El 2 de
febrero de 1930, Hitler, en una circular dirigida a los gauleiter del partido sostenía con una seguridad rayana en lo
profético que “en un plazo máximo de dos
años y medio a tres se producirá la victoria de nuestro movimiento”. El
partido fue reorganizado inmediatamente (Gregor Strasser en
Organización, Goebbels en Propaganda). Inmediatamente se iniciaron las
“acciones propagandísticas” diseñadas por Himmler un año antes.
Era un plan
muy simple: en una semana, todos los oradores del partido (en ese momento,
la escuela de oradores había impartido cursos a 3.000 militantes para que
fueran capaces de dirigirse a la población) “hablasen en mítines y reuniones
hasta el límite de sus fuerzas” en cientos de actos convocados mediante miles
de carteles, mientras los militantes repartían millones de panfletos y
folletos. Por las noches, en las “veladas propagandísticas”, las bandas de
música de las SA debían tocar en conciertos y reuniones relajadas, mientras que
las organizaciones del partido realizaban actuaciones teatrales, coros, pruebas
deportivas, proyecciones de de imágenes del Día del Partido, etc.
Era algo inédito
hasta ese momento, nunca visto en lugar alguno del mundo aplicado a la acción
política. En ese momento, ya estaba claro que la habilidad de la dirección
del NSDAP consistía en aprovechar hasta el límite las posibilidades de cada
militante y en encuadrarlo en las tareas que mejor pudiera hacer: que no
hubiera, en definitiva, ni un solo afiliado que no participara en algún tipo de
tarea, la que se adaptara mejor a sus gustos y capacidades capaz de congregar
en torno suyo a un grupo de amigos, compañeros de trabajo, familiares, para
que, además de la actividad, pudieran escuchar a algún orador del partido o
participar en los debates continuos organizados.
Se trataba de
ir ganando, poco a poco, el apoyo de determinados grupos sociales
(campesinos, estudiantes, funcionarios y clases medias, principalmente), de
sindicatos y grupos profesionales. Antes de que se celebraran las
elecciones regionales en Sajonia en junio de 1930, el NSDAP había celebrado en
apenas una semana 1.300 encuentros, mítines y manifestaciones de este tipo[1].
En ese momento se
estaban produciendo revueltas campesinas en Schleswig-Holstein. El origen
del “movimiento campesino” se encontraba en los incidentes que habían tenido
lugar a partir del 19 de noviembre de 1928 en Beidenfleth, cuando el aparato de
justicia intentó confiscar dos bueyes, uno propiedad del granjero Kock que debía
300 marcos en impuestos comunales y otro de la granja de la familia Kühl con
una deuda de 500. Cuando la guardia rural trató de llevarse a los animales, los
campesinos de la comunidad, abandonan sus campos, liberaron los bueyes y los
devolvieron a sus establos.
El episodio que se ha dado en llamar “el
incendio de Beidenfleth” ocupa la primera página en los diarios regionales.
En los días siguientes se producen episodios similares en la región del
Oldenburg, en Prusia Oriental y en Silesia. El 26 de noviembre de 1928
aparece públicamente el Landvolkbewegung (Movimiento Campesino) en el curso de un gran mitin de
protesta celebrado en Otzehoe. Unas semanas después aparecerá Das Landvolk, portavoz del Movimiento.
En abril de 1929, los granjeros Kock
y Khül son condenados a ocho meses de prisión y otros veinticuatro campesinos a
seis meses cada uno por participar en los incidentes. La sentencia agravó la
irá en toda la región, sin embargo, el Landvolkbewegung
optó por la resistencia pasiva: las parcelas incautadas y subastadas no son
compradas por alguien, el ganado requisado por el Estado no encuentra ningún
comprador… si alguien lo hiciera, se situaría al margen de la Comunidad.
Entre tanto, los campesinos se
han hecho con una bandera negra en la que han colocado su símbolo: un arado y
una espada. La llevan en un asta de hierro con una hoz en el extremo
superior. El 1º de agosto de 1929 una manifestación presidida por esta bandera
es atacada por la policía con extrema dureza en Neumünster (Holstein). La
bandera resulta confiscada. Los campesinos decretan el boicot contra la
ciudad: no la proveerán de leche, ni alimento de ningún tipo; no beberán vino
en sus tabernas. Un año después, el 4 de junio de 1930, han ganado la batalla:
en un “mitin expiatorio”, las autoridades municipales restituyen la bandera
negra al movimiento.
Hans Fallada, inició su carrera
litería en ese momento escribiendo Bauern,
Bonzen und Bomben (Granjeros, caciques y bombas) en donde se narran de manera
novelada las vicisitudes del Movimiento Campesino y concretamente la
resistencia pacífica en Neumünster. No todo fue, en efecto, resistencia
pacífica. Entre noviembre de 1928 y septiembre de 1929 estallaron bombas en
sedes oficiales y domicilios de personalidades del gobierno y del aparato de
justicia. Un nacional-revolucionario, Hartmut Plaas, próximo al NSDAP, escribió el
estado de ánimo en aquellas regiones agrícolas con estas palabras:
“Amnistiáis a los
bandidos y a los asesinos sádicos. Hacéis de las putas y de sus macarras los
héroes de vuestro teatro. A los estafadores de altos vuelos, a los violadores de
mujeres y niños, les concedéis circunstancias atenuantes. Dejáis a alcaldes
corruptos el pleno uso de sus funciones y de sus honores, no hay basura, en la
vida, por la cual no suscitéis piedad, aduciendo a las “circunstancias” y a las
“condiciones materiales”. Pero, sin embargo, tratáis al campesinado como si
fuera menos que nadie”[2].
Claus Heim, último vástago de una vieja
familia de campesinos de Sankt–Annen–Oesterfeld, hombre discreto y
extremadamente respetado, es llamado “el Rey de los campesinos”. De él se contaban historias
suficientes como para definir su carácter: en América del Sur tuvo una granja
de cerdos que cayó en poder de los bancos. Prefirió matar a 5.000 cerdos con
sus propias manos antes que entregarla. Oficial durante la Primera guerra
Mundial resultó herido de gravedad. Será condenado a siete años de prisión el
31 de octubre de 1930, al celebrarse en Altona el gran “proceso de las bombas”.
Durante todas las sesiones del juicio rechazará abrir los labios incluso
para decir su nombre. El NSDAP presentará su candidatura al Reichstag avalada
por 28.000 firmas, pero rechazará participar en unas elecciones
parlamentarias. Solamente será puesto en libertad con sus compañeros dos
años después, el 10 de junio de 1932, cuando el NSDAP presente un proyecto de
ley de amnistía en el Landtag de Prusia que será apoyado solamente por los
comunistas.
Una vez en el poder, el NSDAP hará
aprobar la Ley sobre el Dominio Campesino Hereditario (Reichserbhofgesetz) de 29 de septiembre de 1933 en virtud de la
cual las granjas de menos de 125 hectáreas no podrían ser alienadas,
divididas, hipotecadas ni confiscadas y debían permanecer en las manos de uno
de los hijos (o parientes masculinos), a cargo de asegurar el mantenimiento y
la formación de sus hermanos y hermanas hasta la mayoría de edad[3].
A partir de 1928,
era frecuente en zonas campesinas que las mujeres mostraran en sus delantales
de trabajo esvásticas, especialmente las mujeres mayores (las jóvenes se
incorporaban directamente en el NSDAP).
En estas
circunstancias, el discurso del NSDAP se adaptaba como un guante a la realidad
de las regiones del Nordeste de Alemania que, a partir de 1928 habían visto
como sus campesinos tenían problemas de liquidez (primero por la bajada de los
precios de la agricultura y después a causa de la crisis de 1929) y no podían
afrontar sus pagos. No es que el Movimiento Campesino pudiera ser
considerado como nacional-socialista, pero sí es cierto que, desde el primer
momento, el NSDAP ofreció una salida política a los campesinos: luchar en las
instituciones por sus derechos y por su simple supervivencia, en lugar de ser
solamente –como de hecho se había convertido- en un movimiento de resistencia
(pacífica o no) que apenas daba testimonio de su protesta.
El discurso del
NSDAP y concretamente la orientación que supo darle Walter Darré quien
publicó un programa agrario del partido, encajaban perfectamente con la
consigna de “reforma agraria” que habían enarbolado los campesinos de
Beidenfleth y Neomünter junto a su bandera negra. La difusión de ese
manifiesto en el que se insistía en la preservación de la estructura
tradicional de la propiedad agrícola, en la importancia del campesinado en la
historia pero también en el mantenimiento de la nacionalidad alemana y las necesarias
innovaciones en el trabajo agrícola que el Estado tenía que fomentar y
subsidiar, en tanto actividad vital para la supervivencia de una sociedad,
unido al antisemitismo latente en las sociedades agrícolas y agravado por el
hecho de que los campesinos atribuían a los judíos las ejecuciones hipotecarias
ordenadas por los bancos, eran la garantía de que esa clase social se iba a
decantar masivamente por la lista del NSDAP en las siguientes elecciones.
[1] J. Fest, op. cit., pág. 303.
[2]
Citado por Armin Mohler, La revolution
conservatrice en Allemagne 1918-1932, Editions Pardès, Puiseaux, 1993, pág.
156. Hemos extraído de esta obra lo esencial de la historia del Movimiento
Campesino que el autor considera como una de las cinco corrientes de la
Revolución Conservadora siendo las otras cuatro: los jóvenes conservadores, los
nacional-revolucionarios, el movimiento bündisch
de juventud y el movimientos völkisch.
[3]
Ídem, pág. 158.