En Barcelona
llevan dos noches de disturbios y se prevé un fin de semana “caliente, caliente”.
Sin olvidar que, tras las elecciones catalanas, la gencat y la guardia urbana
de Barcelona dieron vía libre para que los indepes volvieran a cortar el
tráfico en la Meridiana. Hace un año, idénticos incidentes tuvieron lugar
protagonizados por indepes y unos meses antes, por okupas. Durante la
campaña electoral los Mossos filmaron y toleraron las agresiones contra todos
los actos de campaña de Vox y la violencia fue alentada desde los tertulianos a
sueldo de TV3. Ahora, ese pobre diablo de Echenique y el partido del “moños”,
excitan la violencia como forma de “libertad de expresión. Esto tampoco es
nuevo, porque el “contextualizar
la violencia” es algo que Herri Batasuna vendía desde mediados de los 80: así,
la “contextualización” permite justificar hasta el asesinato de Abel por parte
de Caín (a fin de cuentas, Yahvé lo prefería al otro y generó en el
asesino daños psicológicos, impulsándole a matar, así que el responsable no es
Caín, sino la situación generada por Yahvé). No hay nada nuevo bajo el sol.
La mala noticia es que los “contextualizadores de la violencia”, antes pasaban
por ser extremistas y radicales, y hoy están al frente de ministerios.
PODEMOS, O LA
GRAN DECEPCIÓN
Inicialmente, Podemos
nació del “movimiento de los indignados”. ¿Cómo no sentir indignación en
2010 por lo que había ocurrido? Estallido -previsible, por lo demás- de la
burbuja inmobiliaria, decenas de miles de hipotecas impagadas, desahucios, seis
millones de parados, una deuda del Estado que, por primera vez, superaba el
Billón de euros, corte brusco del crédito, ayudas para la banca (responsable del
estallido de la burbuja), un Zapatero paralizado por no entender nada más allá
de la “Alianza de Civilización”, apegado a su batería de leyes (violencia
doméstica, igualdad, memoria histórica) y reformas de leyes (divorcio, aborto).
La “indignación” ocupó las calles y plazas. Y era justo que así ocurriera.
Pero, a los
pocos días de iniciarse las ocupaciones, cuando ciudadanos verdaderamente indignados
acudieron a solidarizarse con los que acampaban en las plazas públicas,
advirtieron que allí sobraban. Aquello no era el “movimiento de TODOS los
indignados”, sino solamente, el “movimiento de los indignados DE
EXTREMA-IZQUIERDA”. Esa era la pequeña diferencia. Pronto, en aquellas asambleas, dejó de
hablarse de la crisis, de las hipotecas impagadas, del paro y se pasó a hablar
de los mismos temas que “Pablo Hasél” incluía en sus canciones: antifascismo, amnistía
para etarras y grapaos, ocupación, droga libre y demás lindezas.
Con todo, en su
primera competición electoral, en 2014, los spots electorales casi parecían
patrióticos y el discurso de Podemos seguía apuntando a “todos los indignados”.
Gracias a eso, consiguieron un hueco en el Parlamento. Ahora bien, pronto se
demostró que el discurso político de Podemos era excepcionalmente simplista,
plano, incluso ignorante e inconsecuente en algunos aspectos. No era el
discurso de la “nueva izquierda”, sino el de la extrema-izquierda de toda la
vida, desprovisto de aditamentos intelectuales y convertidos sus propagadores
en simples panfletos parlantes. Detrás, no había, ni una crítica sólida a
la modernidad, ni siquiera a la globalización, ni, por supuesto, al
mundialismo, solo media docena de frases de agitación para adornar la presencia
mediática de los dirigentes del grupo.
Inicialmente,
llegaron a afiliarse más de 150.000 ciudadanos a los “círculos” de Podemos. Y
el partido en una primera fase, pareció “asambleario” (como había sido Herri
Batasuna en sus mejores tiempos). Pero luego se comprobó que cada “círculo” estaba
obsesionado con un tema concreto en torno al cual se había formado (feministas radicales,
por un lado, gays por otro, transex por otro, okupas por otro, defensores del
porro, partidarios del “puertas abiertas” a la inmigración, etc.). Cuando
Podemos empezó a manejar capital procedente de la financiación estatal, aparcó los
círculos y se convirtió en un estado mayor gestor de fondos y subvenciones,
cuyos miembros eran los primeros y principales beneficiarios del negocio.
Así se entienden todos los escándalos que han estallado siempre desde el
interior de la formación.
EL GRAN
HALLAZGO DE PODEMOS: CULTIVAR LA FRANJA MARGINAL DE ELECTORES
Podemos, en el
fondo, estaba compuesto por los segundas filas de Izquierda Unida, hartos de
chupar banquillo, que querían situarse en primera fila. Izquierda Unida nunca entendió
que, precisamente, su cambio de orientación, al pasar a ser defensor de la
clase obrera a convertirse en propagador de temas que nada tenían que ver con
los intereses de la clase obrera (igualdad, aborto, ocupación, ideologías de género,
defensa de la inmigración masiva, etc), le restó el apoyo de esa misma clase
obrera.
Los de Podemos
se dieron pronto cuenta de que ningún obrero les iba a votar y su problema era
cómo mantener el “modus vivendi” y obraron en consecuencia, con una lógica
aplastante.
Se trataba,
simplemente, de cultivar el voto de los únicos grupos que podían votar a la
sigla: feministas radicales, gays, transex, okupas, partidarios de la
legalización de drogas, extranjeros recién nacionalizados y, finalmente, el
gran hallazgo de Podemos, consistió fue aprovechar las metidas de pata del Rey
emérito, para introducir, más el antimonarquismo que el republicanismo.
Estaba claro
que no pasarían de un 15% de votos, pero era suficiente como para asegurar un
buen nivel de vida de su clase dirigente. Y, además, siempre era posible
que el PSOE necesitara un apoyo parlamentario o que, en el futuro, una
coalición de izquierdas llegara al poder. Eso sería el gran objetivo vital de
los dirigentes de Podemos.
GOBIERNO
BICÉFALO: EL BUITRE Y EL CUERVO GRAZNADOR
Cuando Sánchez
ganó las elecciones, lo normal hubiera sido un gobierno de centro-izquierda,
una combinación PSOE+Ciudadanos, o incluso una “gran coalición” PSOE+PP.
Pero, Sánchez no tiene ni siquiera aquel prurito del hombre de izquierdas
progre con un ideal en la cabeza y un proyecto de ingeniería social al estilo
zapateriano: es
simplemente un ambicioso sin escrúpulos.
Sánchez percibió
que Podemos era el único grupo que no le disputarían votos. A fin de cuentas,
siempre era posible que los votos socialistas pudieran pasar a Cs, o incluso al
PP (como ocurrió en Cataluña en los años 90), pero era mucho más difícil que el
electorado de centro-izquierda, por decepcionado que estuviera con la actuación
del PSOE, pudiera terminar apoyando a Podemos. Así que, ante el estupor de
la UE, Sánchez optó por apoyarse en Podemos y en los distintos grupos anti-sistema
y anti-Estado.
Era también, la
forma de orientar a la opinión pública hacia temas menores, muy secundarios y
evitar que fuera relevante la insostenible situación del país, incluso antes
del Covid. El resultado, ha sido un gobierno “bicéfalo”: por un lado, la
cabeza de buitre de Sánchez y por el otro, el cuervo graznador de Podemos.
Ambos unidos por sus ambiciones y por la convicción de que los grandes
pelotazos solamente se hacen teniendo las llaves de la caja, es del decir, del
Estado.
La UE sigue
horrorizada por lo que está ocurriendo en España. Es algo sin precedentes. Y
cada día, el sinsentido se agrava más y más: es comprensible que, a la UE, le
cuesta mucho dar unos fondos a un gobierno, una de cuyas partes, un buen día,
puede decidir que hay que expropiar chalés vacíos en la Baleares, Canarias o
Levante (propiedad de holandeses, ingleses y alemanes), para albergar a
millones de inmigrantes, o que el Estado Español no tiene la obligación de
asumir los compromisos económicos firmados por anteriores gobiernos, o cualquier
otra estupidez que conmueva los fundamentos del IBEX-35. De ahí que la UE,
antes del verano, a la hora de repartir fondos de ayuda por el Covid, pusiera a
Sánchez en la tesitura de deshacerse de sus socios.
RECOMPONER LA
SITUACIÓN TRAS LAS ELECCIONES DE LA gencat
Cada día que
pasa, la incomodidad dentro del PSOE es mayor: los antiguos “notables” y los “barones
regionales” hace quince días recogían firmas para exigir que Sánchez finiquitara
la relación con Podemos. Luego vinieron las elecciones catalanas (en las que Sánchez ofrecía un “tripartito”
a ERC, con En Común-Podemos, pero ERC, preso de su dogmatismo indepe siente
vértigo porque sabe que no será aquella asociación a principios del milenio con
un PSC dirigido por un Maragall con los primeros síntomas de su enfermedad)
y, finalmente, el encarcelamiento del rapero psicopatón y los incidentes que se
prolongarán, como mínimo, el fin de semana.
Mi impresión es
que las declaraciones de Echenique defendiendo la “violencia antifascista”
son la gota que colma el vaso. Echenique es otro de los que no puede vivir
ya sin sueldos públicos. En su momento, ya se sumó a Ciudadanos, aunque luego
cambió al percibir que, por su aspecto, le era más fácil impresionar a chicos con
poca experiencia vital. Él solito y sin ayuda de nadie, se cargó Podemos en
Aragón. Pero ¿cómo va a prescindir Podemos de un minusválido extremo que
garantiza el apoyo de unas decenas de miles de votos de minusválidos? Pero
las cosas han llegado demasiado lejos y la defensa de la violencia, deberá
pasar factura, tanto a Echenique como a la presencia de Podemos en el gobierno.
Tras el
descalabro electoral, el suelo se está hundiendo bajo los pies del PP.
Ahora, parece claro que, el declive y virtual desaparición de Cs y los malos
resultados del PP catalán, sin olvidar el culebrón Bárcenas o la mala idea de
cambiar el local para hacer borrón y cuenta nueva, desbroza el camino para Vox:
que la formación verde
conseguirá realizar el “sorpasso” al PP, es algo que nadie duda. La cuestión es
cuándo se producirá ese adelantamiento y cuando Vox pasará a ser la oposición.
VOX O LOS
ETERNOS APESTADOS
Sánchez tiene en
cuenta también este factor. Con el PP, incluso, podría entenderse (de hecho,
ayer se entendió para renovar el poder judicial y RTVE), pero nunca con Vox.
De no ser posible el
proyecto del tripartido catalán (que implica mantener buenas relaciones con ERC
en el Parlamento del Estado y, por consiguiente, sería una traslación del
gobierno de coalición a Cataluña con el añadido de ERC), lo más probable es que
Sánchez se decida a prescindir de Podemos y a volver su mirada al
centro-derecha. Sabe, además, que una coalición con Cs o con PP,
supondría para los dirigentes de estos grupos un “ahora o nunca”, la
posibilidad de que, un partido desahuciado (Cs) y un partido en crisis de
identidad (PP), perdieron aún más votos y quedaran definitivamente debilitados,
permitiendo al PSOE gobernar durante mucho tiempo.
Vale la pena
recordar lo que suele ocurrir en Francia: desde hace veinte años, el único
partido “de oposición” es el Front National (hoy Ressemblament National). FN-RN
sigue en la oposición y tiene pocas posibilidades de llegar al poder, mientras
persistan en Francia, los actuales equilibrios de fuerzas gracias al sistema electoral
“a dos vueltas”. Por mucho que gane el candidato de turno del RN en la primera
vuelta, lo normal es que, en la segunda, sea la coalición de todos los demás
partidos, la que obtenga el escaño.
Por eso, el
PSOE aspira a mantener un cordón defensivo ante Vox, como a principios de siglo
lo creó en torno al PP, con el “Pacto del Tinell”. Todos contra el “malo”.
Mientras Vox amenace la hegemonía del PP en la derecha, la posición del PSOE
seguirá siendo segura: el PSOE tiene mas posibilidades de encontrar aliados que
Vox que siempre aparecerá como el “malo” y, por mucho que crezca, nunca tendrá,
por sí mismo, la mayoría absoluta.
ESPAÑA
DEPENDE DE LO QUE OCURRA EN LA gencat
Podemos
prever un “reajuste” en el gobierno y un cambio de alianzas, cuando esté claro
quién gobierna en Cataluña. Poco importa cuál será la excusa para deshacerse
de Podemos, pero las presiones
que afronta Sánchez desde la UE son de tal magnitud (especialmente ahora que
van a empezar a llegar los fondos de ayuda) que, combinadas con las presiones
internas (recogida de firmas anti-Podemos) le dan muy poco margen de maniobra.
La puntilla
al gobierno de coalición PSOE+Podemos la va a dar ERC: o acepta el tripartito en
Cataluña o bien obliga a Sánchez a buscar otros aliados en Madrid.
¿Y los
incidentes callejeros? Forman parte de nuestra “normalidad democrática”. Es “normal”
en Cataluña que los Mossos d’Esquadra filmen incidentes, pero no participen en
ellos, cumpliendo órdenes de plaza Sant Jaume, es “normal” que dejen que cada
noche ardan 250.000 euros en contenedores y que los vecinos estén cada vez más
inquietos ante unos pocos cientos -porque son unos pocos cientos- de
descerebrados que, hacen y deshacen a su antojo, cortan la Meridiana o realicen
saqueos en nombre de la beatífica y sacrosanta “libertad de expresión”.
¿”Pablo Hasél”?
Sigo pensando que el lugar del chaval no es una prisión, sino el sofá del
psiquiatra y cursos de solfeo y de gramática como terapia de rehabilitación.
Además, claro está, de seguir cursos para el control de la ira. Lo “normal”
es que exista en la calle falta de autoridad e inseguridad, la misma que emana desde
el gobierno de coalición.
“Pablo Hasél” es la excusa del momento para los violentos y para que Podemos cultive el nicho electoral de los colgaos, nada más.