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jueves, 24 de septiembre de 2020

La generalitat inicia un "plan piloto" para la enseñanza del islam en centros públicos

La Vanguardia, el diario digital que en otro tiempo fue el periódico de la burguesía catalana bienpensante, tiene hoy dos noticias que llaman la atención: a un lado aparece “Unas 2.000 familias piden clases de islam en Catalunya” y, justo al lado, el corresponsal en París, publica otra de este jaez: “Francia lucha por preservar su laicismo”. No creemos que esta ubicación haya sido deliberada. Simplemente, el islam es noticia… no en Arabia Saudí, ni Oriente Medio, no en el Magreb, sino en Europa. En Cataluña “unas 2.000 familias” piden “adaptarse” … en Francia, décadas después de hacerse “adaptado”, el resultado ha sido el que cabría esperar: el tan cacareado laicismo de la República ha sido pisoteado por aquellos que, simplemente, son partidarios de la “verdad teocrática” y de la buena nueva islamista. En España será todavía más lacerante, porque hemos pasado de la “España Católica” a la “España Islámica” en un abrir y cerrar de ojos. ¿Exagero? En absoluto.

(dos noticias contiguas en el digital de La Vanguardia del 24.09.2020)

En Cataluña, donde se encuentra la comunidad islámica más grande de España, con casi un millón de fieles y en donde gobierna ese independentismo que se las da de republicano y laico, la Unió de Comunitats Islàmiques (UDICAT) se muestra satisfecha de que este curso se imparta, por primera vez en las escuelas públicas de Cataluña la materia de “religión islámica” en ocho centros educativos. Se trata de un plan piloto que, en los próximos cursos, afectará a más centros.

Obviamente, del independentismo no puede sorprender nada: se da la paradoja de que durante los años de gobierno del pujolismo y desde que se desencadenó “el procés”, los nacionalistas/indepes han logrado ir borrando las raíces históricas de Cataluña, desfigurando la identidad catalana e islamizando la región. El por qué lo han hecho no es ningún secreto: dado que el límite máximo al que puede aspirar el independentismo es al control del 30% de la población que se expresa SOLO en catalán y, dado que los que se expresan SOLO en castellano son una cantidad ligeramente superior, el “desempate” solamente lo pueden obtener mediante la comunidad islámica (que a diferencia de la comunidad andina aprende el catalán con más facilidad).

Desde Pujol y, sobre todo, desde los tiempos en los que Carod-Rovira era alguien, se estima que la independencia solamente es posible cuando la comunidad islámica que sume a ella y, por eso, los próceres republicanos-indepes aluden tan frecuentemente a esa entelequia que llaman “el islam catalán”… como si el islam y su idea central, la Umma, comunidad de los creyentes, tuviera algo que ver con el “estado catalán” o como si a los islamistas les importara un higo la independencia de Cataluña, cuando ellos aspiran a islamizar “Al Ándalus”, la tierra de la que fueron expulsados hace siglos y que ocuparon durante 800 años (y Barcelona, durante algo menos de 70…).

ERC, la CUP y los indepes son, sobre todo, anticristianos: cualquier cosa que huela a la religión tradicional durante siglos en Cataluña es algo que les repugna, pero, eso sí, la islamización de la región la bendicen si -en su imaginario enloquecido- les permite ser “independientes”.

Pues bien, hoy, La Vanguardia, coloca la noticia sobre el absurdo decreto de enseñanza islámica en Cataluña, otra noticia que indica los peligros advertidos en Francia por bromas de este estilo. Porque la generalitat no ha sido la primera en pensar que cortejando a los islamistas y cubriéndolos de subsidios, lograran “domesticarlo”.

Como se sabe, uno de los fundamentos de la república francesa es el laicismo. El islam es una religión -además, foránea- y, por tanto, no se puede impartir en centros públicos la enseñanza de ninguna religión, ni siquiera se deberían permitir cruces católicas, martillos de Thor o el velo islámico y la media luna. En Francia, hoy el “separatismo” y el “comunitarismo” son muy criticados por los republicanos fundamentalistas: y no se refieren a independentistas catalanes, vascos, corsos, auverneses o bretones, sino a la intención de la comunidad islamista de hacer “rancho a parte” y una vida “separada”, como si los valores laicos de la república no fueran con ellos.

Ningún presidente de la república se atreve a criticar en público esta tendencia, por miedo a lo que pueda ocurrir a poco de pronunciar sus palabras. No solamente hay extremistas islámicos, sino que también para los musulmanes moderados, su religión es incompatible con los valores republicanos. Ellos, lo que quieren es la “doble legislación”: que se aplique una a los musulmanes y otra a los no islamistas. Algo que hace rasgar las vestiduras a los republicanos de estricta observancia por vulnerar el principio de la “igualdad”.

En Francia, la situación está desembocando en una guerra civil racial, social y religiosa, latente y que, de tanto en tanto, pasa a ser guerra “caliente”: basta un partido de futbol, basta la detención de un delincuente magrebí, para que los barrios estallen, el número de vehículos quemados cada noche aumente bruscamente, o la inseguridad se apodere de las calles. En estas circunstancias, Macron no sabe que hacer: a él le daría igual que hubiera dos, tres o cinco legislaciones diferentes, siempre y cuando él gobernase sobre todas ellas; pero a los “fundamentalistas republicanos”, la islamización de Francia les parece intolerable.

Aquí no se ha llegado tan lejos, pero la generalitat si ha logrado superar en estupidez y esperanzas utópicas al gobierno de Macron. Para “desempatar” el tablero entre indepes y españolistas, es por lo que los memos que dirigen la institución que, en apenas 45 años, ha conseguido demoler la identidad catalana, apelan a la “morería” y les ríen todas las gracias. Que lo pagarán está más claro que el agua.

De hecho, en una cosa tienen razón: es más probable que una República Catalana ingresase antes en la Liga Árabe que en la Unión Europea.