarillas”, pensando que
contrapesaría al “Caso Koldo”. Sin embargo, la desproporción entre los dos
casos pronto fue evidente: las acusaciones contra González Amador, tenían que
ver con impagos a hacienda por ventas de mascarillas, antes de que fuera pareja
de Díaz Ayuso. Y, además, ya se había pactado con Hacienda la resolución del
caso para evitar el juicio. Aquí, fue donde se comprobó también la colaboración
del Fiscal General en la ofensiva del PSOE, filtrando fría, deliberadamente,
datos sobre un ciudadano privado que había reglado su situación con Haciendo. No
había más vuelo para el “Caso Ayuso-Mascarillas”. De hecho, jamás existió.
Mientras, se seguían filtrando más y más datos sobre los casos “Begoña” y “Koldo”.
Y esto es importante por dos elementos:
1) El fracaso del “y tú más” y el poco recorrido de los ataques
contra Díaz Ayuso, evidenciaban la necesidad para el PSOE de cambiar de estrategia,
pero también el reconocimiento de que, a medida que avancen los trámites
judiciales, la situación empeoraría para los procesados. Y el resultado
final sería una agonía mediática que implicaría el agotamiento electoral del
PSOE, imposible de compensar -a la vista del aumento desmesurado de la deuda
pública española en los tres últimos años y de la negativa de la UE a crear “bonos
de deuda europeos”- con la “naturalización” de unas cuantas decenas de miles de
inmigrantes. El problema es que, a la vista de lo que se ha publicado sobre
estos casos de corrupción, de lo que los medios están investigando en este
momento y de lo que el propio Sánchez conoce y que aun no ha salido a la
superficie, era imposible afrontar un contrataque eficiente.
2) El último error de Sánchez ha sido precisamente su “carta” en
el que amenaza con su dimisión. La carta es hoy primera plana en todos los
medios de comunicación europeos que, gracias a ella, además de referenciarla se
han visto obligados a explicar lo que está siendo el “Caso Koldo”, el “Caso
Begoña”, los avances mediáticos y judiciales, la comisión de investigación del
Senado, etc, elementos todos ellos que habrían pasado desapercibidos para la
opinión pública europea, de no ser por la dichosa “carta”. Esto hace que, cada
vez más, las puertas de la UE se le vayan cerrando al pedrosanchismo. El
electorado alemán y, mucho más especialmente, los gobiernos europeos de
derecha, empezando por el italiano, van a permitir que llegue a España un solo
euro comunitario que tiene muchas posibilidades de ser empleado en no llegar a los
destinos para los que ha sido enviado, y perderse en los bolsillos próximos al
gobierno español.
E. La mala situación general económico-social de España. Mientras la UE había habilitado planes de “reactivación” económica
posteriores a la pandemia, mientras se podían enmascarar las cifras y alardean
de que la economía española “iba como una moto”, trucando incluso las cifras
del pero, acallando el descontento social con promesas electorales y la demencial
política de inmigración insuflando más y más fondos para la “integración” de
los inmigrantes, regando a ONGs mafiosas con más y más millones para que
ejecutaran su tarea de “taxis” para aumentar el número de inmigrantes, y
mientras una parte de los medios recibía jugosas subvenciones a condición de difundir
“beneficios” de las políticas gubernamentales y ocultar las cifras problemáticas
(el déficit que ha llegado en marzo de 2024 a 1,6 billón de euros), Sánchez
podía mantenerse en la Moncloa. Pero, en los últimos meses, el aumento de la
criminalidad -especialmente de los delitos más graves: violaciones, asesinatos
y robos con violencia-, la constatación de que zonas del país, en el sur, ya
están en manos de las mafias de la droga y de que estas actúan impunemente,
ante la mirada indiferente de Marlaska, y por ahí pasa, no solo hachís e
inmigración, sino también toneladas de cocaína llegada a Marruecos, el cambio
de actitud alemana hacia la entrega de fondos al gobierno español, el malestar
por el aumento de una inmigración innecesaria, incontrolada y peligrosa, las
molestias insólitas que esto crea en el día a día de la sociedad a causa de sus
costumbres culturales y antropológicas que no están dispuestos a renunciar, la demostración
de que la cifra de parados está un millón por encima de las cifras oficiales,
el hundimiento en la venta de pisos, de coches eléctricos, los intentos del
gobierno de controlar más y más empresas del Ibex, etc, etc, etc. Todo ello
pinta un cuadro catastrófico del país.
Esto es importante por dos factores:
1) Todo esto, quizás, por separado, pudiera tener alguna
solución (ser enérgico en la lucha contra la delincuencia, repatriaciones
masivas empezando por inmigrantes que hayan cometido delitos, austeridad en el
gasto público, reducción de las dimensiones de la administración, etc), pero
juntos son de imposible solución especialmente para un gobierno en minoría
y con problemas de autoridad, corrupción, dependencia de socios parlamentarios verdaderos
chantajistas. Y, el gran problema es que, antes o después, está situación se
evidenciará en toda su crudeza (como ha ocurrido en Argentina: “no hay plata”).
El cambio de actitud de la UE en relación a España y el cierre del grifo han
marcado ese momento en el que el realismo tenderá a imponerse y los “hombres de
negro” exigirán medidas drásticas que afectarán, especialmente, a las
pensiones, generando un vuelco en las intenciones de voto.
2) El nivel de la deuda española es tal que no solamente
compromete el desarrollo y las inversiones en los próximos años, sino que
supone una losa para las futuras generaciones y esto en un país multiétnico en
el que los nacidos fuera de España y sus hijos, son ya la cuarta parte del
total de la población. Ni en las elecciones generales de 2023, ni en las
autonómicas que se están celebrando desde enero, ningún partido -salvo Vox- han
hablado de lo que debería ser el primer punto de un programa de gobierno
responsable: “reducción del gasto público”. De entre todos los rubros, la
estructura autonómica del Estado y el gasto global generado por la inmigración (incluidos
los gastos judiciales, policiales, los subsidios, el coste de los MENAS y de su
mantenimiento, etc), junto con el dinero que se filtra en las redes de corrupción
y la financiación de chiringuitos en forma de ONGs, constituyen las partidas
mayores de las que podía prescindirse… si el gobierno tuviera autoridad y
voluntad. Pero carece de ambas cosas.
Pues bien, el reconocimiento de todos estos elementos, son los
factores que avalan una respuesta afirmativa a la pregunta de si la carta de
Sánchez amenazando con dimitir evidencia una voluntad auténtica. Todo lo
dicho anteriormente son factores problemáticos y de casi imposible solución y,
por tanto, avocan al pedrosanchismo a una larga agonía. El presidente con su
carta anunciando que “medita su dimisión hasta el lunes”, no habría hecho otra
cosa que reconocer la triste realidad de un gobierno -su gobierno- que ha
fracasado estrepitosamente y que deja al país en una situación caótica y polarizada.
Ahora bien…
¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?
TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA NEGATIVA
… Dejar las cosas así es no reconocer ni lo que es el
pedrosanchismo, ni los rasgos de su dolencia psicológica: un psicópata nunca
reconoce sus errores, son los otros los que cometen errores, son los otros los
que no le dejan hacer lo que él quiere, son otros los que le impiden realizar
su ego. Y, allí donde una persona normal dimitiría, Pedro Sánchez,
arrastrado por su conformación mental, tenderá a llegar hasta el final. No es
que prefiera “morir matando”, es que prefiere que “muera todo un país, a
dimitir”. Desgraciadamente, la democracia electoralista es, más que
cualquier otro régimen, aquel que presta más facilidades para que un psicópata
llegue al poder. Le permite utilizar su altísima capacidad para la mentira, para
encandilar momentáneamente al electorado; apoyado por los medios, transmite un
look de sí mismo que es, como el look de todos los psicópatas, artificial y que
tarda poco en diluirse. Sitúa su ego por encima de todos los demás, no siente
-no puede sentir- ningún tipo de empatía con nadie: ni con su esposa, ni con su
partido, ni con su país, ni con sus partidarios. Y si hay rastros empáticos se
trata solamente de simulación. Estas pulsiones negativas aumentan desde el
momento en que se ve atacado, ridiculizado, insultado, silbado en sus apariciones
públicas. Su bilis se multiplica y su odio aumenta. Piensa estrategias para
combatir a sus adversarios, pero el psicópata no suele ser muy inteligente: su
Ego le impide ver la realidad y actuar razonablemente ante ella.
No creemos, por tanto, que Sánchez vaya a dimitir. Todo lo dicho en el parágrafo anterior, valdría para que una
persona normal, simplemente, se suicidara (el presidente de Brasil, Getulio
Vargas, lo hizo cuando estalló un ínfimo caso de corrupción que aquí no pasaría
de un juicio de faltas; el presidente boliviano Germán Bush, así mismo, se
suicidó al ver que encontraba dificultades creciente para imponer su proyecto
político; incluso en 1993, un correligionario de Sánchez, Pierre Bérégovoy, primer
ministro del gobierno del presidente Mitterand, se suicidó al saberse que había
recibido un préstamo de un millón de francos para comprarse un apartamento…).
Pero estos precedentes no valen para Sánchez. Está hecho de otra pasta.
Así pues, la carta de Sánchez amenazando con dimitir puede
estar motivada por cinco intenciones que, en el fondo, son una: la decidida
voluntad de aferrarse, con uñas y dientes, al cargo, de situar su ego por
encima de los intereses de su partido, de su país y de las generaciones
futuras. Estas intenciones son:
1) “Currarse la página de la víctima”.- Se trata de un cambio de estrategia: dado que la campaña del “y
tú más”, ha mostrado una eficacia muy limitada; dado el fracaso de su ofensiva
contra la presidenta de la Comunidad de Madrid; dada la certidumbre de lo que
puede ir apareciendo, Sánchez ha optado por presentarse como víctima: él y Begoña.
Sería como uno de esos personajes del cine negro, el “falso culpable” que es
perseguido, amenazado, encarcelado, pero que, al final logra demostrar su
inocencia. En sus contactos con el independentismo, ha comprobado que el
victimismo tiene su público y que, por el simple hecho de presentarse como
víctima, él y su pareja se hacen acreedores de apoyo, cariño y ternura.
2) Movilizar voluntades.- La oposición,
desde el inicio de la legislatura, aprovechando el asunto de la amnistía a
Puigdemont y a los indepes catalanes, ha realizado varias movilizaciones
masivas. Sánchez, en todo este tiempo, cada vez que Sánchez ha asistido a algún
acto público se ha visto abucheado e insultado: “Por siete votos tienes el culo
roto”, no ha sido una excepción, sino la postrera muestra del “fervor popular”
que le rodea cada vez que sale de la Moncloa. No hay más abucheos porque la
guardia de corps de Marlaska sitúa las barreras para el público a 200 y 300
metros de donde se encuentra el presidente. Era necesario que sus partidarios
tuvieran una ocasión de mostrar su apoyo al presidente. Y esa es otra de las
cosas que busca: una riada de “adhesiones inquebrantables”.
3) Poner a sus socios ante el abismo.-
Con un Puigdemont que repite que tiene “cogido por los huevos” a Sánchez, con
una ERC que repite que “el gobierno hace lo que nosotros queremos”, con un
Bildu que se jacta del reconocimiento público y el blanqueo que le depara
Sánchez, todos los cuales están dispuestos a apoyarle en cada votación siempre
y cuando reciban algo a cambio, es evidente que no puede cerrarse, ni los
presupuesto de 2024, ni siquiera la legislatura. Por tanto, Sánchez habría
decidido plantear un órdago a sus socios: “Si me voy, vosotros caéis también”, “Si
me voy, no habrá amnistía”, “Si me voy, la posibilidad del federalismo se aleja
para siempre”.
4) Polarizar a la sociedad española.- Este elemento siempre ha estado presente desde el inicio de esta
legislatura, pero en su carta, Sánchez lo convierte en uno de los elementos
centrales: él es el que cierra el paso a la derecha (“No pasarán”), él es el
que defiende el progreso frente a los “extremistas de derecha”, olvidando que, las
revelaciones en su contra, una vez más, no han sido difundidas ni por la “derecha”,
ni por la “extrema-derecha”, ni por el “fascismo”, sino por medios de prensa
independientes y no sometidos a su férula. Sabe que si convence a la sociedad
española de que existe una “galaxia fascista” que conspira contra él, es
susceptible de obtener el apoyo de la otra parte de la sociedad en forma de
izquierdas, nacionalistas e indepes. Una vía peligrosa que conduce directamente
a la guerra civil.
5) Impedir un descalabro de la izquierda en las elecciones
europeas.- Sánchez piensa en el futuro. Es
consciente de que la izquierda europea va a sufrir un revés importante en las
próximas elecciones europeas de junio. Si logra que la candidatura socialista mantenga
sus posiciones en España, piensa que, así podrá dar el salto a Europa y convertirse
en líder de la izquierda europea. Tenía esa ambición en Iberoamérica a través
del Grupo de Puebla, pero las constantes derrotas en los dos últimos años de
esta opción (que ha perdido el poder en unos países -Argentina, Portugal, Ecuador,
Perú, Salvador- y se muestra completamente deteriorada en otros -Chile,
Colombia, Brasil-), le inducen a mirar de nuevo en Europa. Y lo está intentando
a través de esa “misión” diplomática que se autoarrogado para el reconocimiento
del “estado palestino”.
¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?
TODO ES POSIBLE EN EL PEDROSANCHISMO
Hace poco decíamos que Sánchez gobierna porque 7.821.000
españoles, de mayores, les gustaría ser como él. Mentiroso, desplazándose
en Falcon a comprar tabaco, entre lujos orientales, acumulando patrimonio, sin
escrúpulos de ningún tipo, habiendo logrado su proyecto personal por encima de
cualquier cosa… Por eso le votan. Sánchez no es un accidente en la historia
de España, es el resultado de la entronización de un modelo humano promovido
desde los años 80. No debe extrañarnos nada de lo que haga o decida. De
hecho, no decide él, sino sus vísceras.
Pero la cuestión es si la carta refleja una actitud real o bien es
mera simulación.
Tendemos a creer que es ambas cosas a la vez: incluso los
psicópatas de manual experimentan momentos de flaqueza, se sienten vacíos,
perciben el odio que generan y la situación que les lleva a un callejón sin
salida. Algo de todo esto se refleja en la propia carta. Pero, junto a esto,
las vísceras de Sánchez reaccionan y aspiran a la “solución final”: o él o el
caos. Para seguir debe suscitar entusiasmos en sus partidarios, miedo en
sus aliados y salidas de tono en la oposición. Debe conseguir hacer creíble
su mensaje, desplazarlo del agujero de corrupción en el que se encuentra su
partido y su núcleo familiar, “currándose la página de la pena”.
Se ha dado un tiempo para pensar. En el curso de estos cuatro
días, del 25 al 29, veremos las reacciones de los medios y de la sociedad, de
sus partidarios y de sus detractores. Pero todo esto servirá de poco: actuará
según sus vísceras. Incluso aunque amagara con dimitir, unas horas después
podría cambiar de opinión.
Sánchez no necesita asesores, precisa psiquiatras. Y este país también.