Los primeros pasos
Se trata sin duda de
uno de los políticos más controvertidos del siglo XX y aún hoy se discute si se
trató de una persona coherente con sus principios, o más bien de alguien que
irresistiblemente tenía tendencia a nadar contra la corriente en cualquier
dirección que fuera. No es raro, pues, oír en la actualidad que Valois fue un
“hombre de izquierda” y de manera mucho más habitual “de extrema–izquierda”, o
bien que se trató simplemente de un hombre de derecha que odiaba a Petain y al
resto de componentes de la derecha, y, por supuesto los hay que dicen que se
trató de un “fascista”, añadiendo la coletilla “de izquierda”. Los hay que lo
tienen por un “nacional sindicalista” en el sentido pre–joseantoniano. Cuando
Primo de Rivera funda Falange Española y Ramiro Ledesma aporta un mínimo perfil
a la doctrina nacional–sindicalista, hace tiempo que Valois ya está ubicado en
otro lugar político. Así pues, existe un “enigma Valois” que no puede
desentrañarse y ante el cual lo único razonable que puede hacerse es señalar
algunos jalones de su vida y procurar, tras esto, intentar explicar su
portentosa aventura ideológica y personal que le llevó de ser el primer
movimiento fascista nacido fuera de Italia a morir en un campo de concentración
alemán tras haber participado en las actividades de la “resistencia”.
Su verdadero nombre
era Alfred–Georges Gressent y había nacido el 7 de octubre de 1978, huérfano a
la edad de cinco años fue educado por sus abuelos. Una vez en París, a los 13
años estudió formación profesional siendo expulsado dos años después por
indisciplina, tras lo cual desempeñó distintos oficios (dependiente en una
tienda de tejidos y en varios comercios más, aprendiz de periodista, etc.). A
los 16 años fue detenido y al intentar clasificarlo le colgaron la etiqueta de
anarquista, algo que él siempre negó ser a esa edad, pero a los 19 años, en cambio, tras un largo
viaje a Singapur, reconoce que abrazó esta doctrina justo cuando reemprendió
los estudios. Su servicio militar le reporta bien poco salvo una tuberculosis a
causa de la cual es licenciado prematuramente. Seguirá luego un período de
estancia en Ginebra y otro en Moscú como preceptor de un noble. Cuando regresa
a París en 1902 para trabajar en una librería ya es un consumado autor.
Desde 1905 utiliza el
seudónimo de “Georges Valois” con las que firma sus dos primeras obras (1905 y
1906): El hombre que viene y La monarquía y la clase obrera. Por
entonces ya se ha afiliado a Action Française, pero la marginalidad parece
gustarle y es en esta organización en la que crea el Círculo Proudhon. En esa
primera época de su actividad política podría ser definido como un monárquico
anti–parlamentario de izquierdas. Lo que le ha llevado a la monarquía es la
percepción de que el Rey tiene más autoridad que el Parlamento y que ésta
siempre, inevitablemente, tiene una tendencia innata (la propia de la
burguesía) a doblegarse ante el poder del dinero.
Será en 1912, cuando
pida la baja en la librería en la que trabajaba
desde 1902 para dirigir la Nouvelle Librairie Nationale. Por entonces es
considerado como el número tres de Action Française, tras Maurras y Daudet con
fama de ser “el economista de la extrema–derecha”. Le interesa la “economía
social”, el sindicalismo y los gremios a los que considera como los únicos
capaces de oponerse con garantías de éxito al poder del dinero y a la alta
finanza a la cual no cesa de atacar y resaltar sus rasgos parasitarios.
Al iniciarse la guerra
mundial es movilizado y combate en Verdún hasta 1916. A él se debe una obra
extraña y anticipadora, Caballo de Troya
o la invención del carro de asalto, que llamará la atención en el Estado
Mayor y dará credibilidad a quienes proponían dar un impulso a este tipo de
armas nuevas y desconocidas, las unidades blindadas, inexistentes hasta ese
momento.
Al acabar la guerra se
va distanciando progresivamente de Action Française y la ruptura hubiera sido
más brutal de no haber mediado León Daudet, por quien Valois sentía una enorme
simpatía y al que debió la vida en 1916. Pero la ruptura es inevitable y
cristaliza en la fundación de Le Faisceau des Combattants et des Producteurs.
Y, a partir de este momento la vida de Valois toma otro rumbo inesperado a
partir del cual todo serán “giros copernicanos” para unos y “evolución lógica”
para otros…
Cuando Valois encontró a Sorel y Sorel a Maurras…
Apenas ha cumplido los
20 años de edad cuando se cruza en su vida Georges Sorel del que, a partir de
entonces, se convierte en un ferviente partidario. En esos años, antes de derivar hacia la izquierda,
Valois, frecuentó distintos grupos liberales como L’Art social, de Charles–Louis Philippe, Les Temps nouveaux, de Jean Grave, y muy especialmente L’Humanité Nouvelle, de Charles Albert,
en donde conocerá a Georges Sorel, que tiene un peso decisivo en su cambio de
orientación política. Sorel tenía en aquel momento 50 años y gozaba de un
prestigio intelectual extraordinario e infundía un respeto reverencial entre sus
colaboradores.
Sorel escribía (y hablaba) sobre el sindicalismo, la
lucha de clases, la revolución y el poder del capitalismo. Desconfiaba de la
socialdemocracia y tenía a Marx por un dogmático y a su doctrina como un mero
esquematismo mecánico que ignoraba todo lo relativo a las clases medias que
jamás supo cómo encuadrarlas en su sistema. Sorel le imbuyó la idea de que era
importante preservar la autonomía obrera y crear una aristocracia
revolucionaria curtida en los combates sindicales. Tenía a la burguesía como un
grupo social de mediocridad demostrada cuya antítesis era el ardor popular
expresado a través del sindicalismo revolucionario. Y si esto era así, el
parlamentarismo, en tanto que expresión política de la mediocridad burguesa,
generaba su rechazo integral. El mito dorado de la burguesía era para Sorel el
“progresismo” y lo que llamada “el mito
del progreso”. Este encadenamiento de razonamientos había llevado a Sorel
desde la izquierda a asumir los postulados de la izquierda más radical.
La influencia de Sorel se
manifestó ya en la primera obra de Valois, L’Homme
qui vient, subtitulado “filosofía de la autoridad” en donde el orden de
ideas es muy similar al que dio lugar al fascismo de izquierdas mussoliniano de
la primera hora: sindicalismo revolucionario contra corrupción democrática,
régimen “fuerte” frente a liberalismo, lucha contra la plutocracia. Valois dio
a leer su manuscrito a Paul Bourget, el cual se lo pasó a
Maurras y tal fue el camino a través del cual ambos se pusieron en contacto.
Valois escribió años después, tras la ruptura con el fundador de Action
Française: “Nos enfrentamos
inmediatamente en el problema económico y social. Luego, Maurras se abstuvo de
reemprender esta disputa. Había tomado su decisión; comprendió que era
preferible asociarme a su obra y utilizarme esforzándose en impedirme la
producción de toda aquella parte de mi obra que no aceptaba”. El fragmento
es algo forzado y motivado por el resentimiento mutuo que apareció entre ambos
doctrinarios a partir de 1926: en los años en los que Valois entró en Action
Française, Maurras insistía en sus tomas de posición anticapitalistas (así
pues, no era tanta la distancia que lo separaba de Valois) y contraponía la
estructura capitalista de la economía a la estructura corporativa que proponía.
Defendía el sindicalismo y el gremialismo contra el jacobinismo y el
autoritarismo republicano surgido de la burguesía.
El propio Sorel experimentó entre
1908–9 esta sensación de proximidad a Maurras (llegó a escribir en junio de
1909: “No sé si Maurras logrará traer al
rey a Francia y tampoco me interesa. Lo que me interesa es que se dirige ante
la burguesía reaccionaria, reprochándole el haber sido vencida e intentando
darle una doctrina”. Al año siguiente, Sorel comentaría elogiosamente la Encuesta sobre la Monarquía escrita por
Maurras. A ambos les unía su común desprecio por las instituciones
republicanas, su rechazo a la mezquindad burguesa, al jacobinismo nivelador y a
la plutocracia. Les separaba la posición de ambos ante lo que Maurras llamaba “los cuatro Estados confederados”,
judíos, extranjeros, protestantes y masones, un tema que no interesaba nada a
Sorel, pero es rigurosamente cierto que ambos no estuvieron tan separados como
Valois pretendía cuando entró en conflicto con Maurras.
La Nouvelle Librairie Nationale
y Le Nouveau Siécle
Creada en 1900 por
Action Française se mantuvo abierta hasta 1930 siendo dirigida a partir de 1912
por Georges Valois. Estaba situado en el 11 de la rue Médicis de París e
inicialmente se especializó en la publicación de libros de orientación
nacionalista. A lo largo de su trayectoria publicó 300 libros casi todos ellos
de carácter político en un sentido amplio: desde textos sobre el caso Dreyfus
(anti–dreyfusars, por supuesto), nacionalistas barresianos, sobre temas
patrióticos y militares, textos de Maurras y de otros escritores monárquicos y
de Action Française, pero también textos boulangistas e incluso, gracias a la
gestión de Valois, libros sobre economía elaborados desde el sindicalismo
revolucionario.
A partir de la ruptura
entre Valois y Maurras (1925), la Librairie Nationale pasó a la órbita de Le
Faisceau y se especializó en los cinco años siguientes en publicar textos sobre
corporativismo y estudios sobre el fascismo como fenómeno nuevo y
revolucionario.
En sus treinta años de
existencia, los textos publicados por la librería fueron organizados en cinco
colecciones: Colección del Círculo
Proudhon, Colección de los Escritores del Renacimiento Francés, Colección de
los Escritores del Nouveau Siècle, Colección Las Ideas Claras y Colección Los
Países de Francia dedicada a los escritores regionalistas.
Las polémicas entre Maurras y Valois comenzaron con la publicación por este último de una nueva revista, los Cahiers des États Géneraux. Aparecida en 1923 con carácter mensual fue la primera revista que, a poco de producirse la “Marcha sobre Roma” asumió las tesis de Mussolini en Francia. Estos Cahiers fueron publicados bajo el patronazgo de un “Comité de Acción para la Convocatoria de los Estados Generales” y fue publicado por Valois dentro de la órbita de Acción Francesa, pero ya con carácter independiente. En realidad, pretendía proseguir el camino iniciado por el Cércle Proudhon y por sus Cahiers. Durante los dos años que apareció la revista, las relaciones entre Maurras y Valois se enfriaron extraordinariamente y mucho más lo harían (hasta llegar a la ruptura tempestuosa) cuando la publicación se transformó en Le Nouveau Siècle, subtitulado “revista de la hermandad nacional”.
El primer número de Le Nouveau Siècle apareció el 26 de febrero de 1925 animado por Valois y Arthuys, otro veterano de Action Française y realizado por un equipo de colaboradores entre los que figuraban Hubert Bourgin, Louis Marcellis, Jacques Roujón y Philipe Barrès, hijo del famoso escritor de finales del siglo XIX. Hay que señalar que el nacimiento de la revista será anterior en nueve meses al lanzamiento de Le Faisceau del que se convertirá en portavoz. El dinero para la iniciativa había sido aportado por un comité de empresarios cuya cabeza era a Franz Van den Broeck d’Obrenan, uno de los accionistas de la imprenta en la que se elaboraba la revista L’Action Française. Otro de sus miembros era Eugène Mathon, presidente del Sindicato de Fabricantes de Tejidos de Roubaix–Tourcoing y como el resto, militantes o simpatizantes de Action Française (como el armador Valentín Smith o los millonarios Serge André y Antoine Cazeneuve). Este comité dio solidez a la iniciativa de la revista que, pensada inicialmente como semanario en noviembre de 1925 fue transformado en diario.
Zeev Sternhell da una relación de colaboradores en el momento en que se produce el tránsito de semanario a diario: “Philippe Barrès, René Benjamin, Louis Beraud, Abel Bonnard, James de Coquet, Johannet René, Dominique Pierre, Jacques Maritain, Eugène Mathon, Henri Massis, André Maurois, Jorge Suárez, Jérôme y Jean Tharaud, Xavier Vallat y el famoso diseñador nacionalista Forain”. Ciertamente, no se trata de periodistas atraídos por la experiencia del sindicalismo nacional que había realizado Valois durante la época del Círculo Proudhon, en realidad, todos son periodistas de derechas. Pronto Maurras advierte que la publicación de Valois puede erosionar la tirada de su propio semanario (los colaboradores son prácticamente los mismos, pero Le Nouveau Siècle es diario…) y da un ultimátum a los colaboradores, la inmensa mayoría de los cuales –salvo Philipe Barrès, volverán al redil maurrasiano. El comité de redacción del diario queda extremadamente debilitado con Valois, Arthuys, Bourguin y Barrés. Con los colaboradores de Action Française se van también los apoyos financieros: el multimillonario y perfumista, François Coty, que, según Sternhell, había concedido una subvención de un millón de francos a Valois para publicar el diario, retira bruscamente la subvención para evitar enfrentarse a Maurras. Finalmente, se une otro problema que Valois hubiera podido evitar: para abrirse hacia una clientela “centrista” y no particularmente radical, las columnas del diario moderan extraordinariamente sus contenidos, algo que sorprende a la militancia de base (a cuyo cargo está buena parte de la distribución callejera de la revista). Esta militancia se había empezado a agrupar a partir del anuncio de la aparición de Le Nouveau Siècle y estaba formado por un sector mayoritario que procedía del sector más activista de Action Française y por los primeros admiradores de Mussolini en Francia, casi todos eran excombatientes. Valois les había llamado a “constituir una Legión” para salvar a Francia del parlamentarismo.
Abandono de los “protectores”, enfrentamiento con la fortaleza maurrasiana, defección de los colaboradores y decepción entre las bases militantes… diez días después de la aparición del primer número del diario, la iniciativa se convierte en un fracaso absoluto.
A partir de ese momento –hace cuatro meses que han sido aprobados los estatutos de Le Faisceau– la relación con Maurras se irá agriando hasta convertirse en el primer enemigo de la nueva formación. Era algo con lo que Valois no había contado y que a partir de ese momento limitó extraordinariamente su crecimiento y perjudicó a su propia credibilidad política.
GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (1 DE 4)
GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (2 DE 4)
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