INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

viernes, 27 de agosto de 2021

INGENUOS LOS QUE CREEIS QUE HA TERMINADO LA GUERRA DE AFGANISTÁN

Podría pensarse que la llegada de los talibanes a Kabul había puesto término a la guerra de Afganistán (esto es, a un negocio multimillonario para los contratistas norteamericanos que se repartieron un billón de dólares entre 2001 y 2001). Pero no, una semana después de que pareciera que habían terminado cuarenta años de guerra, las cosas se están poniendo -de nuevo- cuesta arriba en aquel país. Hoy la prensa publica tres noticias que así lo presagian. Vamos a comentarlas.

1. “NO HAY PRUEBAS DE QUE BIN LADEN ESTUVIERA TRAS EL 11-S”

Algunos, desde el primer momento, pensamos que era imposible que un tipo perdido en cuevas en Afganistán pusiera en marcha el mecanismo infernal que terminó desencadenando los “extraños” ataques del 11-S a las Torres Gemelas y al Pentágono. Ni nos lo creímos entonces, ni nunca lo hemos creído. En mayo de 2001 publicamos “La Gran Mentira” que demostraba, con las pruebas de que se disponía en aquel momento, que el atentado pudiera ser obra de Bin Laden y nos inclinábamos a pensar que se trataba de la clásica operación de “bandera falsa” que sirvió como casus belli para la invasión de Afganistán primero (con la excusa de que allí se encontraba Bin Laden) y de Irak más tarde (con la excusa de que Saddam Hussein manejaba las redes terroristas internacionales y disponía de “armas de destrucción masiva”).

Hoy se sabe que todo lo relativo a Iraq fueron mentiras trenzadas para que Bush hiciera aceptable para la opinión pública el ataque y se hiciera acompañar en las Azores por Blair y Aznar. Y en cuanto a la presencia de Bin Laden en Afganistán, la lógica indica que hubiera sido mucho más efectivo, adecuado y barato, articular una operación de comando para secuestrar a Bin Laden -si tan peligroso era-, llevarlo a los EEUU, presentar en un tribunal las pruebas de su participación en el 11-S, oir a su defensa y emitir un juicio. En lugar de eso -que era algo que el Estado de Israel ya había hecho en 1961 secuestrando ilegalmente a Adolf Eichman en Argentina y juzgándolo en Israel- se optó por la salida más gravosa y problemática. Y, para colmo, Bin Laden ni siquiera fue encontrado (sobre la operación que llevaron a cabo los EEUU en Pakistán durante el período Obama, todo son sombras y ni siquiera puede tomarse en serio que el ejecutado -si lo hubo- fuera Bin Laden.

En la primera década del milenio los “negacionistas” lanzaron abundantes vídeos, blogs, testimonios e informaciones, sobre lo “extraño” de los atentados del 11-S. Pero, de entre todas las informaciones, había una que llamaba la atención: desde el primer momento, se dio a Bin Laden como autor del crimen ¡sin que existiera absolutamente ninguna prueba fehaciente de su participación! Más aún: ningún tribunal hubiera admitido las pruebas que se presentaron contra la docena de rostros árabes que aparecieron como implicados en el crimen. De hecho, a poco que se rasque sobre el tema y se escuchen los argumentos “negacionistas”, se percibe que aquel atentado -como tantos otros de la época- nunca fue juzgado por los tribunales, ni existen culpables sobre los que pesen pruebas. En otras palabras: hoy se ignora por completo, no sólo quiénes fueron los autores materiales de la muerte de 2.977 personas, sino incluso quién fue el “autor intelectual” del 11-S.

Pues bien, nos habíamos olvidado ya de todos estos elementos cuando, de repente, los talibanes entran en Kabul. Los esperábamos fanáticos, catetos y, como el mulláh Omar que acogió a Bin Laden en su país, incapaces de entender los códigos de comunicación occidentales. Creíamos que iban a mostrarse amenazadores, petulantes después de su victoria, proclamando que su victoria es el primer paso para la “yihad mundial”. Y resulta que no: estos se saben defender mejor que aquellos primeros talibanes de hace 20 años y manejan mejor “el relato”. Verán.

El portavoz de los talibanes, Zabiullah Mujahid en declaraciones a la NBC ha dicho textualmente al periodista Richard Engel: “No hay pruebas de la implicación de Bin Laden en el 11-S”, para aclarar más adelante: “No hay justificación para esta guerra. Fue una excusa para la guerra”. El hecho de que lo diga un dirigente talibán puede parecer una declaración interesada. La NBC, como El Mundo que ha reproducido la noticia en España, la acompañan del inevitable comentario de que, en un vídeo emitido el 29 de octubre de 2004, en vísperas de las elecciones presidenciales de EEUU, un supuesto Bin Laden declaró ser el autor del crimen. Olvidan, por supuesto, decir que el vídeo está universalmente reconocido como falso, con un tipo malamente caracterizado como Bin Laden, con evidentes diferencias a pesar del maquillaje, la túnica, el turbante y la distancia desde la que fue filmado, no es la prueba que hubiéramos esperado…

¿Por qué es importante esta noticia? Por que los talibanes, al menos en este punto, tienen todos los visos de tener razón. Si quitamos toda la hojarasca que cubre el 11-S, lo que encontraremos es precisamente una falta de pruebas sobre la autoría. Los “negacionistas” habían perdido fuelle en los últimos años. Tratar de demostrar que hubo “operación bandera falsa” era muy difícil y, además, sus pruebas eran circunstanciales (pero si hubieran podido ser admitidas en una investigación judicial). Los “negacionistas” habían sido hostilizados, tachados de “anti-americanos” e, incluso, en algún caso, asesinados. Estaban cansados de tratar de demostrar algo que el público norteamericano se negaba a creer.

Los talibanes tienen una espina clavada: aquel atentado justificó 20 años de guerra y muchos muertos, la destrucción de su país y el que su nombre quedara asociado al terrorismo internacional. Y, si logran asentarse en el gobierno, están dispuestos a poner en marcha de nuevo el caso, con la intención de que algún juez se decida a reabrir el sumario y a que la justica de los EEUU entre en juego para esclarecer responsabilidad, que, estamos seguros, no hay que buscar en cuevas afganas, sino en los corredores de la Casa Blanca o en algún rascacielos de Manhatan.

2. BIDEN: NO ESTÁ CLARO QUIEN ESTÁ EN EL TIMÓN EN LOS EEUU

Las noticias de la RT rusa sobre el mal estado de salud de Biden son constantes. No son falsas, en la medida en que siempre vienen acompañadas por filmaciones de declaraciones del presidente. En ellas se evidencia que Biden está aquejado de alguna enfermedad degenerativa que ya empezó a manifestar públicamente durante la campaña electoral. No se trata de las habituales caídas al subir al helicóptero o al bajar por una escalera, son las palabras y el contenido de muchas de sus alocuciones públicas. Confunde poblaciones, se muestra errático, cara abotargada, pinganillo eternamente en el oído, inexpresividad facial, comentarios inoportunos en muchas ocasiones, erróneos en otros, repite incoherencias de lugar y tiempo, da la sensación de que, de un momento a otro, va a caer o a quedarse dormido… Durante la campaña electoral, se dijo que todo esto eran artimañas del malvado Trump. Pero ahora, la campaña hace tiempo terminó y las pruebas del mal estado mental del presidente de los EEUU no dejan de acumularse. Quien desee verlas en youtube las puede encontrar con facilidad y juzgar por sí mismo.

Biden, al principio de su mandato estuvo varios meses sin realizar declaraciones en la Casa Blanca. Los periodistas norteamericanos empezaron a sospechar que “algo” ocurría. Bruscamente, el presidente volvió a aparecer en la sala de prensa. Se empezó a sospechar que a través del pinganillo Biden recibe del “control” instrucciones sobre lo que debe decir y a quien debe dar la palabra en las ruedas de prensa. Un vídeo que hoy exhibe OK Diario y otros medios, va en esa dirección: el presidente repitió textualmente lo que le estaban indicando por el pinganillo, el orden que le habían marcado dar los turnos de palabra a los periodistas. Eso explica el por qué habla tan lentamente. Pero ¿qué ocurre cuando el presidente intenta “volar solo” y explicar algo que no le han dictado por el pinganillo? Ocurre que el “control” corta el sonido como se ve en este clip reproducido por RT y que fue filmado el 25 de agosto de 2021.

Ciertamente, los votos suelen ir a parar a la persona más inoportuna e incapaz de entre los candidatos, no al mejor entre todos ellos, sino a aquel cuyo equipo ha hecho mejor campaña electoral. Y suele ocurrir que el poder lo obtenga un obseso sexual (Clinton, o, incluso, el mismo Kennedy), un paleto iletrado (Georges W. Bush), un oportunista de pocos escrúpulos (Obama), un ególatra bienintencionado (Trump) y así sucesivamente. El problema aparece cuando tienen que asumir “el timón” del que hasta no hace mucho era “el país más poderoso del mundo”. Es entonces cuando la imagen se desmorona y solamente logra mantenerse a flote mediante las campañas de “operaciones psicológicas”. En el caso de Biden, es significativo que el Partido Demócrata colocara como vicepresidente a una mujer de color que, en condiciones normales, jamás habría podido ser presidenta de los EEUU por votación popular. Lo más probable es que, antes de un año, Biden deba retirarse por su estado de salud y Kamala Harris lo sustituya.

Pero el problema es que, en estos momentos, EEUU se enfrenta a numerosos problemas interiores y exteriores: regularización masiva de inmigrantes, relaciones con México, efectos de la retirada apresurada de Afganistán, relaciones con los socios europeos, disputas comerciales con China acompañadas de disputas geopolíticas, etc. Y se ignora quién está tomando las decisiones en la Casa Blanca.

Un fantasma está recorriendo los EEUU: la sensación de que el “timón” está ocupado por un pobre diablo, aquejado de una enfermedad degenerativa, pero que, en cualquier momento, en su demencia senil, puede adoptar una decisión brusca e irresponsable que afecte a todos. Y es en ese momento, cuando se produce la crisis de Afganistán que muestra de manera absolutamente descarnada y sin apelación posible, la crisis de la hegemonía norteamericana.

3. NUEVO INVENTO, EL ISIS-K, PARA UN VIEJO RECURSO: EL TERRORISMO

Se han producido atentados en Kabul. Las informaciones, de momentos son confusas. Se habla de dos atentados, uno de ellos en el aeropuerto, que habría costado la vida a 12 soldados norteamericanos. Otras informaciones hablan de 95 muertos y 150 heridos. Todo lo que llega, de momento, es confuso y sujeto a caución. Al parecer, uno de los atentados se habría producido en la puerta de acceso al aeropuerto y la otra en el Hotel Baron. Dicen que el Daesh los ha reivindicado… en Telegram. Las noticias servidas por las agencias indican que “funcionarios de los Estados Unidos avanzaron que el atentado habría sido cometido por la filial afgana del Estado Islámico, conocido como Estado Islámico Khorasán (ISIS-K)”. A través del pinganillo, Biden, en rueda de prensa a dicho que “lo pagarán”. Así que ya sabemos lo que va a ocurrir a continuación.

Lo malo de una bomba es que cualquiera puede reivindicarla. En España, durante la transición estallaba una bomba y siempre había un subnormal que llamaba y decía “Hemos sido la Alianza Apostólica Anticomunista” y así quedaba para la posteridad. Si citamos este caso es porque en 1976 conocimos a uno de estos habituales de la “reivindicación”. ETA autentificaba la paternidad de sus atentados llamando siempre al mismo periodista y dándole una clave previamente establecida. Y no siempre, por que hubo atentados que, a la vista de lo impopular que fueron, no los reivindicó jamás (el de la Calle del Correo en 1974 en Madrid que generó una polémica interna y partió a la organización en dos “milis” y “poli-milis”, partidarios de reconocer el crimen como propio y partidarios del despiste, respectivamente). Así pues, no todo el que reivindica es el autor real de un crimen.

En 2005, la presión de las distintas organizaciones de resistencia iraquíes sobre el ejército de ocupación, era tal que los servicios de inteligencia optaron por generar atentados bárbaros que fueran atribuidos a las guerrillas anti-americanas, los desprestigiaran a los ojos de la opinión pública y suscitaran luchas fraccionales. En alguna ocasión, que recordemos, la policía iraquí detuvo a algunos de estos “terroristas de bandera falsa” (que fueron, por supuesto puestos en libertad por las tropas de ocupación). Sin embargo, el resultado global fue favorable para la estrategia “contra-isurgente”: nadie sabía ya quien cometía un atentado, ni contra quien iba dirigido, así que unos iraquíes comenzaron a luchar contra otros, dando un respiro a las tropas norteamericanas. La guerra resistencialista contra el ocupante, se convirtió en una guerra civil entre fracciones iraquíes.

Cualquiera puede entender perfectamente que los talibanes no hayan dejado libres los accesos al aeropuerto de Kabul y estén dificultando las salidas del país: entre los que se van hay muchos con cuentas pendientes con la justicia, corruptos que han desvalijado las cajas del estado, delatores que han costado muchas bajas y sangre a los talibanes, gentes capaces de venderse al mejor postor (y, hasta ahora, los ejércitos occidentales han sido los que han pagado mejor la traición). De hecho, lo raro es que no hayan inutilizado las pistas del aeropuerto para evitar nuevos aterrizajes y salidas del país. Por otra parte, las filmaciones muestran también acumulaciones de gente que se va de Afganistán a través de la frontera por Pakistán. Los terribles talibanes no ponen dificultades, si bien solamente permiten que la atraviesen los habitantes de la provincia fronteriza. Hay una gran diferencia entre estos y los que se van por el aeropuerto de Kabul: los periodistas occidentales cuando les preguntan porqué se van, la respuesta es “queremos trabajo y en Pakistán lo hay”.  No hemos visto la misma respuesta entre los que se salen del aeropuerto de Kabul.

O mucho nos equivocamos, o la nueva estrategia de los EEUU en la zona va a ser, sembrar el país de atentados mortíferos, en mercados, en plazas públicas, en hoteles, en mezquitas, que nadie sabrá nunca quién los ha cometido, sumir el país en un caos absoluto por simple venganza a mantenerlos en jaque durante 20 años. Eso, o una nueva intervención de aquí a unos meses.

Ahora la “sigla de fortuna” es el ISIS con añadido de la letra “K”. El problema es que el ISIS, el de verdad, está desintegrado por el buen hacer de la aviación rusa y del ejército leal al gobierno del presidente Bashar al-Ásad. Lo que queda del ISIS está debajo de las piedras en las montañas sirias, haciéndose olvidar y pasando a los países vecinos para salvar la vida. ¡Y ahora se nos quiere hacer creer que su sección en Afganistán, inédita hasta ayer y que nunca había salido a la superficie en ningún frente durante los veinte años de la guerra en aquel país, es el responsable de dos mortíferos atentados!

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El cui podest?, “¿a quién beneficia?”, es siempre la pregunta clave para identificar al culpable. Y, desde luego, los dos atentados no benefician al nuevo régimen afgano, como el 11-S no benefició al mulláh Omar ni al gobierno afgano de la época. Y, en lo que se refiere a los EEUU, el mantenimiento de un presidente arterioesclerótico en el cargo, beneficia especialmente a los grupos de poder que, a fin de cuentas, son los que están en el “control” dictando por el pinganillo

jueves, 26 de agosto de 2021

RUPTURA ENTRE MARRUECOS Y ARGELIA, CON EL TRASFONDO DE AFGANISTÁN Y CÓMO AFECTARÁ A ESPAÑA

La noticia no ha ocupado ni los grandes titulares de los digitales, ni tampoco ha parecido interesar en las redes sociales: Marruecos y Argelia han roto relaciones diplomáticas. ¿El motivo? Una vez más, desacuerdos que se prolongan desde hace 60 años y que van in crescendo. Marruecos ha tardado en reaccionar ante Argelia desde que el pasado mes de octubre de 2020, el Polisario, inopinadamente decidió reemprender una guerra que tiene perdida por anticipado y que, incluso de triunfar, se convertiría pronto en una verdadera guerra civil a la vista de que la población actual del Sahara no es la que tenía en 1975, cuando empezó todo.

EL SAHARA, EL POLISARIO, ESTA ES LA CUESTIÓN

Hoy el Sahara está poblado más por marroquíes que por auténticos saharauis. Mohamed VI y su padre Hassan II, optaron por la “alternativa romana”, es decir, la práctica habitual en la antigua Roma de convertir a los legionarios licenciados tras años de servicio, en propietarios de lotes de tierra en las zonas conquistadas del Imperio. La monarquía alauita ha hecho algo parecido: convertir a antiguos soldados en propietarios de parcelas de arena. Esto ha contribuido a que el referéndum por el que apostaba España desde 1973 hasta nuestros días, sea absolutamente inviable. La única salida es la negociación y, si se nos apura, un “Estatuto de Autonomía” (lagartuak) para la non nata República Saharaui o, casi mejor, para la antigua provincia española del Sahara Occidental.

Como puede intuirse, Argelia mantiene abierto artificialmente el conflicto y lo seguirá manteniendo mientras convenga a sus intereses desestabilizar al vecino. Algo parecido hizo Francia en los años 40-50, manteniendo fotos de terrorismo republicano que podían moverse libremente en su territorio para tratar de desestabilizar España y lo que hizo España en los años 60, pagando con la misma moneda y convirtiéndose en base de retaguardia, logística y aprovisionamiento para la OAS que luchaba, bombazo y fusil en mano por la Argelia Francesa contra De Gaulle. Los franceses no lo olvidaron y luego utilizaron a ETA como carta para negociar con España. Así que antecedentes históricos no faltan.

LA FALSA ESTABILIDAD DE PAÍSES HABITUALMENTE INESTABLES

La estabilidad de Marruecos es más falsa que unas tetas de silicona o que la vaginoplastia de un transexual. Y la de Argelia no le va a la zaga (como unos labios de bótox o una faloplastia construida con colgajos de aquí y allí). Ambos países arrastran problemas internos que se remontan a varias décadas. Ni uno ni el otro son paraísos para los “derechos humanos” que tanto preocupan a los progres. Ambos tienen los mismos problemas: fundamentalismo islámico, un crecimiento demográfico endiablado, falta de infraestructuras, estructuras democráticas para satisfacer al Fondo Monetario Internacional y obtener créditos e inversiones, pero que no se corresponde en nada con la estructura política real. La democracia formal es en ambos países una entelequia. La falta de perspectivas no es mayor que en cualquier otro lugar de África, pero lo que les caracteriza es que ambos países están a dos pasos de Europa y, además de su propia presión demográfica, deben de soportar la procedente de los países subsaharianos.

La escalada de tensión no es nueva. De hecho, las fronteras entre ambos países estaban cerradas desde 1994, a pesar de que el Polisario hacía tiempo que no utilizaba las armas. Y es que el Polisario es sólo una excusa, la verdadera fuente del problema es la ideología del “Gran Marruecos”, la ficción geopolítica que aspira a integrar las regiones argelinas de Tinduf y Bechar (como ha hecho con el Sahara y con Ifni y que aspira a hacer con Ceuta, Melilla, las Islas Adyacentes y las Canarias) y el que Argelia se sienta amenazada territorialmente. Argelia, claro está, tampoco se ve libre de culpas: ha intentado, no en una, sino en muchas ocasiones alimentar el fundamentalismo en Marruecos para desestabilizar el trono de Rabat.

Cuando la ministra española de asuntos exteriores cometió el inmenso e incomprensible error de autorizar a que el secretario general del Polisario, Brahim Galli, entrada en España como “personaje distinguido” y fuera tratado en una clínica riojana, sin avisar a Marruecos, este país reaccionó de una manera desmesurada y autorizó a que 9.000 marroquíes, literalmente, “invadieran” Ceuta y Melilla. Estaban en su derecho a la vista de que el Polisario había declarado la apertura de hostilidades con Marruecos desde Octubre. La metedura de pata del gobierno español fue incalificable y Mohamed VI todavía no la considera saldada.

¿LA “GUERRA FRÍA” ARGELINO-MARROQUÍ PASARÁ A “CALIENTE”?

Y es que Marruecos es hipersensible en sus relaciones con España. Algo que, igualmente, ocurre con Argelia en sus relaciones con Marruecos. En realidad, Argel no tiene motivos suficientes para romper relaciones con Marruecos -al menos, no más que antes- y ha tenido que alegar la “profanación de una bandera argelina en Casablanca” ¡en 2013!, y la defensa marroquí en la ONU de la independencia de la Cabilia bereber argelina o el apoyo de Rabat a los grupos opositores, terroristas según el presidente argelino, que operan en el país.

La tensión no es nueva y viene repitiéndose periódicamente desde la independencia de Argelia en 1962. La diferencia estriba en que un conflicto entre ambos países, en estos momentos, tendría consecuencias inenarrables para España y, en menor medida, para la Unión Europea. Un conflicto de este tipo es absolutamente posible, tal como están evolucionando las cosas en el Magreb y a tenor de los agravios que argelinos y marroquíes se lanzan entre sí. Sin olvidar, naturalmente, que la industria armamentística mundial exige nuevos conflictos cuando los más añejos quedan saldados. Y el final de cuatro décadas de guerra en Afganistán hace necesario abrir un nuevo frente de conflicto en otro escenario, si se quiere que las fábricas de armas sigan siendo rentables…

EL PROBLEMA ALIMENTARIO Y ENERGÉTICO EN ESPAÑA

El primer problema sería alimentario. Los sucesivos gobiernos españoles que permitieron que la entrada en la UE supusiera el desmantelamiento de la casi totalidad de nuestra industria pesada a cambio de unas migajas a modo de compensación, nunca exigió que nuestro país, ya que veía liquidada lo esencial de su industria estratégica, a modo de justa compensación, hubiera tenido la posibilidad de convertirse en el “granero de Europa” (lo que hubiera devuelto importancia estratégica a nuestro país: quien controla el flujo de alimentos, controla también la vida de los pueblos). En lugar de eso, los gobiernos, tanto del PSOE como del PP y, por supuesto, la coalición frankensteiana que gobierna hoy, jamás vetaron -y podían hacerlo- acuerdos en materia agrícola de la Unión Europea con los países del Magreb y con el Estado de Israel, lo que ha provocado el que, además de nuestra industria pesada, también nuestra agricultura haya sido redimensionada a la baja y registre hoy una notable pérdida de vigor. Hoy la UE es el principal socio comercial de Marruecos. Las exportaciones marroquíes a la UE suponen casi el 70% del total de ese país. Y, de todos los países de la UE, España es el principal receptor de productos marroquís, el 40% de las exportaciones totales de Marruecos a la UE.

Con Argelia, además de alimentario, el problema es también energético. Las cifras de intercambios comerciales son algo más bajas, pero igualmente espectaculares: la UE absorbe el 55% de las importaciones procedentes de Argelia. En lo que se refiere a España, existe una dependencia en materia de importaciones de gas, siendo este país, el segundo cliente africano y el tercer proveedor africano con un volumen 3.900 millones de euros en comprar españolas. Hay que recordar aquí que cuando se firmaron los primeros acuerdos para la venta de gas argelino a España, durante el gobierno de Felipe González, se eligió el trazado más absurdo para el gaseoducto que debía trasladarlo a España: ¡a través de Marruecos! Con lo cual, el entonces rey Hassan II, podía, chantajear a España, simplemente, cerrando el grifo. Hubo que esperar a la llegada de Aznar para que se construyera un segundo gaseoducto que eludía el tránsito por el “enemigo del Sur”.

En otras palabras, un “conflicto caliente” entre Argelia y Marruecos, repercutiría, no solamente en la bolsa de la compra y en las tarifas energéticas, sino en la carestía de productos de primera necesidad y en la elevación de los precios de la energía.

LA INMIGRACIÓN MASIVA CON LA EXCUSA DE LOS “REFUGIADOS”

Pero este no es el gran problema. Este es uno más de los problemas que pueden suscitarse en Europa a causa de un conflicto armado. El otro es la habitual “catástrofe humanitaria” que acompaña inevitablemente a este tipo de conflictos. El eufemismo “catástrofe humanitaria” encubre la mucho más real y cruda esencial del problema: “inmigración masiva”, amparado en el “derecho de asilo”. Obviamente, nadie serio puede creer que los argelinos y marroquíes que huyeran de una eventual guerra entre ambos países, iban a establecerse en Túnez o en Mauritania… Dado que, como dice el refrán, “la ocasión la pintan calva”, ese sería el escenario más adecuado para que en pocas semanas llegaran a España, un mínimo de cuatro a cinco millones de inmigrantes más. Y no solo eso, sino que lo más presumible, a la vista de las relaciones tradicionales entre ambas comunidades, lo normal sería que convirtiesen nuestro país en un nuevo escenario para resolver sus pendencias y agravios mutuos. Está claro, que los argelinos prefieren Francia (allí en más de 2.000 zonas urbanas son mayoría, las zonas de “non droit”, o eufemísticamente llamadas por el gobierno “zonas particularmente sensibles”) y los marroquíes se quedarían en España (donde, por su parte, tienen numerosas comunidades poco o nada integradas, especialmente en Levante, Cataluña y Andalucía).

Una nueva oleada migratoria resultaría insoportable para la UE y, en especial para nuestro país. Aumentaría asindóticamente la actividad de “bandas étnicas”, la delincuencia, el lastre económico que supondría subvencionar a, entre cuatro y cinco millones de inmigrantes inintegrables en el mercado laboral, obligaría a aumentar la presión fiscal sobre las clases medias.

Lo peor es que esto se haría aceptable gracias a campañas constante de “carácter humanitario” que evitarían aludir a los problemas innegables que cabalgan con la inmigración masiva y descontrolada. Este tipo de campañas, como se sabe, hacen las delicias de progres, de partidos de izquierda, de ONGs (que se frotan las manos pensando en un aumento de sus presupuestos) y de “humanitarios” incapaces de ver el vaso medio vacío.

LOS “REFUGIADOS AFGANOS”, ENSAYO GENERAL CON TODO

Así pues, es necesario observar, día a día, la evolución de este conflicto y estar preparados para lo peor. Igualmente, debería seguirse al día lo que ocurre en Afganistán por motivos análogos. Dos, en realidad, comercio de la heroína y lugares para la instalación de los refugiados. Si los talibanes tienen algún lazo con los que gobernaron hasta 2001, lo cierto es que van a atacar el problema de los cultivos ilícitos con fuerza. En resumen: contrariamente a lo que dicen los medios de comunicación oficiales, perseguirán el cultivo de opio, con el resultado de que disminuirá el tránsito de heroína por la “ruta de la seda” que termina en el “corredor musulmán de los Balcanes” (la Tracia turca, bosnia, Kosovo, Albania…) por el que circula esta droga. Subirán los precios de la “paperina” y aumentará la delincuencia para poder pagarse la dosis diaria. No vale la pena discutir cuál de las dos interpretaciones es la correcta: el mejor barómetro para comprobar si llega más heroína (como pronostican los medios y los gobiernos occidentales) o disminuye (como han prometido los talibanes y cómo hicieron hasta 2001), es observar, a finales de año si el precio de esta droga en la calle ha subido o bajado.

En cuanto a los refugiados, lo normal hubiera sido que los “colabos” y los “traductores” afganos hubieran pedido refugio en Pakistán, en la India o en cualquier otro país islámico de Asia Central. Europa no les debe nada: se les ha pagado religiosamente y arrancarlos de su entorno antropológico parece algo ilógico, incluso por “razones humanitarias”.

Por otra parte, no hay que olvidar que la caída del gobierno afgano se ha debido a que, durante dos décadas ha sido una mera entelequia sostenida por los marines y por las fuerzas de la OTAN. Cuando este ha faltado, se ha desplomado como un castillo de naipes. El billón de dólares inyectado en aquel conflicto por los EEUU y los 1.000 millones de euros aportados por España, no es que se hayan difuminado, es que han ido a parar en grandísima medida a las redes de corrupción afgana, grandes y pequeñas. Y, claro está, la llegada a Kabul de los talibanes ha liquidado todo esto.

No es raro que los “grandes corruptos” ya hayan huido y que entre los que esperan la evacuación, abunden “pequeños corruptos”. Pues bien, los “grandes corruptos” parecen decididos a quedarse en Arabia Saudí, Dubái, Qatar y demás emiratos en donde podrán vivir como los jeques locales. En cuanto a los “pequeños corruptos”, junto a los traductores, a sus familias, al inevitable cuñao y al amigo del alma, son los que van a llegar ¿a Europa? No, sobre todo a España, pues no en vano, cuando el Gran Impresentable ha conseguido hablar con el Gran Arterioesclerótico (Sánchez y Biden) ha sido para que el primero recibiera órdenes del segundo: “Chaval: encárgate de la evacuación”.

El primer paso está siendo hacerlos llegar a las bases norteamericanas de Rota y de Morón. Luego, allí se hará la selección, los que interesen por algún motivo a los EEUU, serán embarcados y el resto se quedará en España. Personajes del calibre de Pere Aragonés o Nuria Colau ya se han ofrecido para acoger “a los que haga falta”. Es la eterna cantinela de los progres carpetovetónicos: cuantos más inmigrantes acojamos, más humanitarios pareceremos. Total, la factura la pagará el ciudadano medio.

En los próximos meses, llegarán oleadas de afganos a la Unión Europea. Será el ensayo general con todo para cuando se desate el conflicto entre Marruecos y Argelia. Y que nadie lo dude, de producirse ese conflicto será la hecatombe y el final de Europa. ¿O es que creéis que va a salir gratis? No sólo lo pagaremos con nuestros impuestos, sino que lo pagaran nuestros hijos, porque Europa, ya no es “nuestra”, es un engendro “multicultural”, “mestizo” y “poliétnico”, inviable, inestable y detestable. Por este orden.

 

jueves, 19 de agosto de 2021

Georges Valois y el Faisceau. Primera exportación del fascismo italiano - ALGUNOS MIEMBROS ILUSTRES DE LE FAISCEAU (ANEXO)


 Nuevos militantes (I) Philippe Lamour

“Una tarde del verano de 1925, caminaba por el boulevard Saint–Michel cuando fui abordado por un equipo de camelots [rama activista de Action Française] que como era frecuente en la época, vendían diarios en la calle gritando su título: “… Le Nouveau Siècle. Comprad La Nouveau Siècle, órgano del Faisceau des Combattants et des Producteurs”. Compré la hoja. Desde la primera lectura creí reconocer la expresión de esta síntesis en la que había soñado entre lo nacional y lo social. Los combatientes eran la sustancia vital del país, el símbolo de su grandeza. Tras haber conocido la fraternidad de las trincheras ¿iban a dividirse por los odios partidarios? No, “unidos como en el frente”. Debían ganar la paz como habían ganado la guerra”.

Aquel joven de 22 años era Philipe Lamour, uno de los más activos militantes de Le Faisceau, que escribía sus memorias en 1980 (7). Lamour había nacido en 1903 en Landrecies un pequeño pueblo del Norte de Francia. Su familia era campesina; en 1918, cuando callaban las armas en los frentes de la Primera Guerra Mundial, acabó su bachillerato. Inmediatamente inició estudios de derecho, carrera que acabó en 1924 y en los años siguientes participaría en procesos que convulsionaron a Francia (entre otros el caso Stavisky que generó los incidentes de febrero de 1934 en París, ver número 1 de la Revista de Historia del Fascismo, págs. 77–84, La protesta contra el parlamentarismo en Francia). Junto al derecho practicará el periodismo en los años 30. En 1925 fue elegido presidente de Le Faisceau Universitaire, rama estudiantil del partido de Valois. En su biografía prefiere pasar casi de soslayo estos aspectos de su juventud…

Tras su estancia en el Faisceau, se situará en la órbita de los “no conformistas de los años 30” (8) del grupo Ordre Nouveau y más especialmente de la revista Plans. Escribe sobre esa época: “La influencia de la revista Plans no fue desdeñable. Respondía a las aspiraciones latentes, a la dejadez provocada por el pensamiento conformista y las actitudes rutinarias. Se quería otra cosa, salir de la banalidad, ver el mundo desde un nuevo ángulo. Este deseo no nos afectaba sólo a nosotros. Era el mismo que el existente en un movimiento de ideas que se expresaba también a través de L’Ordre Nouveau que publicaban Robert Aron y Armand Dandieu, autor de un libro de título significativo: Le Cancer Américain. Estábamos igualmente en relaciones con el grupo llamado Tercera Fuerza que animaban Georges Izard, Pierre Olivier Lapie, Alexandre Marc y Emile Fabre y que precedió a la creación de la revista Esprit por Emmanuel Mounier”.

A pesar de su germanofobia vivió con entusiasmo el ascenso de Hitler al poder considerando que el movimiento nacionalsocialista era una posibilidad de regeneración de la civilización europea. Dedicó un ciclo de conferencias a este tema bajo el título de “La revolución alemana ha comenzado”. Solamente tras el 30 de enero de 1933, cuando observó que el III Reich aspiraba a reconstruir el poder del antiguo imperio alemán cambió de opinión.

Al igual que Valois, Lamour evolucionaría hacia un “extremo centro” de carácter antiliberal, antifascista y anticomunista que le llevará a identificarse con el bando republicano en la guerra civil española a la que asistió como periodista. Este hecho y el que fuera una de los pocos periodistas franceses que alertó sobre la llegada de Hitler al poder y pidió que se tomaran medidas para evitar que el III Reich amenazara a Francia hicieron que Lamour fuera considerado como un “belicista”. Al invadir los alemanes Francia, él y su familia huyeron a la “zona libre” de Vichy estableciéndose en Marsella y volviendo a la agricultura como profesión.

Al acabar la guerra se dedicará al sindicalismo agrícola y llegará a la cabeza de la Confederación General de la Agricultura y como tal se mostrará partidario de la mecanización de la agricultura (conducirá en 1946 la primera cosechadora automática que se utilizó en Francia) anunciando la “revolución verde”. De este período, tras haber sido nombrado “comisario adjunto de la República” data su colaboración con Jean Monnet, uno de los “padres de Europa”. Más tarde, en 1947, será uno de los impulsores de las “denominaciones de origen”. Impulsará la reorganización de la agricultura y de las infraestructuras agrícolas en el sur de Francia en los años 50 y 60, en marzo de 1960 será uno de los interlocutores privilegiados de Nikita Krouchtchev cuando visitó Francia.

En los años 70 se retirará de la política activa y recuperará su vida como agricultor. Redactará sus memorias que se convirtieron en un best seller en los años 70 al tratar a personajes y situaciones de las tres últimas repúblicas francesas. Murió en 1992 cuando ya hacía 45 años que se movía en las esferas del régimen.

El caso de Philipe Lamour es extremadamente parecido al de Georges Valois: su evolución será muy parecida y la trayectoria política del primero posterior a la Segunda Guerra Mundial demuestra como podía haber sido la del segundo si hubiera sobrevivido al conflicto. A pesar de su juventud fue uno de los puntales del Faisceau, alcanzando el rango de secretario de redacción de Le Nouveau Siècle. Vivió en primera línea los enfrentamientos entre Action Française y La Faisceau en los que participó activamente. Él mismo cuenta: “Intentamos reaccionar utilizando la fuerza y, una noche, a la cabeza de una “centuria” intentamos asaltar las oficinas de L’Action Française. Fuimos acogidos a tiros y nos retiramos con cuatro heridos”.

Tras la desintegración de El Faisceau en 1928 se separará de Valois y se integrará en el pequeño Partido Fascista Revolucionario (episodio de su vida que intentará olvidar y que no trata en sus memorias…) del que fue uno de sus impulsores. Hasta principios de 1936 seguirá pensando como “fascista” y proponiendo “un fascismo integral, social, económico, policial y judicial” (Le Journal de Rouen, 2 abril 1936). Posteriormente fundará la revista Plans en 1931 en la que participará una brillante corte de intelectuales que ya habían manifestado su simpatía por Valois (Leger, Le Corbusier, René Clair, Dufy, etc.).

El juicio de conjunto que Lamour realiza sobre Le Faisceau es digno de mención: “El movimiento estaba fundado sobre malentendidos. Se encontraban en sus filas, mezclados, antiguos combatientes como Jacques Arthuys, d’Harcour y Philippe Barrès, sinceramente inquietos por la degradación de la vida pública francesa; pero también viejos sindicalistas anarquistas, disgustados  por la politización del sindicalismo, visceralmente anticomunistas, cuyos mostachos proletarios y los pantalones anchos contrastaban con los mentones afeitados de los antiguos oficiales; de viejos soldados salidos de la formación, con la botonera estrellada de condecoraciones, antiguos combatientes de por vida, que de taberna en taberna y de partida de cartas en partida de cartas, no se decidían a desmovilizarse moralmente. Pero, sobre todo, se encontraban en gran número, realistas decepcionados por diversas razones que habían abandonado Action Française, razones que no eran siempre intelectuales (…) Era un magma heteróclito, con elementos yuxtapuestos antes que asociados, que la infatigable retórica del jefe Valois intentaba convencer de su unidad y de su solidaridad. Se reclutaba, en París y en provincias, a buenas gentes, sinceras, desinteresadas, ávidas de entregarse al servicio del país”. Para Lamour, la campaña de Action Française realizada contra Le Faisceau consiguió destruir la imagen de “novedad” con la que irrumpió el movimiento para pasara  ser solamente “una disidencia de Action Française” y, por tanto, a perder todo interés para las masas (La Cadran…, op. cit., pág 96–97).

Lamour fue uno de los antiguos militantes de Le Faisceau que logró reciclarse en la vida política francesa (él a través de la agricultura) alcanzando puestos de relevancia en las administraciones republicanas de la postguerra.

Nuevos militantes (II). Le Corbusier

Charles–Édouard Jeanneret–Gris, más conocido bajo el seudónimo de Le Corbusier a partir de 1920 (adaptación del nombre de su antepasado materno Lecorbésier), nacido en Suiza y naturalizado francés en 1930. En los años en los que Le Corbusier empezaba a tener renombre como arquitecto fue también afiliado a Le Faisceau. Eran los años en los que aspiraba a destruir las viviendas de las dos orillas del Sena, salvo los monumentos reconocidos, para construir rascacielos. Estos proyectos y los estudios que seguirán luego sobre la organización de las concentraciones urbanas (Argel y Río de Janeiro) fueron ampliamente criticados.

Al parecer, Le Corbusier fue miembro de Le Faisceau en 1926 y no ocupó cargos de responsabilidad aunque mantuvo a partir de ese momento una colaboración con las iniciativas de Philipe Lamour que le llevaría a la revista Plans. Ateo, tenía cierta vertiente espiritualista que le inducía a decir que sus antepasados habían sido cátaros (su seudónimo Le Corbusier quería decir “mercader de cestas” o “cordonero”) y no vaciló a la hora de construir distintas iglesias la más famosa de las cuales fue la capilla de Notre Dame du Haut en el Franco Condado cuando tenía 63 años. Su mismo concepto de urbanismo remitía al viejo paganismo; en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna de 1933 afirmó: “Los materiales del urbanismo son el sol, el espacio, los árboles, el acero y el cemento armado, en este orden y en esta jerarquía”.

Si nos atenemos a la biografía de Le Corbusier, el año 1926 estuvo casi completamente absorbido por su trabajo como arquitecto. Diseñó y construyó cuatro edificios que todavía pueden verse en París (Villa Stein, la Casa Cook, la Casa Guiette y el edificio del Ejército de Salvación); para colmo escribió un importante ensayo: Architecture d'époque machiniste y diseñó varios proyectos algunos de los cuales no progresaron (el de la mansión para el conde de Polignac) y otros se construyeron al año siguiente (las Maisons Minimun y los proyectos para dos inmuebles industriales). Ese mismo año falleció su padre y a principios de 1927 impartiría conferencias en España (en Barcelona visitaría las construcciones de Gaudí fallecido el año anterior), Alemania y Bélgica. Su militancia activa dentro de Le Faisceau necesariamente debía de ser muy limitada. Lo cierto es que Le Corbusier se sintió atraído inicialmente por el futurismo italiano y su concepción estética que incorporó en su estilo.

Pronto se desinteresó por la política, si bien mantuvo siempre ideas sociales (entre ellas su concepto de “unidad habitacional”), neo espiritualistas (de las que salió el Modulor, especie de revisión de la “divina proporción” en la tradición de Vitrubio y siguiendo la serie de Fibonaci) y funcionales (en parte derivadas de la idea del falansterio de Fourier y de los demás socialistas utópicos), que también estuvieron presentes en el fascismo.

En 1934, Le Corbusier viaja a Roma los meses de mayo y de junio. Se le organiza una audiencia con Mussolini que finalmente no tendrá lugar. Visitará la fábrica Fiat de Turín y la delegación de la Sociedad de Naciones en Venecia en donde participará en el simposio sobre “La ciudad y el Estado”. Es cierto que después de adquirir la nacionalidad francesa en 1930 es invitado a la URSS en donde permanece quince días, pero nunca jamás manifestará interés por el comunismo. En contrapartida, no pondrá remilgos cuando en 1942 sea recibido por el Mariscal Petain y aceptará trasladarse a Argel como delegado del gobierno de Vichy para planificar la reforma de la ciudad de Argel. Si el plan fracasó fue por dos motivos: por la independencia de los criterios políticos de los que hacía gala Le Corbusier y por la desconfianza que experimentaba el general Weygand hacia los arquitectos que le acompañaban oriundos en el proyecto, oriundos de Argel y, la mayoría, antifascistas.

Nuevos militantes (III). Jacques Arthuys

El destino y la evolución personal de Jacques Arthuys siguen en todo al de Valois. Como él tiene una pasión, la economía y una afición, el periodismo. Ambos iniciarán su evolución política en Action Française, la continuarán en Le Faisceau y terminarán en la resistencia. Ambos fueron soldados valerosos en la Primera Guerra Mundial (Arthuys lo hizo primero en caballería y luego en el recién formado cuerpo de aviación). Ambos fueron condecorados por acciones heroicas.

Tanto Valois como Arthuys comprendieron que el fascismo enseñaba que algunas contradicciones de la democracia parlamentaria solamente podían resolverse en el seno de un Estado fuerte y que, para alcanzarlo, era preciso abolir la partidocracia. Ambos estaban de acuerdo en la crítica que Maurras formulaba a la democracia y que compartieron sin fisuras. Es cierto que Arthuys era, formalmente, más moderado que Valois y que se sentía próximo a los Croix–de–Feu del coronel La Rocque, la más poderosa liga de excombatientes que ocupaba un espacio político a la derecha haciendo gala de una gran moderación. Tanto en Alemania en aquella misma época, como en la Francia de la postguerra los excombatientes habían terminado siendo una poderosa fuerza política en torno a la cual se articularon las distintas formaciones de la derecha. La experiencia bélica inspiró en Arthuys la publicación de una obra de reflexiones sobre el conflicto y sobre lo que implicaba la paz de Versalles, el germen de un nuevo conflicto. El volumen, titulado Les Combattants, apareció en 1925 y ni aporta mucho más de lo que al otro lado del Rhin los escritos de Von Salomon y Jünger estaban escribiendo en esos mismos momentos: frente a la grandeza de la hermandad del frente, en contrapartida con la camaradería y el sentimiento del honor que había reinado en las trincheras, el retorno a la vida civil entrañaba el comprobar que habían combatido por nada y que la nobleza de los ideas que les llevaron a las trincheras estaba en contradicción con la bajeza de quienes les habían llevado hasta allí y con lo miserable de quienes estaban gestionando la paz. La obra terminaba: “No admitimos ser sumergidos por esta bajeza general. Todo lo que es grande ha sido atacado de manera vil. Todo lo que es pequeño ha sido exaltado. Todo lo que ha supuesto una salvaguarda ha resultado destruido; la marina se disuelve poco a poco, el ejército languidece en el olvido, las fuerzas espirituales están rotas, el espíritu público es dubitativo, perezoso, dividido, se arroja como pasto a los hombres de este país los sentimientos de guerra civil. Durante es tiempo, al otro lado del Rhin, una nación  tenaz, con la que estamos comprometidos en un duelo secular está comprometida y espera su hora”. Lamenta ver a una Alemania cada vez más agresiva en su desgracia y a una Francia progresivamente dividida en la derrota. Y sabe que ni la partidocracia ni el parlamentarismo constituyen las soluciones sino que son el problema de la Francia de aquel momento.

Tras la asamblea del 11 de noviembre de 1925, Arthuys será vicepresidente de La Faisceau y redactor jefe de Le Nouveau Siècle. Desde estas tribunas concretará su proyecto político que coincide en todo con el de Valois: una dictadura nacional situada por encima de las clases sociales que haga gala de un patriotismo a toda prueba y de unas políticas sociales distributivas.

Cuando Valois empiece a considerar a Mussolini como reaccionario y traidor al fascismo de los orígenes (o, mejor dicho, a la concepción que se había hecho extrapolando un “fascismo de izquierdas” a la totalidad del fascismo), Arthuys le apoyará y mantendrá ese apoyo cuando se declare antimonárquico y renuncie al antisemitismo. Junto a Valois pasará a constituir el 10 de junio de 1928 el Partido Republicano Sindicalista instalado en plena izquierda.

Esta experiencia no les llevará muy lejos. Faltarán hombres, medios e ideas. Y a partir de ese momento los caminos de Valois y Arthuys se separan progresivamente. Éste apoyará a partir de 1936, como rechazo al Frente Popular, a la Confederación Nacional de las Asociación de Clases Medias.

Movilizado nuevamente en 1939 con el grado de capitán de la reserva, le tocará en junio de 1940 organizar la retirada de sus tropas desde el Sedan hasta Orange. No consigue evitar las pérdidas pero logrará en contrapartida que ninguno de sus hombres caiga prisionero. Allí, en Orange, le sorprende el armisticio del 22 de junio. Enterrará las armas de sus huestes y se rendirá en Vichy. Durante los primeros meses del régimen de Pétain lo apoyará pensando que reemprenderá el combate contra los alemanes, pero antes de terminar 1940, al percibir que el viejo general no tiene la más mínima intención de proseguir la guerra, abandonará Vichy y reaparecerá en París para organizar los primeros núcleos de la resistencia.

Como se sabe, hasta la Operación Barbarroja, el Partido Comunista Francés boicoteó la resistencia y Arthuys debió apoyar su red en los antiguos conocidos de la pre–guerra, en especial en la Confederación de las Clases Medias. Con ellos puso en marcha un servicio de información y publicó unas Lettres aux Français. Federando a otros grupos iniciales de resistentes, Arthuys constituirá la Organisation Civile et Militaire que a finales de 1941 había conseguido incorporar a equipos de antiguos militantes de Le Faisceau cubriendo el Norte y el Oeste de Francia. Pero la estabilidad de la red dura poco, el 18 de diciembre de 1941 son detenidos algunos de sus miembros que delatan la reunión que tendrá lugar al día siguiente en un café de los Campos Elíseos. Vigilados los asistentes, el día 21, uno de ellos se entrevistará con Arthuys que es detenido, condenado a varios años de prisión por sus actividades clandestinas y deportado en octubre de 1942 a Sonderlager, un campo de concentración próximo a Treveris, en donde morirá de muerte natural diez meses después. Hasta en su muerte, las vidas de Valois y de Arthuys serán paralelas.

Nuevos militantes (IV). Hubert Bourgin

Nacido en Nevers el 3 de noviembre de 1874 estudió en París y tras recibir un premio en filosofía entró en la Escuela Normal siendo el primero de la promoción de 1898. Especialista en Fourier, terminó su tesis sobre este socialista utópico en 1905, al año siguiente se doctoró en derecho con una tesis sobre la industria de la carnicería en el Oise. Durante los turbulentos años del affaire Dreyfus, Bourgin firmó la famosa petición para que el tribunal le exonerara de los delitos de traición y se reconociera las irregularidades que habían tenido lugar durante el proceso. Fue profesor en el famoso Liceo Louis Le Grand entre 1911 y 1937, años en los que se convirtió en un hombre de izquierda, especialista en la historia del movimiento obrero en el siglo XIX. Sin embargo, a partir de 1904 descubrió lo que llamó “la descomposición del socialismo” e hizo inventario de las distintas degeneraciones que estaba sufriendo: “revisionismo, reformismo, antipatirotismo, anarquismo, bolchevismo…”. Antes de la primera guerra mundial Bourgin se consideraba socialista y sindicalista revolucionario, y estuvo afiliado al Partido Socialista.

Durante la Primera Guerra Mundial fue jefe del servicio de informaciones de la subsecretaría de Estado de artillería y municiones y terminó la guerra como jefe de reavituallamiento. Durante la guerra su posición política fue virando progresivamente a la derecha y terminó en posiciones nacionalistas y antialemanas que compartió con Action Française aun sin afiliarse. Si bien no participó en el trabajo del Cercle Proudhon, conoció a Valois y figuró entre los primeros afiliados a Le Faisceau. Como militante del mismo publicó en la Librairie National una serie de libros sobre la degradación de la educación en Francia que atribuía al “Estado burgués” que proletarizaba la educación y con ello labraba su propia ruina. En los primeros momentos de su acercamiento a Action Française y, más concretamente a Valois, Bourgin, era secretario de redacción de la revista La Progrès Civique. Se trataba de una revista independiente fundada en 1919 por Henri Dumay y que contó con la colaboración de grandes plumas de la intelectualidad europea de la época (Duhamel, Levy–Brhul, Gide, Jean Rostand, H.G. Wells, etc.). La revista era de tendencia radical y socialista y estaba compuesta por heterodoxos procedentes de la izquierda. Bourgin, una parte de cuyo corazón estaba con los antiguos socialistas utópicos y otra parte con las nuevas experiencias de la derecha colaboró asiduamente.

Falleció en febrero de 1955 cuando ya estaba separado de la actividad política y periodística desde hacía casi 20 años. Murió como admirador de Fourier y Proudhon y de un “socialismo patriótico” que Valois había encarnado durante los años 20. Bourgin fue un hombre de izquierdas (izquierdas heterodoxas) que apoyó el proyecto de Le Faisceau considerándolo como propio.

Notas

(1)    Sternhell trata exhaustivamente todos estos sectores en su obra La Droite révolutionnaire (subtitulada Les origines françaises du fascisme 1885–1915. Éditions du Seuil. París 1978) que, en el fondo no es más que una continuación de su primera obra Irrationalism and Violence in the French Radical Right: Te Case of Maurice Barrès (New Brunswick, Rutgers University Press, 1974) y que precederá a su Ni droite ni gauche, (Editions du Seuil, París 1983) que junto con Naissance de l’idéologie fasciste (Fayard, París 1989) completan la tetralogía de este autor dedicada a investigar el origen del fascismo. Es en Ni droite ni gauche, en donde Sternhell trata con detenimiento la experiencia de Geoges Valois al frente de Le Faisceau. Al mismo tiempo, disponemos del testimonio del que fuera uno de los principales colaboradores de Valois en esta organización, Philipe Lamour quien describe en sus memorias (Le Cadran Solaire, Robert Laffont, París 1980, págs. 95–103) las ideas que le llevaron a Le Fascisceau, la peripecia de esta organización y las causas que precipitaron su final.

(2)    James Gregor, historiador estadounidense, originariamente Gimigliano Anthony, hijo de padre anarquista y de madre italiana considerada como “extranjera enemiga” durante la II Guerra Mundial se graduó en la Universidad de Columbia en 1952. En 1960 fue contratado como profesor de filosofía en la universidad de Washington y recibió su doctorado de Columbia en 1961 con su tesis sobre Giovanni Gentile. Posteriormente pasó a la Universidad de Hawai hasta 1964 y luego a la de California en Berkeley en 1967, donde todavía.

Gregor era también un rival de Brown contra el Consejo de los Estados Unidos la Corte Suprema contra la decisión de Educación de poner fin a la práctica de la segregación racial en las escuelas estadounidenses. En los últimos años, Gregor ha afirmado que apoya la segregación en todos los aspectos, y que simplemente se oponían al uso de las facultades del Poder Judicial para cambiar el ingeniero. En cambio, Gregor ha argumentado que la integración debe haber ocurrido a través de medidas legislativas, fue testigo de las leyes de derechos civiles que el Congreso aprobó en los años posteriores. Según Gregor, su principal preocupación de Brown consiste en la amenaza de un poder judicial extralimitarse en sus facultades constitucionales.

Desde la década de 1970, Gregor ha pasado la mayor parte de su investigación académica en el estudio del fascismo y es por esto que es más conocido. En 1974 escribió La persuasión fascista en la política radical. Desde entonces, ha publicado importantes obras sobre el tema, incluyendo "de Mussolini, los intelectuales", "La búsqueda de neofascismo", y "el marxismo, el fascismo y el totalitarismo". Fue en gran parte como consecuencia de este trabajo que fue hecho un compañero de Guggenheim nacional y, posteriormente, un Caballero de la Orden del Mérito por el Gobierno italiano. Durante este período Gregor publicados en las principales ciencias filosóficas, políticas, de seguridad y revistas.

(3)    La literatura en lengua castellana sobre el compagnonnage es casi inexistente, sin embargo puede consultarse una introducción a este movimiento en Estudios sobre la Masonería, Ernesto Milá, PNL Books, Valencia 2010, especialmente en los capítulo I y II.

(4)    L’Action Française et la religión catholique: les éléments d’une imposture, agressions libérales, démocratiques, sillonistes: les maîtres de l’Action Française, l’Action Française et la moral, Charles Maurras, Nouvelle Librairie Nationale, París 1914, pág 133.

(5)    René de la Tour du Pin (1834-1924) teórico francés del “catolicismo social”, miembro de la nobleza, como militar participó en la guerra de Crimea y en la guerra franco-prusiana de 1870. A partir de la Comuna de París se interesó por los problemas social de los trabajadores y se adscribió al “catolicismo social”. Agregado militar en Austria en 1877 contactó con el Conde de Chamberd, aspirante legitimista al trono de Francia que residía en aquel país. A la muerte de este manifiesta su fidelidad realista al Conde de París En 1881 abandona el ejército. En 1885 fue recibido por el papa León XIII en Roma y en 1991 rechaza aceptar la III República y nunca abandonará sus ideales monárquicos. En 1892 conoce a Charles Maurras y apoya a Action Française desde su fundación aportando a la revista y a la nueva formación su interés por las políticas sociales de apoyo a las clases trabajadoras. Su influencia en el pensamiento conservador francés se prolongó a lo largo de los dos primeros tercios del siglo XX. El propio general De Gaulle prodigó elogios en relación a su pensamiento. Escribió: Hacia un orden social cristiano y un manifiesto corporativo que publicaremos íntegro en el número IX de la RHF.

(6)    Cfr. Édouard Berth (1875–1939). Essai de biographie intellectuelle, Vincent Michel,  Université de Paris I, 2003, 209 p. (Maîtrise, T. 1039 MIC), así mismo puede leerse la obra de Berth Les Méfaits des intellectuels (Marcel Rivière, Paris, 1914) con prefacio de Sorel reeditado en 2007 precedido por una biografía elaborada por Alain de Benoist.

(7)    Fragmento de Les Mefaits des intellectuels, extraída del ensayo de Alain de Benoist, Le Cercle Proudhon entre Edouard Berth y Georges Valois, http://www.alaindebenoist.com/pdf/le_cercle_proudhon_entre_berth_et_valois.pdf.

(8)    Le Cadran Solaire, Philippe Lamour, Robert Laffont, París 1980. De las páginas 95 a la 138 cubre su experiencia en le Faisceau, especialmente de la 95 a la 98. 


GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (1 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (2 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (3 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (4 DE 4)

GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (Anexo)


miércoles, 18 de agosto de 2021

Georges Valois y el Faisceau. Primera exportación del fascismo italiano (4 DE 4) - LA FUNDACIÓN DE LE FAISCEAU

 

En el primer número de Le Nouveau Siècle (25 de febrero de 1925) se publicó de manera destacada una declaración firmada por 28 personalidades (entre las que figuraban Jacques Arthuys, Serge André, René Benjamin, André Rousseaux, Henri Ghéon, Georges Suarez, Jérôme et Jean Tharaud, Henri Massis y, por supuesto Valois) en el que se afirmaba que “la victoria había sido robada a los ex combatientes” y se pedía: “Un jefe nacional, la fraternidad francesa, una nación organizada en sus familias, sus oficios y sus provincias, la fe religiosa dueña de sí misma y de sus obras; la justicia de todos y por encima de todos”. Más adelante se añadía que: “Trabajaremos para formar o reformar las legiones de la victoria, legiones de combatientes, de padres de familias, de productores, de ciudadanos”. Inicialmente, el llamamiento no era muy diferente a los que hasta ese momento habían lanzado desde Action Française o desde las Jeunesses Patriotes, pero unos meses después, el 11 de noviembre de 1925 en el mitin que tuvo lugar en la Sala Wagram y a la que asistieron 6.000 personas, Valois anunció la fundación de un movimiento nuevo, Le Faisceau que estaría dividido en cuatro secciones, Faisceau de los combatientes, Faisceau de los productores, Faisceau cívico y Faisceau de los jóvenes. Y aquí, si que existen unas similitudes próximas al fascismo italiano.

En los meses que mediaron entre la aparición del primer número de Le Nouveau Siècle y el lanzamiento de Le Faisceau, Valois había aprovechado para elogiar a Mussolini en su revista del cual dijo: “Es el movimiento a través del cual la Europa contemporánea tiende a la creación de un Estado moderno” y recalcando que se trataba de “movimientos nacionales”: “El fascismo italiano ha salvado a Italia empleando métodos acordes con el genio italiano, el fascismo francés empleará métodos conformes al genio francés”.

Las relaciones con Action Française se fueron agriando a partir de ese momento. No se trataba ya sólo de que Maurras pensara que Valois le estaba intentando hurtar financiadores (como vimos), sino que las orientaciones políticas entre ambos empezaban a ser distintas. Durante esos meses de 1925, Valois había seguido enviando artículos al semanario de Maurras que eran regularmente publicados. Tras la publicación de uno de ellos, Maurras escribió a Valois una larga carta en la que le recordaba que su último artículo sobre “las finanzas, la moneda y la economía” había causado malestar en algunas personalidades de la sociedad situadas en la órbita de Action Française. Maurras restaba importancia al papel de la burguesía en la constitución del régimen parlamentario y atribuía la responsabilidad a “los elementos protestantes, los judíos, los masones, los extranjeros”… Luego Maurras ironizaba mucho más de lo que Valois estaba dispuesto a soportar (“En Provenza le diría que usted ha cambiado una sardina por un atún”…) y, por su no estaba claro, terminaba certificando la ruptura: “En conciencia, tengo el deber de decirle que usted se equivoca y que esta política es errónea. Y yo no puedo admitirla en Action Française”.

En realidad, lo que se estaba produciendo eran dos fenómenos completamente diversos: uno de orden doctrinal (Valois acentuaba su énfasis sobre la responsabilidad de la burguesía en la decadencia de Francia, mientras que Maurras proseguía responsabilizando particularmente a fuerzas exteriores a Francia) y otra de orden personal (ambos rivalizaban por las mismas fuentes de financiación y Maurras terminó temiendo que Valois le restara medios). Para Valois, la ruptura con Maurras tuvo como resultado el que su movimiento se encontró de partida con una difícil situación financiera y siempre adoleció de una dramática falta de fondos que terminó con el diario, hizo peligrar la revista y limitó su actividad política. Sin embargo, tuvo la contrapartida positiva de que la población percibió en Valois un intento nuevo de ir mucho más allá de donde se había atrevido a ir Maurras, lo que facilitó que en un primer momento se adhirieran a sus filas un cierto número de sindicalistas y personalidades de izquierdas que siempre habían desconfiado de Action Française. El trabajo realizado por Valois durante los años del Cércle Proudhon parecía haber dado, finalmente, algún resultado.

Desde el principio, Le Faisceau hizo algo más que seguir la “vía italiana” adaptándola a Francia, la imitó en sus formas exteriores. Las “camisas azules” sustituyeron a los “camisas negras” mussolinianas, las formaciones paramilitares fueron comunes a ambos grupos, como el liderismo y el corporativismo. Todo esto fue suficiente como para que los miembros de Action Française empezaran a percibir a Valois como un “traidor”.

En diciembre de 1925, con la ruptura aún fresca, los Camelots du Roi (servicio de orden de Maurras) asaltaron un mitin de Le Faisceau al que siguió la respuesta en forma de raid sobre la sede de Action Française. A esto siguió una campaña de calumnias lanzada contra Valois. En las columnas del semanario de Maurras se le trató como confidente de la policía, se dijo que había robado los ficheros de Action Française, de estar a sueldo de un gobierno extranjero, de haberse apropiado de la Librairie National, de recibir fondos secretos… Valois no reaccionó a tiempo ante todas estas calumnias –porque a fin de cuentas se trataban de calumnias que no tenían absolutamente ninguna base real– y cuando lo hizo un año después presentando una demanda judicial, fue capaz de aportar un volumen de 600 páginas que reunían todo el material difamatorio.

El proceso fue penoso para ambas partes y la prensa le prestó una atención preferencial. Hoy los historiadores tienden a dar la razón a Valois: Maurras fue quien realmente le calumnió y ni siquiera en el cambio de titularidad de La Librairie National la razón parecía acompañarle. En realidad, Valois la había dirigido durante años y había transformado en una pujante empresa editorial algo que cuando llegó apenas tenía importancia. Los tribunales le dieron la razón y la dirección de Action Française hubo de pagar fuertes multas. Pero, cuando llegó la sentencia, Le Faisceau había atravesado su breve período de gloria, para empezar a decaer, el diario ya no existía y había recuperado su aparición semanal, previa a su desaparición en 1928. La victoria judicial no pudo acompañarse por una victoria política. Muchas cosas fallaban en el movimiento de Valois: el militarismo no parecía satisfacer a la sociedad francesa, su imagen parecía una copia demasiado servil del modelo italiano y era visto como un producto de importación. Y, para colmo, algunas de sus nuevas tomas de posición eran rechazadas incluso por sus propios partidarios, incluso por los llegados de la izquierda. La renuncia al antisemitismo, por ejemplo.

¿Cuántos afiliados llegó a tener Le Faisceau? Existe cierto misterio en torno a las cifras, el propio Valois hablará de 25.000 afiliados cifra que los historiadores consideran “plausible”. Más exagerada parece la tirada de Le Nouveau Siècle que Valois evaluó en 300.000 ejemplares. La tercera parte parece mucho más verosímil.

Dificultades insuperables

El profesor Sternhell resaltó el hecho de que “en términos de ideología, el Faisceau es un verdadero prototipo del fascismo. Lo mismo se aplica prácticamente al nivel de la acción política, salvo quizás en un área importante: el Faisceau no busca la violencia. Esto no significa que tema la pelea. Su servicio de orden no será constituido por lo demás más que en el momento en que resulta claro que los ataques y las provocaciones de Action Française no cesarán. Los Camelots, más que los comunistas, constituyen su adversario”. 

Realmente, en la historia de Le Faisceau solamente se produjo un enfrentamiento directo y de magnitudes importantes con la extrema–izquierda al celebrarse el gran mitin de Reims, el 27 junio de 1927. Cuatro mil comunistas se manifestaron en la plaza de la catedral cerca de donde tenía lugar la asamblea. El choque fue brutal, la policía se vio obligada a intervenir y los disturbios se extendieron por toda la ciudad hasta altas horas de la noche. En aquel momento, Le Faisceau consiguió movilizar 10.000 personas entre sus propios efectivos y los de las Asociaciones nacionales de ex combatientes y de las Jeunesses Patriotes. Antes, el 21 de febrero de 1926 había tenido lugar la reunión de Verdún, primera manifestación de masas del partido. En Verdún –lugar emblemático para los ex combatientes– se desarrolló un nuevo estilo de hacer política nunca antes visto en Francia: paradas militares, uniformidad de la militancia, puesta en escena fastuosa… el estilo mussoliniano en estado puro. El uniforme del partido era la camisa azul oscura con corbata azul, sombrero de fieltro gris con cinta negra y bastón. “La insignia –explica Sternhell en Ne destra, ne sinistrade la organización debe ser siempre llevado a la vista, mientras el uniforme debe ser sólo utilizado en reuniones, asambleas y concentraciones”.

A pesar de esta deliberada similitud en relación al fascismo italiano todavía se discute hoy si existieron relaciones directas entre Mussolini y Valois. Si existieron, en enero de 1928 ya se habrían enfriado; en efecto, en esa fecha Valois acusaba al fascismo italiano de “haber abandonado su origen social y revolucionario y transformarse en reaccionario”. Sternhell reconoce que todos los esfuerzos de los Renseignements Généraux para confirmar las denuncias de colusión entre los dos fascismos, lanzados desde la izquierda, acabaron en vía muerta. En su exhaustiva investigación en los archivos policiales, menciona solamente una nota de servicio de la Prefectura de Policía de París, fechada el 21 de noviembre de 1925, en la que el duque de Camastra, vice–presidente del fascio italiano de París, se cita como uno de los subvencionadores de Nouveau Siècle. Sin embargo, esta información no era valorada como “segura” por los servicios del Ministerio del Interior que seguían opinando que no había evidencias de que el gobierno italiano hubiera apoyado la propaganda del movimiento francés. La abundancia de documentación encontrada por Sternhell en los archivos policiales franceses indica que desde el inicio de su actividad, Le Faisceau fue estrechamente vigilado por la policía: “Desde el principio, cualquier hecho mínimo y los gestos de sus activistas son seguidos, catalogados, y una importante red de informadores es puesta en marcha. Las precauciones tomadas son considerables. Hoy parecen desproporcionadas, teniendo en cuenta la importancia real del Faisceau. Sin embargo, parece que en aquel momento se pensara lo contrario. Así, a finales de noviembre de 1925, el ministro del Interior pedirá expresamente al gobernador militar de París triplicar los servicios de intervención telefónica en el departamento del Sena”.

Cuando se inicia 1926, Valois está pletórico de ideas y de proyectos ara potenciar su movimiento. Ha celebrado una tercera gran concentración en Meaux y de allí ha salido la idea de lanzar una revista doctrinal de propaganda que elaborara y difundiera las ideas del movimiento. Sin embargo, los escasos medios con los que cuenta Valois impiden desarrollar este y otros proyectos. A finales de ese año la llegada al poder de Poincaré asesta un duro golpe a Le Faisceau. Si el partido de Valois había nacido bajo un gobierno de izquierdas (1924–1926) encontró inicialmente una fácil financiación era porque se consideraba que podía movilizar masas obreras contra la izquierda. Sin embargo, cuando a finales de 1926 vuelve al poder Raymond Poincaré al frente de un “gobierno de unidad” y centrado en la política de austeridad financiera y devaluaciones que durará hasta 1929, el sistema ha resuelto su crisis sin necesidad de movilizar a Le Faisceau en la calle, así que… ¿para qué seguir apoyándolo? En 1928, Valois en su obra L’Homme contre l’argent, escribirá: “Con Poincaré en el poder, nos convertíamos en mucho más vulnerables. Perdimos este espeso colchón de simpatías que nos valía nuestra función de defensor del franco”.

Sternhell realiza un juicio de conjunto sobre la experiencia de Le Faisceau: Fue, pues, una razón ajena al movimiento –la mejora de la situación financiera en el país– la que precipitó la caída del Faisceau. De hecho, el Faisceau tuvo en contra suya haber querido asentarse en un momento en el que Francia estaba consiguiendo, con mucho esfuerzo ciertamente, salir de la crisis monetaria y financiera. Tenía en su contra el hecho de que, durante su existencia, la inflación y el desempleo, así como el temor a la revolución comunista –el otro elemento del dualismo que ha favorecido generalmente el nacimiento y el éxito de los demás partidos fascistas en Europa– no han alcanzado nunca en Francia apoyos favorables. Todos los movimientos fascistas franceses que le sigan conocerán la misma situación”.

En el Congreso de enero de 1927 en la rue d’Aguesseau, los contrarios a Valois organizaron la disidencia. Y eran muchos: a la derecha se encontraba Bucard (que luego fundaría el Partido Francista, seguramente la opción de extrema–derecha más similar al fascismo italiano) que le acusa de traicionar el espíritu de los combatientes. Frente a él y por la izquierda está Philipe Lamour que denuncia el proyecto de Valois como un intento de “constituir un cuerpo auxiliar para la defensa de los poderosos”.

A partir de ese momento, el dinero empieza a escasear, proliferan las escisiones y las fugas, desaparecen los apoyos económicos, se pierden viejos militantes y no aparecen reemplazos. Incluso el partido se va fragmentando; Sternhell hace un resumen de las salidas: “en diciembre abandona el delegado general de Humières, Lapérouse, el Dr. Thierry de Martel, presidente del gremio de los médicos, hijo del célebre escritor nacionalistas Gyp, y finalmente el joyero Brunet que, algún tiempo antes, había entregado grandes sumas al movimiento. En enero de 1927, es el turno de Barral y Pierre Dumas, vicepresidente de las corporaciones. En febrero, el estado mayor también comenzó a romperse: los millonarios de Franz Van den Broeck d’Obrenan y Serge André serán los primeros en salir. Para estos hombres, el movimiento está condenado, la operación de rescate del franco ha marcado su final. Durante este período ya no se ve a Philippe Lamour, que finalmente será expulsado en marzo de 1928. En agosto de 1927, Pierre Darras, el presidente de una de las corporaciones, que había intentado poner en marcha un sindicato “amarillo”, también renunciará. El Faisceau, a partir de entonces, habrá perdido la casi totalidad de sus efectivos”.

Valois es consciente de que la experiencia de La Faisceau ha concluido, a pesar de que las ideas que inspiraron al movimiento sigan siendo válidas, pero ya no pueden hacerse solidarias del movimiento fascista italiano. En 1928 iniciará su retorno a la izquierda convencional y cuando prácticamente Le Faisceau haya desaparecido, fundará el 0 de junio de 1928, el Partido Republicano Sindicalista,  en el que participarán algunos antiguos miembros de Le Faisceau y unas pocas nuevas captaciones: Charles Albert (antiguo anarquista), Jacques Arthuys, Hubert Bourgin, René Capitant (que tras la guerra pasará al gaullismo). Inicialmente se sumaron algunos “fascistas franceses” pero pronto percibieron que la orientación del partido era de izquierdas e incluso antifascista. No es raro que muchos de sus miembros pasaran a la resistencia tras la ocupación alemana.

El órgano del nuevo partido fueron los Cahiers Bleus que aparecieron entre el 15 de agosto de 1928 y el 23 de mayo de 1932, en total 119 números de una revista quincenal cuyo subtítulo era: “Por la república sindical: órgano de cultural general y de organización”. Tanto el movimiento como la revista intentaban desarrollar un nuevo modelo económico basado en el corporativismo y en el sindicalismo. Entre los colaboradores se encontraban gentes tan diversas como Edouard Berth, Marcel Déat, Bertrand de Jouvenel y Pierre Mendès France, el dirigente stalinista italiano Pietro Nenni y el mismísimo Pierre Drieu la Rochelle, Doriot y Paul Marion que será nombrado ministro del gobierno de Vichy por el mariscal Petain durante la ocupación..

El último núcleo específicamente fascista terminó también escindiéndose a principios de 1928 y formando el Partido Fascista Revolucionario, animado por el doctor Winter y que contó con el apoyo y la militancia de Philipe Lamour y del Fascio Universitario que presidía, Maurice de Barral y Edouard d’Eaubonne. Sin embargo, el impulso inicial hacía mucho tiempo que se había perdido y ni el partido ni su semanario La Révolution fasciste, tuvieron el más mínimo eco en la sociedad francesa.

Valois después de Le Faisceau

Hacia 1931, Valois había sido requerido por Albert Thomas para colaborar en la redacción de la Nueva Enciclopedia que debía revolucionar la cultura de los años 30. Thomas, desde muy joven militante sindicalista y cooperativista, había trabajado durante la guerra mundial en la organización de la producción bélica, tenía conocimientos de economía que aplicó brillantemente en la materia. Fue diputado socialista y ocupó distintos cargos de responsabilidad durante el conflicto. Realizó encargos del gobierno francés en Rusia durante el período revolucionario. Participó en la organización de varias conferencias internacionales sindicalistas y socialistas y fue uno de los fundadores de la Organización Internacional del Trabajo del que fue primer presidente. En 1931 aspiraba a elaborar una “enciclopedia” centrada en el movimiento obrero, cuestiones de economía y sindicalismo y temáticas sociales. Desgraciadamente para Valois, el proyecto no tendrá continuación tras la muerte prematura de Thomas el año siguiente.

En 1934 Valois participará en la creación de la revista Nouvel Âge que se convertirá en diario poco después. El diario había sido fundado en 1930 por Henry Poulaille un promotor anarco–sindicalista de cultura proletaria. Valois lo conocía desde que había publicado algunos de sus textos en La Librairie Nationale. Nouvel Âge se subtitulaba “revista de cultura y de organización para la edificación de una economía distributiva en un mundo sin guerra y sin clases por la Comuna y la libertad humana”… En 1934, Valois se incorporó a la dirección de la revista que seguiría apareciendo bajo su dirección hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En 1935 pide el ingreso en la SFIO apadrinado por Marceau Pivert que será rechazada.

Durante ese período no quedaba ya nada del “Valois miembro de Action Française”, ni siquiera del más reciente “Valois jefe de Le Faisceau”. Su evolución hacia la izquierda había sido prodigiosa y se operaba a velocidad acelerada hasta el punto de que puede decirse que de haber vivido la revolución de mayo del 68, lo más probable es que hubiera militado en alguna organización anarquista e incluso en la CNT francesa. Cuando estalló la guerra civil española, Valois hizo campaña contra la actitud ambigua del gobierno de Leon Blum y denunció en reiteradas ocasiones y en las columnas de su revista que la izquierda francesa permaneció de espaldas a la II República española.

En los años siguientes tomó partido ante distintos episodios internacionales siempre manteniendo dos posturas: pacifismo y antifascismo. Como pacifista se opuso en 1938 al consenso de Munich y como antifascista propuso un bloqueo económico contra Alemania e Italia.

Al estallar la guerra, Valois y su adjunto, Gustave Rodriguès se encuentran en Bayona y ahí permanecen en julio y agosto de 1940 cuando se produce la invasión alemana. Rodriguès al conocer la entrada de los alemanes en París se suicida y Valois pasa a Marruecos en donde crea un grupo clandestino. Será detenido a finales de octubre de 1940 y transferido a la prisión de Clermont en donde se encuentra un viejo conocido suyo, Pierre Mendès–France. Al no haber pruebas contra él y haber sido detenido solamente de manera preventiva, Valois es liberado el 27 de abril de 1941. Marcha a Vichy para encontrarse con su secretario, Roger Maria que, inicialmente, pensaba exiliarse en Londres y unirse a las fuerzas de De Gaulle, sin embargo, una vez allí deciden viajar a las inmediaciones de Lyon en donde antiguos miembros de Le Faisceau han montado un núcleo de resistentes. Pero él mismo asume que es demasiado conocido para poder realizar trabajo clandestino, así que lo único que puede hacer es hacerse visible y fácilmente vigilable para que la policía crea que realiza actividades profesionales y no políticas. Intenta abrir una librería, pero luego renuncia y compra un pequeño hotel en Val d’Ardières, donde residirá y, de paso, recibirá amigos.

Desde ahí realizará unos fascículos ciclostilados sobre la historia de las cooperativas en Francia, legislación sobre jardines obreros y facilita consejos de jardinería. Es una cobertura creíble a la vista del historial pasado de Valois, pero también inofensiva que no debería despertar suspicacias ni del ocupante alemán ni del gobierno de Vichy. Se suscriben 200 personas, pero sólo unas pocas reciben un suplemento con informaciones políticas de actualidad. En 1943, Valois publicará una nueva revista, Après, donde escribirá con el seudónimo de Adán. Entre otros estudios Valois–Adán publica un voluminoso número de la revista titulado “Francia traicionada por los trusts” que ha pasado a la historia como la obra más voluminosa publicada clandestinamente en Francia.

La historia terminará mal. En Lyon opera la Gestapo dirigida por el capitán Klaus Barbie que consigue mantener a raya y desarticular a los distintos núcleos de la resistencia. Su secretario fue duramente torturado, pero la Gestapo tras interrogar a Valois lo consideró como un idealista ingenuo, lo que no les evitó a ambos ser, sin embargo, condenados a muerte, pena que es conmutada por una estancia en un campo de concentración. Mientras su secretario, después de indecibles peripecias, sobrevivirá a la guerra, Valois, deportado a Neuengamme, en donde estaban internados los presos de mayor edad, se sabe que incluso en sus últimos días albergaba proyectos grandiosos para reconstruir la izquierda, reformar la economía mundial e impulsar un nuevo orden mundial. Allí murió de tifus el 18 de febrero de 1945, tres meses y veinte días antes de que el III Reich se rindiera.


GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (1 DE 4)

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