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jueves, 19 de agosto de 2021

Georges Valois y el Faisceau. Primera exportación del fascismo italiano - ALGUNOS MIEMBROS ILUSTRES DE LE FAISCEAU (ANEXO)


 Nuevos militantes (I) Philippe Lamour

“Una tarde del verano de 1925, caminaba por el boulevard Saint–Michel cuando fui abordado por un equipo de camelots [rama activista de Action Française] que como era frecuente en la época, vendían diarios en la calle gritando su título: “… Le Nouveau Siècle. Comprad La Nouveau Siècle, órgano del Faisceau des Combattants et des Producteurs”. Compré la hoja. Desde la primera lectura creí reconocer la expresión de esta síntesis en la que había soñado entre lo nacional y lo social. Los combatientes eran la sustancia vital del país, el símbolo de su grandeza. Tras haber conocido la fraternidad de las trincheras ¿iban a dividirse por los odios partidarios? No, “unidos como en el frente”. Debían ganar la paz como habían ganado la guerra”.

Aquel joven de 22 años era Philipe Lamour, uno de los más activos militantes de Le Faisceau, que escribía sus memorias en 1980 (7). Lamour había nacido en 1903 en Landrecies un pequeño pueblo del Norte de Francia. Su familia era campesina; en 1918, cuando callaban las armas en los frentes de la Primera Guerra Mundial, acabó su bachillerato. Inmediatamente inició estudios de derecho, carrera que acabó en 1924 y en los años siguientes participaría en procesos que convulsionaron a Francia (entre otros el caso Stavisky que generó los incidentes de febrero de 1934 en París, ver número 1 de la Revista de Historia del Fascismo, págs. 77–84, La protesta contra el parlamentarismo en Francia). Junto al derecho practicará el periodismo en los años 30. En 1925 fue elegido presidente de Le Faisceau Universitaire, rama estudiantil del partido de Valois. En su biografía prefiere pasar casi de soslayo estos aspectos de su juventud…

Tras su estancia en el Faisceau, se situará en la órbita de los “no conformistas de los años 30” (8) del grupo Ordre Nouveau y más especialmente de la revista Plans. Escribe sobre esa época: “La influencia de la revista Plans no fue desdeñable. Respondía a las aspiraciones latentes, a la dejadez provocada por el pensamiento conformista y las actitudes rutinarias. Se quería otra cosa, salir de la banalidad, ver el mundo desde un nuevo ángulo. Este deseo no nos afectaba sólo a nosotros. Era el mismo que el existente en un movimiento de ideas que se expresaba también a través de L’Ordre Nouveau que publicaban Robert Aron y Armand Dandieu, autor de un libro de título significativo: Le Cancer Américain. Estábamos igualmente en relaciones con el grupo llamado Tercera Fuerza que animaban Georges Izard, Pierre Olivier Lapie, Alexandre Marc y Emile Fabre y que precedió a la creación de la revista Esprit por Emmanuel Mounier”.

A pesar de su germanofobia vivió con entusiasmo el ascenso de Hitler al poder considerando que el movimiento nacionalsocialista era una posibilidad de regeneración de la civilización europea. Dedicó un ciclo de conferencias a este tema bajo el título de “La revolución alemana ha comenzado”. Solamente tras el 30 de enero de 1933, cuando observó que el III Reich aspiraba a reconstruir el poder del antiguo imperio alemán cambió de opinión.

Al igual que Valois, Lamour evolucionaría hacia un “extremo centro” de carácter antiliberal, antifascista y anticomunista que le llevará a identificarse con el bando republicano en la guerra civil española a la que asistió como periodista. Este hecho y el que fuera una de los pocos periodistas franceses que alertó sobre la llegada de Hitler al poder y pidió que se tomaran medidas para evitar que el III Reich amenazara a Francia hicieron que Lamour fuera considerado como un “belicista”. Al invadir los alemanes Francia, él y su familia huyeron a la “zona libre” de Vichy estableciéndose en Marsella y volviendo a la agricultura como profesión.

Al acabar la guerra se dedicará al sindicalismo agrícola y llegará a la cabeza de la Confederación General de la Agricultura y como tal se mostrará partidario de la mecanización de la agricultura (conducirá en 1946 la primera cosechadora automática que se utilizó en Francia) anunciando la “revolución verde”. De este período, tras haber sido nombrado “comisario adjunto de la República” data su colaboración con Jean Monnet, uno de los “padres de Europa”. Más tarde, en 1947, será uno de los impulsores de las “denominaciones de origen”. Impulsará la reorganización de la agricultura y de las infraestructuras agrícolas en el sur de Francia en los años 50 y 60, en marzo de 1960 será uno de los interlocutores privilegiados de Nikita Krouchtchev cuando visitó Francia.

En los años 70 se retirará de la política activa y recuperará su vida como agricultor. Redactará sus memorias que se convirtieron en un best seller en los años 70 al tratar a personajes y situaciones de las tres últimas repúblicas francesas. Murió en 1992 cuando ya hacía 45 años que se movía en las esferas del régimen.

El caso de Philipe Lamour es extremadamente parecido al de Georges Valois: su evolución será muy parecida y la trayectoria política del primero posterior a la Segunda Guerra Mundial demuestra como podía haber sido la del segundo si hubiera sobrevivido al conflicto. A pesar de su juventud fue uno de los puntales del Faisceau, alcanzando el rango de secretario de redacción de Le Nouveau Siècle. Vivió en primera línea los enfrentamientos entre Action Française y La Faisceau en los que participó activamente. Él mismo cuenta: “Intentamos reaccionar utilizando la fuerza y, una noche, a la cabeza de una “centuria” intentamos asaltar las oficinas de L’Action Française. Fuimos acogidos a tiros y nos retiramos con cuatro heridos”.

Tras la desintegración de El Faisceau en 1928 se separará de Valois y se integrará en el pequeño Partido Fascista Revolucionario (episodio de su vida que intentará olvidar y que no trata en sus memorias…) del que fue uno de sus impulsores. Hasta principios de 1936 seguirá pensando como “fascista” y proponiendo “un fascismo integral, social, económico, policial y judicial” (Le Journal de Rouen, 2 abril 1936). Posteriormente fundará la revista Plans en 1931 en la que participará una brillante corte de intelectuales que ya habían manifestado su simpatía por Valois (Leger, Le Corbusier, René Clair, Dufy, etc.).

El juicio de conjunto que Lamour realiza sobre Le Faisceau es digno de mención: “El movimiento estaba fundado sobre malentendidos. Se encontraban en sus filas, mezclados, antiguos combatientes como Jacques Arthuys, d’Harcour y Philippe Barrès, sinceramente inquietos por la degradación de la vida pública francesa; pero también viejos sindicalistas anarquistas, disgustados  por la politización del sindicalismo, visceralmente anticomunistas, cuyos mostachos proletarios y los pantalones anchos contrastaban con los mentones afeitados de los antiguos oficiales; de viejos soldados salidos de la formación, con la botonera estrellada de condecoraciones, antiguos combatientes de por vida, que de taberna en taberna y de partida de cartas en partida de cartas, no se decidían a desmovilizarse moralmente. Pero, sobre todo, se encontraban en gran número, realistas decepcionados por diversas razones que habían abandonado Action Française, razones que no eran siempre intelectuales (…) Era un magma heteróclito, con elementos yuxtapuestos antes que asociados, que la infatigable retórica del jefe Valois intentaba convencer de su unidad y de su solidaridad. Se reclutaba, en París y en provincias, a buenas gentes, sinceras, desinteresadas, ávidas de entregarse al servicio del país”. Para Lamour, la campaña de Action Française realizada contra Le Faisceau consiguió destruir la imagen de “novedad” con la que irrumpió el movimiento para pasara  ser solamente “una disidencia de Action Française” y, por tanto, a perder todo interés para las masas (La Cadran…, op. cit., pág 96–97).

Lamour fue uno de los antiguos militantes de Le Faisceau que logró reciclarse en la vida política francesa (él a través de la agricultura) alcanzando puestos de relevancia en las administraciones republicanas de la postguerra.

Nuevos militantes (II). Le Corbusier

Charles–Édouard Jeanneret–Gris, más conocido bajo el seudónimo de Le Corbusier a partir de 1920 (adaptación del nombre de su antepasado materno Lecorbésier), nacido en Suiza y naturalizado francés en 1930. En los años en los que Le Corbusier empezaba a tener renombre como arquitecto fue también afiliado a Le Faisceau. Eran los años en los que aspiraba a destruir las viviendas de las dos orillas del Sena, salvo los monumentos reconocidos, para construir rascacielos. Estos proyectos y los estudios que seguirán luego sobre la organización de las concentraciones urbanas (Argel y Río de Janeiro) fueron ampliamente criticados.

Al parecer, Le Corbusier fue miembro de Le Faisceau en 1926 y no ocupó cargos de responsabilidad aunque mantuvo a partir de ese momento una colaboración con las iniciativas de Philipe Lamour que le llevaría a la revista Plans. Ateo, tenía cierta vertiente espiritualista que le inducía a decir que sus antepasados habían sido cátaros (su seudónimo Le Corbusier quería decir “mercader de cestas” o “cordonero”) y no vaciló a la hora de construir distintas iglesias la más famosa de las cuales fue la capilla de Notre Dame du Haut en el Franco Condado cuando tenía 63 años. Su mismo concepto de urbanismo remitía al viejo paganismo; en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna de 1933 afirmó: “Los materiales del urbanismo son el sol, el espacio, los árboles, el acero y el cemento armado, en este orden y en esta jerarquía”.

Si nos atenemos a la biografía de Le Corbusier, el año 1926 estuvo casi completamente absorbido por su trabajo como arquitecto. Diseñó y construyó cuatro edificios que todavía pueden verse en París (Villa Stein, la Casa Cook, la Casa Guiette y el edificio del Ejército de Salvación); para colmo escribió un importante ensayo: Architecture d'époque machiniste y diseñó varios proyectos algunos de los cuales no progresaron (el de la mansión para el conde de Polignac) y otros se construyeron al año siguiente (las Maisons Minimun y los proyectos para dos inmuebles industriales). Ese mismo año falleció su padre y a principios de 1927 impartiría conferencias en España (en Barcelona visitaría las construcciones de Gaudí fallecido el año anterior), Alemania y Bélgica. Su militancia activa dentro de Le Faisceau necesariamente debía de ser muy limitada. Lo cierto es que Le Corbusier se sintió atraído inicialmente por el futurismo italiano y su concepción estética que incorporó en su estilo.

Pronto se desinteresó por la política, si bien mantuvo siempre ideas sociales (entre ellas su concepto de “unidad habitacional”), neo espiritualistas (de las que salió el Modulor, especie de revisión de la “divina proporción” en la tradición de Vitrubio y siguiendo la serie de Fibonaci) y funcionales (en parte derivadas de la idea del falansterio de Fourier y de los demás socialistas utópicos), que también estuvieron presentes en el fascismo.

En 1934, Le Corbusier viaja a Roma los meses de mayo y de junio. Se le organiza una audiencia con Mussolini que finalmente no tendrá lugar. Visitará la fábrica Fiat de Turín y la delegación de la Sociedad de Naciones en Venecia en donde participará en el simposio sobre “La ciudad y el Estado”. Es cierto que después de adquirir la nacionalidad francesa en 1930 es invitado a la URSS en donde permanece quince días, pero nunca jamás manifestará interés por el comunismo. En contrapartida, no pondrá remilgos cuando en 1942 sea recibido por el Mariscal Petain y aceptará trasladarse a Argel como delegado del gobierno de Vichy para planificar la reforma de la ciudad de Argel. Si el plan fracasó fue por dos motivos: por la independencia de los criterios políticos de los que hacía gala Le Corbusier y por la desconfianza que experimentaba el general Weygand hacia los arquitectos que le acompañaban oriundos en el proyecto, oriundos de Argel y, la mayoría, antifascistas.

Nuevos militantes (III). Jacques Arthuys

El destino y la evolución personal de Jacques Arthuys siguen en todo al de Valois. Como él tiene una pasión, la economía y una afición, el periodismo. Ambos iniciarán su evolución política en Action Française, la continuarán en Le Faisceau y terminarán en la resistencia. Ambos fueron soldados valerosos en la Primera Guerra Mundial (Arthuys lo hizo primero en caballería y luego en el recién formado cuerpo de aviación). Ambos fueron condecorados por acciones heroicas.

Tanto Valois como Arthuys comprendieron que el fascismo enseñaba que algunas contradicciones de la democracia parlamentaria solamente podían resolverse en el seno de un Estado fuerte y que, para alcanzarlo, era preciso abolir la partidocracia. Ambos estaban de acuerdo en la crítica que Maurras formulaba a la democracia y que compartieron sin fisuras. Es cierto que Arthuys era, formalmente, más moderado que Valois y que se sentía próximo a los Croix–de–Feu del coronel La Rocque, la más poderosa liga de excombatientes que ocupaba un espacio político a la derecha haciendo gala de una gran moderación. Tanto en Alemania en aquella misma época, como en la Francia de la postguerra los excombatientes habían terminado siendo una poderosa fuerza política en torno a la cual se articularon las distintas formaciones de la derecha. La experiencia bélica inspiró en Arthuys la publicación de una obra de reflexiones sobre el conflicto y sobre lo que implicaba la paz de Versalles, el germen de un nuevo conflicto. El volumen, titulado Les Combattants, apareció en 1925 y ni aporta mucho más de lo que al otro lado del Rhin los escritos de Von Salomon y Jünger estaban escribiendo en esos mismos momentos: frente a la grandeza de la hermandad del frente, en contrapartida con la camaradería y el sentimiento del honor que había reinado en las trincheras, el retorno a la vida civil entrañaba el comprobar que habían combatido por nada y que la nobleza de los ideas que les llevaron a las trincheras estaba en contradicción con la bajeza de quienes les habían llevado hasta allí y con lo miserable de quienes estaban gestionando la paz. La obra terminaba: “No admitimos ser sumergidos por esta bajeza general. Todo lo que es grande ha sido atacado de manera vil. Todo lo que es pequeño ha sido exaltado. Todo lo que ha supuesto una salvaguarda ha resultado destruido; la marina se disuelve poco a poco, el ejército languidece en el olvido, las fuerzas espirituales están rotas, el espíritu público es dubitativo, perezoso, dividido, se arroja como pasto a los hombres de este país los sentimientos de guerra civil. Durante es tiempo, al otro lado del Rhin, una nación  tenaz, con la que estamos comprometidos en un duelo secular está comprometida y espera su hora”. Lamenta ver a una Alemania cada vez más agresiva en su desgracia y a una Francia progresivamente dividida en la derrota. Y sabe que ni la partidocracia ni el parlamentarismo constituyen las soluciones sino que son el problema de la Francia de aquel momento.

Tras la asamblea del 11 de noviembre de 1925, Arthuys será vicepresidente de La Faisceau y redactor jefe de Le Nouveau Siècle. Desde estas tribunas concretará su proyecto político que coincide en todo con el de Valois: una dictadura nacional situada por encima de las clases sociales que haga gala de un patriotismo a toda prueba y de unas políticas sociales distributivas.

Cuando Valois empiece a considerar a Mussolini como reaccionario y traidor al fascismo de los orígenes (o, mejor dicho, a la concepción que se había hecho extrapolando un “fascismo de izquierdas” a la totalidad del fascismo), Arthuys le apoyará y mantendrá ese apoyo cuando se declare antimonárquico y renuncie al antisemitismo. Junto a Valois pasará a constituir el 10 de junio de 1928 el Partido Republicano Sindicalista instalado en plena izquierda.

Esta experiencia no les llevará muy lejos. Faltarán hombres, medios e ideas. Y a partir de ese momento los caminos de Valois y Arthuys se separan progresivamente. Éste apoyará a partir de 1936, como rechazo al Frente Popular, a la Confederación Nacional de las Asociación de Clases Medias.

Movilizado nuevamente en 1939 con el grado de capitán de la reserva, le tocará en junio de 1940 organizar la retirada de sus tropas desde el Sedan hasta Orange. No consigue evitar las pérdidas pero logrará en contrapartida que ninguno de sus hombres caiga prisionero. Allí, en Orange, le sorprende el armisticio del 22 de junio. Enterrará las armas de sus huestes y se rendirá en Vichy. Durante los primeros meses del régimen de Pétain lo apoyará pensando que reemprenderá el combate contra los alemanes, pero antes de terminar 1940, al percibir que el viejo general no tiene la más mínima intención de proseguir la guerra, abandonará Vichy y reaparecerá en París para organizar los primeros núcleos de la resistencia.

Como se sabe, hasta la Operación Barbarroja, el Partido Comunista Francés boicoteó la resistencia y Arthuys debió apoyar su red en los antiguos conocidos de la pre–guerra, en especial en la Confederación de las Clases Medias. Con ellos puso en marcha un servicio de información y publicó unas Lettres aux Français. Federando a otros grupos iniciales de resistentes, Arthuys constituirá la Organisation Civile et Militaire que a finales de 1941 había conseguido incorporar a equipos de antiguos militantes de Le Faisceau cubriendo el Norte y el Oeste de Francia. Pero la estabilidad de la red dura poco, el 18 de diciembre de 1941 son detenidos algunos de sus miembros que delatan la reunión que tendrá lugar al día siguiente en un café de los Campos Elíseos. Vigilados los asistentes, el día 21, uno de ellos se entrevistará con Arthuys que es detenido, condenado a varios años de prisión por sus actividades clandestinas y deportado en octubre de 1942 a Sonderlager, un campo de concentración próximo a Treveris, en donde morirá de muerte natural diez meses después. Hasta en su muerte, las vidas de Valois y de Arthuys serán paralelas.

Nuevos militantes (IV). Hubert Bourgin

Nacido en Nevers el 3 de noviembre de 1874 estudió en París y tras recibir un premio en filosofía entró en la Escuela Normal siendo el primero de la promoción de 1898. Especialista en Fourier, terminó su tesis sobre este socialista utópico en 1905, al año siguiente se doctoró en derecho con una tesis sobre la industria de la carnicería en el Oise. Durante los turbulentos años del affaire Dreyfus, Bourgin firmó la famosa petición para que el tribunal le exonerara de los delitos de traición y se reconociera las irregularidades que habían tenido lugar durante el proceso. Fue profesor en el famoso Liceo Louis Le Grand entre 1911 y 1937, años en los que se convirtió en un hombre de izquierda, especialista en la historia del movimiento obrero en el siglo XIX. Sin embargo, a partir de 1904 descubrió lo que llamó “la descomposición del socialismo” e hizo inventario de las distintas degeneraciones que estaba sufriendo: “revisionismo, reformismo, antipatirotismo, anarquismo, bolchevismo…”. Antes de la primera guerra mundial Bourgin se consideraba socialista y sindicalista revolucionario, y estuvo afiliado al Partido Socialista.

Durante la Primera Guerra Mundial fue jefe del servicio de informaciones de la subsecretaría de Estado de artillería y municiones y terminó la guerra como jefe de reavituallamiento. Durante la guerra su posición política fue virando progresivamente a la derecha y terminó en posiciones nacionalistas y antialemanas que compartió con Action Française aun sin afiliarse. Si bien no participó en el trabajo del Cercle Proudhon, conoció a Valois y figuró entre los primeros afiliados a Le Faisceau. Como militante del mismo publicó en la Librairie National una serie de libros sobre la degradación de la educación en Francia que atribuía al “Estado burgués” que proletarizaba la educación y con ello labraba su propia ruina. En los primeros momentos de su acercamiento a Action Française y, más concretamente a Valois, Bourgin, era secretario de redacción de la revista La Progrès Civique. Se trataba de una revista independiente fundada en 1919 por Henri Dumay y que contó con la colaboración de grandes plumas de la intelectualidad europea de la época (Duhamel, Levy–Brhul, Gide, Jean Rostand, H.G. Wells, etc.). La revista era de tendencia radical y socialista y estaba compuesta por heterodoxos procedentes de la izquierda. Bourgin, una parte de cuyo corazón estaba con los antiguos socialistas utópicos y otra parte con las nuevas experiencias de la derecha colaboró asiduamente.

Falleció en febrero de 1955 cuando ya estaba separado de la actividad política y periodística desde hacía casi 20 años. Murió como admirador de Fourier y Proudhon y de un “socialismo patriótico” que Valois había encarnado durante los años 20. Bourgin fue un hombre de izquierdas (izquierdas heterodoxas) que apoyó el proyecto de Le Faisceau considerándolo como propio.

Notas

(1)    Sternhell trata exhaustivamente todos estos sectores en su obra La Droite révolutionnaire (subtitulada Les origines françaises du fascisme 1885–1915. Éditions du Seuil. París 1978) que, en el fondo no es más que una continuación de su primera obra Irrationalism and Violence in the French Radical Right: Te Case of Maurice Barrès (New Brunswick, Rutgers University Press, 1974) y que precederá a su Ni droite ni gauche, (Editions du Seuil, París 1983) que junto con Naissance de l’idéologie fasciste (Fayard, París 1989) completan la tetralogía de este autor dedicada a investigar el origen del fascismo. Es en Ni droite ni gauche, en donde Sternhell trata con detenimiento la experiencia de Geoges Valois al frente de Le Faisceau. Al mismo tiempo, disponemos del testimonio del que fuera uno de los principales colaboradores de Valois en esta organización, Philipe Lamour quien describe en sus memorias (Le Cadran Solaire, Robert Laffont, París 1980, págs. 95–103) las ideas que le llevaron a Le Fascisceau, la peripecia de esta organización y las causas que precipitaron su final.

(2)    James Gregor, historiador estadounidense, originariamente Gimigliano Anthony, hijo de padre anarquista y de madre italiana considerada como “extranjera enemiga” durante la II Guerra Mundial se graduó en la Universidad de Columbia en 1952. En 1960 fue contratado como profesor de filosofía en la universidad de Washington y recibió su doctorado de Columbia en 1961 con su tesis sobre Giovanni Gentile. Posteriormente pasó a la Universidad de Hawai hasta 1964 y luego a la de California en Berkeley en 1967, donde todavía.

Gregor era también un rival de Brown contra el Consejo de los Estados Unidos la Corte Suprema contra la decisión de Educación de poner fin a la práctica de la segregación racial en las escuelas estadounidenses. En los últimos años, Gregor ha afirmado que apoya la segregación en todos los aspectos, y que simplemente se oponían al uso de las facultades del Poder Judicial para cambiar el ingeniero. En cambio, Gregor ha argumentado que la integración debe haber ocurrido a través de medidas legislativas, fue testigo de las leyes de derechos civiles que el Congreso aprobó en los años posteriores. Según Gregor, su principal preocupación de Brown consiste en la amenaza de un poder judicial extralimitarse en sus facultades constitucionales.

Desde la década de 1970, Gregor ha pasado la mayor parte de su investigación académica en el estudio del fascismo y es por esto que es más conocido. En 1974 escribió La persuasión fascista en la política radical. Desde entonces, ha publicado importantes obras sobre el tema, incluyendo "de Mussolini, los intelectuales", "La búsqueda de neofascismo", y "el marxismo, el fascismo y el totalitarismo". Fue en gran parte como consecuencia de este trabajo que fue hecho un compañero de Guggenheim nacional y, posteriormente, un Caballero de la Orden del Mérito por el Gobierno italiano. Durante este período Gregor publicados en las principales ciencias filosóficas, políticas, de seguridad y revistas.

(3)    La literatura en lengua castellana sobre el compagnonnage es casi inexistente, sin embargo puede consultarse una introducción a este movimiento en Estudios sobre la Masonería, Ernesto Milá, PNL Books, Valencia 2010, especialmente en los capítulo I y II.

(4)    L’Action Française et la religión catholique: les éléments d’une imposture, agressions libérales, démocratiques, sillonistes: les maîtres de l’Action Française, l’Action Française et la moral, Charles Maurras, Nouvelle Librairie Nationale, París 1914, pág 133.

(5)    René de la Tour du Pin (1834-1924) teórico francés del “catolicismo social”, miembro de la nobleza, como militar participó en la guerra de Crimea y en la guerra franco-prusiana de 1870. A partir de la Comuna de París se interesó por los problemas social de los trabajadores y se adscribió al “catolicismo social”. Agregado militar en Austria en 1877 contactó con el Conde de Chamberd, aspirante legitimista al trono de Francia que residía en aquel país. A la muerte de este manifiesta su fidelidad realista al Conde de París En 1881 abandona el ejército. En 1885 fue recibido por el papa León XIII en Roma y en 1991 rechaza aceptar la III República y nunca abandonará sus ideales monárquicos. En 1892 conoce a Charles Maurras y apoya a Action Française desde su fundación aportando a la revista y a la nueva formación su interés por las políticas sociales de apoyo a las clases trabajadoras. Su influencia en el pensamiento conservador francés se prolongó a lo largo de los dos primeros tercios del siglo XX. El propio general De Gaulle prodigó elogios en relación a su pensamiento. Escribió: Hacia un orden social cristiano y un manifiesto corporativo que publicaremos íntegro en el número IX de la RHF.

(6)    Cfr. Édouard Berth (1875–1939). Essai de biographie intellectuelle, Vincent Michel,  Université de Paris I, 2003, 209 p. (Maîtrise, T. 1039 MIC), así mismo puede leerse la obra de Berth Les Méfaits des intellectuels (Marcel Rivière, Paris, 1914) con prefacio de Sorel reeditado en 2007 precedido por una biografía elaborada por Alain de Benoist.

(7)    Fragmento de Les Mefaits des intellectuels, extraída del ensayo de Alain de Benoist, Le Cercle Proudhon entre Edouard Berth y Georges Valois, http://www.alaindebenoist.com/pdf/le_cercle_proudhon_entre_berth_et_valois.pdf.

(8)    Le Cadran Solaire, Philippe Lamour, Robert Laffont, París 1980. De las páginas 95 a la 138 cubre su experiencia en le Faisceau, especialmente de la 95 a la 98. 


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