Este artículo fue
escrito en 1993. Debía formar parte de un libro que jamás terminé, dedicado a
la “dualidad”, esto es al mundo que conocemos. Recopilé unas cuarenta parejas
de símbolos complementarios, opuestos o, de alguna manera, vinculados en pares.
Una parte de estos símbolos tenían que ver con el simbolismo masónico. Años
después, tras abandonar el proyecto, esa parte, al refundí en un solo archivo y
lo subí a la web Disidencias (la primera que tuve), en 1997 o 98. Me sorprendió
que varias webs masónicas, desde entonces, hayan ido reproduciendo estos artículos
y que, algunos, incluso, lo hayan reproducido como “documento masónico”, por
supuesto sin indicar origen ni autor, y a veces, firmándolo con su propio
nombre. Quiero aclarar que, no solamente no soy masón, sino que nunca lo he
sido, nunca he tenido la tentación de serlo -a pesar de tener varios amigos que
si lo son- y que estoy convencido de que la masonería es una fuerza disolvente
del mundo tradicional, y lejos de ser la prolongación del gremio de
constructores de catedrales, es, más bien, su inversión. Repasando estos
artículos, me he dado cuenta que falta una dualidad que añadiré al final de la
serie. Casi era la más evidente, es la que está en las puertas de toda logia
masónica: las columnas Jakim y Boaz (Franco, “el anterior jefe del Estado”, al
elegir un seudónimo para una obra antimasónica escrita por él, adoptó el de “Jakim
Boor”, obviamente inspirado en esto).
I
La Plomada y
el Nivel
Mientras la
Plomada es el emblema del Seg.·. Vig.·. (Segundo Vigilante), el Nivel está
asociado al Prim.·. Vig.·. (Primer Vigilante) o Vicepresidente de la Logia. La
utilización de ambos instrumentos en albañilería es perfectamente opuesta entre
sí: la Plomada sirve para trazar planos perpendiculares; el Nivel busca
afirmar la horizontalidad.
Ambos elementos
se empezaron a utilizar en la construcción de las pirámides egipcias. En su
versión antigua consistía en un bastidor de madera parecido a una A, un ángulo
de lados iguales y desde cuyo vértice que apuntaba hacia arriba pendía una
plomada; una marca situada en el travesaño horizontal señalaba la verticalidad
y debía coincidir con la plomada. Hoy, en albañilería este instrumento es
completamente diferente, y ha sido sustituido por el llamado nivel de burbuja,
pero permanece como símbolo de las hermandades de constructores (el
«compagnonage»), y de la Masonería especulativa.
Algunos han
querido ver en el diseño de este instrumento una esquematización del Azufre,
elemento químico equivalente al alma humana. En cierta forma el Nivel se
utiliza para fundamentar bien la construcción ulterior sobre un firme
completamente horizontal; de la perfección de este instrumento originario
dependerá la solidez de todo el conjunto. En ese sentido es, efectivamente,
similar al alma, parte originaria del ser humano cuyo desarrollo y afirmación
se pretende. Puede pensarse hasta qué punto resulta absurdo el que algunas
Logias Masónicas hayan sustituido este instrumento por el nivel de burbuja,
carente de cualquier simbolismo.
En los primeros
Grados de la Masonería se considera muy importantes estos dos instrumentos que
llegan incluso a simbolizar los dos primeros grados de Iniciación: así, el
paso de la Plomada al Nivel comporta el paso del grado de Apr.·. (Aprendiz) al
de Comp.·. (Compañero), el primero y segundo de la jerarquía Masónica. El
primero es un Grado que comporta reflexión interior, aprendizaje y sumisión al
maestro de la Logia; el Masón se convierte así en sujeto pasivo que recibe
enseñanza y empieza a ser desbastado de su ignorancia. El segundo, por el
contrario, es un Grado activo y expansivo: los conocimientos adquiridos en el
primer nivel de Iniciación le permiten caminar por sí mismo en su interioridad.
Pero nada de todo ello sería posible, si las bases de este trabajo no estuvieran
sólidamente asentadas sobre un terreno bien equilibrado y horizontal; nada de
todo ello, en definitiva, sería posible sin saber utilizar el Nivel.
En el plano
moral, aquel en el que tan frecuentemente permanecen los masones actuales, el
Nivel es tomado en su acepción ético—social como el referente de la igualdad,
la vida en común y la ausencia de autoritarismo; en otras palabras, como el
instrumento paradigmático del segundo término de la trilogía ideológica de la
Masonería: «Igualdad».
Resulta difícil
comprender, en cualquier caso, la relación entre la «Igualdad» Masónica y el
complicado sistema jerarquizado en extremo que preside la organización interna
de las Logias: en efecto, la igualdad es la antítesis de la jerarquía. Esta,
por el contrario, es una de las acepciones simbólicas de la Plomada.
En tanto
desciende verticalmente, supone distintos escalones de aptitud y preparación,
la Plomada es superior a lo que mide; la tierra y su ley de la gravedad,
atrayendo al plomo que pende del límite del hilo, dramatiza así la condición
humana atraída por el elemento tierra. Indica también una dirección
descendente y de caída que debe ser invertida mediante el uso del Nivel con el
cual, como hemos dicho, se prepara la superficie sobre la que se asentaba el edificio
construido ulteriormente.
Pero la Plomada
tiene también un sentido superior. Al descender del aire a la tierra, lo que
hace es poner en contacto dos órdenes de realidad: un polo celeste y un polo
terrenal. Diversos símbolos son los que disponen de esta característica
axial propia de comunicadores entre el cielo y la tierra. También indica una
cierta correspondencia entre lo alto y lo bajo, entre las realizaciones
trascendentes y lo contingente, entre el mundo del ser y el del devenir. Lo
que va de uno a otro extremo de la Plomada es lo que va del principio
metafísico a la manifestación de este principio en la actividad cotidiana;
resume así perfectamente el concepto Masónico de cosmos.
Fue así como
estos instrumentos que proceden de nuestro pasado más remoto y ancestral,
rebasaron su modesto cometido de simples útiles de trabajo y sugirieron a los
artífices que construyeron nuestras más hermosas catedrales, toda una serie de
correlaciones simbólicas que iluminaron su existencia y contestaron a sus porqués.
!Cómo no sentir añoranza de un tiempo en el que las herramientas hablaban a
los hombres con el lenguaje de la metafísica!