La Vanguardia,
el diario digital que en otro tiempo fue el periódico de la burguesía catalana
bienpensante, tiene hoy dos noticias que llaman la atención: a un lado aparece “Unas
2.000 familias piden clases de islam en Catalunya” y, justo al lado, el
corresponsal en París, publica otra de este jaez: “Francia lucha por
preservar su laicismo”. No creemos que esta ubicación haya sido
deliberada. Simplemente, el islam es noticia… no en Arabia Saudí, ni Oriente Medio,
no en el Magreb, sino en Europa. En Cataluña “unas 2.000 familias” piden “adaptarse”
… en Francia, décadas después de hacerse “adaptado”, el resultado ha sido el que
cabría esperar: el tan cacareado laicismo de la República ha sido pisoteado por
aquellos que, simplemente, son partidarios de la “verdad teocrática” y de la
buena nueva islamista. En España será todavía más lacerante, porque hemos
pasado de la “España Católica” a la “España Islámica” en un abrir y cerrar de
ojos. ¿Exagero? En absoluto.
En Cataluña, donde
se encuentra la comunidad islámica más grande de España, con casi un millón de
fieles y en donde gobierna ese independentismo que se las da de republicano y
laico, la Unió de Comunitats Islàmiques (UDICAT) se muestra satisfecha de que
este curso se imparta, por primera vez en las escuelas públicas de Cataluña la
materia de “religión islámica” en ocho centros educativos. Se trata de un plan
piloto que, en los próximos cursos, afectará a más centros.
Obviamente, del
independentismo no puede sorprender nada: se da la paradoja de que durante los
años de gobierno del pujolismo y desde que se desencadenó “el procés”, los
nacionalistas/indepes han logrado ir borrando las raíces históricas de
Cataluña, desfigurando la identidad catalana e islamizando la región. El por
qué lo han hecho no es ningún secreto: dado que el límite máximo al que puede
aspirar el independentismo es al control del 30% de la población que se expresa
SOLO en catalán y, dado que los que se expresan SOLO en castellano son una
cantidad ligeramente superior, el “desempate” solamente lo pueden obtener
mediante la comunidad islámica (que a diferencia de la comunidad andina aprende
el catalán con más facilidad).
Desde Pujol y,
sobre todo, desde los tiempos en los que Carod-Rovira era alguien, se estima que
la independencia solamente es posible cuando la comunidad islámica que sume a
ella y, por eso, los próceres republicanos-indepes aluden tan frecuentemente a
esa entelequia que llaman “el islam catalán”… como si el islam y su idea
central, la Umma, comunidad de los creyentes, tuviera algo que ver con el “estado
catalán” o como si a los islamistas les importara un higo la independencia de Cataluña,
cuando ellos aspiran a islamizar “Al Ándalus”, la tierra de la que fueron
expulsados hace siglos y que ocuparon durante 800 años (y Barcelona, durante
algo menos de 70…).
ERC, la CUP y
los indepes son, sobre todo, anticristianos: cualquier cosa que huela a la
religión tradicional durante siglos en Cataluña es algo que les repugna, pero,
eso sí, la islamización de la región la bendicen si -en su imaginario enloquecido-
les permite ser “independientes”.
Pues bien, hoy, La
Vanguardia, coloca la noticia sobre el absurdo decreto de enseñanza islámica en
Cataluña, otra noticia que indica los peligros advertidos en Francia por bromas
de este estilo. Porque la generalitat no ha sido la primera en pensar que
cortejando a los islamistas y cubriéndolos de subsidios, lograran “domesticarlo”.
Como se sabe,
uno de los fundamentos de la república francesa es el laicismo. El islam es una
religión -además, foránea- y, por tanto, no se puede impartir en centros
públicos la enseñanza de ninguna religión, ni siquiera se deberían permitir
cruces católicas, martillos de Thor o el velo islámico y la media luna. En
Francia, hoy el “separatismo” y el “comunitarismo” son muy criticados por los
republicanos fundamentalistas: y no se refieren a independentistas catalanes,
vascos, corsos, auverneses o bretones, sino a la intención de la comunidad
islamista de hacer “rancho a parte” y una vida “separada”, como si los valores
laicos de la república no fueran con ellos.
Ningún
presidente de la república se atreve a criticar en público esta tendencia, por
miedo a lo que pueda ocurrir a poco de pronunciar sus palabras. No solamente
hay extremistas islámicos, sino que también para los musulmanes moderados, su
religión es incompatible con los valores republicanos. Ellos, lo que quieren es
la “doble legislación”: que se aplique una a los musulmanes y otra a los no islamistas.
Algo que hace rasgar las vestiduras a los republicanos de estricta observancia
por vulnerar el principio de la “igualdad”.
En Francia, la
situación está desembocando en una guerra civil racial, social y religiosa, latente
y que, de tanto en tanto, pasa a ser guerra “caliente”: basta un partido de
futbol, basta la detención de un delincuente magrebí, para que los barrios
estallen, el número de vehículos quemados cada noche aumente bruscamente, o la
inseguridad se apodere de las calles. En estas circunstancias, Macron no sabe
que hacer: a él le daría igual que hubiera dos, tres o cinco legislaciones
diferentes, siempre y cuando él gobernase sobre todas ellas; pero a los “fundamentalistas
republicanos”, la islamización de Francia les parece intolerable.
Aquí no se ha
llegado tan lejos, pero la generalitat si ha logrado superar en estupidez y
esperanzas utópicas al gobierno de Macron. Para “desempatar” el tablero entre
indepes y españolistas, es por lo que los memos que dirigen la institución que,
en apenas 45 años, ha conseguido demoler la identidad catalana, apelan a la “morería”
y les ríen todas las gracias. Que lo pagarán está más claro que el agua.
De hecho, en una
cosa tienen razón: es más probable que una República Catalana ingresase antes en
la Liga Árabe que en la Unión Europea.