La pregunta de fondo es: ¿es peligroso el “terrorismo indepe”?
Respuesta rápida: no, los indepes nunca han tenido temple para eso. Lo suyo es
amedrentar cuando van en “manada” e, incluso así, los nervios les pueden
traicionar. No, lo peligroso son los bobos que todavía no se han enterado que el
“proceso independentista” está más acabado que Nelson Mandela en una reunión
del Ku-kux-klan y que están al frente del ente autonómico. A pesar de lo
cual algunos alertan sobre el “peligro del terrorismo” en Cataluña…
Los medios han publicado que los detenidos estos días en
Barcelona “fabricaban material incendiario desde mayo”… O que pretendían
volar torres de alta tensión. Y ocupar el parlament durante una semana. O que
tenían información y planos sobre cuarteles de la Guardia Civil y “edificios
estatales”. Y luego que si Torra dice que son buenos chicos o que los indepes piensan
que todo esto es un “montaje”. Y luego, el Omnium, la ANC y ERC han telefoneado
a los TEDAX porque en sus portales han aparecido “garrafas con un líquido
verdoso y la bandera de España”… Llevaban la inscripción “TNT”. ¿Vale la pena
tomarse algo de todo esto en serio?
No me cabe la menor duda de que si la Guardia Civil
llevaba siguiendo y escuchando conversaciones a los del CDR, algo habrá
encontrado y en función de eso se habrán producido las detenciones. A estas
alturas nadie precisa realizar “montajes” para acusar a los CDR de violentos.
Así que me creo que algunos cerebros recalentados por casi quince años de decir
y repetir que la independencia de Cataluña era posible y estaba al alcance de
la mano, algunos -sin duda, los más obtusos y chalados- decidieran que con unos
cócteles molotov y ocupando el parlament se daba el paso decisivo. Si el
gobierno de la gencat y los medios de comunicación subsidiados, creyeron durante
unos meses que la independencia era posible, ¿cómo va a extrañar que un grupo
de pringaos no creyera otro tanto y quisiera pasar al santoral indepe
como los que dieron el paso decisivo? Ahora bien, también me creo que los
detenidos, salvo las intenciones y los materiales, no tenían ni, como se dice
habitualmente, “ni media hostia”. ¿Peligrosos? Como en el resto de casos de
terrorismo indepe, peligrosos, sí, para ellos mismos. Lo cual, claro está,
no les exime del peso de la ley.
Me gustaría hacer una comparación con ETA. Lo peor de ETA
no era que asesinara y ejerciera como sindicato vasco de matarifes al que iban
a parar los psicópatas regionales, lo peor es que era nacionalista y para justificar
sus crímenes se aferraba a una idea decimonónica. Por lo mismo, la CUP no
es más que una serie de individuos que no pudieron en su momento acoplarse a
ERC o que fueron excretados de este partido o que procedían de grupúsculos
radicales estilo MDT o Catalunya Lliure o Maulets y que la presunta proximidad
a la independencia les dio cierto protagonismo al ser los que ofrecían el programa
más maximalista. Lo intentaron. El tiro les salió por la culata.
Tras la Operación Anubis y tras el 1-O llamaron a la “huelga
general” y crearon sus “comités por la defensa de la República”. En octubre de
2017 aquella “huelga general” no pasó de ser un embotellamiento, posible sólo
gracias a que se ordenó a los Mossos mirar para otro lado. Cuando al gobierno
socialista se le ocurrió realizar su “consejo de ministros” en Barcelona, los
CDR volvieron a la carga y organizaron “columnas de ataque”: fracaso total,
poca gente, poca combatividad, escaso entusiasmo. El segundo intento de “huelga
general” fue peor que el primero. Los chicos no admiten que el “proceso
independentista” ha fracasado, tanto el asumido por la gencat, como el liberado
“desde las bases” (esto es, desde el CDR). Pero es así.
El lema del independentismo en esta fase debería ser: “s’ha acabat el bróquil” o en correcto castellano “no hay más cera que la que arde”. El independentismo ha conseguido fracturar a la sociedad catalana en cuatro (indepes, unionistas, inmigrantes y los que no saben no contestan). Lejos de resolver alguno de los graves problemas que la sociedad catalana tiene planteados, los ha agravado dejando que se pudrieran: “cuando seamos independientes todo se resolverá por sí mismo”.
Pero lo que da la medida de su valía y de su “oportunidad”
es que, cuando estamos en tiempos de la “cuarta revolución industrial”, los indepes
siguen anclados en la forma Estado-Nación propia de la “primera revolución
industrial” (y en modo “mini”).
A nadie le puede extrañar que en las alturas de los partidos
(en ERC y en lo que queda del PDCat, si es que queda algo) empiece a cobrar
forma la idea de que, no se puede ir más allá de lograr un “concierto económico”.
Con eso y un indulto general ya se darían con un canto en los dientes. Por ahí
andan los restos optimistas del antiguo seny catalán.
Pero lo cierto es que la inteligencia ha desertado hace
tiempo del independentismo y su puesto ha sido ocupado por la visceralidad, el
radicalismo y el cerebro nublado por el ideal indepe y por su historia de
ficción, o agravado al porrito que tampoco favorece las buenas decisiones.
La novedad en el proceso de sectarización de independentismo
catalán (“Cada vez menos inteligentes, cada vez más radicales”) es que se está
produciendo ¡en la cúpula de aquella institución que debía dar autonomía a
Cataluña y que ha terminado quedándose como simple expresión burocrática del
independentismo!
Si la gencat es independentista, no es, desde luego, ni
mi gobierno autonómico, ni me representa, ni le reconozco más “autoridad” que
la coacción que pueda ejercer. Y si, para colmo, su presidente se niega a
cumplir incluso las órdenes de los tribunales, eso exime, igualmente, a
cualquier ciudadano de esta región a cumplir la normativa de la gencat incluso
en la recogida de cacas de perro.