INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

viernes, 1 de marzo de 2019

365 QUEJÍOS (283) – PEQUEÑA DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DE UN CONTRA-REVOLUCIONARIO


Hará unos años, redacté unos cuantos puntos que explicaban por qué me siento un contra-volucionario en la mejor tradición europea. Asumo sin complejos, el calificativo de reaccionario, en tanto que reacciono ante lo que se avecina y ante las implicaciones del “pensamiento débil”. Todo esto está en la presentación del blog Info-Krisis que cumplirá este año 16 años:
  • APOLÍTICO (pero no indiferente, sino distanciado),
  • ANARCA (al margen del pensamiento masificado),
  • CONSERVADOR (consciente de que ya no hay casi nada que merezca del conservado) y
  • REVOLUCIONARIO (por la revolución del Orden).
Pero en esa autodefinición figura también la palabra “revolucionario”. Lejos de ser una contradicción, ambos conceptos “revolución” y “contra-revolución” no están en contradicción. Ésta aparece solamente cuando, por un efecto de perversión del lenguaje, se atribuye a la palabra “revolución”, un carácter “progresista”, mientras que la “contra-revolución viene a ser la quintaesencia del conservadurismo. Pero si observa la etimología de la palabra “revolución” (de “revolveré” = volver otra vez) como “retorno a los orígenes”, puede concluirse que el revolucionario auténtico no es el progresista que pretende una continua fuga lineal hacia adelante, sino el que se adhiere, se identifica y promueve los principios de la contra-revolución, es decir, que llama a reaccionar contra el progresismo. Porque si hay un enemigo, ese es el progresismo.

En estos 10 puntos baso mi “credo” contra-revolucionario:

Soy y me declaro contrarrevolucionario
  1. Creo que quien detente la autoridad, el escalón máximo de la pirámide jerárquica, no debe ser como yo, sino superior a mí y a todos y esta superioridad se debe medir en términos de espiritualidad y legitimidad. Si hubiera nacido hace 250 años hubiera creído en la causa del Rey. Si hubiera nacido hace 80 años, hubiera seguido a los “héroes contrarrevolucionarios”. Mañana no sé qué forma adoptará un “Gobierno justo”, pero sé los valores de los que estará informado y sé que los reconoceré.
  2. Creo que la Revolución Francesa fue un período de terror que subvirtió cualquier forma de Orden y se inspiró en mitos ingenuos y falaces, así como en ideas retorcidas que solamente pudieron penetrar en un edificio previamente carcomido.
  3. Creo que el lema “libertad, igualdad, fraternidad” es engañoso y apto solamente como mito que sigue inspirando la modernidad. Este lema nos ha conducido directamente al pensamiento único, a lo políticamente correcto y al nuevo orden mundial.
  4. Creo que cualquier forma de poder, hoy, en cualquier lugar del mundo, deriva de este lema de la misma forma que la revolución rusa de 1917 lo recuperó y que la revolución de mayo de 1968 lo hizo suyo. Por lo demás está incorporado a los valores “mundialistas” incrustados en Naciones Uni-das y en la UNESCO, el principal laboratorio ideológico del Nuevo Orden Mundial.
  5. Creo que frente al lema “libertad, igualdad, fraternidad” es preciso alzar el lema de la Tradición: Autoridad – Orden – Jerarquía.
  6. Creo que, frente a la aspiración y la proclamación de derechos y más derechos, es bueno plantearse de una vez por todas, nuestros deberes y obligaciones. Creo que el cumplimiento de un deber es más digno que el disfrute de un derecho, teórico pero no real, uniforme y homogeneizado.
  7. Creo que el gran drama del conservadurismo de nuestro tiempo es que ha llegado el tiempo en el que no hay nada que merezca ni sea digno de ser conservado.
  8. Creo que las dos principales estructuras que mantenían la sociedad tradicional y conservadora, en Europa, la Iglesia y la Monarquía, están irremisiblemente destruidas.
  9. Creo que el “progresismo” en todas sus formas es un conjunto de doctrinas perversas y nefastas que implican siempre un mayor o menor grado de error.
  10. Creo que el contrarrevolucionario solamente vencerá a condición de anclarse en sus principios básicos e irrenunciables y organizarse en torno a una élite intelectual.
A modo de conclusión, recuerdo una de las frases escritas por A. Dandieu en la introducción de su libro “La Revolución Necesaria”:
“Cuando el orden ya no está en el orden, está en la revolución. Por eso, nosotros lo que perseguimos es la revolución del orden”.