En informática existe la “Ley de Moore” según la cual cada
dos años -y esto desde los años 60- se duplica la capacidad de procesamiento de
los chips y su velocidad de trabajo. Algo parecido ocurre en África: cada 20 años se duplica la
población. De aquí a 50 años, el peligro ya no será amarillo sino negro.
Bueno, ¿y a nosotros qué nos importa? A fin de cuentas, toda África es
independiente y cuenta con gobiernos sentados en las Naciones Unidas. Es más,
los gobiernos están ahí para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones,
gestionarlas en su día a día. ¿O no? Para eso pidieron la independencia y para
eso mismo Europa se la dio. ¿Qué la inmensa mayoría de países africanos, desde
Marruecos hasta Sudáfrica y desde Ghana hasta Eritrea no funcionan? A lo peor es que la fórmula que mejor se
adapta no es el “Estado-Nación”, sino la tribu. Porque, desde el principio de
las independencias africanas, algo para en aquel continente que nada termina de
funcionar.
Estos días se cumple el treinta aniversario de la masacre de
Ruanda (800.000 muertos entre abril y junio de 1994). Los medios progresistas
han aprovechado para recordar la “responsabilidad francesa” en la masacre… a
pesar de que la mayoría de muertos lo fueron con palos y cuchillos. Es cierto
que la inestabilidad africana se debe a que su subsuelo es particularmente rico
en minerales estratégicos… precisamente por eso, ante la imposibilidad de
construir Estados coherentes y sólidos, la alternativa era simple: o las
antiguas colonias quedaban bajo protección internacional (¿de la ONU?) o de las
metrópolis coloniales. Lo que estaba claro era que las independencias africanas
de los 60 dieron lugar a Estados débiles e inestables, gobernados por
verdaderos sátrapas corruptos y en donde la democracia es un eslogan, pero lo
que existe es caciquismo, clientelismo, tribalismo y primitivismo.
La antropología deberá explicar porqué África quedó muy
rezagada respecto a otros continentes y porqué allí siguen produciéndose
hambrunas periódicas, masacres y epidemias… existiendo Estados cuya misión es
proteger a las poblaciones y educarlas en determinados hábitos profilácticos y sanitarios.
El caso es que los
Estados africanos no cumplen su función, mientras que las organizaciones
internacionales estilo FAO, UNICEF, OMS, vacunan de todo lo vacunable a los
africanos habiendo conseguido reducir al máximo las muertes de recién nacidos.
Hay que congratularse de ello, desde luego, pero no olvidar que éste ha sido el
motivo por el cual la publicación africana se duplica cada veinte años. El problema es que los Estados africanos no
están en condiciones de ordenar, educar y dar trabajo a esas masas. ¿Solución? ¡Que
los mantengan los europeos! Entonces ¿para qué existen esos Estados africanos?
Hoy, en toda África, se sabe que alguien con VIH puede ser
tratado gratuitamente en Europa, que a los albinos no se les mata y se les come
de Gibraltar para arriba, que con sólo llegar a las costas europeas ya te dan
ropa de marca y que puede vivirse como en los barrios de clase media de Lagos o
de Tombuctú, recibiendo subsidios y subvenciones por una docena de conceptos. Y
si se quiere trabajar, mejor todavía porque se paga bien. No es raro que todas
las familias africanas quieren tener a un inmigrante entre sus miembros: con
que les remita 200 euros al mes, eso ya les permite vivir mejor que cualquier
otra familia de un medio rural africano. Este es el problema: que las zonas que
más inmigración han aportado a Europa, nadie trabaja, los campos están
abandonados, porque basta con el dinero que se recibe del “nuevo europeo” para
vivir aceptablemente bien…
Claro está que para todo esto hace falta llegar a Europa.
Estas migraciones son de un carácter muy diferente a las que hemos conocido
hasta ahora: no son para “civilizar” un continente remoto, como ocurrió con la
migración europea a América. El africano llega a un continente civilizado y no
trae en sus maletas un modelo de civilización superior que pueda aplicar. De
hecho, algunas prácticas que viajan con él son consideradas en Europa como
signos de salvajismo: la ablación del clítoris, por ejemplo.
Tampoco es una
emigración para reconstruir una zona destrozada por la guerra, como fue la
migración española a Alemania en la postguerra, ni siquiera porque se necesite
mano de obra (como fue la migración española a esa misma Alemania entre 1939 y
1943), por mucho que los medios nos quieran convencer de que falta mano de obra
en Europa: en realidad, sobra y seguirá sobrando mientras los índices no indiquen
pleno empleo.
¿Es una inmigración por
motivos económicos? No está claro: la mayoría de los emigrantes de esos países,
no pertenecen a los estratos más necesitados de la población, sino a lo que
allí sería el equivalente a nuestra clase media baja. Saben leer y
escribir, utilizan terminales de ordenador y de móvil sin problemas y -lo más
importante- tienen ahorros suficientes para emprender el viaje y pagar sus
distintas etapas (viajar de las costas
africanas del trópico a Europa cuesta unos 6.000 euros… y no es lo mismo
ahorrar 6.000 euros en España que en África).
El efecto más
deletéreo de la inmigración africana no solamente se produce en Europa, sino
sobre todo en los países de origen: los que se van, se niegan a participar en
la construcción de un país. Y se trata de las gentes con más iniciativa, con
más fuerza, con más vigor que, en lugar de encauzarlo para “levantar” su país,
utilizan estas cualidades para llegar a Europa. El resultado es una selección a
la inversa: los más apáticos se quedan en su país… que seguirá eternamente
en la situación de postración, con carencias productivas, sin apenas
infraestructuras, con todos los problemas propios de los Estados “frustrados”. En
mayor o menor medida, toda África es un
gigantesco “Estado frustrado”.
Para los gobiernos africanos, la inmigración es una espita
de seguridad: se van lo más lanzados, los que podrían generar problemas y,
además, desde Europa pueden ir enviando pequeños ahorros que contribuirán a que
el país disponga de divisas y comisiones para alimentar a su clase política
parasitaria y caciquil.
Dado que las naciones
africanas son artificiales, allí no hay “patriotismo” que valga, ni Patria que
amar o a la que levantar. Como máximo existe “orgullo de raza”, o más bien “orgullo
de tribu”. Lo que más llama la atención cuando se viaja a África es el
desprecio que unos grupos étnicos negros, pero de piel más clara, albergan
contra los de piel más negra.
Europa, esa pobre y tonta Europa que, con el cerebro
carcomido por el progresismo, opina que hemos contraído una deuda con África al
haberlos colonizado. Y es cierto: pero
África fue un mal negocio para los Estados europeos que dieron mucho más de lo
que recibieron (y, de hecho, si alguien recibió y salió beneficiado, fueron
los grandes consorcios económicos, en absoluto la población europea). Pero el contador quedó a cero cuando se
produjeron las independencias africanas: yo te dejo infraestructuras como pago
por las materias primas que me he llevado…
El problema de las independencias africanas es que, los responsables de las poblaciones africanas
ya no somos los europeos, sino lo gobiernos locales. Claro está que es
mucho más fácil huir del caos africano y recibir la sopa boba europea, que quedarse
en aquellos países y levantar lo que, en principio, debería ser su patria.
Nigeria: 45 millones
en 1960, 200 millones en 2019, 510 en 2050… El 50% de los jóvenes están
desempleados. Algunas zonas en situación de guerra: musulmanes asesinando a
católicos (no a la inversa). Cada año exporta 300.000 inmigrantes a Europa. El
47% de la población quiere irse del país… una vez más, la mayoría, procedentes
de la clase media… ¨Lo dice hoy El
Confidencial que añade la consigna de los jóvenes senegaleses: “Barsa wala
Barsakh” ¡BARCELONA O MUERTE! En lengua wólof…
¿Qué ocurrirá en el futuro? es fácil de prever. Sin una clase media con empuje, nunca se
producirá un despegue económico-cultural. La clase media africana ha elegido el
camino fácil: Europa. El difícil es construir una patria, una nación, un
futuro. Mejor sumarse a naciones que, desde hace generaciones y generaciones se
han preocupado por construir ese futuro y que, en su absoluta inconsciencia,
consideran hoy al recién llegado como un paisano de toda la vida…
La creencia africana es que en Europa atan a los perros con
longaniza y pueden permitirse el lujo de una inmigración de muy baja
cualificación profesional y solamente capaz de ejercer trabajos en sectores de
bajísimo valor añadido y que esto lo pagarán ad infinitum los europeos que tienen la suerte de cobrar una nómina.
Vale la pena que no lo olvidemos: cada
euro que se va en subsidiar a la inmigración es un euro de mas en la deuda
pública y un euro menos en beneficios sociales para los descendientes de los
que han construido este país…
Porque el gran mito de la modernidad es que la inmigración
africana es necesaria en Europa. Si el africano es necesario en algún lugar es
en su país, para construirlo y levantarlo. Su presencia en Europa no puede más
que ir generando un malestar creciente y, a la larga, siendo un fenómeno
insostenible económica y socialmente.
Así que, díganme, qué partido es el que tiene claro
este tema y, en consecuencia, pide que se reduzca a cero la inmigración en Europa
y empiecen a repatriarse contingentes que desde su llegada viven de la caridad
pública, que les votaré.